Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Steel Angel Koumori. por Haru Matsumoto

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Bueno, este es mi primer fanfic temática yuri con lemon que hice, así que espero que disfruten, afortunados. :)

Reviews para opinar~

Notas del capitulo:

Aqui va el primer capitulo.

Disfruten, reviews, y .... COMO SEA. xD

Tengan en cuenta que hay lemon en primer capitulo, así que con cuidado, por fas.

Mi vida era normal. Llevaba una vida común y corriente como cualquier otra. Procuraba  levantarme todas las mañanas, ir a la escuela, hacer las compras, conversar con mis compañeras y amigas, tomar una ducha caliente, cenar y acostarme a las 10:00 de la noche. Procuraba caerle bien a los demás, tener calificaciones buenas y llevar una vida sana. Todo se centraba en eso… hasta ahora.

Mi nombre es Haru Matsumoto. Soy una adolecente de 16 años que vive en un departamento sola. Sola pero sola en verdad. Mis padres, Azumi y Kentarou Matsumoto, murieron cuando era niña. Desde entonces, había vivido con la única abuela que me quedaba, Nako, que estaba viviendo sola en Okinawa desde que me vine a vivir a Tokio, hace unos dos años para comenzar mi nueva vida estudiando en una escuela  solo para señoritas. Sin hombres. Solo chicas.

Fue allí cuando hice nuevas amigas, la cual una de ellas, se convirtió en mi mejor amiga. Ella se llamaba Asuka Yamamoto. Era la chica más popular, bella y rica de la escuela y de la ciudad. Tenía el cabello pelirrojo y largo, por encima de sus caderas. Su tez era blanca y llevaba unos bellísimos ojos celestes cielo. Era muy alta y delgada. Vivía en una de las mansiones más caras de Tokio, ya que su padre era un político muy famoso y rico. ¿Cómo fue que una muchacha de clase media como yo se hizo la mejor amiga de la chica más popular de la escuela? No tengo ni la más remota idea. Solo nos conocimos como ahí y terminamos siendo como uña y carne. 

Y lo más extraño de todo, era que Asuka sentía deseos por mi en secreto desde que nos conocimos. Era extraño que una sarcástica y rica chica estuviera enamorada de mí, pero de todas formas, sería mentira afirmar que yo no sentía algo más que amistad hacia ella. Debo admitir que también estaba un poco enamorada de ella, pero no podía decírselo, claro. Además, tampoco podía comprender porque yo le gustaba a ella. No era nada especial. Tenía el cabello castaño claro, y me llegaba a la altura de mis pechos, que no eran nada grandes, sino comunes. Mis ojos, eran cafés y mi piel era un poco más blanca que la de mis compañeras. Era delgada, más bien floja, y era un poco enana, estaba a la altura de los hombros de Asuka. Mis labios, para nada carnosos, eran de un rojizo suave y muy delicados, como mi pequeño cuerpo.

No era para nada una figura escultural, pero no solo Asuka sentía deseos por mi. En realidad, tenía varias pretendientes. En mi escuela, solo de chicas, las mujeres se atraían entre sí, pues el lesbianismo era algo como… la moda, digamos. Una de mis compañeras, Yuki, sentía atracción por mi desde que empecé la secundaria. Ella no era muy femenina, tenía el cabello negro y corto, era casi tan enana como yo y siempre solía defenderme de las brabuconas. Era mi escudo personal, y yo la quería, pero solo como amiga, claro. Luego, estaba Natsumi, la pervertida de la clase. Tenía el cabello rubio y era muy guapa y delgada. Siempre andaba diciéndome que soy su ‘juguete romántico preferido’ y se la pasa acosándome, tocándome el trasero o los senos o diciéndome las cosas que haría conmigo en la… cama. Por supuesto, mi amiga Yuki entra en acción y me defiende, alejando a Natsumi de mi para que no se pase de la raya. A veces, Natsumi le dice que sentiría atracción por ella si fuera más femenina.

En conclusión, muchas personas se interesaban en mí y no solo estudiantes. Juraría que mi profesora viuda de química se la pasa observando mi trasero y me imagina desnuda. Dios, a veces, me encantaría darle una buena paliza al estilo Yuki para que no meta los ojos donde no debe.

Como se ve, mi vida era normal hasta aquí. Todo cambió un día en mi departamento. Era el 16 de Noviembre, el día de mi cumpleaños.

