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Rebirth por Rincabot

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Notas del fanfic:

Este es un fic ZetsuxKisame, Kisame y Zetsu son personajes de Masashi Kishimoto Y NO ME PERTENECEN.

Notas del capitulo: Enjoy...

 

 

En lo profundo de el manto de vegetación, donde el verde ácido podía mezclarse con el color cobre oscuro de los árboles, antiguas secuoyas que permanecían desde hacía siglos, que habían visto crecer a miles de generaciones y también a verlas desaparecer, en lo mas hondo de aquél páramo donde lo desconocido se hacía patente, donde hasta el más conocedor del terreno podría perderse entre lo majestuoso, dejándose llevar por la paz producida, por la calma y el silencio. 

De las múltiples veces que se dejaba distraer por la oscuridad de la ya tan recorrida guarida, pocas se había dedicado a divagar por los alrededores, apenas si se conocía las múltiples habitaciones del recinto, mucho menos se conocía las afueras de este. 

“Esto es enorme” Repetía en su mente mientras se perdía entre aquellos parajes, sin deparar un segundo a observar cuanto se estaba alejando de la zona conocida. Sus pies seguían su propio ritmo, dejando que la mente se le despejara como ya tantas veces había dejado que se llenara del blanco que le creaba la mayoría de sus distracciones, estuviera en misiones o no, no negaba que se le pudiera tachar de irresponsable.  

Más eso jamás le quitaría la diversión de buscarse problemas.

 Se adentró cada vez más en aquél lugar, dejando divagar sus pensamientos en cualquier cosa que no fueran los informes que tan ajetreadamente tendría que redactar por no hacerlo en el momento justo.

 Oyó algo moverse entre aquellos parajes, rápidamente su alerta se puso en funcionamiento, buscando a su alrededor con su mirada, analizando cualquier fenómeno que pudiera amenazarle, mas no había nada.

 Camino en dirección a aquél sonido sospechoso, cuidando de que sus pisadas fueran silenciosas y de conservar en calma el instinto de angustia que le producía haber dejado su arma mas preciada en su habitáculo en vez de llevarla con él. Ladeo su cabeza entre unos zarzales, que le causaron unos molestos cortes en los pómulos, pero no se detuvo. 

Y entonces le vio. 

De espaldas, con silueta imponente coronada por la Venus atrapamoscas gigante que residía en sus hombros sobresaliendo del negro uniforme, devorando con agresividad un cadáver que parecía estar a medio descomponer, no pudo evitar sentir nauseas al observar la escena, pero al mismo tiempo le absortó la determinación de aquél miembro con el que nunca había cruzado una sola palabra. 

Se le conocía por su silencio, su discreción, su eficiencia, su suma lealtad y fidelidad a la organización y al líder, a quien jamás traicionaría.

Más no sabía nada de él. No se aproximó, pero supo en seguida que el otro había detectado su presencia, podía observar como su actitud había cambiado, mascullaba lentamente en susurros recitando un cúmulo de palabras que Kisame no pudo llegar a comprender a primeras de cambio pero si lo hizo cuando prestó atención. Asombrándose aún más de aquél extravagante sujeto.

 -Déjalo es inofensivo…

 -¡Es un estorbo, eso es lo que es, no ha venido a mas que a distraernos de nuestra tarea!   

 “¡Discute consigo mismo!” Pensó por activo la mente del hombre azul, sin reparar en que aquellas frases hacían clara referencia a él. 

Sin más preámbulos, continuó escuchando la conversación, jamás pensó que las dos personalidades del bipolar fueran tan dispares y mucho menos que pudieran hablar a libre albedrío la una con la otra.

 Le hizo despertar un nuevo interés por aquél individuo. 

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Conocía bien sus limitaciones así como sus instintos, no podía dejar que la hambruna que contenía su cuerpo se apoderara de todo su ser. 

