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Stay Here por aki_chan

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Notas del fanfic:

"Los personajes no son míos (¬¬), sino de kishimoto (cof que está dejando la cagadilla en el manga xDDD cof )"

 

 

Notas del capitulo:

hi! xD

Hace tiempo(milenios xD) que no escribía algo para publicar x3, pero bueno... aquí estoy xD.

Espero que les guste esta idea que tenía rondando por mi mentecilla hace meses y que por lo menos halla valido la pena plasmarlo en word xD.

Golpe 1: Invasión versus maldita convivencia 

 - ¡No quiero mudarme!- gruñía enfadado un chico de alrededor de 19 años mientras terminaba de guardar sus cosas en cajas de diferentes tamaños.

 - Eso no es lo que decías hace 3 días cuando cayó encima de tu cabeza una parte del techo.

 - Ehh…. – iba a replicar pero era cierto lo que decía su padre.  

- Naruto, este viejo departamento va a ceder en poco tiempo. ¡Tu propia pieza está a punto de derrumbarse!- explicaba cansado su padre por la terquedad de su hijo. 

- Además, será como matar dos pájaros de un tiro. Tendrás la posibilidad de quedar más cerca de la universidad y una casa en mejores condiciones para todos- adicionaba su madre para ayudar a su esposo en convencer a Naruto. 

- “Si es lo mejor para todos…” Ni modo… - suspiró derrotado.  

- ¡Al fin nos vamos de esta pocilga!- saltaban sus padres chocando sus manos llenos de felicidad.

- “Estaban desesperados de salir de este agujero ¿no?”- pensaba el chico con una sonrisita nerviosa. 

Y es que la situación en la que estaban no era de las mejores. Habían vivido en ese viejo departamento desde que él había nacido después de que sus padres se casaron a  escondidas de sus familiares. Nunca les faltó nada, pero las condiciones de vida no eran las más óptimas.  

Su padre, Namikaze Minato, era un trabajador común pero esforzado que había hecho de todo para lograr que él tuviese una educación decente a pesar de lo poco que ganaba. Su madre, Namikaze Kushina (de soltera, Uzumaki Kushina), era una madre excepcional. Mientras él asistía a la escuela pública, ella hacía todo tipos de trabajos para ayudar a su marido en lo económico, pero siempre estaba en la casa esperándole en la cena con una sonrisa.

Empacó sus últimas ropas en una sencilla maleta, la cogió y observó por última vez su cuarto. Su pobre y demacrado cuarto que lo acompañó desde que nació, de paredes grises y empolvadas. La única ventana que había, casi destruida por los piedrazos de sus “enemigos”, y con el único soporte para ayudarla era el recubrimiento de cinta adhesiva. Con nostalgia vio los vidrios rotos de su “casi espejo” que yacían en el suelo admirando su forma ni muy delgada y gruesa. Desde ese punto podía observar su piel trigueña, sus ojos azules destellantes como el cielo mismo, su cabello dorado por herencia de su padre, los 3 piercings que adornaban su oreja derecha como regalos de cumpleaños por parte de sus amigos y las marcas que existían en su rostro gracias  a unos grandulones que le tiraron a una reja para hacerle daño cuando iba al preescolar.  

Hizo una mueca. Bien, algunos recuerdos no le agradaban tanto.

Sin duda alguna, sería un gran cambio el mudarse a Tokio. Todo gracias a aquel aviso en el periódico que le daban gratis a su padre en la estación del tren cuando iba a trabajar: 

“Se vende propiedad al precio que usted estime conveniente. Contactar a Uchiha Itachi…” 

La casa era de dos pisos, muy bien ubicada y cerca de la ciudad. Aunque bastante extraña.

 La cifra que su padre con la que había negociado era notablemente baja para una casa tan… grande y de ese tipo. Naruto creía que aquel sujeto Uchiha debía estar muy desesperado en venderla. Quizás tenía tantas casas que no le importaba prácticamente regalar una de esa forma. Y la más grande pregunta de todos los tiempos era que, si bien la casa era barata… ¿por qué tuvieron la suerte de poder comprarla ellos?

