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All-in. por Charyou

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Notas del fanfic:

 Death Note no me pertenece, así como ninguno de sus personajes.

Se acabó. No había vuelta atrás. Las cartas ya estaban dispuestas encima de la mesa y la apuesta, caliente. El  todo por el todo. La vida o la muerte. De haber vuelta atrás, tampoco la habrían dado. Creían en su plan. Necesitaban creer en él y, aparte, eran jóvenes. ¡Término íntimamente ligado a imprudencia! Ni siquiera ellos, siendo como eran, pudieron barajar la oferta de un fallo. Al fin y al cabo, eran genios y el otro, un asesino. Era su deber detenerlo. Por todos, por un recuerdo, por ellos. Por SU todo. Sobre todo por esto último. Así que, ahí estaban, preparándose para lo peor.

 El uno, fumando sentado en un sillón, jugando a una videoconsola que no miraba. Demasiado nervioso para concentrarse. Demasiado altivo para admitir estarlo. El otro, asegurándose de que todo estaba en su lugar. Balas, casco, reloj y comunicación. NADA podía fallar en aquella operación. Aquello ya no era un juego de la Wammy’s. Aquí el más mínimo error significaba que habrían perdido definitivamente… y eso era demasiado. Entre nervios, humo y olor a chocolate, se encuentran ellos. Cualquiera que los viera, diría que son dos completos desconocidos. Cada uno sigue en sus cosas, ignorándose mutuamente de la manera más drástica por imaginar. ¿La razón? ¿Y si se miran y flaquean? No se pueden permitir algo así, menos en un momento como aquel. Y así permanecen, quietos, sobrecogidos por un miedo tan atroz que continúan con su pequeña escena, simulando. Algo dentro del pecho les impulsa a huir, pero las piernas no se atreven y la mente impulsa a quedarse. No pueden volver al principio.

 Da la hora y ambos se tensan. El uno golpea al otro, haciendo que se caiga la consola al suelo y que se levante. Camina hacia la puerta y, mirando la exterior, suspira. Esa noche, pasarían de ser genios a estúpidos. Se convertirían en héroes o villanos. Y eso asustaba. Tanto que uno se ha quedado parado en medio de la sala y, cuando el otro se gira, quiere gritar que no puede más. Parece el niño con el que jugaba en el orfanato, pero distinto. Los rasgos, endurecidos, marcan que está más cerca de la madurez que de la niñez; y las cicatrices en su cara lo aseguran, recordando dolores no tan pasados. Pero, dioses, el pelo parece brillar como oro bajo la bombilla a medio fundir y sus ojos de mar vuelven a ser los de entonces. Claman a gritos una mirada de pura verdad: dolor, arrepentimiento, miedo, odio y amor se mezclan y desbordan, adueñándose de la escena. Llenándola de magia.

 El otro permanece donde está, extasiado ante la imagen. La transformación que ha sufrido su compañero  le ha dejado inmóvil. Ni aunque lo hubieran golpeado habría despertado del embeleso en el que ha caído. Su mente, corazón y cuerpo, todo su ser, se centran en el rubio que, ahora, camina hacia él. En sus ojos, envasados al vacío por el llanto contenido, brillan, haciendo danzar la mente del otro, que se hace una escalera al cielo por las pestañas, trepando por el pelo. Siente unas manos en sus mejillas y la sensación de aire golpeándole cuando le quita las googles. Entonces, todo es más difícil. Verde y azul se funden en una mirada brutalmente demoledora. Se quieren decir mil cosas, pero los labios siguen firmemente cerrados cuando, en silencio, salen del piso.

 Caminan al lado, juntos y separados. A media calle, se arma uno de valor y le coge la mano al rubio, que mira incrédulo. Luego, sonríe. ¿Cómo no hacerlo? Los ojos del otro transmiten una seguridad que está lejos de sentir, y una calidez insólita en esa noche triste y fría. Se acarician las palmas y, con cada paso, una losa más se suma al peso de sus almas. Mantienen la vista fija, en el frente, marcando una diana en los transportes. Una moto y un coche rojos. Del color del fuego. Del color de la sangre. Y al llegar junto a éstos, se muestran reticentes a soltarse. Hay otro choque de miradas y, éste, realmente mortal, hace que los corazones den vueltas de campana en el pecho. Tragan saliva con fuerza y, antes de darse cuenta, la mano entrelazada se ha soltado para aferrarse entre ellos. Tablas de náufrago.

 Hay una caricia en la espalda, un tirón del chaleco, una mirada suplicante y un beso de fuego. En medio de la noche, a dos pasos de la muerte y a medio de dar la vuelta, se entremezclan el tabaco y el chocolate, el oro y el fuego. Se besan, devoran y absorben. Se atan a la piel del otro, al pelo y a la saliva. Sobra la ropa cuando, con dedos enguantados, se acercan más. No hay aire, ni dentro de los pulmones ni entre los cuerpos que se desean fundir. Después, un sollozo contenido y un sabor a sal en los labios. Dos lágrimas en las mejillas, una despedida en el aire y dos motores retumbando. En sus mentes: el único y bien marcado pensamiento de que tienen que volver a verse.

 Y es ese el pensamiento que atraviesa como un rayo la mente del pelirrojo, mientras que balas lo hacen en su cuerpo. Se permite una sonrisa, una lágrima perlando sus ojos y un suspiro que se escapa, llevándoselo todo. Se va, como llegó. Solo. Sólo que ésta vez es todo distinto. Él lo espera, mientras que está muriéndose. La sangre de su cuerpo da vida al asfalto de la calle, ganando el matiz al coche. Alguien llora, de felicidad o tristeza, de alivio o furia. Él ya no lo escucha. No respira. Y dejó de hacerlo con la séptima bala que fue a dar a su corazón.

 Y un rubio, que mantiene el plan conduciendo un camión con la mujerzuela del asesino dentro, ahoga un grito agónico al verlo en las noticias. Su corazón pugna por mantener el latido mientras que sus ojos arden en llamas purificadoras. Intenta respirar y falla en el intento. Se está muriendo de dolor, por él y por naturaleza. Da un último giro, se inmola por amor y mantiene una sonrisa mientras muere. Piensa en el pelirrojo y en que, quizás, debería haberle besado mucho antes.

 Llamas se elevan en el cielo, robándole color a la noche. Ganándole con su calor. Puro rojo y oro viejo han vuelto a bailar, consumiendo la iglesia.

Notas finales:

 *All-in es el término de póker cuando apuestas todo, quedándote sin fichas/dinero.

  Es mi primer fic. No sean muy crueles.


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