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Eating Disorder por Supa_Mame

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Notas del fanfic:

Full Metal Alchemist es propiedad de Hiromu Arakawa y Square Enix.

Notas del capitulo: ¡¡¡SUPA MAME REGRESÓ DESPUES DE UNAS LARGAS PERO BONITAS VACACIONES!!!

 

Disfruten este nuevo fan fic.

Auto-desprecio

 

La nieve caía muy suave por toda la ciudad, cubriendo los suelos, techos y árboles pelones con un hermoso manto de bodas blanco, dejando ver a lo lejos la hermosa ciudad de Alemania como unos dulces glaseados de azúcar.

La gente se podía apreciar envuelta en gruesos y peludos abrigos que lo único que hacían era hacerlos ver más gordos e inmovibles. Una casa enorme se podía apreciar entre tanta nieve gruesa, con sus ventanales empañados y la puerta principal con adornos de Navidad. Al parecer, se les había adelantado la fecha, ya que nadie había empezado a poner sus adornos.

La casa por dentro era cálida, con la chimenea de la casa prendida, calentando toda la sala y comedor, en la cocina estaba una mujer abrigada con un suéter grueso. Estaba ocupada cocinando.

 

Bajando las escaleras se encontraba un chico rubio de, por lo menos, dieciocho años de edad quien no llevaba más que una ligera camisa roja de manga larga, unos pantalones negros muy pegados a su piel, una bufanda verde que colgaba de su cuello pero aquello era lo único que se podía decir que lo protegería del frío horrible de aquel día. Su cabello suelto sobre sus hombros lo hacía de vez en vez parecer que era una chica, pero aquello era algo que al chico no le importaba.

-Buenos días, mamá…- El chico soltó al entrar a la cocina y divisar a su madre.

 

-¡Ah, Edward! Buenos, días, hijo –dijo feliz la madre quien volteó enseguida a mirar a su hijo –Siéntate, ya casi está el desayuno.

 

El de nombre Edward miró a su madre y asintió sin chistar, caminando hacia la mesa de la cocina y sentándose en su respectivo lugar, mirando a su alrededor sin mostrar interés alguno.

-¿Y mi padre? ¿Dónde está?- Preguntó Ed quien había comenzado a jugar con su tenedor.

 

-Tuvo que irse a trabajar muy temprano –dijo decepcionada la mujer castaña, sirviendo una porción de ensalada fresca en un plato, una porción pequeña y poco llenadora. Se volteó y le sirvió a su hijo.

 

-¿En serio?- Soltó el rubio sin mucho interés y con una mirada sarcástica. -Qué novedad…

 

El tenedor que Edward sostenía fue a dar hacia la ensalada de desayuno que la mujer de cabello castaño le había servido. Miraba aburrido la lechuga que estaba en su plato y sin gana alguna de consumirla.

 

Trisha frunció el cejo –Toda…-aclaró la mujer con voz determinada –En estas fechas se vienen muchas comidas que solo te van a engordar más de lo que ya estas y no quiero verte rebotando por la casa, de por si ya puedo sentir tus pisadas cuando caminas –negó varias veces decepcionada de su hijo, a su parecer, en sobrepeso.

 

Edward miró a su madre y frunció el cejo llevándose su mano sobre estómago. –No tengo hambre, mamá.- Se quejó el rubio con enojo.

 

-Pues ojalá así fuera para todas esas porquerías que se que comes en la calle –aclaró la mujer con el cejo fruncido –Come, y eso que te serví poco para que no engordaras con la ensalada. Así que, empieza a comer.

 

Enterró con enojo el tenedor en la lechuga verde del plato que tenía en frente de él.

-No tienes que recordarme que estoy gordo, mamá.- Edward soltó llevándose la lechuga a su boca y mordiéndola con disgusto.

