Se encontraban en aquel camino que ya habían hecho tantas veces tiempo atrás. Bien juntos. En ese lugar junto al mar.
¿Sería un recorrido en el que podrían al fin amarse hasta morir?
Lo esperaba. Esperaba impaciente.
Tomaba su mano.
Sentía que era la última vez que tendría que esperar, que saldrían todos aquellos sentimientos de amor encerrados en una simple amistad, que no alcanzaba.
Llegaba. Llegaba.
-...
-...Yo...
-...
-Yo...
Se volteó con una mirada que definía todo.
¡Por fin!.
No más decepciones, ni sufrimientos.
Todo se alejaba para dar paso a un amor eterno.
En sus ojos se veía toda aquella impaciencia. Aunque creía saber que venía, necesitaba escucharlo, y preparó tiernamente aquel momento.
Toda su vida imaginándolo, y ese día seria EL día.
-...¿Si?...
-Yo... Yo... No podré ir a tu casa mañana...
Y todo terminó.
Aquella vida aguardando y aguardando, para sentirse morir un día con una simple ilusión false.
Fue testigo de cómo todos sus sueños fueron destrozados, y de cómo esos restos fueron a guardarse nuevamente en aquel sitio en su interior, del que pensó que al fin podría deshacerse.
-Ah... Está bien. Podrás venir otro día. ¿Verdad?.
Yusei sonrió. Una sonrisa tan cálida habría derretido a cualquiera.
-Claro que sí.
No era más que una forma de consolar aquel dolor de años, que parecía extenderse al infinito.
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La vista era maravillosa. Podía verse aquel atardecer que adoraba ver.
Todos los colores del universo se mezclaban para fundirse con el azul profundo del mar.
En la noche, las estrellas se veían con total claridad, y hasta en los días de lluvia todo era fantástico.
Podía disfrutarlo totalmente con aquella persona que tanto amaba.
Yusei y Atsushi eran amigos de la infancia.
Toda su vida habían sido los mejores amigos.
Desde niños habían aprendido a hacerlo todo juntos, compartir hasta lo más pequeño, hasta sus sueños.
Ya al anochecer, decidieron que era hora de regresar.
Emprendían la vuelta por aquel sendero, cuando comenzó el principio de esa interminable pesadilla.
El celular de Yusei sonó.
Poco despues de atender, éste cortó, y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Pocas fueron las veces en las que Atsushi tuvo la oportunidad de verlo tan triste...
Un mundo perfectamente feliz se había derrumbado en un segundo.
Pero nada podía cambiarse.
Rin, la hermana pequeña de Yusei, había muerto.
Con sólo seis años, su madre había encontrado su cuerpo frio y sin vida al llegar a casa.
Esa noche Atsushi lo acompañó hasta la mañana siguiente, y la siguiente.
Debió volver a casa la otra mañana, pero fue toda una semana de visitas de casi todo el día, para ver por horas a Yusei destrozado, harto de tanto llorar, y culpándose a cualquier cosa q pasara.
Era la impotencia que sentía.
Nada podía hacer para ayudar.
No era capaz de levantarle el ánimo, y sentía que solo causaba que Yusei se culpara por hacerlo llorar en cada visita.
No podía verlo tan triste...
Y dejárlo así en las noches, sin haber arreglado nada era aún peor.
Se echó en su cama y volvió a llorar.
No podía soportar verlo así.
Quería que fuera feliz. Debía ser feliz.
Pero no lo era... Y ni podía hacer absolutamente nada.
Lloró y lloró.
-¿Porqué?...¿Porqué?... …l no ha hecho nada... Por favor... Tiene que ser feliz, tiene que estar bien... Haría lo que sea... Daría todo... Por favor...
Fue como si todo el ambiente cambiara por un instante. Tuvo aquella sensación. Miró hacia todos lados.
Le daba algo de miedo.
Una voz rompió el silencio de sus lágrimas.
-¿Lo que sea?.
Se encontraba sentado sobre su excritorio, aquel ser con forma humana. Sus cabellos eran igual de rojos que sus ojos.
Ante su estupefacción, siguió hablando.
Se acerco peligrosamente a su rostro.
-Vine aquí a consederte un deseo...
Se deslizó tras sus espaldas y abrazó su cuello.
-Eres tan bonito que no pude resistir conocerte...
Sus largas uñas rojizas acariciaron suavemente su barbilla.
Atsushi pudo reaccionar apenas.
-Qué... ¿Qué eres...tu?...
Aquel demonio volvió a su frente y se arrodilló. Tomó sus manos y unió su mirada con la de Atsushi.
-Considérame tu ángel. Llámame Soujiro.
