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Sunion Break por Agus y Moony

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Notas del capitulo:

Hey! Tratamos de actualizar rapido antes de empezar a estudiar, jeje. GRACIAS por los reviews del capi anterior, nos hacen muy feliz!

Este capitulo se viene un poco violento, y muere un personaje. No es la gran cosa, pero bueno, "viewer discretion is advice" xD

-Visitas Giovanni.

 

Ese guardia quería morir. Sabía cuanto odiaba que me dijeran por mi nombre, y el me llamaba así delante de todos. Me paré y le dirigí la mirada más amenazadora que pude. El muy imbécil ni se inmutó. Eso me dio mas rabia aun.

 

En la zona de visitas me esperaban dos personas, reconocí a una de ellas como Manigoldo, mi aliado, el que llevaba mis cosas ahora. La otra me costó más, ya que era una mujer.

Cuando llegué junto a ellos pude darme cuenta quien era:

 

-Shaina Ofiuco- dije mientras tomaba su mano y ella apretaba la mía.

 

-Death Mask, es un placer volver a verte.

 

Conocía a Shaina desde mucho tiempo atrás, pero en los últimos cinco años nuestras “familias” se habían distanciado y ahora llevábamos caminos separados. Aunque  para la policía griega, todos los italianos mafiosos entrábamos en la misma bolsa y supe que Shaina venía a cuidar sus intereses.

 

-Shaina insistió en verte personalmente – dijo Manigoldo y pude notar su incomodidad. Era un hombre poderoso y me pareció ridículo que le temiera a una mujer.

 

-Corren los rumores de que acá en la prisión hay alguien que sabe donde está Shiryu – habló ella pausadamente. –Y que vos no estás haciendo nada para averiguarlo.

 

Su ligero tono de amenaza se intensificó considerablemente en esta última oración.

 

-Querida Shaina, tengo todo bajo control, el chico en cuestión esta bajo mi mando ahora y en poco tiempo va a decirme lo que queremos. -Traté de sonar seguro.

 

-Quiero a ese mocoso ahora- casi gritó, y después, algo más suave agregó –Y vos me lo vas a conseguir Gino.

 

Manigoldo la miró como si hubiera dicho un grave insulto, ella no le prestó atención, sus ojos estaban fijos en mí.

 

-Shaina, traté de calmarla a la vez que intentaba no salirme de mis casillas, ¿Desde cuando los Ofiuco le daban órdenes a Death Mask?

–Tu organización no tiene de que preocuparse, Shiryu no se va a arriesgar a salir de su escondite para declarar en tu contra.

 

-No importa lo que digas Giovanni- su voz sonó mas alterada que nunca –Necesito a ese chico dos metros bajo tierra o flotando boca abajo en el mediterráneo. Lo quiero muerto y vos vas a decirme donde está.

 

Tenía que darle un poco de crédito por su actitud mafiosa.

 

-Tenes veinticuatro horas- decretó-Somos amigos desde hace mucho, nuestros hijos van a la misma escuela Death, sería una pena que ellos sufrieran algún tipo de accidente. Mis hijos los extrañarían.

 

¿Ahora me amenazaba a mí? ¿Era imaginación mía o estaba hablando de matar a mis nenes? Me quedé paralizado en mi asiento, pensando que decir a continuación.

 

-Vas a tener a Shiryu mañana. –aseguré y mi voz sonó angustiada. Ese gato y yo íbamos a tener una larga charla.

 

* * *

 

Mi celda estaba silenciosa sin Milo, aunque agradecí que no pudiera verme en este momento, ya que se sentía terriblemente frustrado y estaba de un humor desastroso.

Me había quedado sin el pan y sin la torta, y si esa noche no tenía el Pugnac el análisis de glucemia me daría bien. Y eso era un gran problema.

 

Por otro lado estaba la estúpida guerra que se avecinaba. La calma previa a la tormenta no aguantaría mucho más, y me preguntaba como comenzaría todo.

