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Sunion Break por Agus y Moony

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Notas del capitulo:

Mil perdones, no se que le pasó.

Acá esta el final.

Moses miraba las ventanas continuamente, me ponía nervioso.

Se había sentado cinco minutos, y luego demasiado inquieto para permanecer en ese estado, se había dedicado a pasear por la oficina.

Yo tipeaba lo mas rápido que podía, cada vez que el me contaba algo. Hasta ahora me había hablado de una deuda de noventa mil pesos, que quedaría saldada a cambio de la cabeza de Artemisa.

Pero, no quería decirme mucho más, y yo lo presionaba sutilmente, con miedo a que se largara de pronto.

 

-Moses, escuchame, -lo intenté de nuevo- Si podes declarar todo lo que sabes, quizás podamos hacer justicia, evitar la muerte de Aioros, y sacar a la luz la verdad sobre Babel…

 

-¿Estás loco? ¿Queres que me maten a mi también? –casi gritó con su ojo desorbitado.

 

-No- me apuré a decir para que no se alterara.

 

-Tengo que irme del país- dijo de pronto.

 

Solté un bufido, no se podía trabajar así. Se me ocurrió una idea, tal vez funcionara.

 

-Te propongo un trato- comencé, el me prestó atención. –Si firmas tu declaración ante un juez, yo mismo te llevo al aeropuerto.

 

Pareció meditar la idea, finalmente aceptó.

 

-Bien, esperá que busco hojas para la maquina, y ya estoy listo-

 

Me apresuré  a abrir una resma, no quería que cambiara de opinión. Pero cuando las estaba colocando en la maquina, Moses salió de la habitación.

Lo seguí hasta el pasillo.

 

-¿A dónde vas?

 

-A fumar un cigarrillo.

 

Dejé caer la cabeza hacia atrás mientras contaba hasta diez, implorando paciencia. La paranoia de este hombre me estaba cansando. Igualmente lo deje ir, lo necesitaba, y no quería ahuyentarlo.

 

Ya había esperado diez minutos cuando sentí la puerta.

 

-¿Qué tal tu cigarrillo? –le pregunté cordial, para que se relajara.

 

Pero al alzar la vista, no fue el único ojo de Moses, lo que me devolvió la mirada.

Sino un hombre joven, que se encontraba parado en el medio de mi estudio. Era exótico. Tenía el cabello gris,  casi plateado, y sus ojos parecían hechos de mercurio líquido. Era muy bello.

Tenía un traje muy elegante, y  el pelo le caía armoniosamente sobre la frente.

Era un cambio bastante brusco del pobre Moses. Dí un respingo.

 

-Perdón por entrar así, la puerta estaba abierta- se disculpó.

 

¿Dónde demonios estaba Miho? ¿Como que la puerta estaba abierta? Suavicé lo cara de sorpresa, para no parecer maleducado.

 

-¿Saga Géminis? –Preguntó aunque sin necesidad ya que había una placa con mi nombre  en la puerta.

 

Tendí mi mano para estrechársela.

 

-El mismo, ¿y usted es…?

 

-Soy un agente especial del departamento de seguridad griego, Thanatos.-Dijo sonriendo.

Quería agradarme, pero aun no entendía que hacía en mi despacho ¿Qué quería de mí?

 

Pareció leer mi mente, o quizá fue mi cara escéptica, por lo que enseguida se explicó.

 

-Me dijo el Dr. Sísifo que le dió una copia del cassette del caso Sagitario.

 

Pensé en el destino del pobre Sísifo sólo por haber tratado de ayudarme. Eso me dió fuerzas y confianza.

 

-¿Y hay algún problema con eso? Creo saber que existe una ley que me lo permite, ya que el caso esta cerrado, y yo soy un abogado matriculado…

 

-Por favor, no lo tome a mal…-comenzó, poniendo cara de apenado.- Solo quería ofrecerle mi ayuda.

 

Lo miré evaluándolo. No me convenció.

 

-Sé que los hechos no quedaron del todo claros, y nada lamentaría mas que un hombre inocente muriera por un mal entendido…-continuó, mostrándose compungido.

 

Mentía, sus ojos de metal eran fríos y calculadores, bajo la mascara de compasión.

Le seguí el juego.

