Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Una decisión... ¿puede cambiarse? por PrincessofDark

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Muchas gracias por los comentarios. El que me falta contestar lo contestaré pronto. Sucede que hoy anda muy colgada mi máquina y preferí actualizar los fics.

Perdón por la demora pero después del primer capítulo me súper bloquee. Trataré de no demorar tanto los siguientes capítulos.

 

 

-Chicos... he decidido ingresar al Seminario y ordenarme sacerdote - fue la respuesta firme de Shun.

-¿¿¿¿QUÉ???? - gritaron los tres muchachos incrédulos.

-Que me haré sacerdote - respondió Shun con una sonrisa.

-¿Estás seguro? - preguntó Seiya

-Si, Seiya. Siento que es lo que debo hacer con mi vida.

-Pero Shun... es tan extraño - fue la voz de Shiryu

-Lo sé. Pero aún así estoy decidido.

Hyoga no podía decir nada, estaba tan sorprendido. Jamás pensó que Shun quisiera ser sacerdote, siempre pensó que el pequeño peliverde se fijaría en él tarde o temprano y que los dos terminarían juntos.

-¿Estás molesto, Hyoga? - preguntó Shun.

-No, Shun. Sólo sorprendido - fue la respuesta del rubio.

Shiryu que estaba pensando en algo, finalmente murmuró.

-Entonces los domingos cuando te ibas muy temprano... ¿ibas a la misa?

-Si, exactamente. En la iglesia conocí al padre Rafael y él me ha orientado mucho.

-¿El padre Rafael? - inquirió Ikki.

-Si. Es el sacerdote que oficia las misas en la Iglesia que está cerca de aquí. Él me ayudó a descubrir mi vocación. Es un muy buen hombre.

-¿No podré convencerte, verdad? - inquirió Ikki en un susurro a su pequeño hermano.

-No, Ikki.

-Shun... ¿cuándo ingresarás al seminario? - preguntó Saori dando por sentado que la decisión ya era firme y que Ikki no se opondría.

-En dos semanas. El padre Rafael me recomendó y me aceptaron en su orden. El retiro se encuentra a unos doscientos kilómetros de aquí.

-¿Doscientos kilómetros? ¡Está lejos, Shun! Creí que estarías más cerca para poder visitarte - fueron las palabras de Ikki.

Shun sonrió y meneó con la cabeza antes de responder.

-Ikki yo no puedo recibir visitas de ningún tipo. Todas las visitas están prohibidas sin excepción.

-¡Ridículo!- fue la respuesta del Fénix.

-Hermano, debes comprender que la paz, el silencio y la meditación son fundamentales en la primera etapa del seminario.

-¿Cuánto tiempo dura el Seminario? - preguntó Seiya un poco más repuesto del notición de su amigo.

-Es mucho tiempo. Es una carrera muy difícil, se exige muchísimo estudio y dedicación. Por lo menos lleva seis años.

-¡SEIS AÑOS! - la exclamación conjunta fue de Ikki y Hyoga.

-¿No te veremos por seis años? - fue la pregunta de Shiryu.

-No, Shiryu. Me verán más seguido. Tenemos períodos de descanso para poder compartir con nuestros seres queridos. Tampoco pretenden aislarnos del mundo. Tendré vacaciones en seis meses según lo que me explicó el padre, una semana de vacaciones para ser más específicos.

-Yo no voy a pasar seis meses sin tener noticias tuyas - fue el comentario de Ikki.

-Hermano... voy a estar bien. No va a pasarme nada dentro de un retiro. Además si llego a enfermarme los familiares son notificados enseguida.

-¿Y si te arrepientes? - preguntó esperanzado Hyoga.

-Tengo seis años para arrepentirme, aunque no creo que lo haga. Hasta que no me ordene puedo arrepentirme - fue la respuesta de Shun.

-Bien, Shun. En vista de que te quedan dos semanas con nosotros invitaré a los caballeros dorados para que vengan de visita y te organizaremos una cena de despedida - dijo Saori convencida.

-¡No es necesario, Saori! No quiero que te molestes.

-¡No me molesta, Shun! Además supongo que el padre Rafael te habrá dado una lista de cosas que debes llevar, tendremos que comprarlas mañana mismo.

-De acuerdo, Saori. Gracias. Ahora si me disculpan me iré a acostar. Estoy cansado.

-Seguro, Shun. Hasta mañana - saludó Saori e Ikki.

-Buenas noches, padrecito - fue el saludo de Seiya pero no burlón sino con un profundo afecto y respeto.

-Que descanses, Shun - saludó Shiryu

-Hasta mañana - se despidió Hyoga.

Shun abandonó el living y lentamente todos se sentaron, excepto Ikki que se puso a mirar por la ventana. Nadie habló por un rato hasta que el Fénix rompió el silencio.

-Siempre supe que Shun no estaba destinado a pelear... alguien tan bueno como él no nació para derramar sangre.