La respuesta me llegó en cuanto las celdas se abrieron y la voz de Radamanthys anunció por el altavoz que nos colocáramos en fila, en el pasillo para un conteo.

Obedecí y me paré junto al balcón con los demás convictos, uno de ellos me miró con odio, aunque no lo reconocí.

 

-Los gatos siempre caen parados. ¿Se aplica a tu caso, Leo? –me dijo en tono de burla, aunque un cosquilleo extraño me recorrió la espalda.

 

En el piso de abajo unos guardias se adelantaron para comenzar el conteo, cuando un tipo grande y moreno dio un paso y rompió la fila.

 

-Hasgard, ¡a la fila!- Ordenó el guardia pero el grandote no hizo caso.

 

Solo era un movimiento de distracción. El guardia se manoteó la  macana y en cuanto bajó la vista se desató el desastre.

Presos corrieron para todos lados empuñando cuchillos, buscando rivales.

Vi a Dohko retroceder hasta meterse nuevamente es su celda. Los balcones se abarrotaron y estaba por imitar al chino y refugiarme cuando un par de manos fuertes me tiraron por el balcón. Así que no era una broma después de todo.

No aterricé de pie, pero no me hice un gran daño. El único problema es que estaba ahora en plena zona de guerra.  Griegos y extranjeros se golpeaban a mi lado y Radamanthys gritaba por el altavoz.

 

Me quedé quieto pensando en donde cubrirme, pero no tuve mucho tiempo, ya que unas manos me tiraron al suelo. Desorientado, miré al causante.

Era Misty, y empuñaba mi tornillo, dispuesto a dármelo, pero no de la manera que yo quería. 

No iba a permitir que un loco celoso me matara y por consecuencia a mi hermano.

Nos debatimos en el suelo ambos sujetando el arma. El quería hundirmela en alguna parte de mi cuerpo, de eso estaba seguro.

De una patada logre separarlo de mí y pude pararme, jadeaba y mi cuerpo me pasaba factura de la caída. Misty también se veía cansado, pero sus ojos, llenos de un profundo odio y celos aun estaban fijos en mí, deseando matarme. Vi los ojos grandes de Mu, también inmerso en una lucha propia mirarme con interés y algo de sorpresa.

Supuse que Misty actuaba a espaldas de Afrodita, y por un instante quise que este viniera y lo parara. Pero el sueco peleaba en el piso de arriba con otros tres tipos.

Misty se paró tambien, dispuesto a acabar conmigo y se lanzó hacia mí.

Pero nunca llegó, ya que alguien se interpuso entre nosotros.

Pude notar que era uno de los gemelos tibetanos, Hakurei. ¿Mu había mandado a su gente a protegerme?

Era mucho mas grande que Misty, y en poco tiempo se había largado de allí, dando por finalizada la pelea.

Miré al rubio, que se había quedado parado en el lugar. Aún tenía mi tornillo en la mano. Me acerqué para tomarlo cuando se tiró sobre mí.  

Ya no forcejeaba, sino que era más bien un peso muerto.

No me dí cuenta que Hakurei lo había apuñalado hasta que estuve bañado en sangre.

Su sangre.

Retrocedí unos pasos de la conmoción y pude ver los ojos de espanto y shock de Misty, mirándome, suplicante. Pidiéndome ayuda. Fue una visión desgarradora.

Al no encontrar un soporte se desplomó un el suelo, que inmediatamente se cubrió de sangre. Ahora el tiempo, que hasta recién pasaba vertiginosamente, pareció detenerse y transcurrir en cámara lenta.

Aun miraba como sus ojos se quedaban sin vida cuando los gases empezaron a volar y a extenderse rápidamente por el lugar.

Sentí que se inundaban mis pulmones, ardía terriblemente  y mis ojos lloraban. Antes que los policías empezaran a aparecer, tomé el tornillo de las manos de Misty y me alejé de allí.

