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El día de la boda por katzel

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En casa, mejor dicho en cama, Danna daba vueltas entre las sábanas como un señorito flojo.

Fingía estar muy débil y no poder ponerse en pie para que Olivert lo atendiese en persona y así tenerlo tremendamente cerca para disfrutar de él.

"Hoy lo obligaré a que me bañe"

"Y por un resbalón
"casual" lloverán besitos entre nosotros"

"Seré su dios-desnudo-en-la-bañera"

"ohhh si y una vez entre mis hermosos brazos no podrá escapar jamás"


Empezó a agitar con fuerza la campanita dorado llamando a su tutor.

Estaba ya listo para el ataque cuando vio aparecer al mayordomo.

- Siiiii joven amoooo...

- ¡Pero quién **** eres tú! ¡Dónde está Olivert!

- El señor se encuentra ocupado en estos momentos y no puede...

Danna cogió la lámpara y la estrelló cerca de la cabeza del mayordomo.

- Al diablo. Ahora mismo vas a bajar y me vas a traer a Olivert o te arrancaré todos los cabellos de esa inútil cabeza uno por uno...

- ¡si joven amo!

Se oyeron lejanos los lloriqueos del mayordomo y la voz seria del tutor acercarse por la escalera.

"Ahí viene..."


- ¿Se puede pasar, joven Eichmann?

- Tú siempre puedes pasar en toda circunstancia, Olivert, es mas ¡te ordeno que entres! ¡te ordeno que ingreses hasta de noche!

- Hum...

Ese proyectil de coqueteria andaba un poco lejos aún.

- Le ruego que no me tutee señor Danna... ahora diga cuál es el motivo de su llamado.

- Báñame.

- Me parece que no estoy comprendiendo...

- Ohhh así que el inteligente de mi profesor no entiende una simple orden... ¡por tu culpa no me puedo mover!... estoy enfermito... así que me tienes que llevar a la tina.

- ¿Ah?

- Àpame y luego me depositas... oh y tienes que frotarme mucho...

Danna se sonrojaba a pesar que quería aparentar que no le afectaba lo que él mismo decía.

- ... y también ... debes sobarme... y dejarme limpio...

Tanto él como Olivert sentían "eso".

Eso era extraño como una ola del mar que venia precedida de un rumor y solían oirlo como un aviso de la naturaleza cuando empezaban a ingresar a una zona compartida de perversión mental.

- Por que... me miras así... báñame ya... tonto...

- Hum... ni siquiera para pedir semejante locura puede utilizar las buenas maneras.

La sensacion se alejaba por la frialdad de Olivert y éste respiraba más seguro.

- ¿No lo vas a hacer?

- Me niego categóricamente.

Danna tomó la almohada con rostro peligroso.

- Así que no me vas a bañar...

- No...

- ¡du bist eine! ... *******...

- ¡Está usando groserías!

- Ohhh eso te parece una grosería espera oír esto... ****************************************************

La almohada lanzada no logró su objetivo.

Empezó la metralleta de objetos y palabras extranjeras en el cuarto.

Las capacidades evasivas de Olivert habían mejorado considerablemente ya que evitaba ser golpeado por el desesperado Danna que quería ser bañado sí o sí.

Cuando el joven estaba resoplando, aprovechó el maestro para ponerse tras la puerta y cerrarla con su llave maestra.

Danna se levantó dispuesto a darle una lección.

- ¡Me vas a meter en esa tina ahoraaaaaaaaaaaa!

- Creí que no podía mover ni un solo dedo debido a su fragilidad.

Descubierto así, sin posibilidad de negación, Danna descargó sus puños y patadas sobre la puerta.

- ¡Tramposo! ¡Maldito! ¡Ábreme! ¡Te tienes que hacer cargo de mí! ¡Por tu culpa me resfrié! ¡Te esperé toda la noche! ¡Y aún no me has dicho quién era el hombre que fuiste a ver! ¡Atrevido! ¡Engañador! ¡Monstruo!

Olivert se apoyó de codos sobre la puerta.

- Por favor... báñese... mandaré que le abran en cuanto termine...

Esa voz no era glacial ni heladamente perfecta... era del otro... del que lo desvestía como un animal y moría por tocarlo y besarlo.

Dana sólo tuvo que escuchar el pedido de esa voy y sin agregar nada dejó de patalear y se fue directamente a la tina a flotar con sus patitos de colores.

