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Mercy rain por kozzha

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Notas del capitulo:

Waaa... por fin tiene forma mi cap jajaja, ahh estoy apurada pues tengo q ir a una presentación de mi adorado sobrino pero aquí ando escribiendo jajaa XD bue... espero y sea de su agrado; a mi en lo particular me fascinó jajaj XD y pues si quieren sentirse indentificadas con Eiri pues escuchen la canción de la quinta estación que se llama "el sol no regresa" creo jejeje. bue... eso es todo.

disfrutenlo

besos

kozzha

Caminaba por el parque Saki, su favorito. Necesitaba despejar su mente; por lo que un poco de aire no le caería mal.

Sacó un cigarrillo de la cajetilla, lo puso entre sus labios y lo encendió. Pasaban de las seis de la tarde pues el cielo comenzaba a oscurecerse. Metió sus manos al saco que llevaba puesto y pudo notar una hoja arrugada en uno de los bolsillos de ésta prenda, la sacó y pudo notar algunos garabatos, su visión comenzaba a fallar por lo que no pudo notar muy bien lo que decía aquella hoja.

El viento comenzó a soplar con fuerza, apagando su cigarrillo y robándole de las manos aquella hoja. El travieso aire la llevó hasta los pies de un joven, quien por la escasa luz que había al otro extremo del parque, no se podía ver su identidad; aquel extraño recogió la hoja y tras leer el contenido de ésta, embozó una sarcástica sonrisa.

-Ja…amor…-dijo con sorna.

Yuki se retiró el cigarrillo de entre los labios y entrecerró sus ojos amarillentos, aquella voz se le hacía tan conocida.

-¿Tú que sabes sobre el amor, Yuki Eiri?-comentó el extraño con un dejo de rencor. Esta vez el rubio no tuvo duda, sabía perfectamente el dueño de aquella voz.

-Shuichi-musitó.

De repente el rostro del sujeto se iluminó, confirmando las sospechas del rubio, quien no pudo disimular su alegría de ver de nuevo al pelirrosa.

-Pequeño bobo, ¿A dónde te haz metido?-el escritor sonrió mientras caminaba hacia un pelirrosa quien seguía en su lugar mirando aquella hoja. Eiri aceleró el paso pues las ansias de tener cerca de Shu lo carcomían; pero a tan sólo unos pasos de tener en sus brazos al cantante, Yuki se hundió en un gran y profundo océano. A pesar de que era un experto en la natación le era imposible poder salir a la superficie por lo que cada vez se hundía más; tras varios intentos, el rubio pudo salir de aquel gran abismo. Le desconcertó ver que la gran superficie a la que tanto deseaba llegar era un gran espacio negro, sin principio ni fin.

Se dejó caer pesadamente sobre el duro piso, mientras trataba de recuperar el aliento. Tras recuperarse completamente volvió a encontrarse a Shu, quien lo miraba con ojos fríos.

-¿Por qué me haces esto?-preguntó el joven rubio temiendo acercarse de nuevo al pelirrosa.

-Adiós Yuki Eiri-fue lo único que recibió como respuesta antes de que Shindo fuera absorbido por la profunda oscuridad.

-¡No!-vociferó Eiri, despertándose de un sobresalto, con el rostro sudoroso y la respiración agitada. Se encontraba en su cama y junto a él un pequeño bultillo comenzó a moverse pues ante el grito del escritor se había despertado-Lo siento…-musitó al ovillo bajo las sábanas-he tenido una pesadilla-se puso de pie con cuidado de no molestar mas a su acompañante y salió de la habitación.

En el sofá yacía su hermano menor roncando libremente. Lanzó un suspiro y se encaminó hacia su estudio en donde tomó asiento y miró el gran ventanal frente él. Un ronroneo le hizo salir de su ensimismamiento, aquel bulto en la cama se había despertado y miraba con cara de pocos amigos al escritor-Veo que te espanté el sueño, Nyankotaro-susurró el escritor, acariciando al pequeño minino de color negro y ojos verdes.