-Es cierto, Ikki. Por eso estuve de acuerdo cuando vino a planteármelo hoy en mi despacho. Yo me sorprendí muchísimo pero no puedo hacer más que apoyarlo. Y ustedes creo que también.

-¡No puedo imaginar a Shun como sacerdote! - Hyoga salió del living luego de su comentario.

Seiya y Shiryu lo vieron partir, ellos sabían cuánto le habría dolido a Hyoga escuchar la decisión de Shun y compartieron en silencio su dolor.

El cisne se encerró en su habitación, sin ánimos de hablar con alguien y menos de estar con alguien. Finalmente, después de muchas reflexiones llegó a una conclusión "tengo seis años para conseguir que desistas, seis largos años para poder convencerte de que tu lugar es a mí lado y haré todo para conseguirlo" Una mirada de determinación se reflejó en la cara de Hyoga.

                                                              *          *          *

Lo primero que hizo Saori la mañana siguiente fue tomar el teléfono y llamar al Santuario para hablar con el Patriarca Shion.

-Hola, Shion

-Señorita Atena, hola - saludó el Patriarca

-¿Todo tranquilo?

-Por supuesto que sí, señorita.

-Excelente. Shion quiero que reúnas a los Caballeros dorados y junto con ellos vengas para Tokio lo más pronto posible.

-¿Pasa algo malo, Atena? - preguntó Shion inquieto.

-No, descuida. No pasa nada malo, sólo pídeles que vengan. Ya les explicaré todo yo cuando vengan. Por ahora te lo contaré a ti pero debe quedar entre tú y yo hasta que lleguen los dorados aquí.

-Por supuesto, señorita. Ni una palabra de lo que me diga escapará de mis labios.

-Estoy organizando una cena de despedida para Shun y me gustaría que todos los caballeros dorados estuvieran presentes.

-¿Despedida? ¿Andrómeda se va a alguna parte? - preguntó sorprendido Shion.

-Así es. Shun ha decidido consagrar su vida a Dios ordenándose sacerdote y en dos semanas ingresará al Seminario.

Shion se ahogó con la taza de café que estaba tomando y comenzó a toser.  

-¿Qué cosa? - preguntó una vez calmado y mientras del otro lado Saori sonreía.

-Lo que escuchaste. Te pido discreción. Apenas estén listos mandaré por ustedes.

-Si, señorita. Le avisaré apenas estemos prontos.

-Hasta pronto, Shion

-Adiós

Los dos colgaron el teléfono para posteriormente dedicarse a sus actividades. Shion de inmediato hizo llamar a todos los caballeros dorados y les anunció el pedido de la diosa. Algunos se pusieron contentos al pensar en unas vacaciones, a otros les dio lo mismo y a algunos más les hubiera gustado quedarse (Máscara Mortal pensaba en su pobre colección de máscaras ¿quién iba a limpiarlas si él no estaba?, Afrodita por su parte pensaba en sus rosas ¿no se irán a marchitar si no las riegan bien?)

Finalmente no les quedó otra que aceptar y al día siguiente partieron en un avión de la Fundación rumbo a Tokio.

En la Mansión Kido mientras tanto, Saori se había llevado a Shun de compras para adquirir todo lo que el joven necesitara para el retiro. En realidad no había sido mucho sino productos de higiene personal, algunas ropas, una biblia, un rosario y un par de sotanas. Cuando regresaron con todas sus compras, Shun subió a su habitación y se dedicó a guardar sus pertenencias en el armario. Cuando bajó a almorzar, les informó a todos que había invitado con permiso de Saori al padre Rafael a cenar para que pudieran conocerlo.

La idea de conocer al padre que había llevado a Shun a decidirse por el sacerdocio generó expectativa en todos, en especial en Ikki que lo esperaba muy paciente en el living de la casa.

El padre Rafael llegó puntualmente a las nueve de la noche y de inmediato sintió las miradas de todos posadas en él. Era un hombre joven, de no más de treinta años, de rostro firme y un poco tostado por el sol. Sus ojos eran de un castaño oscuro haciendo juego con el color de sus cabellos. Su cara se iluminó al sonreír y presentarse.

-Buenas noches, soy el padre Rafael. Shun me ha invitado a cenar.

-Mucho gusto - saludaron todos y se fueron presentando.

-Pase por aquí, padre - pidió Shun invitándolo al comedor.

La cena fue bastante entretenida, Ikki realizó una profunda investigación del padre Rafael hasta aceptar que era una buena persona. Hyoga, Shiryu y Seiya le preguntaron mil y una cosas acerca de lo que se estudiaba en el Seminario y se quedaron horrorizados al enterarse de la cantidad de materias: teología, latín, etc., etc. Saori y Shun por su parte se dedicaron a comer y a tratar de hacer lo más cómoda posible la visita del padre.

                                                  *          *          *

Los caballeros dorados bajaron del avión y de inmediato se vieron llevados a la mansión Kido en sendas limusinas.

-¡Esto es vida! - gritó Afrodita al llegar a la enorme Mansión

-¡Carne fresca! - le susurró en su oído Milo.