"Olivert..."

Tuvo una revelación divina cuando daba la décima vuelta en la tina.

"Oh... por eso cerró la puerta con llave"

"No era para encerrarme"

"Sino para impedirse a sí mismo entrar porque está llegando a su límite"

"Eso quiere decir que..."

"OLIVERT SE ESTÁ ENAMORANDO DE MI"


Hizo una fiesta chapoteando abrazado de todos sus patitos de hule y pompas de jabón.

"Waaaaaaaaaaaaaaaak..." - se mesaba los cabellos - "Mío... mío... Olivert... por fin... ohhh si... ¿quién es el amo ahora? jojojojojo... ohhh pero seré piadoso... con mi esclavo de amor... wiiiiiiiiiii"

Salió del baño tremendamente orgulloso de sí mismo como un vencedor.

Tenía que estar matador para su tutor.

"Se le va a caer la baba cuando me vea tan majo... mis supercurvas lo harán enloquecer"

El traje formal de color azul marino y la camisa de batista blanca con las botas oscuras.

Todo muy ceñido al cuerpo con leves toques de gótico componía el ajuar de conquista de Danna Eichmann.

- Voy a bajar a desayunar... - dijo para quien cuidaba la puerta.

- Sea bienvenido, joven amo - respondió el mayordomo.

- Si, si, lo que sea... ya están listos...

- Sí, todo está preparado, ha venido la señorita Rosse y su hermano pequeño Ditter a desayunar con el señor.

- ¡La queeeeeeeeeeee...! apártate, fuera de mi camino... es muy atrevida esa mujer para venir aquí luego de que se lo advertí directamente.

Danna bajó corriendo hasta el comedor y efectivamente vio un cuadro que a otros podría parecerles encantador.

Olivert tomando el té correctamente parecía el papá.

Lady Rosse conversando con afectación parecía la mamá.

Y su hermano de catorce años que era extrañamente distraído y candoroso parecía el hijito.

Esa imagen de "somos una familia feliz" golpeó duramente a Danna quien fue tras la silla de Olivert y de la nada lo abrazó desde la espalda.

- ¡joven Danna!

Lady Rosse estaba en shock puesto que sólo en sus sueños podía imaginar una proximidad así con el rubio maestro.

El hermano menor hacía palmas.

- Ohhh este debe ser un juego de abrazos... yo abrazare a mi hermana...

Alguien andaba en saturno sin darse cuenta de la tensión del momento.

- Danna Eichman... suélteme...

- No...

Ocultaba su rostro mirando al piso.

Rosse estaba muda.

- Danna...

- No te soltaré para que te vayas con esa bruja... ya le dije que eres mío... si no quiere entenderlo es su problema. Aún no habéis visto de lo que soy capaz... pero si siguen ignorándome así me van a conocer...

- ¡Danna qué tipo de malacrianza es esta!

Rosse abrazó a su hermano menor.

- Ohhh este juego de los abrazos es tan, tan divertido. - trataba de negar las cosas que estaban frente a sus ojos.

El cochero avisó que estaba listo para llevarlos a la iglesia.

Se encontro con unas caras que le llenaron de terror por su seriedad.

- Bien, ya jugamos, joven Eichmann, ahora debemos ir a la boda de su tía, lady Arnoux - continuó Rosse sin darle importancia y sin fijarse.

Cogió la mano de su hermanito y ambos salieron de la casa.

Olivert iba a hacer el ademán de llamarla.

- Ni si quiera lo intentes profesor idiota... si la llamas la mato aquí mismo.

- ¡Danna!

El alemán de cabellos oscuros lo soltó.

- Tantas ganas tienes de ir por ella... en estos momentos no tienes idea... de cómo te odio.

Olivert vio el dolor en el fondo de los ojos de Danna.

La segunda llamada del cochero les hizo dirigirse a la puerta de salida.

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Durante el viaje la pasaron muy incómodos por el bochinche armado en el desayuno.

Rosse apenas conversaba con Olivert sin haber procesado la escena del abrazo que se le hacía difícil de digerir y sobre todo por que a pesar de las llamadas de atención del rubio maestro algo le decía que él disfrutaba en el fondo que Danna le abrazase.

Danna iba al lado de Ditter, el hermano menor de la señorita, quien disfrutaba del momento sin malicia y preguntando por cada cosa de la calle como si se la hubiese pasado encerrado toda su vida.