Me encontraba mirando televisión, pues era un fin de semana y era muy floja hasta para levantarme e irme a hacer las compras. Fue en una de esas cuando alguien toco la puerta. Me costó mucho levantarme e ir a ver quién era, pero lo logré y me dirigí lentamente hacia la puerta de madera. Cuando la abrí, el mundo se me vino encima.

-¡¡Feliz cumpleaños Haaaaaaaaaaaru!! –Asuka entró y se arrojó encima de mí e hizo que me estampara con el suelo de espaldas. Demonios, eso había dolido, pero procuré hacer menos escándalo posible.

-Shh, baja la vos, Asuka, los vecinos escucharán.

-¿Cómo quieres que me calle si hoy es un día especial para ti, pequeña desagradecida de cumpleaños? –bromeó.

-Sí, sí, sí, como digas, ahora hazme el favor de salir de encima de mí que me asfixie –me quejé. Ella obedeció, por primera vez y se alejó de mí. Me estrechó la mano para ayudar a levantarme y la obedecí, también. Me saqué el polvo de mi polera azul y suspiré. Asuka rompió el silencio.

-Tengo una sorpresa para ti, enana afortunada, apostaría que la estabas esperando desde hace meses.

-Sí, seguro, niña engreída, ¿me compraste un poni? –dije sarcásticamente, aunque me ponía de humor de perros que me comprara algo.

-Jajá, muy graciosa, pero no, es algo mucho mejor.Fue entonces cuando se corrió de en medio y me señalo una estatua de cobre delicada de un Buda, que era exactamente de la misma altura de mi amiga.

 -Eres muy afortunada, es una antigua reliquia que mi padre compró pero que nunca la usó. Debes tener cuidado porque es delicada, pero dudo que lo tengas, ya que una torpe como tu resbalaría encima de él en menos de cinco minutos –dijo engreídamente. Dios, esta mujer si que era egocéntrica, pero me gustaba así.

Yo por otra parte, no podía hablar. Estaba boquiabierta y tenía un nudo en la garganta.

-Asuka, no debiste… -dije entrecortadamente.

-Lo sé, pero lo hice –río sarcásticamente-. Vamos, te ayudaré a cargarla a adentro.

-Está bien –lo menos que podía hacer era prepararle un té luego de cargar una estatua.

Luego de ubicar en un lugar cómodo a la estatua, en este caso junto al sofá, preparamos té con galletas para celebrar. Charloteamos durante un largo rato, hasta ella contó bromas y yo le conté acerca de otra historia vergonzosa que tuve con la pervertida de Natsumi, que por supuesto, no me gustaban mucho. A Asuka le mataban de risa las historias locas que relataba sobre Natsumi y de Yuki. Asuka no sentía celos porque sabía que a mi no me gustaba que me acosara. También, porque Natsumi siempre acosaba a Asuka, y Asuka a veces me acosaba a mí, ya que quería imitar a Natsumi. Fue en una de esas, mientras bebíamos té, que Asuka comenzó a tocarme los senos.

-Que senos tan perfectos y bien formados que tienes, Haru –me burlaba, ya que ella tenía unos más grandes que los míos.

-A-asuka, no seas pervertida, por favor –dije, ruborizándome.

Ella moría a carcajadas con respecto a eso. Le parecía gracioso acosarme levemente, pero a veces tenía el presentimiento de que ella quería llegar más allá que solo un toque en mis pechos, aunque si yo no fuera tan tímida y educada, estaría dispuesta a tocárselos… solo un poco.

Cuando terminó la fiesta de té, acompañé a Asuka hacia la salida. Nos despedimos con un beso en la mejilla y quedamos en vernos en dos días, en la escuela. Después de que se marchó, comencé a jugar con un pequeño balón de soccer. Estaba muy aburrida, y en una de esas, sin pretender, golpeé la estatua del Buda con el balón.