 Un completo misterio que mantuvo a Naruto ensimismado durante el trayecto hacia su nuevo hogar.

  OoOoOoOoOoOoOoOoO 

 - Espero que esta vez salga bien la transacción- murmuraba con intranquilidad mientras fumaba un cigarrillo sentado en el sofá junto con su pareja. 

- Esta es… ¿la vigésima vez que tratas de vender esa casa?- le preguntaba un chico rubio sirviéndole un té en la mesita de la sala. 

- Sí- respondió exhalando el humo del cigarrillo- Han pasado casi cuatros años desde aquel incidente y nadie ha querido comprarla. Además los doctores ven que está decayendo más y más…- observó a su pareja intranquilo. 

- Lo sé- se acercó hacia a él para tomarle de la mano- Sigue confiando Itachi, todavía hay posibilidades. 

El pelinegro asintió con resignación y volvió a su tarea: Seguir fumando, siendo observado por su novio que decía un leve “Hm”. 

 OoOoOoOoOoOoOoOoO 

 - Wow….- exclamaron en conjunto al ver la “casita” que habían comprado.  

Enormemente blanca y con un extenso jardín muy bien conservado, una reja que medía casi dos metros de altura, una fuente en medio que aún se mantenía funcionando. Oh, y el segundo piso con su imponente balcón. 

Nunca habían vivido con tantos lujos, por lo que ante sus ojos se mostraba era algo tan grandioso como ver un parque de atracciones de la zona.  

- E-es… ¡grandiosa! – gritó una feliz Kushina lanzándose a los brazos de su esposo, dejando al pobre Minato casi estrangulado. 

Ignorando las palabras de su madre y las súplicas de su padre para que se quitara de encima, Naruto cogió las llaves del bolsillo de Minato aprovechando la situación.

Una vez abierta la reja, caminó lentamente para observar con detenimiento su alrededor, que era tan… espacioso y acogedor. Sin embargo, una extraña sensación comenzó a recorrerle por el cuerpo cuando estuvo a pocos metros de la puerta de entrada. Como si de una corriente fría de aire se tratara, enderezó su postura alertado. Su instinto le decía que diera media vuelta y se alejara lo más rápido posible de aquel lugar, pero su terquedad y curiosidad le ganaba con creces… 

- “Debe ser mi imaginación”- tragó saliva y con decisión dio los últimos pasos para quedar frente a frente con la tan temida puerta. Introdujo la llave en la cerradura y con un suave “clic” quitó el pestillo; contó hasta 3 y abrió el pomo de la puerta… 

- ¿Quién demonios eres tú?- le preguntó sorprendido un chico de cabello negro con destellos azules y ojos del color de la mismísima sangre.

 Estaba estupefacto.

- Voy a vivir en esta casa con mi familia… ¿eres de la mudanza?- preguntó Naruto tratando salir de su shock mental. 

El chico lo observó en silencio por unos segundos – segundos que para el rubio fueron eternos-, cambiando su expresión de sorpresa por una de completa furia.

 - Yo vivo aquí. Lárgate, esta es mi casa- enfatizó enojado cerrando la puerta en su cara.  

Naruto se quedó quieto, intentando analizar la situación que había sucedido. Y sin más vueltas que darle…

 - ¡OE, ABRE LA PUTA PUERTA!- gritaba mientras pateaba la puerta al comprobar que el pomo de la puerta no giraba- ¡¡¡OE, TEME!!!- volvió a gritar sin dejar de dar golpes a la madera de la puerta. 

Sus padres alarmados por el griterío que estaba dando, corrieron tirando las cajas que habían comenzado a bajar de su vieja pero fiel camioneta, mas lo único que veían era a su hijo pateando la puerta. 

- Naruto, ¿qué te sucede?- Minato le cogió por los hombros y lo arrastró hacia a él para intentar frenar sus arrebatos de violencia. 

- U-un chi…chico me cerró la puerta en la cara diciendo que ésta era su casa-  respondía agitado el rubio menor.

- Imposible. Itachi-san me mostró la casa unos días atrás y no había nadie en ella. 