 

-Pues no puedo evitarlo –soltó con desagrado –Nada más te veo y miro todo lo que te sobra en ese cuerpo –dijo Trisha repudiada por la gordura –Deberías agradecer que ando preocupada por ti y velando tu salud, veo que tú novio ése ni siquiera se preocupa por conocer tu dieta, que de hoy en adelante se resumirá a ensalada en el desayuno y cena, y comida fruta. ¿Queda claro?

 

-Seh, claro…- Soltó sin realmente darle importancia alo que le decía su madre, ya que por él ni desayunaba, comía o cenaba. –Pero no metas a Ling en esto, mamá.

 

-Pues no me des razones para hacerlo –pidió la mujer acariciando el cabello suelto de su hijo y pasando su mano por su mejilla, frunciendo el cejo preocupado –Mira que cachetes –negó triste –Estás gordo.- Se giró y continuó cocinando. Un cachorro, color pimienta y patitas blancas caminó hacia su dueño. Ladró enseguida.

 

Frunció el cejo por los comentarios de su madre pero, al escuchar el ladrido, el rubio alzó una ceja y miró hacia abajo, encontrándose a un perrito que conocía muy bien. –¡Azure!- Saludó el rubio contento, bajando su mano para acariciarle la cabecita al cachorrito que quería mucho.

 

Azure movió su pequeña colita emocionado por recibir el trato de su dueño, Trisha miró a su hijo –Come y vete a la escuela –insistió –Azure, deja molestar a Ed –pidió, el cachorro ladró y corrió hacia la madre de su dueño para pasar entre sus piernas. Trisha sonrió amable.

 

En cambio Edward gruñó con enojo, encogiéndose en hombros, y apresurarse por comer toda la ensalada para irse y ya no tener que ver a su madre hasta la noche. Tomó una porción grande de la ensalada y se la llevó a la boca.

 

Los finales de preparatoria eran difíciles, más cuando tu boleto a la facultad está en los exámenes. Ling miraba aburrido su libro de texto de biología, por más que leía y leía no podía entender lo que las líneas cortas decían.

-Es imposible, nada más no puedo concentrarme –dijo el pelinegro aburrido, todavía faltaban minutos para entrar a clases.

 

Edward tomó el libro que sostenía su pareja en manos y lo cerró, dejándolo a un lado en la banca donde los dos estaban sentados.

-Todavía no entramos a clases, deja de preocuparte desde ahora y disfruta lo que nos queda de libertad…- El rubio dijo sonriéndole con cariño.

 

-Pero tengo examen –dijo intentando recuperar su libro tomando la muñeca de su pareja con suavidad, más levantó una ceja en duda –Tu muñeca…-susurró sintiendo casi los huesos de su pareja -¿Estás enfermo? Tu brazo está raro… 

 

-¿Raro?- Edward preguntó mirando a su pareja sin entender del todo las palabras que Ling le decía. -¿Por qué? Estoy bien.- Dijo alejando su brazo del agarre del otro.

 

Ling se quedó pensando un rato, más enseguida negó suavemente, pasó un brazo por la cintura del rubio y atrayéndolo hacia él para abrazarle –No sé, la sentí rara… ¿está todo bien con tus papás? –preguntó queriendo indagar en la vida de su novio.

 

-Mi madre sigue molestándome…- Soltó molesto el rubio mientras recargaba su cabeza en el pecho de Ling. –Me tiene harto…

 

-¿Sigue diciéndote cosas sobre tu peso? –preguntó acariciando sus manos por la cintura delgada de Edward, no podía sentir los huesos pero estaba muy delgado –Sabes que son mentiras, ¿verdad?

 

-Ling, tu sabes que tengo sobrepeso…- Edward soltó con tristeza y entrecerrando sus ojos. –Y mi madre me regaña por que según ella sigo comiendo demasiado, pero no es cierto…

 

-Edward tú no estás gordo –aclaró Ling –Estás delgado, así estás bien… si sigues dejando de comer pronto ya no te voy a poder tocar a gusto –bromeó el pelinegro pasando su otra mano por el muslo de su pareja, el cual no le pareció nada gordo. Edward estaba bien de peso.