A pocos pasos me crucé con Afrodita, sucio y despeinado me miró con sus ojos increíblemente claros y se tiró junto al cuerpo Misty, del que yo me alejaba, manchado con su sangre. Supe que sacaría las conclusiones equivocadas, pero no me detuve a explicarle como habían sucedido en verdad las cosas.

 

Tosiendo por culpa de los gases, finalmente llegué a mi celda. Me tiré al piso incapaz de seguir manteniéndome en pie. Apenas podía respirar, y las manos manchadas de sangre me temblaban incontrolablemente.

No podía dejar de pensar en los ojos de Misty, mientras se desangraba.

Yo no quería esto, no quería esto.

Por más que no me caía para nada bien, y sus celos infundados me molestaban, no deseaba que muriera.

Apretaba el tornillo con fuerza, mientras lo rayaba contra el suelo de cemento.

¿Por qué Mu había matado a Misty? ¿Por mi? ¿El chico había muerto por mi culpa? ¿Sería el primero de una terrible lista de muertos por la causa? ¿Cuantas vidas valían la de mi hermano?

La voz enojadísima de Shion resonó por las celdas sin necesidad de altavoz.

Me apresure a quitarme la camiseta manchada, no deseaba que el director me viera en esas condiciones. Traté de limpiarme las manos que poco a poco dejaban de temblar.

El gas se estaba disipando y se podía respirar sin tanta dificultad.

Yo seguí moldeando mi tornillo, mientras que Shion decía palabras como ‘animales’, ‘falta de auto respeto’ y ‘encierro por cuarenta y ocho horas, sin patio ni duchas’.

Su voz me llegaba como en una radio mal sintonizada, ya que mi cabeza aun pensaba en Misty y en el rostro de horror de Afrodita al ver a cu compañero caído.

Quería pensar en que él había empezado la pelea, sin motivo más que sus celos, que yo no lo había buscado, pero mi cerebro insistía en que Misty no tendría más de veinticinco años.

Cuando Shion salió del lugar y los guardias tomaron el control, pude escuchar, ahora claramente la voz de Afrodita.

 

-Voy por vos, bonito.- me gritaba. -Te vas a arrepentir de haber caído acá gato.

 

Agarré el tornillo con más fuerzas, para no caerme en la desesperación.

 

* * *

 

Miré el video por quinta vez. Aunque la primera me quitó todas las esperanzas.

En él, se veía claramente a Aioros disparando el arma homicida. No se veía la victima, eso era bueno, pero… ¿Cambiaba algo eso?

Me sentí desdichado, realmente quería creer en Aioros, llevar a la corte las pruebas necesarias para detener la ejecución…

Recordé la ultima visita que le había hecho, donde me decía que todo era una puesta en escena.

“Estaba drogado esa noche, si no, nunca podría haberlo hecho” me dijo con ojos culpables, tomó aire y continuó: “Le debía plata a Dante, por lo que no pude negarme. Con este trabajito está saldado-, me dijo.” “Llegué al estacionamiento, y saqué el arma, quería terminar con este asunto cuanto antes. Pero cuando me acerqué al auto, dispuesto a matarla. Artemisa ya estaba muerta.”

Recordé mi expresión confundida. Después de ver el video, me sentía aun peor.

Aioros juraba que no lo había hecho, que la chica ya estaba muerta, pero mis ojos me mostraban como descargaba el arma. ¿Alguien se había tomado las suficientes molestias para alterar un video? Podría ser, después de todo, la tecnología hacía maravillas hoy en día…

Pero ese video era una prueba que había permanecido en manos de la policía desde el minuto después de encontrar el cadáver, nadie podía simplemente tomarlo y alterarlo, ni siquiera el fiscal del caso…

Seguía meditando el asunto cuando Miho me interrumpió para traerme unos informes.

 

-Encontré la dirección que pidió, Sr. Saga.

 

-Gracias, chiquita. -le sonreí, y ella se sonrojó levemente.