Capítulo 4
Una merecida decadencia.



Se removía en la cama, inquieto; trataba de conciliar el sueño pero el ruido de la gran tormenta que azotaba la ciudad le impedía dormir. Resignado a no poder dormir otro día más, se levantó de la cama y se dirigió a la sala lazando bufidos en el proceso.


El gran reloj que adornaba una de las paredes de la estancia marcaba las tres y media de la mañana. Sería una larga noche.

Sin muchas ganas de continuar con su novela, Yuki Eiri encendió el televisor, sin ver un programa en particular; se dedicó a cambiar de canal en canal.

Llevaba más de una semana sin poder dormir bien, tan sólo conciliaba el sueño a intervalos y cuando se perdía en los brazos de Morfeo, perturbadoras pesadillas atacaban su sueño tranquilo.

Un gran relámpago hizo que las ventanas del departamento del rubio retumbaran y que la zona residencial de Tokio sufriera de un apagón, pero eso no lo notó el rubio; quien se encontraba tan sumergido en sus pensamientos.



…l sol salió, anunciando la entrada de un nuevo día; la luz en la zona había regresado pero el escritor ni se inmutó de eso, simplemente se quedó inmóvil, mirando el televisor apagado y con el control en la mano.



La puerta principal del departamento se abrió, dando paso a un exhausto Tatsuha, quien llevaba al hombro una gran y pesada maleta la cuál dejó en el recibidor, junto a su par de tenis. Cruzó el gran pasillo que llegaba al amplio departamento el cuál se encontraba en un completo desastre y su hermano yacía en la sala con la mirada perdida.

-Me voy por dos semanas y mira como tienes el departamento- se quejó el moreno, sentándose junto a su hermano-Eiri, ¿me estás escuchando?- el escritor lo ignoró y siguió sumergido en sus pensamientos-Eiri-Tatsuha lo sacudió, preocupado por el estado del mayor.

-Hoy se cumplen dos años-habló por fin el escritor, sin mirar al moreno.

-¿Dos años de que?

-De que él se fue..-el moreno miró con compasión a su hermano.

-Extrañas a Shuichi, ¿verdad?-en un movimiento rápido, Eiri se puso de pie y miró con los ojos entrecerrados a su hermano.

-¿Extrañarlo?-musitó-No me hagas reír,-dijo con sorna-me da igual lo que haya sido de ese mocoso- y dando por finalizada aquella conversación., Yuki se encerró en el cuarto de baño. El menor de los Usegui sólo se limitó a lanzar un suspiro para después comenzar con el aseo del lugar.

Tatsuha tenía más de un año viviendo con su hermano, tras ser rechazado por el cantante Ryuichi Sakuma; el joven había decidido continuar la universidad en la capital de Japón; ante aquella decisión; Mika lo había obligado a vivir con Eiri, pues así el podría vigilar al primogénito de los Usegui y sería su alcahuete.

En un principio el menor se negó rotundamente, alegando que el no sería la “nana” de su hermano y menos el chismoso de la familia; pero al enterarse de la situación en la que se encontraba su hermano, accedió.

El monje recogió unas cuantas latas de cerveza que yacían en un rincón de la estancia. Sabía perfectamente que su hermano mentía respecto a lo de la partida del pelirrosa, pues desde que eso había sucedido; el escritor siempre estaba pensativo y había perdido unos kilos. Mientras su cuñado y Mika se alegraban ante la actitud “indiferente” del rubio; mientras que Tatsuha se preocupaba cada vez más, pues sabía el significado que Shuichi tenía en la vida de su hermano, sabiendo que todo lo que sentía el rubio se lo guardaba y así había estado todo ese tiempo.

El ruido de la puerta del baño abrirse lo sacó de sus pensamientos. Siguió con la vista a su hermano quien con sólo una toalla en la cintura, se dirigía hacia su habitación, arrastrando los pies.

-Ahora mismo haré el desayuno-se apresuró a decir Tatsuha.