- ¡miren!... ¡miren!... un perro... los perros dicen wof wof

- Y de dónde han sacado a ese niño cabeza hueca... es un retardado - se quejó Danna quien evitaba mirar a su tutor dándole lo que él llamaba "la ley del hielo"

- No le hable así a mi hermano... es un pequeño imaginativo e inocente.

- Narf... seguro que sí - respondió el archiduque con ironía germana deseando que Rosse perdiera los papeles.

De todos el único que parecía racional y serio era precisamente Olivert quien esperó con paciencia que llegaran a su destino.

Madame Arnoux vio bajar a la tropa y cruzó los dedos.

Por las miradas que se pegaban unos a otros se figuró en qué condiciones venían.

Hizo una seña a Olivert para hablar a solas con él.

- Madame Arnoux... me honra...

- Oh, sé que estará mal vista esta conversación en privado con un hombre el día de mi boda pero quiero rogarle señor, por lo que más quiera... he esperado este día con ilusión... y todo es perfecto... pero Danna... si llega a avergonzarme, a pesar que es el hijo de mi querido hermano... no podré perdonarlo nunca... no permita que arruine mi sueño... este debe ser un día que recordaré para siempre.

- Le prometo hacer todo lo que esté en mi mano para que esto no ocurra... se lo juro Madame Arnoux... déjelo de mi cuenta.

- Una cosa más... Danna lo sospecha, pero no tiene una idea clara de la situación de su familia. ¿Sabe por qué es tan caprichoso?, no se trata de ser hijo único o tener dinero y título, sus padres tienen diferencias que no han podido solucionar, y ya se han separado. Él aún no lo sabe. Pero le mandaron aquí para su educación y también por que ninguno de sus padres deseaba quedarse con él...

- Ellos...

- Así es... Danna está en un limbo y sólo lo tiene a usted... nunca vi que se quedara tanto tiempo en casa de alguien, siempre ha ido dando vueltas aquí y allá causando alboroto, ganándose enemistades. Pero parece que usted ha encontrado la fórmula mágica para que Danna desee estar en algún lugar... es el primer hogar que tiene... así que no sea tan duro con él.

Olivert asintió con la cabeza y se quedó pensando en todo lo que acababa de oír.

No había sospechado que tras Dann había toda una larga historia, sólo creyó que era un noblecito arrogante y nada más.

Lady Arnoux siguió su ruta para que le colocaran el blanco velo y hacer su entrada por la puerta principal.

Danna era su único pariente masculino presente y era quien debía llevarla hacia el altar.

Lo que dejaba entrando a Olivert con Rosse tras ellos y a la cabeza de las damas de honor y los acompañantes.

- No voy a entrar - dijo Dann sentándose en cuclillas en el piso.

- Tiene que hacerlo...

- Que no...

- Usted se va a levantar, va a tomar el brazo de su tía y va a ingresar a la capilla...

- Nop... fijate que no te voy a dejar ir con lady Rosse... no me da la gana...

- Danna...

- Mph, ¡me vale esta estúpida boda... y todos los que están aquí! ... y (el resto es intraduscible por su velocidad y alemaneidad)

Las lágrimas asomaban a los ojos de la novia por que esas palabras se podían escuchar hasta el interior donde los invitados estaban de pie esperando.

Olivert tuvo compasión de aquella mujer ilusionada y le dio una bofetada a Danna.

- Te has pasado esta vez... ven conmigo... (tuteo de ira)

Arrastró del brazo al muchacho hacia adentro, hacia la sacristía.

A falta de criadas que les viesen las mujeres ricas que los miraban pasar preguntaban quienes eran y pensaban que formaban una pareja adorable.

Olivert cogió a Danna por los hombros y lo pegó a la pared.

El joven no sabía que esperar de él pues su rostro no le decía nada.

- Danna Eichmann... - Olivert hablaba casi para sí mismo - ... creo que tendré que cambiar mi modelo de educación contigo... quizás no sea considerado adecuado... pero los fines serán los mismos...

El de cabellos oscuros sentía la presión de los dedos sobre sus hombros y deseaba seguir sintiéndolos.

- Danna...

Parecía molesto...

- ... no tienes por qué llamar mi atención con esas rabietas... ya tienes buena parte de mi atención...

- Olivert...