-...¿Ángel?...
-Así es... ¡Vamos! Puedes pedirme cualquier cosa que quieras.
Voló hacia su costado, sosteniéndose en el aire.
-¿Qué es lo que más deseas?.
-...¿Lo que más... deseo?...
Pasó a susurrar a su lado.
-Así es.
Atsushi lo miró.
-Yo... ¡Revive a Rin!.
Soujiro puso una cara desinteresada.
-¿A Rin? ¿La hermana de ese chico que te gusta? Oh... Vamo... Teniendo un deseo ¿Lo despediciarás así?.
-¡Por favor! No puedo soportar verlo tan triste...
Sus ojos comenzaron a lagrimear nuevamente.
Soujiro levantó su rostro y le sonrió.
-No te pongas así... Está bien, después de todo es tu deseo.
Volvió a alejarse.
-Pero... ¿Revivir? Eso si que me costará.
Se colocó lo más cerca que el espacio le permitió.
-Dame tu virginidad.
Sus finos dedos se deslizaron por sus brazos.
-Quiero esa virginidad que tan celosamente guardas...
Atsushi pareció sobresaltarse.
-Mi... ¿Virginidad?... Siendo un ángel ¿No deberías cumpli mi deseo sin pedir nada a cambio?.
-Oh... No creerás en eso ¿Verdad?. Nadies da ciegamente sin esperar recibir. Aunque en tu caso solo estarás recibiendo. ¿Lo ves? No te estoy pidiendo nada.
En su rostro se mostró una sonrisa. Empujó suavemente hasta quedar sobre él.
-¿Cumplo tu deseo?... ¿O no lo cumplo?.
Atsushi quedó pensativo. ¿Debía confiar que su deseo sería cumplido? ¿O sólo dejar todo como estaba?... No, no podía hacer eso... Debía al menos intentarlo.
-Es... Está bien...
-¡Perfecto No te preocupes, seré muy dulce contigo...
Soujiro comenzó a desprender sus ropas con rapidez.
-E... ¡Espera!... Toma mi familia está eb casa... No puede ser ahora...
-Oh... Tiene que ser ahora. No te preocupes, a nadie se le ocurrirá entrar, tampoco escucharán. Puedes gritar mi nombre todo lo fuerte que desees.
Atsushi parecía muy inseguro.
-Piensa que luego ya no verás sufrir a Yusei. Sonreirá y sonreirá. ¡Y no más problemas!.
Atsushi cerró sus ojos, entregándose.
-¡Así me gusta!.
Se ruborizó un poco.
A pesar de toda aquella tortura de puro solor, pudo soportarlo, esperando ver la sonrisa de Yusei.
¡La deseaba tanto!.
A oesar de rodas las lágrimas y sufrimientos reprimidos, se sentía feliz... No le importaba si así él estaría bien.
Sintió una sensación de agotamiento extremo, y toda la habitación se volvió blanca.
Despertó extrañamente calmado y miró a su alrededor.
Todo estaba igual.
¿Un sueño?.
Al incorporarse sintió un dolor tan insoportable recorrerle todo el cuerpo que tuvo que reprimir un grito.
¿Un sueño? Definitivamente no lo había sido. Había perdido su primera vez xon un supuesto ángel, y sintió deseos de llorar.
Tuvo una gran necesidad de ver a Yusei y comprobar las palabras de aquel extraño.
Con dificultad se preparó y llegó a la puerta de la casa de Yusei.
El timbre sonó.
-¿Si?...
-Soy yo... Atsushi...
La puerta se abrió con la mayor velocidad.
-¡Atsu!.
Recibió un abrazo de los más fuertes que Yusei le había dado.
-¡Rin! ¡Rin está viva! ¡Ayer en la noche desperto! La llevamos a un doctor y nos dijo que solo había estado en coma... ¡Ella está bien!.
Fue un enorme alivio... ¡Era verdad! ¡…l sonreía! ¡No había sido en vano!. Era tan feliz...
Se quedaron abrazados y hasta lloraron juntos. Podría haber sido el día más feliz de su vida.
En las próximas dos semanas su dolor ya no existía, y Soujiro estaba ya en el olvido.
Atsushi se había acostumbrado a visitar diariamente a Yusei.
Hacía mucho calor, y él se preparaba para salir, cuando el teléfono sonó.
Contestó.
-¿Atsushi?...
La voz se escuchaba extrañamente agitada.
-Si, él habla.
-Soy Yusei, Rin ha enfermado... Tiene mucha fiebre y hasta alucina... Atsu estoy muy asustado... La hemos llevado al médico pero no puede decir qué es... No sé que más hacer... No quiero perderla de nuevo...
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