 

Edward rió ante las palabras de su novio y se acurrucó en su pecho. –Pero si adelgazo me veré mejor y estoy seguro que te gustaré más.- Dijo Ed besándole la mejilla a Ling con cariño.

 

-Pero no quiero un palo como pareja, Edward –aclaró Ling separando al rubio de su pecho con cuidado –Si sigues con esas dietas raras que te da tu mamá, pronto ya no te verás ni en la sombra.

 

-Ling…- Pero Edward terminó con la mirada baja y sin saber que más decir.

‘Estoy gordo…’, pensaba Edward con tristeza. ‘¿Por qué Ling no me entiende?’

 

-Vamos al salón, falta poco para que la campana suene –dijo Ling tomando la mano de su novio y su libro de biología –Y tenemos a primera hora deportes.

 

Edward acarició la mano de Ling con cariño y asintió. –Vamos…- Susurró con una pequeña sonrisa y comenzando con su caminata junto con él.

 

Deportes fue aburrida, como estaba haciendo mucho frío tuvieron que tener la clase adentro, teórica. Se la pasaron hablando sobre como había transcurrido la evolución deportiva durante los años y lo aburrido de quienes inventarios varios deportes.

Ling acariciaba con la punta de sus dedos los mechones dorados de su pareja que estaba frente a él, todo muy disimuladamente.

 

Una sonrisilla estaba pintada en los labios de Edward que de vez y en cuando miraba por encima de su hombro a Ling detrás de él. Ed no estaba del todo contento por no tener la clase de deportes, ya que él quería ejercitar para con ello adelgazar.

 

Miró a todos lados, viendo que todos estaban en su mundo y el profesor no le prestaba atención, se levantó ligeramente de su banco y besó el cuello de su pareja con ternura. Siendo fugaz y discreto.

-Te quiero…-susurró al oído de éste, para sentarse correctamente enseguida.

 

Un sonrojo se esparció con las mejillas del rubio cuya piel se erizó por aquel beso y nuevamente miró por encima de su hombro. –Yo te quiero más…- Susurró.

 

Ling sonrió a las palabras de su novio y no dijo nada más, tan solo continuó jugando con el cabello rubio de Edward, enredó sus dedos entre las hembras y enseguida las soltó, para llevarse con él varios cabellos de la cabeza de Edward. Ling ladeó la cabeza, a Edward NUNCA se le caía el cabello…

Negó varias veces…

 

Pero al parecer eso Edward no lo notó, ya que miraba al frente con interés una plática que el profesor acababa de comenzar sobre el ejercicio. Él no estaba conciente de los cabellos suyos que Ling tenía enredados en sus dedos…

 

El descanso no tardó en llegar y Ling llevaba, como siempre, a Edward detrás del colegio, le gustaba estar a solas con su pareja para poder mimarle y hacerle lo que quisiera.

Estaban sentados en el césped verde y Ling tenía agarrado a Edward de la cintura, mientras su barbilla descansaba en el hombro de éste, tenían el almuerzo a un lado. 

 

-Hace más frío que ayer, ¿verdad?- Preguntaba Edward disfrutando el calor de su pareja.

 

-Sí… pero así es mejor, tengo excusa para abrazarte más veces –dijo acercando más a Edward contra su pecho y besando la mejilla de éste con amor –Vamos a comer, no quiero que se nos pase el descanso y estemos muriendo de hambre a mitad de clase de historia.

 

-Yo no tengo hambre, come tú.- Ed dijo con cariño y ojos cerrados, sin intención de separarse del pecho del pelinegro.

 

-Nada de eso, mientras estés conmigo comerás correctamente –dijo tomando su cajita humeante de comida y la abrió, dejando ver un poco de arroz blanco, con camarones y bolitas de carne. Tomó un camarón con sus palillos chinos –Di ¡Ah! –pidió Ling con el camarón frente a la boca de Ed.