Bien sabía la frontera de su autocontrol, mas sabía que no tardaría en llegar si era incapaz de disciplinar a su mitad oscura, quien se volvía irascible y violenta por momentos, dispuesto a hacerle perder el conocimiento de su propia voluntad, a realizar a placer cualquier deseo que se le propagara por la mente sin tener en cuenta las prioridades de su otra parte dominante. 

No podía evitar sentir bajo su mas dura indiferencia como el peso de la pena mas frívola le atravesaba, cerrándose en si mismo, evitando todo contacto con el exterior exceptuando la tasa profesional. 

Jamás incluiría en su vida el hecho de reconocer el valor de relacionarse y nunca pasó por su cabeza que el mero hecho de acercarse mas de a dos metros de un ser humano con vida le fuera posible. 

Nunca nada le perteneció, nunca se sintió nada suyo, mas que ese dolor que se le permitía poseer, un dolor inaudito capaz de comprender en él toda una vida de automarginación. 

Era un monstruo incontrolable, lo sabía, y quería resguardarse la pena cual tesoro privado.  

“Está ahí, lo sabes, le estas oliendo ¡No reprimas tu instinto, devórale!” Maquinaba en silencio. 

“No hay motivo. No tengo porqué. No es una orden. Yo no te obedezco.” Se repetía cual mantra.  

Le sintió acercarse. No hizo falta un giro de rostro, contacto visual. Simplemente lo supo. 

Hoshigaki Kisame, errante de la villa de la niebla. A penas conocía a aquél sujeto, mas sabía que era conocido por su fuerza y habilidad con la espada.

En las casi nulas veces que dedicó una observación le había visto provocando algún accidente, tropezando sobre su mismo pie o cometiendo alguna que otra complicación a su compañero de equipo, Uchiha Itachi. 

Jamás había tenido la oportunidad de contemplar una de sus combates.

 En un deseo interno ladeó su faz para clavar los ojos dorados, que carecían de pupila alguna, en aquél individuo, quien tan solo se encontraba a unos pasos de donde él residía.  

 “Mírale, es como si te pusieran un cebo ¡Maldita sea, desgárrale!”  

-¡Cállate!- No controló el grito, mas ya su mente estaba al límite de lo aguantable.

Su instinto caníbal se reprimía entre rejas que se derretían con demasiada facilidad. 

Sus manos que temblaban con agresividad, se posaron débilmente sobre su cabeza, intentando reencontrar su yo liberado, el que estaba libre de toda carga de violencia y agresividad, su parte silenciosa, su parte calma.

Su verdadero yo. 

Calculó que si superaba la línea de fuego en la que ahora se encontraba, nada iría mal, sería capaz de reprimirse, de anular casi por completo aquél deseo inhumano. 

Más se olvido de analizarlo todo con exactitud. 

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Estaba completamente absorto por la tortura interna en la que se estaba batiendo aquél hombre.

Nunca pensó que el bipolar tuviera tantos problemas para controlarse a si mismo, jamás le circulo por la mente el echo de que aquél personaje que consideraba equivalente o superior a su propia fuerza física pudiera sufrir dolor alguno, mas nunca mostraba emoción que lo delatara.

Siempre se mantenía firme.Si sentía ese dolor en algún momento, no lo mostraba. 

No pudo evitar admirarle.

 Acercó su mano a la ancha y fibrosa espalda del otro, quien residía en su mayor parte abultada por la raíz de aquella colosal planta. 

-¿Te encuentras bien? 

Sintió como todo su cuerpo recibía un espasmo, pareció desfallecer de un momento a otro pero volver a tener fuerzas en una décima de segundo. No supo que hacer, mas el otro daba claros signos de pasarlo mal. 

Observó como subió su rostro para observarle, con las orbes doradas desprendientes de un fulgor y un brillo inhumanos que se clavaron en las suyas.

No tuvo tiempo. 

Se abalanzó sobre él, apresándole con fuerza suprema, tan solo pudo retenerlo amarrándolo con fuerza por uno de sus brazos, intentando conservar la angosta distancia que les separaba. Mirando como una sonrisa sádica se apoderaba del calmo rostro del bipolar, rasgando las facciones tranquilas para convertirlas en las más propias de lo demoníaco, relamiendo con gusto la sangre de sus labios, del cadáver que hacía unos segundos degustaba. 

