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Beautiful Name, The por Tsuu-kun

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Notas del capitulo: Es mi primer fanfic de Death Note, desde hace mucho que quería escribir algo de mi OTP.

Disclaimer: Death Note, así como sus personajes no me pertenecen si no a sus respectivos autores Oba Tsugumi y Obata Takeshi.

 

 

Beautiful Name, The

’01/Uno’

 

El caer pausado de esas diminutas gotas sobre el pequeño océano que se encerraba en esa bañera -elaborada a base de porcelana y plata- quebraba el tétrico e incomodo silencio que tapizaba cada rincón del cuarto. Paredes de un intenso y puro blanco, que al verle obligaba a la vista soltar una frívola lágrima, al resultar algo incómodo (por no decir bastante). La tenue luz que iluminaba el lugar rozaba entre lo verde y azul; era sin duda un lugar con una decoración sobria y elegante, nada estaba de más ni de menos, todo había sido colocado con detenimiento y sumo cuidado.

 

- … - observaba irritado su reflejo en el agua ardiente de la tina.

 

- … - mudo, contemplaba a su compañero con un dejo de disgusto.

 

- … - aquellos labios rojos como la frambuesa permanecían herméticos (al parecer no tenían la intención de decir palabra alguna).

 

- Mmm… - y su malestar comenzaba a empeorar, al verse envuelto en esa escena bastante infantil.

 

- …Raito-kun – decidieron por fin romper el sello que los mantenía cerrados.

 

- ¡¿Hasta ahora hablas?! – Pensó sin dejar de fruncir el ceño – dime – habló, evitando que el otro percibiera el enojo que sentía.

 

- Los dos no cabemos en una tina como esta – posó el dedo índice de manera instintiva sobre sus sonrojados labios.

 

- ¡¿Qué está diciendo?! – Se cruzó de brazos, sin dejar de erguir su gallarda figura – eso es obvio, Ryuuzaki – miró de reojo con ofensa – por ello, serás tú el primero en entrar – le costaba sobremanera controlar la ira que se cernía sobre él y entonar cada palabra con amabilidad.

 

- Yo no tengo pensado hacerlo, incluso ahora mismo creo que la razón por la que estamos aquí, es por que tú eres quien desea hacerlo – los preciosos ojos oscuros como la noche del cual era dueño, miraron fijamente a Raito.

 

- Que tonterías dices, Ryuuzaki – esta vez en la serenidad aparente de Raito el malestar y la cólera se veían claramente en el caoba de sus soberbios ojos – desde luego que también quiero hacerlo – cerró sus ojos un instante, suspiró con insolencia diversión - ¿no lo crees así? – levantó el mentón del joven poseedor de una sedosa cabellera ébano; contemplándolo de manera incitadora.

 

- … - en silencio L se vislumbraba en la misteriosa mirada de Raito, el rostro perfecto y su arrogante presencia le inquietaba, pero no por ello iba a perder en aquella disputa – entonces métete de una vez – dijo cortantemente para desviar nuevamente sus ojos en dirección de la tina.

 

- ¡Hijo de p…! – Sentía que la sangre le hervía – bien, por lo que veo tendré que hacerlo yo – Raito suspiró de manera encantadora.

 

- Aja -  ignoraba por completo a su compañero; al parecer no le disgustaba tanto la idea de ver su níveo rostro plasmado en las aguas de la bañera.

 

- Así que… - sin previo aviso, rodeó la estrecha cintura del moreno para cargarlo sobre su hombro.

 

- ¡Waaaah! – la expresión que tenía era fascinante, no había esperado ese movimiento por parte del menor – bájame, Raito-kun – dijo con desgano y fastidio.

 

- Hum – sus labios se curvaron en lo que parecía una sardónica sonrisa al escuchar la petición de L.

 

- Estoy empezando a fastidiarme – la sinceridad no le podía faltar, después de todo mentir no era su especialidad.

 

- ¿Estás seguro? Ryuuzaki – el tono de su voz se había convertido en uno totalmente seductor; parecía querer provocar al mayor.

 

- Sí, ¿o es que tu cerebro necesita que se lo repita? Raito-kun – en ocasiones su franqueza podía llegar a caer en la acidez – es una lástima que a tu edad ya comience a dejar de funcionar – miraba desinteresado el mármol que tenía como suelo la habitación.

- ¡Bastardo! ¿Quiere provocarme o qué? – bajó un poco la cabeza, lo suficiente para que esos ojos caobas que ahora se vislumbraban escarlata se ocultaran detrás de sus cabellos – bien, si tanto lo deseas – su voz había cambiado una vez más, pero ahora se podía escuchar claramente la abulia de ésta.