 

-Me alegra saber que no soy el único.- sonreí- ¿Tiene usted una tarjeta Sr. Thanatos?

 

-Claro que si,- se apresuró en sacar una y me la tendió.

 

-Llámeme si necesita algo, estoy a su disposición. -agregó.

 

Le hice un gesto con la cabeza de agradecimiento. Y se retiró sin más.

 

Unos minutos después caí en la cuenta de que Moses aun no había regresado. Me dió mala espina. No quise esperar un segundo más y salí a la calle.

No estaba allí. Ví al misterioso Thanatos subir a un auto enorme y carísimo con los vidrios polarizados.

Atar todos los cabos y llegar a la aterradora conclusión me erizó todos los pelos del cuerpo. Moses no iba a regresar.

 

* * *

 

Esa tardecita salí al patio apesadumbrado, y apenas me alegró ver a mi hermano del otro lado del alambrado. Parecía feliz. Seguramente Seiya había venido a verlo. O quizás Saga. Luego le preguntaría. Lo que menos quería era darle malas noticias.

Aun así me acerqué lo máximo que pude.

El notó mi pesar enseguida.

 

-¿Qué pasa ahora? Preguntó conociéndome.

 

-Milo se fue. –contesté, enojado.

 

Aioros levanto las cejas, preocupado.

 

-¿Y ahora?

 

-El estúpido de Radamanthys –grité, enojado. –me buscó un compañero del psiquiátrico. Si supieras la cara de loco que tiene, Aioros.

 

Lo busqué con la mirada, en el patio. Estaba sentado en uno de los bancos con un montón de monedas. Las apilaba y después las tiraba. Y así una y otra vez.

 

-¿Y qué vamos a hacer? –preguntó mi hermano desganado.

 

Me dolió el escuchar la desilusión y la resignación en su voz. Yo no me iba a rendir tan rápido. Cuando le estaba por decir mi plan escuche un grito desde una de las esquinas.

 

-¡A tres metros, Sagitario, Leo!

 

Puchereamos al mismo tiempo y nos reímos de nuestras caras. Nos separamos obedientemente.

 

-Voy a trabajar de noche. –dije, en voz alta. Total podía significar cualquier cosa.

 

-¿Cuántos días de atraso llevamos? –preguntó pero en un tono mucho menor al mío, al parecer no había creído que fuera posible lo que planeaba.

 

-Tres. –contesté, terriblemente avergonzado.

 

-Pensé que habías dicho que no podíamos darnos ese lujo. –me señaló, burlándose de mi metódica frase.

 

-Lo dije. –admití medio riéndome también. Sentía que con él no tenia que fingir, aunque quería que se sintiera confiado, seguía siendo mi hermano mayor.

 

Volví a mi celda contento y con energías renovadas, ya para la hora de dormir.

El último control había sido hacia un rato y ya nos dejaban en paz hasta la mañana del día siguiente.

Vi como Caronte quedaba en la cama de arriba que había sido de Milo.

Mejor para mi que no necesitaba moverlo ni despertarlo mientras llevaba a cabo mi tarea.

Me acerqué al inodoro que estaba en la esquina y me agaché junto a el.

Ya tenía en la mano mi tornillo que tanto me había costado. Completamente roído y con el tamaño de la circunferencia tatuada cerca de mi codo.

Lo inserté en la mochila del baño. Entró perfecto. Sonreí.

Con movimientos felinos y sumamente silenciosos comencé a girarlo.

No había hecho mas de dos vueltas cuando sentí unos ojos clavados en la nuca.

Miré hacia la cama de arriba con fastidio. Me estaba observando con sus ojos perdidos.

 

-¿Qué pasa? –pregunté con voz firme, para darle a entender que no quería que me molestara.

 

-Tengo un problema reticular en los nervios ópticos. –contestó, de un tirón, con voz de loco en su cara de loco.

 

-¿Y eso que significa? –le seguí el juego, quizás así me dejaba tranquilo.

 

Pero Caronte me enfocó por un momento y totalmente inexpresivo contestó:

 

-Que no duermo.

 

Notas finales:

¿Y? Por un lado se solucionaron un par de cosas para el gatito y por el otro algunas se complicaron...

Esperamos que les haya gustado el pequeño guiño "fandomero" en la relacion DM / Afrodita xD

Besitos


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