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Un ramito de violetas por Himemi

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Notas del fanfic:

Ningún personaje de Gravitation me pertenece, todos sabemos que son propiedad de Maki Murakami (Y como la quiero por inventarlos) y la canción tampoco es mía es de Cecilia y se llama un ramito de violetas.

La canción no pega 100% (como la mayor parte de mis songfics) pero como siempre digo lo que importa es el espíritu, y ese lo borda. 

Así que no quiero quejas diciendo que el cumpleaños de Shuuichi es el 16 de Abril y no el  9 de noviembre ¿Vale? :P :P

Notas del capitulo:

Sí lo sé, tengo un montón de cosas pendientes por subir y actualizar. Pero es que hacía mucho que no escuchaba esta canción. Y al oírla hoy de nuevo, no he podido evitar ponerme a escribir este fanfic.

 

Era feliz en su matrimonio

Shuichi no podía ser más feliz. Había conseguido lo que había perseguido durante tantos años. Casarse con su gran amor y lo más asombroso de todo era que  tras diez años de matrimonio las cosas seguían como el primer día. Shuichi seguía tan enamorado del escritor como siempre y Yuki… Bueno, Yuki seguía siendo Yuki.

Aunque su marido era el mismo demonio
Tenía el hombre un poco de mal genio
Y ella se quejaba de que nunca fue tierno

-¡A hacer ruido a otra parte!

El cantante voló literalmente por el descansillo y aterrizó en una maceta, mientras la puerta de la casa se cerraba a sus espaldas. El pelirrosa se levantó del suelo y empezó a aporrear la puerta llorando.

-¡Yuki! ¡YUKIIIIIIII! ¡Déjame entrar! Por favor, prometo no molestarte más por favor. ¡No me eches de casa… ¡YUKIIIIIIIII! ¡No seas cruel!

Shuichi suspiró y se dejó caer apoyado en la puerta, sabía que cuando Yuki estaba de mal humor no podía hacer nada. Así que decidió ir a dar una vuelta y contarle sus penas a su amigo Hiro. Y ya de paso, a pedirle la llave de repuesto que guardaba en su casa el pelirrojo. Después de diez años, había aprendido a tomar ese tipo de precauciones para no pasar la noche en la calle cada veza que su rubio se enfadaba con él, por considerarlo ruidoso o molesto.

Desde hace ya más de tres años
Recibe cartas de un extraño
Cartas llenas de poesía
Que le han devuelto la alegría

Shuichi volvía a casa después de pasar la tarde con su amigo, abrió el buzón algo distraído y sacó las cartas, separando las importantes de la simple propaganda. Lo hacía de forma maquinal, hasta que sus ojos se posaron en uno de los sobres, uno que resaltaba del resto por su extraño color, violeta.

Separó de inmediato esa carta del resto, pues sabía muy bien que era para él. Y también sabía que su contenido haría su mundo un poquito más feliz. Lo sabía porque desde hacía algunos años, había alguien que le enviaba esas cartas. Cartas llenas de amor, en las que su misterioso admirador le decía lo importante que era para él y lo mucho que lo amaba.  Y siempre venían en aquello sobres violetas, como las flores de sus últimos cumpleaños.

Quien la escribía versos dime quien era
Quien la mandaba flores por primavera
Quien cada nueve de noviembre
Como siempre sin tarjeta
La mandaba un ramito de violetas

Cuando recibió las primeras, había pensado que eran de Yuki, ya que el ramo no tenía ninguna nota y eso hubiese sido propio de él. Pero al poco rato, llegó su marido con otro regalo distinto y Shuichi descubrió que las flores no eran suyas. Después de aquel cumpleaños, empezaron a llegar las cartas.

Al principio no supo muy bien que hacer con ellas, pues tenía miedo de que si Yuki las veía pensase que lo estaba engañando, pero eran tan bonitas que no se atrevía a tirarlas. Nunca nadie le había dicho cosas tan tiernas y tan cargadas de amor. Así que decidió guardarlas en un lugar donde el rubio no pudiese encontrarlas: Una caja de zapatos en el fondo del armario. Sabía que no estaba bien lo que hacía, pero eran las mejores cartas de amor que había leído nunca.

Shuuichi abrió por fin la puerta de la casa y pasó al salón. Dejó el resto de cartas encima de la mesa y se encerró en su cuarto para leer la suya sin ser molestado. No es que fuese necesario, pues Yuki estaba trabajando y esa misma mañana le había pedido de muy buenas maneras que no lo molestase: ¡Poniéndolo de patitas en la calle! Pero más valía no correr riesgos por si las moscas.


A veces sueña y se imagina
Cómo será aquel que tanto la estima
Sería un hombre más fiel de pelo cano
Sonrisa abierta y ternura en las manos

Terminó de leer la carta con una gran sonrisa en la cara y lágrimas de felicidad. ¿Quién en todo el mundo podía quererlo tanto como para escribir esos versos tan maravillosos? Él quería mucho a Yuki y pensaba que nadie en El mundo podría amar a otra persona con tanta fuerza como él amaba a su rubio. Pero había ocasiones, al terminar de leer esas cartas, en que dudaba, porque había tanto cariño concentrado en ellas, que le hacían pensar que era amado de la misma forma y con la misma intensidad. Lo único que le entristecía es que el objeto de su amor no fuese la misma persona que quién le quería tanto.