 

Tomé los papeles y me dirigí hacia la puerta, no había tiempo que perder.

El departamento de Babel estaba en los suburbios de Grecia. Era una zona de manzanas de pequeñas construcciones iguales.  En la dirección indicada, divisé a una mujer. Me acerqué, tratando de no sobresaltarla.

 

-Disculpe, señora, soy Saga Géminis, abogado –ya me estaba cansando de presentarme ante desconocidos, pero si esto ayudaba a Aioros, lo haría cuantas veces fuera necesario.

 

La mujer me miró, su cara denotaba desconfianza. No dijo nada, yo continué:

 

-Busco a Babel.

 

Noté que dio un respingo al escuchar ese nombre.

 

-Váyase de mi casa, no podemos ayudarle.-decretó.

 

Pero no mi iba a dar por vencido tan rápidamente.

 

-Por favor señora…-insistí- Soy al abogado de Aioros Sagitario, supe que ellos eran amigos, trabajaban juntos…

 

La mujer me ignoraba, y revolvía su cartera en busca de las llaves del lugar.

 

-Van a matarlo, y quizá Babel sabe algo, él puede ayudarme…-casi supliqué.

 

Creo que el tono lastimero de mi voz la hice detenerse por un momento y mirarme.

 

-Babel no puede ayudarlo, Señor Saga- empezó, y yo estuve a punto de interrumpirla para replicar, pero ella fue más rápida.

 

-Porque está muerto.

 

Estaba por subirme abatido al auto cuando alguien me agarró el brazo. Era un hombre jóven y tenía una extraña cicatriz sobre su ojo izquierdo, del cual estaba ciego. Me sobresaltó su ojo en blanco y bajé la vista, para no ser maleducado.

 

-¿Puedo ayudarlo? -Le pregunté de manera cortés.

 

-Usted a mí no- habló con una voz profunda llena de dolor.-Pero quizá yo a usted sí.

 

Lo invité a subir a mi auto, para ir a un café pero se negó, y antes de mirar a ambos lados y comprobar que estábamos solos me susurró una dirección.

 

-Encuéntreme ahí en media hora.

 

Me resultó molesto tener que seguir su juego, pero quería saber lo que tenía para decirme, así que treinta minutos después, lo esperaba en un extraño lugar. Me dí cuenta que lo había escogido por la cantidad de personas que circulaban en todas las direcciones.

Lo encontré parado en una esquina, con una mirada paranoica.

 

-Soy Saga Gem- - comencé

 

-¡Shhhh!- me chistó- Sin apellidos-puntualizó.

 

-Dígame lo que sabe-fuí al grano, me estaba poniendo nervioso.

 

-Soy Moses, Babel era mi novio. Si viera el acta de defunción, ésta dirá que fue una sobredosis lo que me lo mató, pero no es cierto, Babel ya no consumía desde que salía conmigo. Pero sabía demasiado, vió cosas que no debería haber visto, y lo mataron, como quieren hacer con tu chico…

No dije nada, aunque me sorprendió que se hubiera dado cuenta de mi vínculo romántico con Aioros sin que yo lo mencionara.

 

-Pero Babel me dijo algunas cosas - -

 

Pero se cortó en seco, y su único ojo se abrió del miedo.

 

-Están acá- dijo y echó a correr.

 

¿Están acá? ¿Quienes? ¿Alguien nos seguía? ¿Sabía Moses algo que podría ayudar a Aioros a evitar la silla?

 

Me subí al auto y manejé deprimido hacia la oficina. Cuando llegué, Miho me esperaba con un mensaje.

 

-Mañana, misma hora, en tu oficina. No le digas a nadie. Moses.

 

* * *

 

A la tarde me calme un poco más. Afrodita había decidido dejar de amenazarme a los gritos. Pero aun faltaba algo ese fatídico día. Mi visita a la enfermería.