- Eso es lo que deseas... que me fije en ti... lo haré cada vez que te comportes bien... me gustan los buenos chicos... ¿no quieres ser un buen chico?

Llegó hasta él sujetándolo y mordiendo sus labios.

- Um...

La forma desesperada en que Danna se aferraba a él era muy deliciosa.

- Mi pequeño rebelde... tendrás que seguir mis reglas... estás demasiado sediento de mis besos...

Danna enrojeció a punto de morir.

- ... y quién ha dicho... que estoy tan ansioso...

Olivert prosiguió el vaivén desatado de sus labios respirando sobre la piel del joven incendiando los lugares por donde su aliento transcurría.

- ... ohh ¿no es así?

- Hum... nyooooooooo... yo... sólo... ahhhh

Olivert ahora succionaba lentamente su cuello.

- ... Oli... vert...

Torturaba a Danna, le hablaba con una voz musical de mago de la noche y cuando lo tocaba parecía que iban a explotar.

- Hum... yo... yo...

Ya las manos del maestro bajaban hacia la parte inferior de Danna.

Rozó su intimidad por encima raspando con suavidad sobre su cremallera haciéndolo venirse con sólo ese contacto.

Lo cogió de la barbilla.

- ¿Qué harás saliendo de aquí?

- Pediré disculpas y escoltaré a mi tia hacia el altar, me comportaré durante la recepción y seré todo un caballero...

- Muy bien... ya estamos avanzando... creo que cualquier sacrificio es posible si se logra un resultado deseado...

- Idiota... le llamas sacrificio a...

- Ehhh esas palabras...

- Olivert...

- No dejes de tocarme...   -------------------------------------------------------

A los invitados les maravilló el cambio radical del aristócrata alemán.

Era uno entrando a la sacristía y otro al salir.

Las mamás morían por saber cuál era el sermón secreto que Olivert había vertido sabiamente sobre su discípulo para conseguir semejantes resultados.

Como un perfecto caballero llevó a su tía y la entregó al novio cumpliendo a cabalidad su papel.

Bailó el valse con ella en la recepción y fue muy galante y cortés.

Rosse lo vigilaba para pillarle un error mínimo y fue en vano por que no encontró ninguno.

Olivert se sentía orgulloso de él.

Llegado el momento la reciente esposa tomó el ramo para tirarlo a las jóvenes solteras.

Miss Rosse estaba justo en la dirección pertinente.

Echó una mirada sobre Olivert como diciendo "si lo atrapo te casas conmigo"

Danna se cruzó de brazos con mal humor.

Las flores volaron por los aires e iban a parar directamente a las manos de Rosse.

Danna no se pudo aguantar y estiró el pie.

La señorita fue a dar al piso y el ramo sus manos.

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En el carruaje de vuelta Olivert daba un severo discurso sobre los pies que se extienden solos en las bodas.

Danna pretendía no oírlo.

Cuando el rubio terminó recién el muchacho se animó.

- Y me vas a castigar por eso...

- Joven Eichmann...

- Nada de joven Eichmmann... me he portado bien, merezco un premio... la última acción no puede empañar una tarde tan maravillosa...

- Es lo justo... Danna...

Los ojos del alemancito brillaron complacidos.

- Olivert...

El maestro le ayudó a bajar dándole la mano.

Momento especial... Interrumpido por un joven que esperaba a la entrada de Osten Square.
  - Oliiiiiiiiiiiiiiii... pero que malo... has ido a una fiesta y no me has llevado... mira cómo me estás descuidando...

Bryan Kenwood, hermano menor de Olivert se arrojó sobre él colgándose de su cintura.

Danna se encontraba como antes estuviera Rosse en el desayuno.

- Bryan... suéltame...

- Oliii no te hagas el difícil... además vine a recoger mi manta, la que abrigó tu hermoso cuerpo luego que estuviste junto a mí esa noche...

- ¡ahhhhhhhhhhh! ¡Así que él es el hombre con el que te encuentras a escondidas!

- Así es - dijo Bryan feliz - ... ese soy yo...

- ¡Bryan... si serás...!

- Oliiiiiiiiii esa noche te veías tan sexy y mono... te volveré a dar vino sólo para que tus mejillas se doren otra vez y te pongas sentimental conmigo...

Danna sí que se estaba enfureciendo en serio mientras Olivert trataba de separarse de su hermano.

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