-Como quieras.-Eiri entró a su habitación y de un portazo la cerró.

Pero ante aquella situación, lo que mas inquietaba al monje era el momento de la “catarsis” que hermano sufriría.


Tras la ducha que se había dado, el rubio se había encerrado en su habitación, ignorando a su hermano. Recorrió con su mirada la amplia habitación la cuál seguía estando igual de cómo Shuichi la había dejado desde que se marchó. A pesar de la insistencia de Mika por cambiarse de residencia, el escritor se había negado. “ No es sano para ti”, había sido el argumento de su hermana mayor.

-Ya nada es sano para mí-murmuró Yuki, dirigiéndose hacia su armario, abrió una de las puerta de éste y miró varias prendas de colores chillantes que colgaban en esa parte-te he olvidado, mocoso-de sopetón cerró la puerta. Se vistió rápido y salió de la habitación, recorrió la amplia estancia, la cuál se encontraba “escombrada”. El olor a comida le obligó a ir hacia la cocina en donde se encontraba Tatsuha terminado los últimos detalles de la comida.

-¿Qué hay para desayunar?-preguntó el rubio, tomando asiento en la cerca de la barra que dividía parte de la cocina.

-A pues… como no había mucho en el refrigerador, sólo hice unos korokke de pulpo y donburi.

-Mmmm…-Tatsuha se apresuró a servir el desayuno, Eiri tan sólo probó un poco de la comida; mientras que el moreno se sirvió dos porciones de los guisados. El maullido de un gato les indicó que Nyankotaro había regresado de su largo paseo.

-Gato vago- bufó el moreno. El escritor sólo se limitó a servirle su porción de donburi y korokke-¿No crees que debería de comer comida especial para gatos?-comentó el menor, mirando como el minino comía complacido.

-Nyankotaro no es cualquier gato-farfulló Yuki, quien sacaba un par de cervezas del refrigerador: una para él y la otra la vaciaba en la bandeja del agua de su gato.

-Pobre, si tenía siete vidas, con esta dieta tan sólo va a tener tres y eso si tiene suerte-dijo el menor, recibiendo una mirada ofendida por parte de su hermano y de Nyankotaro.

Después de que su gato terminara de comer, Eiri se encerró en su estudio, con intenciones de terminar su nueva novela; Tatsuha por su parte se limitaba a lavar los trastos de la comida, viéndose obligado a darle la porción de su hermano al obeso gato negro.

Así pasaron varias horas en la residencia de los hermanos Usegui. El moreno se dedicaba a hacer una tarea de la escuela mientras que Yuki se paseaba por su estudio pensando en como iba a terminar su trabajo. Después de sufrir un gran mareo por dar tantas vueltas, tomó asiento junto a la PC y escribió una pequeña frase que daría fin a aquella triste historia de amor: “No hay nada mas muerto, que un amor muerto; asesinado por quien lo inspiró”, releyó lo que había escrito y la cruel realidad golpeó su mente, aquella frase decía mucho sobre la situación en la que se encontraba. El había matado el amor de Shuichi, él era el culpable de su desdicha, él había provocado todo eso; un nudo se formó en su garganta, era dolorosa la realidad; pero aún más doloroso era que su Shuichi nunca mas volvería. Guardó su documento, tomó las llaves del auto, su cartera y salió de la habitación, a grandes zancadas se dirigió hacia el recibidor.

-¡Eiri!-vociferó el monje, al ver a su hermano que estaba a punto de salir.

-Voy a dar una vuelta, no me esperes para la comida ni para la cena-dicho esto, salió del lugar.

Aquella frase le retumbaba en su cansada mente.



Muy lejos de ahí, cierto pelirrojo descansaba de un ajetreado día de trabajo en la disquera N.G. Se encontraba bebiendo un café en la cafetería de su trabajo mientras revisaba su corro electrónico en una PC, cortesía de su manager. Bufó cuando vio tan sólo correos de fans, algunas cadenas y otros tantos de anuncios publicitarios. Su celular sonó, y su gesto se suavizó al notar que la llamada era de su prometida y futura esposa, Ayaka Usami.