Pero esta vez sería la última. El Dr. Shaka se iba a dar cuenta que todo era una mentira y con suerte pasaba como que a mí también me habían estado engañando con un diagnóstico equivocado todo este tiempo.

Pero necesitaba ir diariamente hacia aquella parte del edificio. Tendría que buscarme otra excusa. ¿Quizás romperme una mano? No me convenía en estos momentos tener un miembro menos, pero lo haría si fuera necesario.

Igual no me iban a llevar todos los días para eso...

No sabía que hacer. Miré a Mu que caminaba cerca con odio. Había arruinado todo, por meterse en las conversaciones que no le incumbían. Parecía contento por los resultados de la guerra de razas. Me acomodé en la cama tratando de aislarme de todo.

Extrañamente me sentía triste sin Milo. Su alegría era contagiosa y su forma rápida de hablar sin parar para respirar me impedía pensar y angustiarme.

Escuché como cerca de mi celda hablaba Mu con uno de los gemelos, no sabía si el que me había defendido o no. No me interesaba.

Finalmente entraron y se quedaron en silencio.

 

-Te juzgue mal, gatito. –comenzó Mu sin perder su sonrisa.

 

Fruncí el ceño, sin responder, pero me incorpore y quedé a su altura en la pequeña celda.

 

-Acá tenes tu Pugnac. –anunció, milagrosamente.

 

Y dejó caer en mis bolsillos unas treinta pastillas azules transparentes.

 

-Es demasiado tarde. –contesté, terriblemente enojado, a pesar de que ahora tenía lo que había estado deseando.

Para variar, no se inmutó, con sus ojos grandes sin cejas normales me miró y me palmeó la cara. Tenía la mano helada.

 

-Mejor tarde que nunca.

 

Sonriendo se alejaron. Hakurei o el otro, Sage, cuchicheándole algo en su oído.

No tenía tiempo que perder. Me acerqué hacia la canilla del lavatorio y me zampé dos pastillas. Quizás no era lo ideal, pero necesitaba velocidad y precisión.

Me quedé sentado, por las dudas que la ingesta del medicamento me fuera a marear o algo por el estilo. Nada paso.

 

Me tuve que levantar cuando el guardia Aiacos, uno que siempre estaba junto a Radamanthys en la hora del almuerzo, se acercó con paso cansino hasta mí y con un gesto, me indicó que me parara.

No era lo que se dice, amable, pero sí educado. Al parecer, solo el rubio me tenía inquina.

 

-Leo, a la enfermería. –anunció. Aunque yo ya lo sabía.

 

Caminé como un zombie hasta el lugar. Pasando delante de los demás presos, acordándome que poco tiempo antes ese lugar había sido un campo de batalla, y pensando a toda velocidad como iba a responder a la acusación de Shaka de mi falta de diabetes.

 

-Aioria. –saludó contento el Doctor ni bien entró Esta vez su pelo estaba prácticamente suelto, aunque tenía una media cola alta que le daba aspecto de chica. Su lunar relucía más que nunca. Me obligué a mirarlo a los ojos.

Me senté y me arremangué. Pero no vino con su aguja de siempre. Si no con un aparatito especial que era, supuse, para medir la glucemia. Temblé involuntariamente.

 

-¿Tenes frío? –preguntó, dulce.

 

-No, no. Está todo bien. –mentí.

 

-Mejor. Esto no duele prácticamente nada.

 

Y sin más, me pinchó el dedo que previamente había agarrado con su mano cálida, muy distinta a la de Mu.

Estaba sumamente nervioso. Pensando las mil y una explicaciones.

 

-¿Cuánto tarda? –pregunté, como para decir algo.

 

-Hace años tardaría semanas, -contestó, profesional como siempre. –Pero hoy en día, solo un par de minutos. Y  ahí veremos si te diagnosticaron mal. Si sale menos de 100 es que estas sano.

 

Sonrió después, para demostrar que estaba seguro que ese sería el resultado.

Rogué que el Pugnac hiciera su trabajo, pero no estaba seguro si con tan pocas horas de anticipación funcionara.

