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Cristal por Yuriy

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Notas del capitulo:

La historia es extraña incluso para mí, pero me di cuenta que no la había publicado. Simplemente amo la historia, adoro la psicologia y la dependencia. El fic es algo así ^^

También, sigo sin BETA... aunque lo acabo de checar ahorita puede que siga con errores '-' no he dormido biien y ya es muy tarde u-uU

 

Titulo: Cristal
Pareja: Kirito x Kyo
Resumen: Ambos se destruyeron a si mismos, porque ninguno podía vivir sin el otro, pero vivir juntos se había vuelto imposible.
Dedicatoria: A mí obviamente Dx

 

Si tuviera que describirte con palabras... no sabría detenerme. Eres muchas cosas. Quizá demasiadas para tu propio bien. O para el de quienes te rodean.

 

Considero que al vivir cuatro años de mi vida a tu lado, terminé acostumbrado a ti. Porque esa fue la verdad, al menos durante tres años y medio. Tu presencia no aceleraba mi respiración, no me hacía ver las cosas de diferente manera, tu voz no era un signo de sonrojos por mi parte, es más, muchas veces deseaba arrancarte la piel por el simple hecho de existir.

 

Y si sigo siendo sincero, a veces solo deseaba estar contigo por las noches, cuando dormías, después de la agitación. Mi único deseo era, muchas veces, colocar una almohada en tu cara, atar tus manos y verte retorcerte en la cama hasta morir asfixiado.

 

Pero era pasar muchas molestias y, en ese entonces no sentí que las merecieras. Para mi, en ese entonces, solo eras una persona insoportable.

 

Al menos, ahora ya tengo una palabra con la cual describirte: Insoportable.

 

 

No hablábamos mucho realmente, aunque viviésemos en la misma casa. Simplemente las mañanas eran aburridas y se parecían. Todas la mañanas eran la mismas, aunque hubiese cambiado el día, el mes o el año, nuestras mañanas fueron iguales durante casi cuatro años. Las tardes rara vez las llegamos a compartir, demasiado sumidos en nuestro propio mundo simplemente nos ignorábamos aunque estuviéramos uno frente al otro. Simplemente era como si yo no existiera para ti, y tu no existías mucho para mi, así que estábamos bien realmente.

 

Nuestras noches eran algo diferentes, agotados por las actividades de nuestros días, estresados y con las emociones desbordándonos, solo buscábamos un refugio y mimos en los brazos del otro, aunque después de dicha acción no quisiéramos volver a tocarnos hasta la noche siguiente. Yo siempre he amados las noches que compartíamos, porque solo estábamos juntos lo necesario.

 

Aun así, había noches en las que te daba un horror enorme el que me acercara a ti. El hecho de verme producía que tu silencio habitual se hiciera pesado, y el mínimo gesto de cercanía mía producía que te tensaras y, también producía una ira que era demasiado hermosa a mi retorcida forma de ver. Tanto llegué a adorar la ira que podías transmitir, que muchas veces desee hablarte y tocarte sólo para despertar la furia en tus ojos. Nunca lo hice, pero me encantaba verte apunto de romper todo a tu alrededor, totalmente fuera del control que tú mismo habías creado.

 

Nunca compartimos la misma habitación.

 

Eso también me gustaba, a pesar de que vivíamos juntos, ninguno deseaba dormir la noche con el otro, y mucho menos hacer algo con el otro en la habitación propia. Tener algo contigo en mi habitación era inadmisible, lo mismo que pensabas tú. Nunca hicimos nada en nuestras habitaciones, había una especial para ello... y aun así, pasar demasiado tiempo de la noche cerca uno del otro, llegaba a enfermarnos.

 

También hubo ocasiones en las que nuestras noches eran silenciosas, simplemente acudíamos uno al otro, como si nos llamásemos, pero no decíamos ni hacíamos nada. En esas noches el silencio nos envolvía y se sentía bien, rara vez solía decirte algo que rompiera el cómodo silencio, y tú conmigo casi siempre permanecías sumido en tu silencioso mundo.

 

Esa sería otra palabra para describirte: Silencioso.

 

 

A veces te veía hablar por el móvil, pero sólo te prestaba atención si sentía tu tono de voz alterado, y sóolo porque deseaba ver si sufrías un ataque de furia. No era común que pasara.

 

Tú deseabas tener siempre el control sobre ti mismo. Siempre querías poder controlar tus reacciones, y era difícil... a veces eras muy impulsivo, y en otras ocasiones demasiado precavido.