-Hola amor-saludó Hiroshi.

-Hola Hiro, ¿Estas ocupado?

-No nena, estoy en mi descanso.

-Que bien…
-Shuichi sigue si responder a mi correo-se apresuró a decir el pelirrojo.

-¿Ya le mandaste otro correo?

-Le he mandado más de 20.

-Comprende, ha de estar muy ocupado con lo de su gira.

-Dudo que quiera venir a Japón para mi boda.

-Creo que le ha afectado mucho lo de Eiri.

-No menciones a ese tipo-masculló Hiro.

-Recuerda que es mi amigo.

-Y Tú recuerda que tu amigo lastimó mucho a mi amigo.

-No discutamos por terceros, Hiro.

-Lo siento Ayaka-suspiró el guitarrista-Estoy pensando en decirle a Suguru que sea mi padrino.

-Creo que es lo mejor.

-Bueno…tengo que colgar Ayaka, mi descanso está por terminar y no quiero tener a Mr. K encima de mí.

-Cuídate de ese maniático-comentó la jovencita con un dejo de preocupación.

-No te preocupes-rió Hiro-tengo que irme-Ayaka se despidió de su pareja y el joven colgó. Miró la pantalla de la PC y lanzó un suspiro, esperaba que Shuichi le diera alguna respuesta.


Tras la repentina partida de Shuichi, Hiro y Suguru habían decidió disolver Bad Luck alegando que sin Shindo, la banda no funcionaría. El primer año el par se lo habían tomado de descanso pero Hiro, cansado de trabajar en una oficia decidió formar una nueva banda con su compañero Suguru, dándole el nombre de Love and Rockets, haciendo música de un genero entre electrónico y progresivo.

Tras hablar con Touma, éste había aceptado la proposición que los chicos le ofrecían, patrocinándolos. Mr. K había regresado a ser su mánager mientras que Sakano se encargaba de la producción. En ese lapso de tiempo, la relación entre Ayaka y el guitarrista Nakano se había formalizado. Y exactamente el día en que Hiro le había propuesto matrimonio a la castaña, él había recibido un peculiar correo por parte de su amigo: “Voy a comenzar un Tour por América con la nueva banda y pronto vas a recibir una gran sorpresa, espérala con ansias”; ante ese mail y la nueva noticia, el pelirrojo se apresuró a enviarle un correo sobre la futura boda, pero nunca recibió respuesta alguna como tampoco recibió la tan esperada sorpresa.

Cabizbajo, el guitarrista apagó su PC, bebió lo que sobraba de su café y se encaminó hacia la sala de grabaciones, tal vez ya era tiempo de proponerle a Suguru si quería ser su padrino de bodas.



Salió de un bar dando traspiés. Llevaba más de una semana fuera de su casa provocando que sus hermanos y su cuñado no dejaran de marcarle a su móvil, por lo que se había visto obligado en apagar aquel aparato. En ese tiempo no había probado bocado alguno, ni siquiera se había duchado, tan sólo se limitaba a beber y cuando se encontraba agotado, se iba a su auto a tomar una siesta para recuperarse un poco y seguir bebiendo y exactamente aquella vez era lo que tenía pensado el joven escritor, quien completamente ebrio buscaba las llaves de su auto, pero a causa del exceso de alcohol, su cuerpo se encontraba torpe ocasionando que las llaves se resbalaran de sus manos y fueran a a caer en una de las rendijas de una coladera cerca de ahí.

-Maldición.-balbuceó. Se dejó caer de rodilla y a gatas se dirigió hacia la coladera, con la vista nublada le era imposible poder vislumbrar sus llaves la cuáles se iban hundiendo por el agua de caño.