Esperé casi sin respirar. El aparatito sonó en señal de que había terminado su escaneo.

 

-Lo siento...-comenzó Shaka. Sus cejas rubias se fruncieron. Oh no.

 

-150. –giró la pantalla mostrándome el numero.

 

Respiré al fin, sonriendo involuntariamente y con los ojos brillando del entusiasmo.

 

-Entonces sí eras diabético. –seguía diciendo, negando imperceptiblemente con la cabeza.

 

-Así parece. –dije yo con inocencia.

 

-Bueno, voy a buscar las cosas entonces.

 

Y salió de la pequeña oficinita.

 

Al ratito terminamos, llamó al guardia como siempre y este me llevo con tranquilidad hacia fuera. Pero antes de alejarme lo suficiente escuche como Shiva, el enfermero que ayudaba a Shaka le decía en voz alta refiriéndose a mí:

 

-Bonito.

 

Me ruboricé por un segundo, y mi corazón latió con fuerza un segundo hasta que Shaka contesto:

 

-Prisionero.

 

Y ahí nos alejamos tanto que no pude escuchar nada más.

Bajamos las escaleras con lentitud. El guardia me llevaba del hombro ya que no tenía esposas. Era una estupidez tratar de escapar pero el camino hasta mi pabellón era largo y querían asegurarse que no hacía nada. Iba pensando en lo que había escuchado, y no sabía como tomármelo. Por lo pronto estaba tranquilo, pero supe que las cosas no estaba del todo bien cuando vi a Radamanthys doblar en mi dirección desde la cafetería de los guardias.

Me miraba con expresión contenta. Raro en él cuando se trataba de mi. Le dijo a Aiacos que él me llevaba hasta mi celda a partir de ahí ya que “tengo que ir para allá después de todo”. El otro ni se inmutó y me soltó.

El rubio me agarró el hombro con mas fuerza de lo debido, haciéndome doler. No le di bolilla y traté de que no reflejara nada en la cara.

 

-¿Cómo va todo, gatito? –me susurró junto a la oreja. –Te hiciste un enemigo muy poderoso matando al chongo de Afrodita…

No sabía que contestarle, no lo iba a negar ya que no le importaría en lo más mínimo.

No sabía de que iba todo eso. Pero una mala sensación me daba vueltas por el cuerpo.

Nos acercamos muy juntos hasta la puerta de uno de los garages donde guardaban las herramientas de la IP

¿Me iba a meter ahí? ¿Qué iba a hacer conmigo? Un sudor frío me recorrió mientras seguíamos avanzando. El viento que hacía en el parque se me antojó enfermizo. Tenía la frente perlada en sudor. Pero súbitamente paramos. Y me dejo ahí.

No tuve ni tiempo de sorprenderme cuando dos presos, a los que reconocí como la guardia de Death Mask me agarraron y me entraron a la construcción.

Ahí no solo estaba el italiano, si no que había como cuatro de sus compañeros mas. Un escalofrío me recorrió la espalda, y se me secó la garganta.

Se acercó a mi y con una voz terriblemente amenazadora murmuro:

 

-¿Dónde esta Shiryu?

 

No podía respirar, sus ojos carmesí brillaban de una forma enfervorizada y sentía que me estaban taladrando, pero sin embargo, no titubee-

 

-Ambos sabemos que si te doy esa información soy hombre muerto. –le contesté con la mayor serenidad posible.

 

Pareció no escucharme. Dos de los otros presos me agarraron de los brazos y me apoyaron contra una mesa. Sentí como una herramienta se me clavaba en la espalda, pero era el menor de los problemas.

Giovanni seguía mirándome de esa forma. ¿Qué me iban a hacer? Temblé, otra vez, sin poder contenerme.

 

-Una vez mas, ¿dónde esta Shiryu?

 

Negué con la cabeza, a pesar de los temblores.