 

Casi nunca pude hacerte mostrar emociones positivas con palabras. Eso solía frustrarme. No por ti, que quede claro, sólo... me molestaba el hecho de no poder hacerte decir lo que yo quería oír.

 

Aunque admito que en varias ocasiones el ver que tenias que hacer un sobre esfuerzo con tu autocontrol para no mostrar una reacción hacía mi persona, me era toda una delicia. Me divertía el hecho de que había cosas que yo hacía y tu deseabas, y por el hecho de no decírmelo me divertía torturándote con ello. Yo trataba de hacer que me rogaras, pero eras orgulloso, nunca rogaste con palabras aunque tus ojos varias veces quisieron pedirme favores, jamás los dijiste con tu voz, y era divertido ver que sufrías y que sabías que era un castigo de mi parte.

 

Tampoco es que pasara a menudo, como he dicho... el mayor contacto que teníamos solía ser en las noches.

 

Y aun así, hubo noches en las que solo deseabas poner tus manos en mi cuello y romperlo... yo también deseaba romper tus huesos a veces... aunque nunca pasamos más haya de algunos moretones y cortadas en la piel del otro, y eso se sentía bien por parte de ambos.

 

Yo admitiré que soy caprichoso, pero eso nunca intervino en la extraña pero agradable y enferma convivencia que teníamos. Yo sabía cuando podía jugar contigo, cuado podía cortar tu piel y herirte... y también sabía cuando el acercarme a ti era un peligro para los dos. Sé que nunca te gusto ser el centro de mis caprichos, pero casi siempre aceptabas serlo.

 

Hubo ocasiones en que no podía jugar contigo porque no estabas de humor, y era horrible, sentía la indignación recorrerme por dentro, creo que normalmente solía imaginarte como un objeto o quizás, como un juguete defectuoso, a pesar de que sabía que no lo eras. Solo tus estallidos de ira incontrolable lograban hacer que te viera como un ser maravilloso lleno de belleza.

 

Diré sin ningún tipo de pena que muchas veces anhelaba ser el blanco de tu ira, ser quien recibiera los golpes e insultos producidos por la falta de control en tu temperamento. Y también diré con algo de molestia, que rara vez logré ser el blanco de toda tu ira. Sólo recuerdo haberlo sido tres veces.

 

Muy por el contrario, sé que tú llegaste a sentir un terror inmenso cuando mi ira se desataba y tú eras su único objetivo. Aunque nunca mostraste tener miedo, había un brillo en tus ojos que me hacía jurar que si no estuviera yo presente, te sentirías con libertad de llorar.

 

Sólo te vi al borde del llanto dos veces, una de esas fue mi culpa, la otra fue tuya. Ambas las disfrute de una forma increíble.

 

Sé que hay muchas formas de describirte, pero aún ahora no siento deseos de tomar la molestia de pensar en todas, el hecho de recordarte sigue siendo algo que me pone enfermo.

 

Me gusta decir que hubo muchas cosas en ti que llegue a conocer. Pero me enfada admitir que también llegaste a conocer parte de mí.

 

Supe que tenías un lado tierno cuando accidentalmente te vi caminando por la calle sonriendo despreocupadamente y, aun lado tuyo iba alguien muy parecido a ti. Tiempo después supe que era tu hermano pequeño, aunque admito que cuando te vi sonreírle a ese chico antes que a mí, sentí deseos de cocer tus labios en forma de sonrisa, de esa forma sonreirías para mí siempre.

 

Estaba celoso, si, pero no porque sintiera algo por ti que me impulsara a ello, sino que ese hermano tuyo lograba algo que yo aún no conseguía, y eso me molestaba.

 

Supiste que te había visto, y sé que interiormente te burlabas de mi profunda ira, pero también te preocupaba que llegase a hacerle algo a tu hermano, y fue de esas raras veces en que rompiste tu silencio e hiciste una queda pero mortal advertencia.

 

Yo no debía acercarme a tu adoración, a quien realmente era el centro de tu mundo externo... yo no podía hacerle nada a tu hermano menor.

 

Y admito que en ese momento en que mostrases preocupación por él me hizo enfurecer. Si hubiese sido en otra ocasión tal vez hubiese reído o me hubiese sentido orgulloso de que expresaras algo. Pero el que lo hicieras por tu hermano me hizo sentir indignado.