- Posiblemente, fue producto del cansancio, hijo. Después de todo, esta es la primera vez que vienes a la ciudad- explicaba Kushina acariciando su mejilla para calmarlo, cosa que Naruto rechazó zafándose de las manos de su padre. 

- ¡No me trates como un niño pequeño, Kaa-san! Sé lo que vi- dijo mordaz al ver que sus padres no le creían. 

Minato suspiró con pesadez. Se dirigió hacia la puerta y la abrió como si nada, dejando a Naruto boquiabierto por la facilidad con que había abierto la puerta que tanto pateó con odio. Con tranquilidad, Minato se movió hacia al interior de la casa, seguidos por un receloso Naruto y una preocupada Kushina, revisando todas las habitaciones con cautela. No había señales de ningún chico como había descrito su hijo.

 - No hay nadie en la casa más que nosotros- se encogió de hombros despreocupado- Ahora traigamos nuestras cosas para empezar a colonizar esta casa- estiró su brazo y con una sonrisa salió de la casa acompañado por su radiante esposa. 

Naruto los quedó mirando embobado. Se había quedado solo en medio del salón, sin embargo, en su interior se decía que algo andaba mal, muy mal.

Con lentitud dio vuelta su rostro hacia la esquina de la habitación en donde se encontraba la escalera que daba con el segundo piso. Y allí lo vio nuevamente, esta vez sentado en uno de los escalones y mirándole con profunda frustración y enfado.

- ¿Qué tanto me miras?- preguntó arisco. Naruto sintió que el aire se le había escapado de los pulmones.

 - Tú… - murmuró apenas.  

- ¿Yo?...- volvió a preguntar irritado. 

- ¡Desgraciado, te moleré a golpes!- exclamó el rubio antes de salir corriendo hacia la dirección de aquel chico que sólo le observó con desdén. 

- Quisiera ver cómo lo haces, idiota- dijo burlesco antes de comenzar a caminar lentamente hacia el segundo piso- Lárgate de mi casa- finalizó severo.

 - ¡Cobarde!- escupió el rubio mientras subía los escalones viendo como desaparecía al doblar por uno de los pasillos- ¡Recuerda esto, idiota! ¡El día en que finalmente te logre atrapar, Uzumaki Naruto hará mierda tu trasero dattebayo!  

Dio media vuelta y aún con la sensación de escalofríos recorriéndole por la espalda decidió bajar. 

- ¡Naruto, ayúdame a desempacar!- escuchó la orden de su madre desde la entrada.  

Con una última mirada hacia al pasillo del segundo piso, suspiró fatigado antes de comenzar a bajar por la escalera y ayudar a su madre con las cajas de la mudanza.  

OoOoOoOoOoO

 No tenía ganas de comer, a pesar de que su estómago le demandaba que fuese a cenar con sus padres. La ansiedad por saber que ocurría en su nuevo hogar era demasiada. Y eso que era el primer día.  

Tirado en el frío piso de madera de su habitación, Naruto observaba el techo intentando descifrar qué demonios había pasado desde que había llegado a la entrada de la casa.  

- “La paranoia se está apoderando de mí”- pensó sonriendo con nerviosismo- Me estoy volviendo loco… y tan joven- se dijo a sí mismo acariciando su cabello con frustración. 

¡Paf!  

El fuerte sonido de la ventana cerrarse le asustó.

Naruto se sentó de inmediato al escuchar semejante estruendo. Juraría que la había dejado cerrada antes de acomodarse.   

- Quitarle la habitación a alguien no es muy diplomático que digamos- Naruto iba a responderle, tenía las palabras en la boca para decirle un rosario completo, pero algo le descojono.- Ya te lo había dicho antes, lárgate de mi casa.

 - No es tu casa ¡es mi casa!- gritó olvidando el detalle de los ojos color fuego que le observaban- No sé quién demonios eres, ¡y no me interesa!- se levantó con agilidad y corrió dispuesto a hacer trizas ese rostro fastidioso. 

- Eres más tonto de lo que aparentas- sonrió triunfante el chico recibiendo el dichoso golpe que le iba a hacer trizas.  

El rubio tembló por primera vez delante del pelinegro, que se limitaba a verlo con maldad. 