-¡Mierda! –rugí y corrí a ver el daño provocado. Estaba rota, y pequeños pedazos iban cayendo al suelo hasta que, sin poder creerlo, una mujer cayó encima de mí desde adentro de la estatua rota. Pero, cuando caímos las dos, sus fríos y carnosos labios se estamparon contra los míos, provocando que me sonrojara. Ese fue mi primer beso. La mujer que me beso, estaba dormida o desmayada, o algo por el estilo. Era guapísima. Tenía el cabello rizado largo, de un color que me dejó aturdida. Era rosa, y casi hizo que me diera un ataque. No era normal que mujeres salieran dormidas desde estatuas con cabellos rosados. No, señor. Y esta chica, era un poco más alta que Asuka y tenía la tez blanca como la cal, más que la mía, que soy alvina. Era delgada y sus enormes pechos sobrepasaban allí. Eran enormes, mucho más grande que los de Asuka. Eran el triple de grandes que los de ella, y al tener contacto con mi cuerpo, mi hizo ruborizarme mucho más. Era tan hermosa…Entonces, como si fuera por arte de magia, la muchacha comenzó a abrir sus pesados parpados, mirándome con unos enromes ojos… purpuras. Dios, ¡eran purpuras! No podía creerlo. No era normal ver a mujeres peli rosadas con ojos púrpuras.

Fue allí cuando ella corto el beso y me sonrió.

-Me alegra mucho de por fin conocerla, mi señora –me susurró con una voz musical.

-¿Mi señora? –dije entrecortadamente. Cuando reaccioné, me alejé, arrastrándome hasta el sofá. Solté un grito de horror.

-¡¿Qué mierda significa esto?! –chillé.-¿Sucede algo malo, mi señora? –rió con ternura.-¡¿Qué demonios hacías adentro de esa estatua?! ¿quién eres tu? –mascullé, medio asustada.

-Hm, veo que quieres saber quién soy yo –dijo demasiado infantilmente. Luego, se paró de un salto e hizo un saludo al estilo militar-. Soy Steel Angel Koumori, a las ordenes de mi señora.

-… ¿Steel… qué? –refunfuñé. Steel Angel. Eso me resultaba familiar. Steel Angel… ¿Qué era…? Me quedé pensando un rato sobre la palabra, hasta que recordé. ¡Un Steel Angel, claro! Un Steel Angel era un robot creado por el gobierno. Tienen súper agilidad y la fuerza de 2000 hombres. Para activar un Steel Angel, se necesitaba besarlo en los labios para que su corazón (más bien su energía) se activara, tal vez fue por eso que al principio estaba dormida. Se suponía que iban a ser usados para la guerra, pero eran demasiado peligrosos hasta para nosotros, así que renunciaron a arriesgar su vida en manos de un robot, aunque siempre me los había imaginado como Transformers, no tan… humanos.

-¿Eres un robot…? Pero ¿Qué hacías dentro de la estatua?Koumori asintió, muy infantilmente, llena de alegría inhumana.

-Sí, y ni yo sé porque estaba allí adentro, pues mi corazón estaba desactivado. Tal vez me pusieron allí adentro para no ser encontrada, además, mi memoria fue borrada al desactivarme y no sé como acabé aquí –afirmó con voz dulce-. Lo único que sé es que tu vas a ser mi señora y que te amaré por toda la eternidad –rió.

¿Amarme…? Pero ¿cómo? No puede ser. ¿Su señora? ¿Qué locuras decía esa chica? ¿Apenas ella salía dentro de una estatua y se me declaraba veinte segundos después? A esta mujer se le había ido la cabeza, tal vez tanto tiempo sin ver la luz le había afectado el cerebro. Yo estaba paralizada, y Koumori se encontraba mirando mi hogar.

-Mmm, que lindo lugar. ¡Y pensar que viviré aquí con mi señora, sí! –festejó.

-¿Qué? ¿Vivir conmigo? ¿De qué hablas? –pregunté. ¿Quién se pensaba que era esa chica para invitarse y empezar a vivir en mi casa sin mi permiso? ¡Ni si quiera nos conocíamos!-. Oh, no, no puedes dormir aquí.Ella me miró, confundida, pero con un toque de disgusto.

-¿Por qué no, mi señora?

-Porque… -no se me ocurría nada que decir-. ¡P-porque solo tengo una cama! –dije sin pensar. Lo que ya era obvio era que esta chica tendría que vivir conmigo de ahora en adelante, ya que si un Steel Angel decidía algo, no podía ser ignorado, al menos, si quieres salir vivo.