 

Si fue ese sentimiento, o fue otra cosa no lo sé, sólo recuerdo que ate tus muñecas a la cabecera de la cama que estaba en la habitación compartida, y que ahí te deje durante toda la noche, al día siguiente te solté y sinceramente esperaba una reacción, más el no recibir ninguna me enfureció más... pero no te iba a dar el gusto de saberlo, así como tú no me diste el gusto de ver la humillación en tus ojos.

 

Quizá ese fue uno de los indicios de que nuestra normal convivencia estaba cambiando, pero sólo es un quizás, realmente no puedo estar seguro de ello.

 

Una cosa que quedó marcada en mí fue la primera vez que viste a uno de los miembros de mi banda, tu primera reacción cuando viste a Toshiya.

 

Te acercaste a él como un niño con miedo, a pesar de que lucias tranquilo. Pude ver en tus ojos el más perverso brillo de travesura dirigido hacia mí, sólo tratabas de provocarme. Aunque probablemente sentiste curiosidad por Toshiya, fue el tratar de provocarme lo que te impulso a hablar con él.

 

Para sorpresa mía, se llevaron bien... y si soy sincero, diré que no esperaba eso. Quizás solo un intercambio de frases, un saludo de cortesía, una sonrisa de parte de Toshiya y listo, fin del asunto. Pero para desgracia mía y de Kaoru, ambos se llevaron bastante bien.

 

Pude haberle dado más importancia a ese hecho, pero admito que no lo sentí necesario. ¿Un error de mi parte? Aún ahora no lo veo así, sólo lo veo como algo que, naturalmente tendría que pasar tarde o temprano.

 

De la amistosa relación que tú y Toshiya tenían hubo grandes cambios con el paso de los meses, y en cuestión de un año Toshiya se había ganado la suficiente confianza como para que sonrieras para él, y nuevamente la idea de cocer tus labios vino tentadoramente a mi mente. Pero con pesar tuve que desecharla, porque no se me hacia tentador besar tus labios si estos contenían costuras.

 

Nuestra relación también cambio, no sé decir si era para mal o para bien... en esos días no lo veía claro, porque en ese entonces, a pesar de llevar juntos dos años y medio yo seguía viéndote como una muñeca que se podía romper, y tu ira seguía causando algo impresionante en mí. Probablemente porque cuando estabas furioso, eras totalmente diferente a cuando estabas tranquilo y controlado.

 

Realmente me volvías loco cuando estabas furioso, pero era esa clase de locura de la que no deseas liberarte.

 

Muy probablemente en ese instante, tú ya sabías como continuarían las cosas... eres muy listo...

 

¿Sería una cualidad o un defecto el ser tan listo? En ti era ambas, porque eres listo y odiaba cuando decías algo que no se pudiese negar, aunque no fuese contra mí tu discusión, yo siempre tuve un extraño fetiche por verte perder, y que terminaras sintiéndote lo peor del mundo. Tú siempre encontraste algo para seguir brillando, y ese brillo a veces era enfermo. Por eso deseaba verte sumido en la desesperación, aunque pocas veces logre que me mostraras eso.

 

La primera vez que vi tanta desesperación fue cuando viniste a vivir a mi casa.

 

La primera vez que te vi, que tuve contacto contigo, sentí que eras una persona más, aunque ya eras grande, aunque eras una obsesión de las masas, para mí eras una persona común, sin nombre y sin rostro. Para mí, sólo tienen rostro e identidad aquellas personas con las que creo un lazo, así que eras como cualquier otro ser de este mundo, inexistente a mis ojos.

 

Fue extraño el conocerte, recuerdo que te vi en televisión, y algo de lo que cantabas me llamo la atención, le estabas cantando a tu madre. Eso me hizo sentir de una forma extraña, pero aun así no sabía quien eras, por suerte, Kaoru si sabía de ti, y con mucha paciencia se encargó de mostrarme sus conocimientos.

 

Fue suficiente para mí, quise saber de ti, y nuevamente Kaoru y sus conocimientos; me entregó un concierto, sólo vi la mitad y me sentí asqueado. Lo avente a la calle y un auto se encargo de destrozar el DVD... y viva la ironía, en ese auto ibas tú.

 

En ese momento sentí algo diferente, y reí ante los hechos, habías aplastado, aunque sin saber, algo que tú mismo hacías, y fue en ese momento siendo honesto, sentí deseos de tenerte conmigo. Tenerte para siempre. No porque me sintiera atraído por ti, sino que deseaba aplastarte, y también deseaba que tú mismo te fueses destruyendo.