“Mi brazo…” 

- “… Le ha atravesado”- pensó con horror. Pequeñas gotitas de sudor comenzaron a aparecer en su frente- “No puede ser…” 

Silencio absoluto. 

- Debo admitir que eres curioso. De todas las personas que han querido invadir mi casa, eres el primero que ha tenido el valor de golpearme…  

Naruto no le escuchaba, estaba más preocupado en otro pensamiento más importante que su explicación.

¿Cómo había sido tan ingenuo en no ver lo evidente?

Era obvio: no estaba loco. 

Aunque era mejor estar loco que hablar con un fantasma que sólo quería que te largaras… 

- “¡¿FANTASMA?!” – un escalofrío le recorrió antes de caer al suelo siendo observado por un divertido chico de ojos del color de la sangre.   

OoOoOoOoOoOoOoO 

 - Hn…- gruñó molesto Naruto viendo su reflejo en una de las ventanas de algunas tiendas que habían cerca de su casa: Su cabello era un asco, debajo de sus ojos existían unas ojeras que se podrían confundir perfectamente con un moretón.  

Hacía más de tres meses que el rubio se había mudado a la ciudad con sus padres para tener una vida mejor. Ya era la época de ingresar a la Universidad y Naruto no era la excepción a esta regla. Él había decidido estudiar arquitectura para quedar en la facultad de artes con sus dos mejores amigos, Gaara y Sai, quienes estaban allí para estudiar historia del arte y diseño gráfico respectivamente a pesar de que habían sacado un mayor puntaje en el examen de admisión. Esa era la parte buena del asunto, ya que la mala no era más que el simple punto de que en su casa, más específico en su habitación, todo era un absoluto caos. Se creía afortunado por mantener aún la poca cordura que le quedaba.

 Todo esto reflexionaba a la hora de ir a su “hogar”, ya que él lo llamaba “su infierno personal”, que por supuesto ignoraban sus padres al estar sumergidos en la felicidad de estar en la casa de ensueños que siempre habían querido.  

Abrió la puerta de la casa esquivando un ladrillo que provenía de el segundo piso directo hacia a él.

- Ensueño será mi zapato- masculló irritado intentando volver a la perfecta máscara de felicidad que ponía hacia a sus padres para no preocuparlos- ¡Ya llegué!- avisó gritando mientras iba saludar a su madre que se hallaba preparando la cena.

 - Hola, Naruto- saludó con una sonrisa Kushina dándole un beso en la mejilla- Minato aún no llega…. En unos 30 minutos más cenamos ¿sí? 

- No te preocupes, además tengo que ir a hacer unos trabajos Kaa-san –le dedicó una sonrisa y salió de la cocina.  

Suspiró agotado. Ahora le tocaba la peor parte del día: entrar a su habitación. Subió las escaleras con decisión y coraje, atravesó el pasillo y cuando se encontró frente a la puerta del cuarto inhaló profundamente y giró el pomo. No le tomo de sorpresa que todo estuviese roto.

 - Ya me empezaba a preocupar de que no llegaras- dijo sarcástico el chico que arruinaba su vida cada maldito día desde que se mudó.  

- No me digas…- ironizó sonriendo con desgana lanzando su mochila hacia la cama. 

- ¿No has traído esa basura de amuletos hoy?- preguntó burlón el pelinegro sentándose frente a él.  

- Hm….- Naruto frunció el ceño avergonzado y enojado comenzó a recordar su estúpido intento de tratar de liberar su “alma”.

 Hacía una semana exacta que había comentado como quien no quiere la cosa a sus amigos sobre cómo alejar a los espíritus malvados de una casa. Sai, que leía sobre  esos temas, le empezó a preguntar curioso…  

- ¿Acaso hay alguno en tu casa? - Es para una amiga… Jeje – rió nervioso. Sai y Gaara se miraron.

 - “Es para él”- gotita estilo anime- Mmm… debe ser uno chocarrero- comentó como si nada 

- ¡Eh! ¿Quieres un chacarero? ¡Pero si acabamos de comer! 