 

Mordió su labio inferior al encontrar aquel camarón frente a su boca sin gana alguna de comerlo. -Ling… no tengo hambre, de verdad…

 

-Abre la boca, Ed –dijo Ling sin alejar la comida de los labios del chico.

 

-Ling…- Edward insistió para después cerrar su boca con fuerza.

 

-Ed, tienes que comer. Apuesto que en tu casa lo único que comiste fue “comida para conejos” –dijo Ling girando un poco a Edward para que le mirara –Come… te vez pálido y…-iba a comentar algo sobre el cabello de Ed, pero desistió de aquello –Por mi… por favor…

 

Edward se encogió en hombros pero las palabras de Ling le picaron un poco en el pecho. -¿Si como eso… estarás feliz?- Preguntó Edward mirando aquel camarón que Ling con insistencia sostenía frente su boca.

 

Ling asintió a la pregunta de su novio, no quería recurrir al soborno, pero no podía tener otro modo para hacer que Edward comiera correctamente.

-Por favor…

Edward suspiró por ello y abrió su boca un poco para que Ling introdujera el camarón en su boca.

 

Y así lo hizo, sonrió al ver a Edward masticarlo y enseguida agarró arroz con los palillos –Vamos, quiero verte comer otra cosa aparte de hojas.

 

-Ay Ling, pero esas hojas son las que me ayudan a verme bien…- Edward dijo con sus ojos en el arroz blanco que Ling le ofrecía.

 

-Pues si, pero tu cuerpo también necesita otra cosa además de hojas –dijo Ling insistiendo con el arroz en los palillos.

 

-Parece que sí…- Abrió su boca y con ello dio paso al arroz que Ling insistía a que comiera.

 

Ling sonrió con ternura –Te quiero mucho, Ed…-susurró abrazando con más amor a su pareja –No quiero que te pase algo por estar con esas extrañas dietas o comiendo poco.

 

-No me pasará nada, no te preocupes, cariño…- Susurró abrazándole de vuelta. –Estaré bien, siempre apuesto para ti…

 

Ling sonrió tenuemente –A mi me gusta tal como estás –motivó Ling, más sabía que no sacaría a Edward de aquel pensamiento, pero luchaba en ello.

 

Una sonrisa triste apareció en el rostro de Edward, sabía que Ling lo querría estuviera como estuviera, gordo o flaco, eso era el amor…

-Te quiero mucho, Ling…- Susurró Edward con honestidad. –Eres demasiado bueno conmigo…

 

Ling besó la frente de su pareja y no dijo nada, tan solo se concentró en darle de comer a Edward. Paso a paso podía ayudar a Ed a salir de ese raro bache de dietas.

 

Miraba aburrido el libro de alegraba en sus manos mientras estaba recostado en su cama y con sólo la luz del atardecer colándose por su cuarto oscuro. Edward suspiró y no tardó en cerrar el libro para dejarlo caer al suelo, envolviéndose con sus cobijas el cuerpo ya que el frío no lo dejaba en paz, menos por que tenía muy poca ropa puesta.

-Mmm…- Murmuró ocultándose bajo las sábanas y bostezando. –No tengo ganas de estudiar…

 

Azure, el cachorro, ladró con fuerza y de un salto a la cama, donde sus patitas traseras quedaron abajo, intentó subir al colchón, lográndolo con éxito. Caminó hacia Ed y se acurrucó bajo las sabanas en su pecho.

 

Edward sonrió con cariño por la visita de su perrito y por ello le acarició detrás de su oreja con cariño. -¿Tu tampoco quieres que estudie, Azure?- preguntó el rubio parpadeando lentamente por el sueño que comenzaba a sentir. -¿Verdad que no vale la pena? Si estoy gordo ¿para qué me graduó? Sólo sería la burla de la generación al recibir el diploma…

El perrito parpadeó sin entender las palabras de su dueño y tan solo disfrutó de las caricias dadas en su orejita que se movía de vez en vez por los cariños. Azure bostezó cansadamente.