-Ni que lo digas - fue la respuesta susurrada del pisciano.

Entraron a la Mansión justo cuando Shun bajaba por las escaleras con una sonrisa hermosa plantada en su rostro. Milo y Afrodita lo miraron intensamente... que bonito estaba el pequeño hermanito del Fénix fue el pensamiento de ambos.

-Hola, me alegra que hayan venido - saludó Shun sonriendo.

-A nosotros nos alegra haber venido - respondió Milo con voz seductora, mirando a Shun.

Hyoga e Ikki que en ese momento iban bajando, sintieron la voz de Milo y vieron las miradas de Afrodita y el Escorpio clavadas en Shun que los miraba tan inocente como siempre.

-¡Shun! - llamó Ikki

-¿Dime, Ikki? - Shun volteó y Milo y Afrodita se quedaron sin aire al ver el perfecto cuerpo del chiquillo.

-Creo que se te hace tarde. Rafael dijo que fueras a las nueve de la mañana en punto.

-¡Es cierto! Ya me voy - respondió Shun - después nos vemos - se despidió de todos los dorados.

-Adiós, Shun

Shun salió de la Mansión con una sonrisa e Ikki se acercó muy peligrosamente a Milo y Afrodita aunque la advertencia fue muy clara para todos.

-Muy, pero muy lejos de mi hermano. Nada de mirarlo con esos ojos que le pesqué a ustedes dos y mucho menos intentar hacerle algo... ¿Fui claro?

-Fénix... por favor - tosió incómodo Milo

En ese momento Shun abrió la puerta y entró un poco apenado.

-¿Qué te olvidaste Shun? - inquirió Ikki

-Es que Rafael me pidió que llevara las sotanas para ver que cumplieran los requisitos de la orden. Vine a buscarlas - Shun subió las escaleras apresuradamente.

Los dorados se quedaron en silencio, luego de un minuto y en algo que podría denominarse reacción tardía, un atónito Shaka preguntó.

-¿Las sotanas?

En ese momento Shun desapareció corriendo con un par de sotanas bajo el brazo.

Ikki volvió a mirar a Milo y a Afrodita.

-Mi hermano ha decidido convertirse en sacerdote... así que ya saben, ustedes dos muy lejos... pero muy lejos de Shun.

-¿Qué Shun qué? - gritaron todos los dorados

-No puede ser... un muchacho tan precioso - Milo calló ante la mirada asesina de Ikki.

-¿Saori aceptó? - preguntó Aioria

-Si. Enseguida. Se asombró un poco como todos nosotros pero aceptó - respondió Hyoga.

-Estoy sorprendido. Muy sorprendido - fue el comentario de Mu

-No eres el único - susurró Shaka -¿Cómo lo tomaste tú, Ikki?

-Al principio no supe comprenderlo y después no tuve otro remedio. Shun es lo más importante para mí y sí él es feliz con esa decisión yo seré feliz con él. Por eso es mí advertencia para ustedes dos... no quiero que lo lastimen.

Afrodita y Milo se limitaron a asentir con firmeza. En ese momento, Saori apareció para darles la bienvenida e informarles de la noticia que Ikki ya había dado.

Cuando Shun regresó cerca del mediodía, todos los caballeros dorados y el Patriarca se encargaron de felicitarlo y de desearle lo mejor. Un ruborizado Shun se limitó a sonreírles y a asegurarles que estaba feliz con su decisión.

Los caballeros dorados pasaron una semana y media en la Mansión Kido, ya que se quedarían hasta la cena de despedida que Saori le estaba organizando a Shun.

Para satisfacción de Shun la cena fue maravillosa y se sintió muy feliz al ver las muestras de afecto que le daban sus amigos y si bien nadie lo demostraba todos se sentían un poco tristes por tener que separarse de una persona tan especial y maravillosa como Shun.

El más triste de todos fue Hyoga, en su mirada y en sus gestos se notaba la tristeza. Fue el caballero del Cisne el que golpeó suavemente en la habitación de Shun después de la cena, cuando todos se habían retirado. Shun le abrió con una sonrisa y lo invitó a sentarse mientras terminaba de preparar su maleta, ya que al día siguiente debía partir.

-Shun - lo llamó suavemente.

-¿Dime Hyoga?

-Yo... quiero...

Hyoga tomó la mano de Shun y le entregó un paquete rectangular envuelto en papel de regalo.

-¿Para mí? No debiste... Hyoga

Shun tomó el paquete y lo rompió, abriendo el estuche para encontrar un crucifijo de plata.

-No puedo aceptarlo, Hyoga. Es el crucifijo de tu mamá... tú único recuerdo

-¡No lo aceptaré de regreso! Yo quiero que tú lo tengas para que nunca te olvides de mi... de nuestra amistad - le dolió decir esas palabras.

Shun le sonrió y le besó la mejilla.

-Jamás podría olvidarte, Hyoga. Muchas gracias, prometo cuidarlo muchísimo.

-Será mejor que me vaya. Buenas noches

-Hasta mañana


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).