 

No me avergüenza decirlo, siempre me gusto ver tu cara con una expresión de profundo dolor en tus ojos, era como una caricia para mi.

 

Fue difícil conseguir que vinieras a mi casa, pero unos rumores fueron la excusa perfecta para que "habláramos", realmente las preguntas las respondieron entre tú y Kaoru, después de eso recuerdo perfectamente que sólo tuve que seguirte hasta tu departamento y cuando ya era de noche te secuestre en toda la magnitud de la palabra, dejándote encerrado en mi departamento.

 

Al traerte a "casa" te encadené a la cama y cerré todas las ventanas eliminando la entrada de luz. Esa fue la primera vez que vi cuanto autocontrol podías tener, pero yo estaba decidido en ese momento a llevarte al límite, deseaba verte caer en la desesperación. No te conocía, yo no sabía nada de como eras, así que no me importo tratarte como si fueras un objeto, además siempre te trate como si fueses mi juguete favorito ¿cierto?

 

Una semana pasaste encadenado, era como si fueras mi mascota, aunque recibías un trato más indignante que eso. De todas formas eso por si sólo no bastaba, no lograba llevarte al borde de la desesperación, no lograba enloquecerte. Yo deseaba volverte loco. Comencé a llevarte comida, un día si y otro no, aunque a veces no te dejaba comer durante dos días o tres, sólo para ver si podía matarte de hambre.

 

Aislado, comiendo irregularmente, sumido en la oscuridad de tu (futuramente) habitación, encadenado, sin nadie con quien conversar, apenas con acceso a beber agua y ducharte, resististe apenas tres semanas y me impresionaste, realmente pensé que ibas a resistir a lo mucho cinco días antes de verte suplicando. Aun así, no suplicaste, eras demasiado orgulloso, pero dejaste que leyera en tus ojos la desesperación que había en todo tu ser, el desequilibrio al que estaba llevando a tu mente cuando por las noches dejaba encendida la grabadora que repetía interminablemente la misma frase cada noche, por horas y horas, siempre.

 

Fue entonces que comencé a ir cada noche, abría las ventanas por apenas unos minutos, sólo lo suficiente para que vieras el exterior, tú te acercabas lentamente, solo hasta donde las cadenas te permitían, y cuando estabas apunto de alcanzar la ventana no podías dar otro paso debido a que no eras libre en tus movimientos, y podía ver la indignación, el dolor y el odio cernirse en tu cara, en tus ojos, tus puños se apretaban y regresabas a tu posición sobre la cama, evitando mirarme nuevamente, era entonces cuando yo cerraba la ventana totalmente satisfecho.

 

Eso lo hice durante tres días, después dejaste de ir, sabiendo que simplemente deseaba divertirme a costa tuya, siempre fuiste rápido para aprender cosas.

 

Tres semanas fue lo que aguantaste antes de perder tu autocontrol, y una semana fue lo que jugué con tu mente, con tus nervios y con tu estabilidad mental, eso fue suficiente para saber que al soltarte, tendrías miedo, estarías inseguro de todo. Fue un mes que disfrute de una forma enferma y de la cual no me arrepiento en ningún momento. Cuando te quite las cadenas no te moviste de la cama, abrí la ventana y te abrazaste más a ti mismo, te acerque mi mano y me viste de una forma desesperada y no te acercaste, incluso a mi me habías llegado a temer.

 

Te ordené vivir conmigo y tú simplemente asentiste con la cabeza. Fue cuestión de días que volvieras a tener dominio sobre ti mismo, quizás dos o tres a lo mucho y me di cuenta de que estabas de la misma forma en la que te había traído a mi casa, en tus ojos brillando el orgullo y en tus movimientos se leía la confianza en ti mismo. Dejé que fueras a recoger tus cosas, si no volvías de todas formas sabia como encontrarte, pero volviste y ocupaste la habitación que habías estado ocupando desde el momento en que pisaste mi casa contra tu voluntad.

 

De todas formas, eso ahora no tiene ninguna importancia, incluso en ese momento carecía de ella, yo solo deseaba destruirte y tú nunca opusiste resistencia, le tenias un despego enorme a casi todas las cosas, excepto a tu hermano. Como odie a tu hermano menor.