Escuché con horror como pronunciaba mi sentencia:

 

-Hacelo cuando cuente tres.

 

Dos me sujetaron las piernas. Uno me sacó la bota derecha y la media y me sostuvo firmemente el pie.

El otro, agarró unas tijeras de podar y me las acercó peligrosamente a los dedos meñique y anular.

 

-Decime, -insistió. –Te aseguro que esto te va doler más a vos que a mí.

 

Por un instante estuve a punto de claudicar. ¿Qué me importaba la vida de un pendejo que se había metido donde no lo llamaban? ¿Realmente tenía posibilidades de salvar a mi hermano, aun teniendo la ayuda de Death Mask?

Sus guardias me pegaron mas contra la mesa, la herramienta, que parecía un martillo, se me clavo más en la espalda, y eso me devolvió a la realidad.

 

-Cuando salgamos de acá, te lo prometo. –contesté, recuperando mi cordura.

 

-Uno, dos, tres –contó él rápidamente sin tiempo a nada mas.

 

Sentí un dolor terrible donde las dos hojas de la tijera hicieron el corte.

No quise darle el placer de gritar, así que me contuve, mientras las lagrimas corrían por mis mejillas. Sentía que me estaban cociendo el pie. La sangre salía a borbotones. Por dentro aullaba de dolor, mi cabeza no parecía querer quedarse conmigo y tuve miedo de desmayarme. Negué con fuerza, tratando de calmarme y respire con dificultad mientras oía unos ruidos en la puerta.

Quizás esto terminaba pronto. Quizás alguien se percataba que Giovanni y sus compañeros tenían que estar encerrados en el pabellón igual que todos.

Efectivamente, un par de policías que no reconocí entraron al garage y preguntaron que sucedía.

Death Mask se acercó a ellos con paso rápido y les habló con su tono extranjero:

 

-Nada, oficial...solo un pequeño accidente.

Casi no podía escucharlo, el dolor me seguía apuñalando y ya llegaba a cubrirme la pierna entera.

 

-Se cortó el pie con unas tijeras que estaban en el piso –informó el que me seguía sujetando a la mesa, pero ahora como si me mantuviera así para que no me cayera.

Los guardias no se lo creyeron, pero poco pareció importarles. Se miraron entre ellos y me alzaron con cuidado.

 

-Vamos a llevarlo a la enfermería. –murmuró uno de ellos, tranquilamente, pero serio.

 

Cuando salía, entrecerrando los ojos del dolor y mientras las lágrimas seguían mojando mis mejillas, vi a Radamanthys entrar con expresión de poker al granero. Lo último que escuché, como hacía un rato en la enfermería fué:

 

-Ahora, adentro, y nunca estuvieron acá.

 

* * *

 

Suspiré hondo y marqué. Odiaba hacer esa llamada, pero no podía evitarla.

 

-Thanatos- dijo con su voz musical, esperaba mi llamada, -¿Qué noticias tenes para mí?

 

-Sísifo hizo una copia del video de Sagitario. Lo increpamos y soltó que era para un abogadito que esta investigando el caso. Saga Géminis.-expliqué

 

-Creo que no tengo que decirles lo que tienen que hacer-su voz tranquila me hacía transpirar.

 

-Ya nos ocupamos de Sísifo. ¿Qué hacemos con el otro?-pregunté.

 

-No me parece que un abogado de poco nivel sea muy difícil de despachar. Averigüen cuanto sabe, y si hay alguien mas implicado, y matenlo.

 

Me imaginaba que diría eso, pero igualmente esperaba su orden.

 

-No se preocupe, Saga Géminis es nuestro.

 

-Me gusta esa seguridad Thanatos, no vuelvas a llamarme preguntándome cosas obvias-

 

Cortó el teléfono y yo pude relajar mis músculos. Teníamos trabajo que hacer, no queríamos hacer enojar a la jefa.

 

 

 

Notas finales: Esperamos que les haya gustado, gracias por leer!

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