A veces le gustaba imaginar como sería aquella persona que se preocupaba tanto por él y por su felicidad. Unas veces se lo imaginaba alto, fuerte y moreno. Como esos héroes de las películas del cine. Otras veces se lo imaginaba como un señor, algo entrado en años, pero amable y cariñoso. Y había veces, incluso, en que se imaginaba caras conocidas, como Ryuichi o Tatsuha, pero estas eran descartadas en seguida. Prefería pensar que su admirador era alguien desconocido, porque si no, no podría soportarlo.


No sabe quien sufre en silencio
Quien puede ser su amor secreto
Y vive así de día en día
Con la ilusión de ser querida

Shuichi volvió dejar volar su imaginación, dejó que las plabras de la carta lo envolvieran, como unos brazos cálidos. Se imaginó a alguien observándolo de lejos, desde la otra acera, desde el público en los conciertos. Alguien que sonreiría al verlo sonreír y que se pondría triste al verlo con Yuki… ¿Le dolería tanto como a él si viese a Yuki con otro?

Quien la escribía versos dime era
Quien la mandaba flores por primavera
Quien cada nueve de noviembre
Como siempre sin tarjeta
La mandaba un ramito de violetas

El pelirrosa sacudió su cabeza intentando apartar estas imágenes de su mente. Por lo que le decía en las cartas, nunca podría averiguar quién era su admirador secreto, ya que había jurado en la primera no desvelar su identidad. Y ni siquiera podía intentar averiguarlo por la letra, ya que todas las cartas estaban escritas a ordenador. Estaba condenado a no saber nunca quién era el escritor de aquellas maravillosas cartas.

Y cada tarde al volver su esposo
Cansado del trabajo la mira de reojo

Yuki entró en la habitación estirándose, por fin había terminado su novela, ese último capítulo que prolongaría su vida hasta su siguiente fecha de entrega. Ya que su editora no tedría que matarlo, como había amenazado con hacer en caso de que se retrasase. Y ahora le apetecía pasar un rato con Shuichi, iba a hacerle olvidar lo mal que lo había tratado aquella tarde echándolo de casa. Pero al entrar en la habitación, vio como el cantante deba un respingo en la cama y se escondía algo a toda priosa en la espalda.

-¿Se puede saber que tienes ahí?

-¿Dónde? No sé de que me hablas

-Acabo de verte esconder un papel detrás de la espalda, ¿No puedo verlo?

-¡No! Quiero decir… que  es… esto…

Yuki levantó una ceja ante la extraña actitud de su pareja y se quedó esperando la explicación que el otro no atinaba a darle.

-¡Es mi última canción y no quiero que la leas, porque siempre te metes conmigo cuando escribo una nueva letra. ¡Así que no me obligues a enseñártela!


No dice nada porque lo sabe todo
Sabe que es feliz, así de cualquier modo
.

Yuki se rió por lo bajo y lo dejó estar. Sabía de sobra que lo que su koi tenía escondido no era la letra de su última canción, sino una carta de amor. Pero no iba a decir nada. Por nada del mundo iba a destruir la felicidad de su adorado pelirrosa, ya que de ella dependía la suya propia. Y él sabía que su marido era feliz con aquellas cartas y con las flores. Porque en esas cartas expresaba todo el cariño que él no era capaz de mostrarle en el día a día.

Porque él es quién le escribe versos
Él, su amante, su amor secreto

Y es que él era quién escribía aquellas cartas y en ellas le decía todo lo que su actitud fría le impedía decirle a la cara. Él se pasaba horas delante de su ordenador escribiendo aquellas misivas, que sabía que hacían tan feliz a su amor. Porque él quería a Shuichi con toda su alma. A pesar de sus modales bruscos, a pesar de sus malos humores. Su amor por Shuichi era tan inmenso como se lo mostraba en aquellas cartas.

Ya que el pelirrosa había salvado su vida y le había entregado todo a cambio de nada. Así que Yuki pondría el mejor de sus talentos a su servicio. Si escribiendo era capaz de arrancar una sonrisa de su pequeño, escribiría todas las cartas que hiciesen falta y compraría todos los ramos de violetas del mundo.

Y ella que no sabe nada
Mira a su marido y luego calla

El pelirrosa sintió una punzada de culpabilidad, no podía compartir su secreto con Yuki y eso no le gustaba. Sabía que aunque lo siguiese amando con locura, una parte de él le estaba siendo infiel al guardar aquellas cartas. Y sin embargo, sabía que sería incapaz de deshacerse de ellas.

El rubio se metió en la cama y él se acercó y se acomodo en su pecho abrazándolo. Guardaría las cartas, pero Yuki siempre sería el primero en su corazón.

Notas finales:

Si os gustó, recomendádselo a vustros amigos, si no a vuestros enemigos ^^

Y si me dejáis un review seré la persona más feliz del mundo. 

 (Inner: ¡Declaro que no he tenido nada que ver con esta pastelada de songfic! )

(LadoInfantil: Nop, lo hemos hecho entre LadoSensible, Himemi y yo) 

(Inner: así ha salido...) 


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