¿Un invento? Tú eres mi inspiración.
Y aquí estoy de nuevo, encerrada en esta habitación de cuatro paredes color lila contándoles anécdotas a otros humanos. Por si me haz olvidado soy Tsuki Shirano, quien es un demonio con apariencia de humano, soy una chica maldita y enamorada de un ángel, aparento 17 años y soy millonaria. Viejos y nuevos amigos, espero que me hayan extrañado, pues, nuevamente te sorprenderé, te animaré y te deprimiré. ¿No soy genial? No, no lo soy.
Bueno, por si te interesa te cuento que Miharu se encuentra bien y que en esta segunda temporada de Tormenta de Amor, mi Neko -Miharu- le ha permitido a su Tachi -yo- que cuenta nuestros momentos especiales. Ja, ja. Miren cómo me sonrojo.
Por si no entendieron, soy más clara, hay lemon. ¿Saben lo que es lemon? Seguramente sí, y el que no sabe, es un ignorante. Siento ser tan dura el primer día, es que bueno, estoy irritada. Mentira. Ja, ja. Solamente soy así.
~ b35; ~
Era sábado por la tarde y me encontraba mirando a Miharu firmemente a los ojos mientras ella hacía lo mismo. Nos encontrábamos paradas una en frente de la otra mientras el silencio reinaba en la zona. Ninguna de las dos decía ni mu hasta que la voz chillona e infantil de Miharu rompió el hielo.
-¿¡INVENTORA!?
Asentí con delicadeza.
-Me harté de escribir y creo que inventar es algo sumamente genial, pues inventas lo que quieras, con la utilidad que quieras, y además... dinero y más dinero. Seremos más millonarias de lo que somos, Haru-chan.
-¡P-p-p-p-pero ser inventora es una locura! Además, ¿¡tienes pensado algún invento hasta ahora!?
Puse los ojos en blanco.
-¿Qué si tengo qué?
-Que si tienes pensado algún invento ya para llevar a cabo.
Reí nerviosa.
-Oh, por Satán, Haru. Éso se piensa cuando uno esta en el sótano con la hoja en blanco, no cuando tiene tiempo libre -no sabía mentir.
-Eres una idiota -dijo.
-¡Hey, vamos, éso me dolió! -y la agarré de la cintura y tomé su mano izquierda. Apoyé su espalda en la fría pared y la besé con brusquedad. Un beso salvaje al cual ella se resistía, aún así, no fue capaz, yo tenía más fuerza que ella y se dejó ser... respondiendo al beso con una respuesta positiva, metiendo su lengua en mi cavidad y yo en la suya. Jugábamos con nuestras lenguas y nuestros ojos seguían cerrados sin mirar el rostro de la otra.
Podíamos oler el olor de nuestra amante. ¡Cómo amaba el aroma de ella!¡Esa fragancia de flor de cerezo!
La solté de la cintura y comencé a meter mi mano por debajo de la remera y ella abrió los ojos bruscamente mientras soltaba un gemido ahogado que no pude escuchar con claridad gracias al beso. Ella me empujó con fuerza terminando con el beso y haciéndome estar a un mentro alejada de ella y su cuerpo. Yo puse los ojos en blanco.
Luego, la miré por dos segundos más y crucé los brazos.
-¿Por qué no me dejaste terminar? -pregunté.
Se sonrojó.
-No ahora, es de día.
-Por éso. Mucho mejor, ¿no crees? -no respondió-. Bien, me iré a inventar nuevas cosas -y bajé al sótano.
Dentro, tomé una lapisera azul y una agenda pequeña en donde fuese capaz de escribir los inventos que llevaría a cabo durante mis años de inventora. En la hoja de papel escribí: Inventos. Coloqué mi pierna izquierda encima de la derecha y mi cabeza sobre el puño de una de mis manos y comencé a pensar.
Nada se venía a mi mente. Estaba frustrada.
-No puedo pensar así -bajé mi pierna izquierda y pasé mi pierna derecha por encima de la otra-. ¡Así está mejor! -y comencé a escribir: Miharu como una mascota, Miharu con traje de conejito, Miharu, Miharu, Miharu...-. No, esto no va nada bien.
Subí las escaleras esta llegar al departamento. Dentro se escontraba Miharu durmiendo silenciosamente de costado, con la boca semiabierta y babeando. ¡Pero qué hermosa! Era tan tierna y chiquita. Me coloqué encima de ella y Miharu abrió los ojos con delicadeza. Parpadeó unas cuantas veces confusa, me miró y se espantó. Soltó un frito de terror.