 

-Si, mejor nos dormimos…- Susurró bostezando también, ya que Azure se lo contagió. –Si dormimos, no tendremos que asistir a la cena… y no engordaremos más…

 

Trisha entró al cuarto en ese momento -¿Qué haces acostado, amor? –preguntó tiernamente la castaña, caminando hacia su hijo y quedar a su lado, Azure movió su colita contento -¿Ya hiciste tu tarea?

 

-No tengo…- Mintió el rubio sin intención de pararse de su cama y volviendo a bostezar para que su madre entendiera que pretendía dormir de una vez.

 

Sonrió con maternidad a su hijo y acarició su mejilla, frunció el cejo enseguida –Qué tristeza…-empezó sin dejar de acariciar la mejilla de Edward –Pareces una bola enorme de grasa…

 

-Basta, madre…- Edward susurró algo irritado por las palabras de su madre que de una u otra manera terminaban doliéndole. –Deja de decirme esas cosas…

 

-Pero es la verdad, cariño… ¿Tu crees que a mi no me duele ver que mi hijo es un gordo sin remedio? –repuso ofendida y con una mirada triste –Intento lo que sea con tal de no verte sufrir con malas miradas de los demás que critican a la gente sin miramientos…

 

Edward escondió su rostro debajo de las sábanas, ofendido por como su madre le hablaba. –Ling… dice que le gusta como me veo…- Susurró el rubio quien sentía que su madre tenía razón en decirle todas esas cosas que para él eran verdades…

 

-Otra vez con ese Ling… cuando engordes y no te quede la ropa, verás como se aleja de ti…-dijo dolida la madre, que se inclinó y abrazó a su hijo con verdadero amor –Edward, mi pequeño…-susurró Trisha con dolor –No quiero verte llorar o sufrir por culpa de las ideas de tu novio… sabes que son mentiras…

 

-Madre…- Edward lucía sorprendido por las palabras de Trisha sin corresponder aquel abrazo. ¿Que lo que Ling le decía eran mentiras? –Pero él me ama, por eso somos novios… Nunca me ha mentido…

 

-Mi dulce niño…-susurró retirando las cobijas del rostro de Edward para poder acariciarle el rostro con maternidad –Así empieza toda linda relación… además, eres muy joven para “amar” a alguien… mejor… dale la sorpresa de que te cuidas bien para él… -le empezó a dar por su lado, no quería reñir con su hijo.

 

Miró a la mujer y después bajó la mirada para asentir. –Quiero verme bien para él…- Susurró Edward con un toque de tristeza en su voz. –Para que me pueda presumir con sus amigos…

 

-Claro que sí… por algo no te los ha presentado aún, ¿no? –preguntó sin dejar de acariciar la mejilla de su pequeño hijo. Tomó la muñeca flaca del rubio y lo paró de la cama para que quedara frente al espejo de cuerpo completo que estaba en el cuarto del chico.

 

Edward se dejó llevar hasta aquel espejo donde no tardó en mirarse y hacer una muestra de disgusto y pena por si mismo. –Mamá… sabes que no me gusta mirarme al espejo…- Soltó el rubio desviando su mirada a un lado para no mirarse.

 

Trisha le tomó el rostro de Edward y le obligó a mirar el espejo –No, amor. Tienes que entender esto… mírate… con ese cuerpo, ¿crees en verdad que tu novio tenga si quiera el valor de mostrarte en público? –sus ojos se volvieron acuosos –Claro que no, porque no eres perfecto –abrazó más a su pequeño –Nadie te va a querer si no cuidas tu cuerpo…

 

Edward tembló ligeramente al verse en aquel espejo donde el rubio se veía a si mismo como una persona obesa, pasada de peso, con el cuerpo más asqueroso que hasta sentía pena por su madre quien le abrazaba.