- No se refiere a un sándwich, sino a los espíritus chocarreros… - le explicó Gaara. Naruto le siguió mirando con cara de “ya, claro que te entendí”- Fantasmas malos…- puso los ojos en blanco. 

- ¡AH! ¡Ya lo sabía! jajaja – rió exagerado antes de cambiar su expresión por una más seria- No sé por qué me hace la vida imposible- murmuró apretando sus puños.  

- Simple. Te tiene ganas- respondió Sai como si fuese de lo más natural. Naruto quedó boquiabierto. 

- Deja de molestarlo, Sai- le ordenó Gaara.  

- Ok. 

- ¡D-dime de una maldita vez cómo puedo sacarlo de la casa, Sai!- le exigió el rubio rojo por la rabia y la vergüenza. 

- Es simple, sólo consigue agua bendita, sal gruesa y aceite… ¡ah! Y no se te olvide  un recipiente de cristal- Naruto asentía mientras anotaba en su pequeña libretita lo que necesitaba para echar a ese chico estúpido de su casa- Haz una cruz con el aceite y déjalo 7 días- hizo una pausa para evaluar el rostro de concentración del rubio. Sonrió malvado- Y di: ¡vete de aquí bestia sexual acosadora, que a mí no me puedes follar...!- antes de que pudiese seguir el pelirrojo le lanzó una de las bandejas de almuerzo en la cara.

 - Te lo advertí- susurró bebiendo sin remordimiento alguno su lata de soda. 

- “Nota: nunca más preguntarle algo a Sai, para eso existe el internet”- pensó sonriendo nervioso.   

Consiguió todos los ingredientes por haber… ¡hasta tuvo que infiltrarse en un bautizo para sacar un poco de agua bendita de la fuente!  

Estaba más que dichoso por lograr deshacerse de “él”. Siguió al pie de la letra las instrucciones, sin embargo, no ocurrió lo que él esperaba. El plazo de los 7 días se esfumó y durante todo ese lapso aquel chico sólo empeoraba la situación: las paredes estaban rayadas con la palabra “MÍO”; por más recogiese su ropa, “él” la volvía a lanzar por la ventana; las cortinas lucían rasgadas y sucias por fango, el baño de la habitación era un desastre total, basura y más basura era acumulada alrededor de su cama.

En conclusión:  Las cosas habían empeorado mil veces.

Desde ese momento jamás volvió a hablar del “fantasma” con sus amigos. 

- Ya te dije la solución: LÁRGATE DE MI CASA- pronunció con gravedad el joven de ojos carmesí. 

- ¡ARG! ¡Ya me harté! – el chico sonrió con crueldad. Había ganado la batalla tal como lo había hecho hace tres meses atrás con la otra familia que había querido adueñarse de su casa.- ¡Te voy a dejar muy bien en claro esto…!- el pelinegro mantuvo su sonrisa de superioridad- ¡NO VOY A ABANDONAR ESTA CASA! ¡NO SEGUIRÉ TU ESTÚPIDO JUEGO! ¡YA NO! 

El chico abandonó su sonrisa y lo miró sorprendido.

- ¡Me quedaré te guste o no! ¡Si no te gusta ándate a la mierda, porque yo no me iré!- le dejó en claro el rubio señalándole con el dedo- ¡Mi familia se ha sacado la mierda en poder tener esta casa y no vamos a renunciar a ella sólo porque a ti te da la menopausia fantasmal!- le corrió un escalofrío al pronunciar esto.

 - ¿Qué? ¿Fantasma?- murmuró intentando asimilar las palabras que había dicho el rubio- Espera un momento. Yo no soy un fantasma- aclaró alzando una ceja. 

Naruto le observó boquiabierto. ¡E-Estaba loco si le creía! 

- Ya… y yo tengo que irme a un manicomio por verte. ¡Espera! Eres producto de mi imaginación- lanzó sarcástico.  

- No tienes tanta imaginación como para crearme. Tienes el cerebro del tamaño de un maní- se burló con desdén- Pero yo no soy un fantasma- añadió.  