-Bueno, dormiré contigo, mi señora. Caso cerrado –volvió a festejar. Yo suspiré, exasperada. Demonios, debería convivir con una chica todo el tiempo, y encima como si fuéramos… pareja. Pero no me atrevía a discutirle, tenía miedo que me dejara un ojo morado. Pero de todos modos seguía siendo una locura que una chica saliera de una estatua y se creyera mi dueña como para decidir dormir conmigo o no.

-Eh… bueno, pero para empezar, Koumori, soy Haruko –por lo menos sería aceptable que me llame por mi nombre completo en vez de ‘mi señora’.Ella me contempló con ternura y maravillada. Eso me hizo ruborizararme y también confundirme.

-Qué hermoso nombre, mi señora –me alabó.

-Sí, sí, claro –mascullé rápido y exasperada-, ahora espérame aquí unos minutos, no tardo –tenía planeado darme un baño y aclarar bien las cosas. Tal vez sí refrescaba un poco mi cerebro se me ocurriría algo para echarla, o, de última, salir corriendo e irme con Asuka o mi abuela Nako.

-¡Sí, señora, como gustes! –chilló, arrojándose encima del sofá como un felino mientras decía incoherencias como ‘mi señora es fantástica’ o ‘me muero por poder encontrar a mis hermanas y contarles’.

De todos modos, no presté atención.Corrí hacia el baño, me quité la ropa y llené la bañera de un toque. Me metí en el agua caliente y me recosté. Qué extraño. Todo me resultaba extraño. Una mujer salía de una estatua y me obligaba a dejarla vivir en mi apartamento. Qué locura. Debería de echarla a patadas y llamar a la policía por acoso, pues me besó sin mi permiso. Encima, se me declaró como amante luego de salir de ese Buda de cobre. Lo admito, era hermosa, pero no lo suficiente para dejarla vivir conmigo, si ni siquiera nos conocíamos. Pero por alguna razón, la dejé. Tal vez fue para no hacerla enojar, ya que con su super-fuerza podría hacerme puré, aunque una pequeña parte de mi cerebro lo dudaba. Si yo era su querida señora, no se atrevería a hacerme daño, ¿o sí? Pero qué más daba. La echaría a la semana para que me deje tranquila y si se negaba, llamaría a Yuki para que me diera una mano. Jaja, que mala era.

Mientras practicaba un poco de yoga para relajarme y pensar mejor, la puerta se abrió de un golpe y entró Koumori, totalmente desnuda… Pude ver sus enormes senos, hasta todo su cuerpo. Dios, hasta ella vio el mío, también. Qué vergüenza.

-¡Con que ahí estabas, mi señora! Debiste de haberme avisado que te estabas dando un baño, así podría acompañarte –dijo con voz musical, metiéndose en la bañadera.

-¿P-pero que haces? –chillé avergonzada. ¡Se estaba metiendo en la misma bañera conmigo y con nuestros cuerpos desnudos, Dios! ¡Pervertida, pervertida!

De repente, ella me miró, con una sonrisa muy pervertida y me hizo ruborizarme más. ¿Qué rayos estaba planeando ahora esta ingenua Steel Angel?

-Mi señora… ¿acaso tiene usted vergüenza de mí? –me preguntó de una manera muy pervertida.

-¿Q-que? –dije, sin poder creerlo todavía. ¿Qué si tenía vergüenza de ella? Pero que pregunta tan obvia, claro que sí, tonta, ¿cómo no podría tenerla en estos momentos?Entonces, se puso encima mío e inclinó el rostro hacia mí.

-No te preocupes, mi señora, lo haré despacio –masculló antes de estampar sus labios carnosos contra los míos. Volvió a besarme, y esta vez, se lo correspondí salvajemente.

La abracé mientras la besaba y ella comenzó a tocarme los senos. Me los masajeaba de una forma extraordinaria y comencé a gemir de placer cuando rompió el beso y me mordió el pezón. Comencé a excitarme, y Koumori, también. Mientras me lo mordía, deslizó una mano por mi vientre hasta llegar a la entrepierna, donde comenzó a masajeármela. Comencé a darle un par de masajes en los hombros y la Steel Angel se volvió hacia mi y me lamió el cuello, mordisqueándolo a la vez.

Comencé a gemir un poco más de lo habitual y, con la mano que masajeaba mi seno, la bajó hacia abajo para comenzar a tocarme el trasero de una manera acosadora. ¡Pero qué pervertida! Esta muchacha lo era mucho más que Asuka, y muchísimo más que Natsumi también.Después, con la mano que masajeaba mi entrepierna, la deslizó hacia mi sexo, tocándolo y masajeándolo apenas.