-No quiero… no me gusta mi cuerpo…- Susurró con dolor y sintiéndose contagiado por el cuerpo de su madre. –Mamá, no quiero que Ling me deje por estar a-así de gordo… así de feo…

 

Cerró sus ojos con fuerza y sintió como sus pestañas se humedecían. –A-ayúdame, por favor…- Pidió. –No quiero seguir dando asco, no quiero estar gordo…

 

-Lo sé, mi dulce niño… lo sé…-susurró Trisha con amor –Yo te ayudaré, debes hacerme caso… las dietas que te pongo, los ejercicios… todo eso te ayudará –dijo besando la frente de Ed con ternura –Tú solo confía en mamá… -miró la vestimenta de Edward y negó –Y deja de ponerte esa ropa, amor… tan solo resaltan la grasa que no está en su lugar.

 

-Pero… es la única ropa que tengo…- Edward respondió al mirarla con un aire de tristeza. –Toda mi ropa es así…

 

Negó con suavidad –Tendremos que ir a comprar ropa que cubra todo eso que cargas –dijo separándose de Edward y negando en reproche. –Iré a hacer la comida –dijo sin dejar de negar y hablar cosas sobre lo triste y decepcionada que estaba del cuerpo de su hijo, sintiéndose una inútil por no poder ayudarle a cuidarse.

 

Edward la miró irse y él no tardó en abrazarse a si mismo. Lágrimas cristalinas bajaron por sus mejillas y el rubio no tardó en sollozar en silencio.

-¡¿Por qué tengo que ser gordo…?!- Se quejaba con tristeza. -¡¿Por qué hay gente que puede comer todo lo que quiera y no engorda?! ¡Es injusto!

 

Permaneció llorando, abrazándose a si mismo hasta que su rostro se levantó lentamente y sus ojos se enfocaron en la puerta del baño. No pasaron ni tres segundos y Edward ya estaba dentro del baño, frente el retrete y autoinduciéndose el vómito…

 

Azure se asomó en el baño y bajó las orejitas con tristeza, quería acercarse a su dueño pero otro retortijón en el rubio le detuvo con su patita alzada. Gimió en tristeza.

 

 

 

Edward se encontraba sentado en su lugar en la mesa a la hora de la cena, lucía pálido y un poco enfermo mientras su rostro se veía desganado. Tenía su plato de ensalada frente a él y un tenedor a un lado, pero el humor que Edward sentía, hacia que Ed ni se atreviera a tocar su comida.

-Edward, come –pidió la madre que comía una ensalada con pollo y dos vasos de agua. Azure estaba a los pies de la silla de su dueño, recostado en el suelo –No quiero que enfermes… ¿quedó claro?

 

-Si, mamá…- Edward susurró sin ánimos levantando su mano y tomando el tenedor para clavarlo en un pedazo de lechuga y llevárselo a la boca sin realmente sentir el apetito.

 

El timbre de la puerta se escuchó en aquel momento, Azure paró sus orejitas y movió la cola contento, comenzando a ladrar emocionado.

Trisha miró la puerta –Hijo, abre… debe ser papá –dijo sin dejar de leer una revista que tenía ahí sobre dietas saludables.

 

Edward asintió y arrastró su silla hacia atrás para pararse y salir de la cocina en dirección a la sala de estar. Tomó la perilla de la puerta principal y la abrió con lentitud, mas se sorprendió al ver quien estaba del otro lado de la puerta.

-L-Ling…

 

-Hola, amor –dijo feliz el chino, mirando hacia abajo al sentir al cachorro entre sus piernas –Azure –dijo cargando al cachorro entre sus manos, el perrito ladró contento. Miró a Edward y besó sus labios con suavidad –Vengo a invitarte a cenar.