- ¿Ah…sí? Entonces… ¿por qué me molestas a mí únicamente? ¿Por qué mis padres no te ven? ¿Por qué desapareces como por arte de magia?- le cuestionó apuntándole- O me estoy  volviendo esquizofrénico…- le miró con frialdad

 El pelinegro se lo pensó un poco, adquiriendo confusión en su rostro.

 - Yo sólo protejo mi casa. No le veo pecado en eso… 

- Pecado es que me destruyas la vida para recuperar la tuya- le interrumpió molesto el ojiazul- Has tirado mis ropas, has hecho trizas mi habitación y mi baño, cada noche para mí ha sido un infierno ¿y por qué? Porque don fantasma no quiere perder la casa que ya no es de él- enfatizó con un deje de resentimiento. 

- Primero, tengo un nombre y es Sasuke. Segundo, la casa que tanto he cuidado para esperar a mis padres ha sido invadida por extraños. Dime… dime realmente qué sentirías si estuvieras en mi lugar. ¿La tratarías de recuperar? 

- Bueno, la recuperaría, pero no necesariamente les haría pasar el calvario que me has hecho a mí, Sasuke- confesó mirándole con profundidad y con cierto alivio;  al fin conocía el nombre de aquel sujeto. 

Por unos pequeños segundos se quedaron absortos en el rostro del otro, aunque claro, dedicándose miradas llenas de enfado y resentimiento.  Naruto estudió con minuciosidad la expresión de su rostro. Era evidente que había pasado por alto sus características físicas. Je… como si hubiese tenido tiempo de hacerlo de todos modos. No había notado que su piel era blanca como las antiguas paredes de su habitación (de antigua se refería a que ahora estaban llenas de pintura y lodo, aunque eso no venía mucho al caso), que sus labios tenían algo… un algo que lo hizo desviar la mirada hacia a otro lado. Rayos, ese maldito era terriblemente sexy a pesar de ser tan idiota, arrogante e infantil.

Sonrió un poco ante lo último. Sí, ese tal Sasuke era infantil al haberle provocado tantos problemas de ese tipo.

 Una gotita de sudor le recorrió la frente. Debía admitir que de haber estado en esa situación… él también habría hecho lo mismo… o peor. 

- Y bien… si no eres un fantasma del más allá que ha venido a penar, entonces explícame… ¡¿Qué mierda eres dattebayo?!- preguntó exasperado intentando encontrarle lógica. 

- ¡Y yo qué carajo voy a saber!- le respondió del mismo modo- Tsk…  

- ¿Y tú familia donde está?- el rubio suspiró observándole de reojo al escuchar un gemido por parte del pelinegro. Bien, la pregunta tal vez no era una de las más adecuadas. 

- No lo sé…- murmuró agitado- Por más que intento recordar que pasó… no logro recordar nada.

 Naruto se inquietó en ese momento. No parecía que mentía el idiota, su voz no parecía tener un matiz de engaño. No quería ceder de inmediato, no después de todo lo que él le había hecho durante todo ese jodido mes. Pero cuando miró sus ojos carmesí le impactó el dolor y la confusión que destellaban en ellos.

 Tragó saliva por producto del nerviosismo y acarició como reflejo el piercing de su oreja. Un mal hábito al estar estresado. 

- ¿Por qué no llegamos a un acuerdo?- le propuso el ojiazul con voz bajita. 

- ¿A qué clase de trato te refieres?- cuestionó mordaz el pelinegro intentando desaparecer su vulnerabilidad ante el rubio.  

- Yo te ayudo a averiguar que ha pasado con tu familia y tú simplemente dejas de hacerme la vida imposible. 

- Dame una buena razón para hacerlo. 

El rubio se lo pensó un poco antes de responderle con una mirada desafiante. 

- Simplemente porque ya no quiero soportar más el hecho de despertar y ver el desastre que has montado para echarme - el rubio hizo una pausa mientras el ojirojo se divertía de lo lindo al mencionar ese suceso- y como tú mismo habías dicho el primer día: “soy el único que ha tenido el valor de golpearte”, eso debe ser porque he sido el único que ha podido verte ¿o me equivoco?- cruzó los brazos al sentirse vencedor.  