-E…¿Eiri?-escuchó la voz de una mujer que se encontraba a su espalda. El rubio dudó en girar su rostro para ver quien le llamaba. Tal vez era alguna de las tantas mujeres con las que se enredó, maldijo de nuevo, puesto que no quería que lo viera en ese estado, trató de ponerse de pie para huir pero por el estado en que se encontraba le fue difícil poderse mantener en pie-¡Por Dios, Eiri!-volvió a decir la mujer, quien se apresuró en socorrer a aquel hombre, le ayudó a mantenerse de píe, pasando uno de sus brazos por su hombro-¿En donde te haz metido? Todo mundo está preocupado por ti-Yuki trató de enfocar y al lograrlo pudo reconocer a su ex prometida Ayaka-Vamos, necesitas descansar y comer algo- con mucho trabajo, la jovencita ayudó al rubio a caminar.

Le costó mucho trabajo llegar su departamento, puesto que a pesar de que su amigo había perdido mucho peso estaba más pesado que la castaña. Lo tumbó en el sofá, le quitó los zapatos y el saco, el cuál se encontraba en un estado deplorable igual que su dueño. Revisó el contenido de la prenda y tan sólo encontró su billetera casi vacía, una cajetilla de cigarros y una hoja arrugada.

-Las…llaves las he perdido-balbuceó el rubio, haciendo ovillo sobre el sofá.

-No te preocupes…-murmuró la castaña, leyendo lo que estaba escrito en aquella hoja arrugada, reconoció la letra de su ex prometido y por el contenido de ésta, supuso que era un poema que el joven había escrito-¿Tanto te ha afectado la partida de Shindo?

-Ja…no-balbuceó-me da igual ese mocoso, si está vivo o muerto, eso no me importa-cerró los ojos y lanzó un suspiro.

-Lo sé-dijo Ayaka, sabiendo que el rubio sentía todo lo contrario.

-De hecho…de hecho si lo encuentro…lo patearé y…-Yuki no pudo continuar pues el sueño lo venció. Aquella noche Hiro no llegaría a casa pues tenía mucho trabajo en la disquera, Usami agradeció que su prometido no pudiera ir a casa pues se pondría furioso si encontraba a Yuki en su departamento y con su novia.

La castaña miró a su amigo y cuando confirmó que el joven estaba en los brazos de Morfeo, tomó el teléfono y marcó un número. Esperó hasta que escuchó una voz familiar-Lo he encontrado.


Despertó con un gran dolor de cabeza, la boca seca y una ganas de vomitar, con pesadumbre giró su cuerpo para quedar boca abajo pero para su desgracia el espacio acolchonado se había terminado, cayendo de bruces sobre el frío suelo. Lanzando algunas maldiciones por lo bajo se puso de pie, miró alrededor y no reconoció el lugar. La incertidumbre sobre lo que había hecho el día anterior golpeó su consciencia.

-Ya estás despierto-comentó Ayaka sonriente, quien había aparecido en la sala tras haber escuchado el fuerte golpe del cuerpo de su amigo al caer-El desayuno ya casi está.

-¿Es tu departamento?-preguntó Eiri.

-Si.

-¿Y Nakano?

-En el trabajo-Eiri presionó su mente para tratar de recordar algo pero sólo logró que el dolor de cabeza aumentara-Toma-la joven le extendió un a vaso de agua y una píldora para el dolor de cabeza. Después de tragarse la pastilla y beber todo el contenido del vaso miró a la joven, dubitativo.

-¿Qué fue lo que pasó?

-¿No recuerdas nada?

-No recuerdo casi nada desde hace como una semana.

-Me sorprende que hayas olvidado la noche tan maravillosa que vivimos los tres juntos- terció Tatsuha, quien aparecía en la sala y abrazaba a Ayaka.

-¿Es…es cierto?-comentó desconcertado el mayor.

-Oh si…como olvidarlo-suspiró el moreno-Ayaka en medio de los dos, como un sándwich.

-¡Tatsuha!-vociferó la niña, roja como un tomate, mientras alejaba al menor-tienes suerte de que Hiro no está-instó la castaña antes de irse hacia la cocina.

