Sensación a mariposas.
Suspiros. Uno tras otro.
No deja de hacer esos curiosos ‘sonidos’ en todo el rato que ha estado viendo al cielo. Simplemente suspira, a veces molesto y otras no tanto.
- … Pues a mi me gusta Kyo.- Madara se incorpora en la rama al escuchar a un grupo de jovencitas. Las oye y se limita a mirarlas desde donde está.
Tuerce la boca disgustado al oír ese molesto taconeo y palabrería tan propia de las mujeres.
- Son molestas.- piensa el moreno sin quitarles la vista de encima. A su parecer son ruidosas y complicadas. Una maraña de problemas tras toneladas de maquillaje, retacadas de adornitos-muchas veces innecesarios-, e hipocresía. Razón por la cual no pretende desposar a ninguna, ni ahora ni nunca.
Para él sólo simbolizan un ‘buen rato’, nada más.
Jamás ha sentido ese ‘algo’ por una dama, y francamente no le gustaría que sucediera. Ellas engañan y traicionan…
Muerde su labio con cierta pena y golpea débilmente el tronco del árbol.
Tras la máscara, una rara expresión hace acto de presencia.
Suspira resignado.
Ha tratado de ignorar esa sensación de ‘malestar’, que no es precisamente eso. No puede describirlo a la perfección… Tal vez un centenar de mariposas revoloteando en su estómago, o escalofríos que le erizan la piel de una forma tan placentera que asusta.
El ‘diagnóstico’ no necesita que se lo digan, lo sabe…
… está enamorado.
Gruñe un par de veces y luego, ríe burlón mientras se permite pensar que si hay algo más complicado que una mujer, ese es Deidara.
Y es precisamente él quien lo trae vuelto loco.
Echa un último vistazo a las ‘mujercitas’. Segundos después, una estela de humo se esparce entre las frondosas ramas.
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- ¡Tobi!
El Uchiha agita su mano alegremente varios metros antes de llegar al rubio. Deidara grita cosas sobre puntualidad, responsabilidad y que es un idiota. Él sólo lo mira y siente como las mariposas se esparcen por todo su cuerpo.
Cauteloso, aspira su fragancia. Todavía no entiende cómo es que su cabello despide ese aroma a jazmín de forma natural.
Lo mira y escucha aún alegando.
No sabe bien que es lo que le atrae del ojiazul. Tampoco cómo puede desearle tanto y mucho menos cuándo fue que se enamoró de él.
Sólo cuenta con la certeza de que mientras está con él…
… conquistar el mundo queda en segundo plano.
Poco después el artista se gira, aun diciendo cosas que no se molesta en escuchar. Discretamente pasa los dedos por la dorada cabellera del menor. Deidara voltea tras percibir el sutil contacto y antes de poder alegarle, ‘Tobi’ miente sobre un trozo de hierba entre su pelo. El rubio hace un mohín gracioso.
Justamente al darle la espalda, Madara jura haber visto un débil, casi imperceptible sonroso.
Tras pensarlo un poco, niega con la cabeza y una suave sonrisa lo visto.
- Imposible…
Lo que ignora es que el rubio padece su problema…
… sensación a mariposas.