 

-Pero si… no estoy arreglado.- Edward dijo al estar un poco sonrojado por aquel beso que su novio le había dado y mirando la ropa que según él le hacía ver muy mal. –Además mi madre ya me sirvió la cena…

 

-¿En serio? Qué lastima –soltó Ling al ver que había llegado tarde -¿Y que están cenando? –preguntó aún fuera de la casa.

-¿Ed, quien es cariño? –preguntó la voz de Trisha desde la cocina.

 

-Es Ling, mamá.- Ed respondió en voz un poco más alta para que su madre le escuchara y después volvió a enfocar su mirada en su pareja. –Quédate a cenar, comemos ensalada de pollo…

 

-¿Ensalada? –preguntó soltando al cachorro, quien corrió hacia dentro de la casa -¿No desayunaste eso hoy en la mañana? –preguntó Ling entrando a la casa y mirando a su novio dudoso.

 

Edward desvió la mirada un poco y asintió. –Pero esta sabe más rica por que tiene pollo…- Contestó el rubio volviendo a mirar a su pareja.

 

Ling negó con suavidad –Bueno, llevo años de no comer ensalada de todos modos –dijo sin darle la razón al chico. Trisha hizo acto de presencia en ese momento.

-Hola, Ling ¿Cómo has estado? –preguntó con una sonrisa honesta en los labios, Ling respondió al saludo con la misma honestidad -¿Nos invitas a cenar?

-Sí, claro. Gracias –dijo pasando a la cocina para tomar un lugar.

 

Edward, un poco más animado que momentos atrás, se sentó a un lado de Ling y le dedicó una sonrisa.

-Gracias de todos modos por haberte tomado la molestia de venir a invitarme.- Ed agradeció. –Significa mucho para mí…

Ling sonrió y besó los labios de Ed con suavidad y discreción. Trisha sirvió un poco de ensalada en el plato de Ling y éste sudó una gota “comida de conejo” en definitiva.

Sin decir nada más, empezó a comer, sin quitarle la vista de encima a Edward, muy disimuladamente.

 

Edward volvió a colocar sus ojos en su ensalada y suspiró mudamente, definitivamente no tenía apetito y menos de ese tipo de comidas. Miró a su madre por pocos segundos, y se dignó a seguir comiendo su cena sin muchos ánimos.

 

Ling notó aquello y con mucha discreción, bajo la mesa, tocó el muslo del chico para animarle un poco.

Azure ahora estaba a los pies de la silla de Ling. Trisha platicaba amenamente con el chino que solo asentía y reía a los comentarios de la castaña.

 

Edward miró a Ling, tras sus ánimos, y comió con más rapidez y con una sonrisa falsa en su rostro.

‘Esto me hará engordar más…’, pensaba Edward con algo de tristeza. ‘Aunque sea comida saludable, tiene carbohidratos y grasa… Engordaré…’

Continuará…

Crying Sky

http://www.youtube.com/watch?v=csR2ZKWmdCA

 

 

Notas finales:

Universo loco de SupaMame

¡Hola, es bueno volverles a ver! Aquí Syao9 reportandose con ustedes. Disculpen las molestias por el retraso de la fecha prometida de nuestro regreso. Lo que pasa es que un día antes nos acordamos que teníamos que hacer los videos del fic que cada una tenía que subir y pues... nos demoró. XD Creo que me hubiera tardado menos si lo hubiera hecho con doujinshis pero pues tenía ganas de hacer uno dibujado a mano y aquí lo tienen~

Bueno, la navidad ya mero llega y el frío que no se decide si quedarse o irse de nuevo. Mi perrita necesita un baño ¬¬ y en media hora tengo que hacer mi horario del siguiente semestre >_< No quieroooo~

¡Chic@s, dejen comentarios! Saben que siempre los leemos y nos encanta ver nombres familiares. Ya saben, como dice Akia, es nuestra gasolina para seguir escribiendo fan fics de su agrado.

¡Además... :D ya saben que con más comentarios, más rápido subimos el próximo capítulo!

Nos vemos en el capítulo dos :D


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