-Maldito mocoso, casi caigo en tu bromita-farfulló Eiri. Miró de soslayo a su hermano-¿Qué haces aquí?

-Vine a visitar a mi amiga Ayaka-el rubio entrecerró los ojos para después tomar asiento y el menor lo imitó, poniéndose de pie al instante-Eiri, apestas.

-Cállate.

-El desayuno ya está-gritó la castaña, apareciendo en la sala. Tat y Yuki se encaminaron hacia el comedor pero la joven detuvo al mayor- pero antes de comer, a la ducha-le ordenó al escritor.

-Me niego-dijo retadoramente.

-Por el amor de Dios, dúchate que en verdad apestas-terció su hermano.

-No me importa.

-Ah…esto no puede ser-suspiró el moreno-me obligas a tomar medidas drásticas-dicho esto, el monje tomó en brazos al primogénito de los Usegui.

-Bájame mocoso-vociferó el mayor, tratando de zafarse de su hermano.

-No-contestó el moreno, llevándolo hacia el tocador en donde la bañera ya estaba lista, lo depositó dentro de la tina, empapando la ropa de un colérico Yuki-Tómate tu tiempo hermano-Ayaka apareció con una pequeña maleta.

-Aquí está tu ropa limpia-dejó el maletín sobre el escusado y salió de la habitación seguido por el moreno.

-Por cierto…-el monje se giró y con una sonrisa pícara dijo-Avísame si quieres que te talle la espalda-el rubio le lanzó un patito de hule que se encontraba a la mano-Yo sólo decía-rió el menor, saliendo de la habitación y cerrando la puerta.

-Me las pagará ese monjecillo-masculló el escritor.
Después de un rato en que se quedó sumergido en sus pensamientos, decidió retirarse la ropa húmeda para así poderse duchar. Tat lo observó desde una pequeña rendijilla de la puerta, al ver que su hermano se duchaba tranquilamente, cerró por completo la puerta y se dirigió hacia el comedor, en donde había dejado un trozo de un par de hot cakes.

-Por fin se ha dignado en bañarse.

-La verdad no te creí cuando me comentaste en el estado en que se encontraba Eiri-comentó cabizbaja la joven Usami.

-Shuichi era su vida-Ayaka alzó la vista y dubitativa comenzó a jugar con sus manos.
-Tatsuha…-habló la castaña-yo…yo tengo algo que decirte-el moreno miró curioso a su amiga-pero prométeme que no le dirás a tu hermano.

-Bueno…-el menor se rascó la cabeza, confundido ante la actitud de la jovencita.

-Yo…yo sé donde está Shindo- el monje abrió los ojos de sorpresa e ignoró su trozo de hot cake.

-Es broma, ¿verdad?- la chica negó con la cabeza.

-No lo había mencionado antes porque le había hecho una promesa a Hiro pero…-sus ojos se nublaron-yo ya no puedo guardar este secreto.

-Tranquila-el moreno acarició la cabeza de la Usami-tu secreto está a salvo conmigo.

-Pero…Eiri…

-Yo creo que aún no es momento para que se encuentren.

Mientras el par hablaba sobre el paradero del pelirrosa, el escritor seguí en la tina, taciturno. Salió de ésta cuando su cuerpo se hubo arrugado de tanta humedad. Se vistió con lentitud y salió del tocador con paso lento. Al llegar al comedor, se encontró a la joven y a su hermano murmurando cosas de una manera sospechosa.

-Se puede saber que tanto se están secreteando-habló con voz ronca el escritor.

El par se tensó ante la presencia del mayor.

-Ah…bueno…yo…nosotros…-tartamudeó su hermano, nervioso.

-Como si me interesara sus conversaciones-lo interrumpió Yuki, tomando asiento en la mesa del comedor. La joven, aún tensa, se apresuró a servirle su porción de hot cake a su ex prometido quien sólo se limitó a picar la comida.


Cuando el monje creyó pertinente, le indicó a su hermano que tenían que regresar a casa pero este se negó, argumentando que se quedaría en casa deUsami por unos cuantos días.