 

Mi resumen de mi vida contigo es, que fue una relación enferma basada en el dominio que tenia en ti a base del miedo, tu mutismo y ensimismamiento eran simplemente enfermantes y tus estallidos de furia pudieron llegar a ser mortales, jamás te detuviste cuando estabas molesto, aún ahora sé que jamás te detendrías estando así. Antes no fuiste importante, y no es que ahora lo seas, nuestra relación cambió de una forma inmensa, ahora ni si quiera existe una pequeña convivencia entre los dos.

 

 

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Kyo metió la carta dentro del sobre y después lo deposito en el buzón de correo.

 

 

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-¡Kirito-chan, llegó una carta para ti!- Gritó Aiji alzando la carta en sus manos.

 

-Sa, gracias Aichu.- dijo tomando la carta entre sus manos, leyendo el remitente y la dirección en el.

 

-¿De quién es, Kirichu?.- la curiosidad era más que evidente.

 

-Um, es de un amigo.- fue toda su respuesta, desapareciendo por una de las puertas.

 

-Ne, Kohta, tu hermano esta raro.- dijo Jun.

 

-Lo sé, Jun-kun, lo sé.-

 

 

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Ultima semana del mes, alguien tocó la puerta de su departamento.

 

-...-

 

-...-

 

Ninguno dijo nada y Kirito entró en el nuevo departamento mirando todo el lugar. Tres habitaciones y una tenía su nombre, en la otra estaba el nombre de Kyo, y la habitación de en medio no tenia nombre alguno. La habitación que ambos iban a compartir.

 

Kirito caminó a la habitación que tenía su nombre, Kyo caminó a la que tenía el suyo, ambos ignorando al otro.

 

 

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-Takeo-san... ¿crees que Kirito-chan este bien?.- preguntó Aiji preocupado

 

-No es un niño, él sabe cuidarse.- gruñó Jun un tanto fastidiado con la situación.

 

-Pero, de todas formas... no sabes ni donde esta mi hermano.- dijo un tanto sumido en si mismo el bajista.

 

-Volverá al principio de mes.- suspiró Takeo. -Estará bien, siempre vuelve bien.-

 

-Como dije, no es como si no supiera cuidarse.- repitió Jun.

 

-Pero esta anocheciendo.- insistieron tanto Aiji como Kohta

 

-Kiri-chan sabe cuidarse, siempre desaparece en estas fechas y siempre regresa.- trató de convencerlos Takeo.

 

-Pero aun queda el asunto de esa ultima relación, no se ha relacionado con nadie más desde...- Aiji no se atrevió a terminar la oración.

 

-Lo que haga o no haga no nos concierne si él no lo considera necesario, y esto definitivamente no nos concierne. Con su cuerpo y su vida puede hacer lo que se le de la gana, de todas formas, no es como si de buenas a primeras fuera a perdonarnos y contarnos todo nuevamente, ese lazo se rompió, espero que lo recuerdes Aiji.- dijo Jun con un tanto de acidez y otro tanto de triste aceptación.

 

-Lo dices como si realmente no te importara lo que haga mi hermano.- reprochó Kohta.

 

-Me importa, pero soy realista. Si Kirito quisiera ayuda la pediría, si confiara en nosotros se abriría, y si no se sintiera traicionado no estaríamos buscándolo por todo Tokio. Y no me quejo de que desconfié, tiene buenos motivos, incluso me ha sorprendido que aun nos dirija la palabra, ¿cierto Aiji?.- continuó Jun.

 

-Deja de atacarme sólo a mi, Jun-kun.- dijo dolido.

 

-No te ataco sólo a ti, pero no me agrada que habiendo hecho lo que ambos hicimos, yo sea el único realista y tú creas que la relación que tenías con Ki-chan no se atrofió o algo por el estilo, te habla porque no te odia, pero no te dice más porque no confía, tan simple como eso. Y si desaparece una vez al mes, es porque le gusta lo que hace, deberían dejarlo por muy enferma que sea la situación, debemos admitir que se ha vuelto dependiente de eso.-

 

Los antiguos miembros de Pierrot se sumieron en un tenso silencio mientras seguían buscando a Kirito, la situación a final de mes siempre era la misma, y Jun siempre terminaba defendiéndolo, al punto de hacer pensar a todos que sabia más de lo que decía.

 

 

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La puerta del cuarto de en medio se cerró sin ningún tipo de cuidado, no se escuchó ninguna voz dentro de ella, sólo el ruido seco que producían objetos golpeando un cuerpo indicaban que no estaba vacía.


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