-P-p-p-p-pero, ¿Tsuki qué hac--?
No la dejé terminar.
Con mi mano derecha le limpié la baba y luego me lamí el dedo. Hmm... delicioso, era Miharu. Ella se sonrojó con ternura y sonrió nerviosa.
-¿Qué piensas hacer ahí arriba?
-Ya es de noche -Haru miró el reloj.
-Y... no entiendo.
-Yo te haré entender.
Nuevamente la besé e introdujé mi lengua en su cavidad. Ella me mordió el labio con muuuucha fuerza y yo me aparté de ella, rompiendo el beso y un poco de sangre salía de mis labios.
-¡Agggggggggggggggggggggggggggggh!¡Miharu!
-Te lo merecías, estás violando mis derechos -dijo como quien no quiere la cosa-. Tengo derecho a resistirme.
Parpadeé confundida sin juntar mis labios.
La ignoré y le besé la mejilla izquierda y pasé mi lengua por ésta, luego repetí la acción pero con la mejilla derecha. Lamí sus labios y luego los míos.
-Hmm... que labios tan hermosos y suaves.
Después, besé su cuello delicada y lentamente, lo lamí y luego le di pequeños mordiscones. Miharu sólo se limitaba a gemir. Intentaba gemir levemente o mejor dicho, no quería que yo la escuchara gemir.
-O no... así no está nada bien, Miharu, quiero escucharte gritar -y bajé una de mis manos a su entrepierna. Sin poder soportarlo, el gemido salió de sus labios con la mayor fuerza posible-. Oh, qué hermosa... y dime una cosa, ¿yo te gusto?
-N-no... ah...
-Mentirosa -toqué la punta de la nariz y le saqué la remera-. Quítame la blusa -y éso mismo hizo delicadamente.
-N-no hoy, o-onegai...
-Sigue, Miharu, habla en japonés, me encanta.
Besé y lamí su hombro izquierdo y luego el derecho. Luego, tomé una tijera la cual se encontraba sobre la mesa de luz y le corté el sostén. Después de ello, Miharu posó sus manos sobre mi espalda y ella misma me sacó el mío. Lamí y besé su pecho con lentitud mientras ella sólo gemía de placer.
-No debes preocupartes, mi amor. Cariño, lo haré con lentitud, delicadamente, pues, para mí eres como una hermosa rosa. No puedo romper tu cuerpo tan fragil.
-T-t-aan... sólo... pro-prosigue...
Reí. Me causaba gracia verla llena de vergüenza y sin ser capaz siquiera de hablar. Era tan maravillosa, era una mujer extraordinaria como ninguna otra en este mundo tan gigante y lleno de humanos mortales.
-Qué desesperada -bromeé.
Comencé lamiendo, mordiendo y besando uno de sus pezones mientras con mi otra mano la masturbaba. Luego, me dirigí al pezón derecho he hice lo mismo, sin apartar mi mano de su sexo.
Saqué un caramelo de uno de los bolsillos de mi short y le saqué el papel. Luego, me lo metí en la boca y la besé con brusquedad, pasando el caramelo desde mi boca a la suya mientras le sacaba la pollera que tenía puesta.
Separé nuestros labios terminando con el abrazo de éstos. Bajé hasta su ombligo y empecé a jugar en él metiendo mi lengua y sacándola incontables veces. Mientras proseguía con ese juego, seguía acariciando su sexo hasta que le penetré dos dedos y los movía de un lado al otro en su interior.
Eran gemidos tras gemidos y jadeos y largos suspiros. No podía seguir así, esa muchachita gemía tan perfectamente, era tan perfecta y fragil que la quería hacer mía a pesar de que ya lo era.
-¡T-Tsuki! N-no aguan-aguanto m-ma-más...
Clavó sus uñas en mi espalda y yo solté un levísimo grito de dolor, casi inaudible. Se vino, que hermosa.
La abrazé con fuerza mientras escuchaba sus respiraciones agitadas.
-Miharu, te amo.
-Y yo a ti -dijo y me recosté a su lado. La rodeé con mi brazo y juntamos nuestras manos.
-Tú, eres mi sacrificio -susurré-, mi inspiración, mi más amada y única frutilla...