-Eiri no seas impertinente, sabes que Ayaka está muy ocupada con lo de su boda para que tú dispongas de su tiempo y aparte tiene que consultarlo con Nakano.

-No me importa.

-Bien…¿y que será de Nyankotaro?-Eiri miró con los ojos entrecerrados a su hermano menor-desde que te fuiste a estado maullando como loco, sólo bebe cerveza y se la pasa casi todo el día fuera de casa- el mayor se quedó pensativo.

-Está bien-musitó resignado-regresaré a casa- la castaña suspiró aliviada-pero ahora necesito hablar de algo con Ayaka, a solas.

-Vale, te espero para la comida-comentó su hermano. Buscó en el bolsillo de su pantalón y le extendió un par de llaves al rubio-me enteré que las perdiste así que traje el duplicado-tomó sus cosas y se encaminó hacia la puerta-por cierto, tu auto está afuera, adiós-dicho esto, Tatsuha salió del departamento de los Nakano.

-He pensado sobre la propuesta que me has dicho-hablo el rubio-Y creo que si a ti te no te molesta, creo que acepto ser el que de el sermón para el brindis.

-¿De verdad?

-Si-musitó el escritor.

-Gracias…y también vaz a ser mi padrino.

-No…

-Me lo imaginé.

Después de hablar un rato de banalidades, bueno después de que Ayaka hablara de banalidades, Eiri decidió regresar a casa no si antes dar una vuelta en su auto, para despejar un poco su cabeza.

Cuando estuvo dentro del vehiculo, encendió la radio, aceleró y sin un lugar en particular a donde ir, simplemente condujo hasta donde las calles lo llevaran. Al notar que se encontraba cerca de aquel parque en donde todo había iniciado con el pelirrosa, apagó el motor y dejó la radio encendida. Miró por largo rato aquel gran parque lleno de árboles de cerezo y de otro tipo. Después de pensarlo bien., se desdió por salir a recorrer aquel lugar tan lleno de recuerdos para él, con la tonta esperanza de que lo volvería a ver. Dejó que sus pies lo llevarán a aquel lugar en donde el juguetón viento se había propuesto hacer su jugada para que Shuichi y él se conocieran. Al llegar aquella zona del parque, el mismo viento que aquella vez sopló fuerte regalándole un aroma a fresas que caracterizaba a su pequeño cantante, miró para todos lados y fue una gran desilusión el verse sólo en aquel lugar. Siguió caminado hasta que se detuvo cuando una hoja de papel cayó a sus pies, con manos temblorosas la levantó y un nudo en su garganta le impidió poder tragar saliva, aquella hoja tan sólo era un a propaganda de una restaurante de los alrededores. Frustrado y con los ánimos por los suelos, Eiri regresó a su auto, dispuesto a irse hacia su casa y encerrarse por un largo periodo.

Camino hacia su departamento, exactamente cuando el semáforo de una de la avenidas principales se puso en rojo, Usegui pudo notar a lo lejos a Shuichi, quien caminaba acompañado por una jovencita, ante la sorpresa, el joven escritor bajó del vehículo, sin impórtale los reclamos de los demás conductores al ver que el semáforo cambiaba de color verde. A grandes zancadas siguió al pelirrosa y cuando estuvo cerca, éste se detuvo, giró su rostro y el mayor pudo notar que no era el cantante, llevándose una gran desilusión. Cabizbajo y con la moral por lo suelos, regresó a su auto, aceleró y se dirigió hacia su departamento.



Tatsuha miró la hora y lanzó un gran suspiro, su hermano estaba tardando y él por esperarlo no había ido por los ingredientes para la comida.

-Creo que será mejor no esperarlo-dicho esto, el joven tomó sus cosas y salió del departamento, no si antes dejarle un recado al mayor.