-¡Déjame, no podemos agredirnos entre miembros!- Intentó llamarle la atención, mas sabía claramente que el otro no respondía. 

La angustia se hizo palpable, empezaba a temer por su vida. 

Intentó forzar al otro para que dejara de crear la prisión que le impedía moverse para alcanzar algún objeto que sirviera de arma, pero fue inútil.No pudo más que observar como aquel ser de bizarro aspecto le miraba con saña. Pensando con algo de ironía amarga para sus adentros que estaba pensando en la mejor forma de digerirle.  

-¡Zetsu!- Gritó con fuerza una vez más, en un intento desesperado para que el otro volviera en si.- ¡Zetsu, suéltame!  

-Zetsu se ha perdido.- Aclaró con la voz grave tan característica, provinente de su parte izquierda, haciendo que una vez mas la sonrisa mas macabra posible se dibujara en su rostro.-Ahora solo quedo yo, Kisame.  

La ira mas ferviente recorrió sus venas, intentando por todos sus medios llegar como mínimo a alcanzar uno de sus kunais, mientras sentía que la parte oscura del otro sonreía para sí, festejando el festín que se daría.

Cuando llegó a alcanzar su arma, no dudó en rasgar con saña la mano oscura que apresaba su cuerpo, haciendo que le soltara en un gruñido de molestia, separándose con rapidez del cuerpo ajeno.  

-¡Kisame-sama para ti!- Rugió con odio.- ¡Muestra respeto!  

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Despertó. 

Hizo ánimo de todo su esfuerzo para resarcir del control de su parte más oscura, provocándole una vez más el claro gesto del desfallecimiento, del cual se recuperó de inmediato. 

En alguna de los recovecos mas profundos de su alma, aquélla voz logró llegar al lado calmo, perforando sin preámbulos las complejas fronteras de su mente.Nunca había sido capaz de liberarse por si mismo de la posesión de su otro yo, del Némesis que tenía asimiado a su cuerpo, el que le impedía relacionar, hablar, actuar naturalmente, sentirse ser humano. 

Sentirse persona. 

Jamás pensó que nada ni nadie pudiera lanzarle una soga directa para que saliera del pozo que le ocultaba de la luz. 

Nadie que pudiera soportar el horror de enfrentarse a su yo taciturno. 

Nadie que pudiera ayudarle.  

Y sin embargo ese hombre pudo.  

Ese individuo tachado de torpe, inútil, irresponsable e ineficiente, pudo.   

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Se maldijo a si mismo por el daño que le había echo. 

Se apresuró a recorrer de nuevo hacia el bipolar para observar su mano cercanamente, rompiendo un basto trozo de su vestuario para recurrir a un improvisado vendaje. 

-Lo siento, lo hice sin pensar.- se excusó, sin mirar a los ojos del otro, quien no mostró señal alguna de oponerse al honesto gesto de él. 

No se atrevió a mirarle directo, algo en su ser le impedía comprobar si había recuperado la tranquilizadora expresión que le caracterizaba, como también le impedía entender porqué había recurrido a ayudarle, si jamás mostró ninguna señal por la cual ambos pudieran simpatizar.  

-Gracias, Kisame. 

 Se sorprendió de sus palabras, no pudo evitar dirigir una mirada disimulada al rostro esbelto.

En su alivió conservaba la serenidad, mas pareció atreverse a resarcir una nueva expresión en su fisionomía.

Una sonrisa casta, torpe, algo echada de lado, pero con increíble carga de sinceridad. 

Nunca se imaginó verle sonriendo. 

Y jamás imaginó que le provocaría felicidad el verle sonreír.

 

 
Notas finales:

Tenía pendiente escribir sobre esta pareja, es una de las muchas que me despierta una increíble inspiración :)


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