Caí en la cuenta de que Koumori era la única que ‘atacaba’ y decidí entrar en acción. Primero, quité el tapón de la bañadera para vaciarla, y cuando estuvo vacía, con mis escurridizas manos, las lleve hacia su espalda para comenzar a masajear su trasero de una forma muy excitante. Koumori gimió de placer.

-Así se hace, mi señora, lo está haciendo muy bien –me felicitó. Eso de llamarme por ‘mi señora’ me exasperaba.

-C-cállate y p-prosigue.

Ella rió y dejo de tocarme el trasero para apoyarla sobre mi vientre y, con la otra mano, me penetró tres dedos en mi sexo y comenzó a masturbarme exitosamente. Al principio, gemí de dolor, porque antes jamás me había masturbado en mi vida, a diferencia de todas mis compañeras, pero después, comencé a acostumbrarme y a gemir de placer. Se sentía muy, muy bien, y me pregunté si se sentiría el mismo placer usando un vibrador en vez de los dedos.

Dejé de masajearle el trasero para que con una mano lograra tocarle ferozmente sus enormes y blandos senos y con la otra mano, frotarla contra sus labios vaginales, antes de penetrárselos. Ella comenzó a imitarme y gimió como lo había hecho. Entonces, me penetró el tercer dedo y proferí un leve grito. Hasta ahí era mi limite, dolía y quería empezar a insultar, pero mi cuerpo no se movió.Luego, Koumori dejó de masturbarme para deslizar sus manos y frotarlos contra mi sexo, para aliviar el dolor.

Allí, entré en acción y la masturbé ferozmente y sin cuidado, penetrándole tres dedos. Koumori gimió, por supuesto, pero menos que yo. Dejé de tocarle los senos para ayudar a mi otra mano y frotarla contra su sexo, mientras la seguía masturbando con la otra. Ella, por otra parte, dejó de frotar mi sexo para llevar sus dedos hacia su boca y lamer el flujo de mi sexo.  Cuando dejé de masturbarla, la imité. Llevé mis dedos hacia mi boca y comencé a lamer.

Fue allí cuando se deslizó por debajo de mi y llegó al alcance de mi vientre. Tenía su rostro enfrente de mi sexo, entonces, abrí bien las piernas y Koumori aprovechó para estirar mis labios vaginales. Después, comenzó a lamer y a practicarme sexo oral. Besó, lamió y mordió cada parte de mi sexo. Yo, por otro lado, no paraba de gemir, y cuando acabó, se volvió hacia mi y me robó un fugaz beso.

El Steel Angel se recostó a mi lado y apoyé mi cabeza sobre sus grandes pechos. Estaba exhausta y me dolía un poco mi sexo luego de tanta excitación. Comencé a tragar bocanadas de aire y la muchacha de mi lado, estaba tan quieta como una estatua, pero con una sonrisa reluciente y sus ojos cerrados. Podía notar lo feliz que estaba, a diferencia mía, porque me encontraba asustada y confundida por haberme dejado llevar tan fácilmente por una extraña.

-Eso ha sido mágico, mi señora –Koumori rompió el silencio.

-No lo creo tan así, y si le llegas a contar de esto a alguien, te mato –prometí.Ella rió infantilmente con voz musical.

-A la orden, mi señora, amada mía.Eso de ‘mi señora’ me exasperó otra vez, entonces decidí salir de la bañadera y tapar mi cuerpo desnudo con una toalla. Miré a Koumori, que, por otra parte, estaba desnuda. Parecía una diosa de las artes en esa posición triunfal.

-Iré a preparar la cena –susurré. Después, comencé a deslizarme por los pasillos en silencio, pensando en escusas para poder echar a la Steel Angel, aunque escusas eran lo único que no me quedaban, ya que, por una parte, deseaba que Koumori se quedara conmigo, pero seguía sin tener el valor de decírselo a ella ni a nadie…

Notas finales:

AQUI TERMINA PRIMER CAPITULO.

ESPERO QUE HAYAN DISFRUTADO Y REVIEWS, SEÑORAS Y SEÑORES.

Proximo capitulo, un lemon leve. :)

Bye, hasta la proxima y reviews~~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).