Decidió dirigirse hacia el centro de Tokio al cuál no frecuentaba mucho al igual que su hermano, pero en donde vendían los pasteles favoritos de su hermano, tal vez con eso el escritor se animaría un poco, había pensado el monje. La tarde era fresca, perfecta para salir con tu pareja y disfrutar del aire. Miró hacia el cielo, el cuál se encontraba de un azul precioso, libre de nubes. Al bajar la mirada, ésta se posicionó sobre un gran letrero que colgaba del edificio de la empresa XMR, anunciando algunas presentaciones del grupo más famoso de aquella disquera: Delerium.

El moreno miró el anuncio el cuál no era muy llamativo pues estaba en blanco y negro, y sólo se mostraba la cara de perfil de los cuatro miembros de la banda: dos mujeres y dos hombres. Tatsuha volvió a leer lo que estaba escrito bajo la imagen: Delerium, Tour Monocromático. 30-31 de Marzo.

Tardó un poco en procesar aquella información hasta que sus ojos oscuros se abrieron de sorpresa mientras que a su ente llegaba la conversación que había tenido con Usami.

Flash back.

-Shuichi decidió irse a Nueva York pues sabía perfectamente que sería el último lugar que visitaría Eiri después del último incidente que vivió ahí-comentó la castaña.

-¿Todo este tiempo a estado en E.U.A.?-la joven afirmó con la cabeza.

-Hace poco que formó una nueva banda con el sello de XMR, su nombre es Delerium y creo que ha hecho un Tour por América, eso fue lo último que supimos de él.

-Delerium…-murmuró Tatsuha, antes de ser interrumpido por su hermano.

Fin Flash back

Olvidándose de comprar la comida, Tatsuha giró sobre sus pies y se dirigió corriendo hacia la casa, tenía que decirle cuanto antes al rubio. A mitad de camino, detuvo su carrera y se quedó pensativo, ¿y si Shuichi rechazaba a Eiri?, su hermano se deprimiría más de lo que ya estaba, o tal vez el pelirrosa lo perdonaría, la confusión le hizo desanimarse un poco y después de pensar las cosas bien; decidió seguir su camino hacia su casa, no sabía lo que haría pero tal vez con ayuda de Ayaka, las cosas entre ese par se solucionaría.

Llegó al departamento y miró el lugar, miles de recuerdos vividos con el pelirrosa en aquel lugar invadieron su mente, perturbado por aquellos recuerdos, comenzó a destruir todo a su paso, rompiendo floreros, muebles y otras cosas mientras se culpaba de haber matado el amor que el cantante sentía por él.

-Tonto, tonto…-se repetía una y otra vez Yuki, mientras se golpeaba la cabeza, ignorando una gran cortada en la palma de su mano que se había hecho ante su ataque de histeria.

Se dejó caer sobre sus rodillas mientras lloraba en un llanto amargo y lleno de miles de sentimientos guardados por tanto tiempo.


Llegó al lugar con la respiración agitada, el ascensor tardaba mucho por lo que decidió subir a su departamento por las escaleras. Cuando llegó a la puerta de su casa notó a un histérico Nyankotaro que maullaba y rascaba la puerta con sus afiladas garras.

-Hey gato-resopló agotado el moreno-veo que Eiri no ha llegado-murmuró mientras sacaba las llaves para abrir la puerta, cuando la cerradura accedió ante la llave que fue introducida, el minino se apresuró a entrar al lugar provocando que el monje casi perdiera el equilibrio. Se quito los zapatos mientras pensaba que le iba a decir a su hermano referente a lo de Shuichi. Los maullidos del gato negro inquietaron al moreno quien se apresuró a cruzar el pasillo, cuando llegó a la estancia se quedó estupefacto ante la escena frente a sus ojos: el departamento estaba hecho un desastre, los muebles y otras cosas hechas añicos, Nyankotaro maullando alrededor de un Eiri quien lloraba histéricamente mientras se sostenía la mano ensangrentada. Las piernas del menor de los Usegui no pudieron sostenerlo más y calló de rodillas.

-Eiri…-musitó en un hilillo de voz el jovencito.

El momento más temido por Tat había llegado.











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