 

- ¡Ya! – contestó frío, no se sabe con exactitud en que momento había comenzado a juguetear con sus pies, incluso aún siendo sostenido en el hombro de Raito - ¿qué está tramando? No pensará realmente que puede someterme ó ¿sí?, incluso aunque haya sido yo quien llevo ‘aquello’, que es la razón de que ahora nos encontremos en esta situación, no soy tan débil como para ceder a sus caprichos – cavilaba, sin cesar su pataleo infantil y hasta cierto punto tierno.

 

- … - no dudó un instante al levantar el frágil cuerpo del moreno -que descasaba sobre su hombro- para dejarlo caer sobre la tina sin el menor decoro.

 

La caída precipitada de L hizo que el agua que contenía la bañera se vertiera sobre el inmaculado piso, inundando todo el cuarto. La acción inesperada por parte de Raito sorprendió al atractivo detective que yacía ahora dentro de la tina; sus negros cabellos empapados se aferraban a su pálida frente corriendo hasta por sus rosadas mejillas, las gotas se anidaban en sus largas pestañas que ensombrecían sus ojos azabaches y sus labios carmines jadeaban en un tono casi excitante. La blanca playera que vestía se abrazaba desesperaba a su albina piel, y los cómodos jeans ahora le pesaban; aquella era sin duda una vista exquisita ante los ojos del hombre que se hacía llamar el dios del nuevo mundo.

 

- Eso ha sido bastante rastrero por tu parte, Yagami-kun -  alzó su mano para deslizarla suavemente por su barbilla; el vaho que de entre sus labios nacía se perdía con el aroma a fresas que ellos mismos despedían; la cadena que les unía chocaba constantemente con la bañera, haciendo de este una melodía que parecía ser una especie de burla.

 

- ¡Trágate esa! – Masculló para sus adentros – vamos Ryuuzaki, no te enfades – apoyó ambas manos en el borde de la bañera, se inclinó hacia delante y sonrió con inocencia.

 

- …no estoy enfadado, Yagami-kun – hablaba mientras escondía la mirada tras sus finos cabellos; de entre ellos corrían un sin fin de gotas, las cuales regresaban a aquella agua de la cuál habían sido separadas tras la caída del joven de nevada piel - ¿qué te hace pensar eso? – la manera en que se movían sus labios grana, emprendían el despertar del libido que dormía en Raito.

 

- … – las sensaciones que se instalaban presurosas en su interior le estaban provocando un ligero mareo - ¿qué me ocurre? - se inclinó aún más sin meditar en lo que estaba haciendo, tanto, que podía sentir el aliento de L estrellarse en su rostro.

 

- Raito-kun… - pronunciaron febrilmente aquellos húmedos labios.

 

- ¿Sí? – contemplaba hechizado la deliciosa boca de Ryuuzaki; se encontraba totalmente abstraído, la vaga razón de la cuál aún era dueño se desvanecía en cada exhalación que daba.

 

- Yo… - su voz parecía una candorosa súplica; movió ligeramente su cuerpo hacia delante, para encontrarse a unos milímetros del rostro del castaño. L levantó ambas manos para sostener entre ellas el hermoso semblante de Raito, sonrió rozando pícaro los labios de éste con los suyos, dejando clara su intención de divertirse.

 

- ¿Qué? Ryuuzaki – ese ‘qué’ se escuchaba tan deseoso y desesperado por oír lo que esos labios estaban a punto de confesarle.

 

- Yo… - separó ambas manos con delicadeza del rostro de Raito, sonrió y dejó caer hacia atrás su cuerpo lo suficiente como para arquearse de forma elegante y poder así elevar una de sus piernas y ser capaz de… patear el embelesado semblante del petulante asesino de masas.

 

La intensidad de dicha patada resultó ser demasiada, provocando que el seductor joven de cabellos caoba se estrellera con el toallero, rompiendo este por completo. La cadena que les mantenía unidos se tensó, haciendo que L estuviese a punto de salir de la bañera, y habría sido de esa manera, si éste no hubiese apoyado su mano en la tina para hacer contrapeso y así evitar ser arrastrado por el golpe que propinara segundos atrás.

 

- ¡Tsk! – chasquearon sus carnosos labios. Se levantó para sentarse con dificultad, ladeó su rostro para encubrir su mirada con el cabello. Su boca arrojó a los suelos algo que parecía ser sangre.

 

- Ha… ha… - Ryuuzaki jadeaba a la par con que su cuerpo se estremecía, con los cabellos alborotados y asentados sobre su amplia frente, alcanzando algunos a rozar sus labios.

 

El agua había vuelto a derramarse sobre el piso, y un joven estaba apunto de desmoronarse, ¿cuál de ellos sería?

 

 

To be continue…


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