Sasuke entrecerró sus ojos con recelo. - ¿Serías capaz de proporcionarme la información?- Naruto asintió cuidadosamente- ¿Por qué debería confiar en ti? 

- Porque soy tu única salida- susurró el rubio con más suavidad que antes. 

- Por el momento… 

- Por el momento- repitió Naruto intentando ganarse un poco su confianza.

 Sasuke se acercó hacia a él lentamente, cosa que puso alerta de inmediato a Naruto. El pelinegro agarró uno de sus dedos y con un vidrio roto que se encontraba en el suelo presionó su piel hasta que una pequeña abertura se dejó al descubierto en su dedo índice. El rubio observaba todo ese procedimiento con absoluto silencio. Pequeñas gotitas de sangre pudieron recorrer la yema del dedo, Sasuke se acercó a lamer aquel fluido con suma dedicación. Relamió sus labios ante un acalorado Naruto.  

- ¿E-es necesario q-que hagas esto?- preguntó el rubio echándose para atrás en un intento de que el calor de su cuerpo disipara de una vez.

 - No - sonrió con mofa Sasuke dando la última lamida- “Esta es una manera de unirse”, al menos eso me decía mi hermano. 

- Pues qué rarito era- murmuró agitado quitando su dedo de los labios del pelinegro- Eso quiere decir… ¿tregua? 

- Tregua- asintió el pelinegro alejándose velozmente de la habitación hasta desaparecer.

 El rubio se le quedó mirando embobado hasta que una fugaz pregunta recorrió su mente. 

- Un momento. ¡¿Cómo demonios pudo lamer mi sangre el muy desgraciado?!- puso ambas manos en la cabeza- ¡NO ENTIENDO NI UNA MIERDA!- se quejó echándose al piso.

 … 

- Minato, ¿no crees que naruto ha estado un poco susceptible durante este mes?- Kushina mordió sus labios 

- Debe ser que está preocupado por los estudios- Minato bebió un poco del té que le había servido su esposa. 

- “¡NO ENTIENDO NI UNA MIERDA!”- ambos padres se quedaron quietos escuchando en el grito desesperado de su hijo.  

- ¿Lo ves?- Minato sonrió 

-… Sigo sin convencerme- rodó los ojos.

 OoOoOoOoOoOoOoO 

 Naruto nunca había experimentado durante sus 19 años de vida aquella sensación de asfixia.

Ni siquiera cuando le molestaban los bravucones de su antiguo pueblo por ser diferente. Era extraño, porque una parte de él estaba consciente y la otra no, como si estuviese al final de un sueño... como no queriendo ¿despertar?

 Abrió los ojos de golpe para encontrarse con algo blanco que le estaba impidiendo respirar. La presión ejercida en aquel objeto ya le comenzaba a molestar. No era una simple broma. No. Era como si le quisieran eliminar.

Reuniendo las pocas fuerzas que le brindaba su cuerpo adormecido, consiguió apartar el objeto que lo trataba de matar por falta de aire y a unos pocos centímetros de éste estaba el autor del delito, que lo miraba con cierta estupefacción en sus ojos carmesíes.

 - ¡Tú…!- el cuerpo del rubio tembló de pura rabia- ¿Pero qué demonios tratabas de hacer? ¡¿No se supone que habíamos hecho una tregua, teme?!- explotó  

- Se me olvidó- contestó encogiéndose de hombros para restarle importancia.

 El rubio se quedó estático, ¡Cómo se le podía olvidar algo tan importante! 

- Fue algo automático- añadió con simpleza- Te veías tan tranquilo que dudé por unos instantes si era el mismo cabezota de anoche, así que me quería asegurar si… 

- ¡¿Los enanitos se te fueron al bosque o al más allá?!- le interrumpió el ojiazul antes de coger su ropa para irse a la universidad- ¡Imbécil!- escupió con enfado antes de entrar al baño de la habitación y cerrar con fuerza la puerta.

  El pelinegro se quedó apoyado en una de las paredes observando aún la puerta del baño por la que se había ido el enfadado rubio. ¡Ni siquiera le había dejado explicarse!

Con fuerza estampó su puño contra el pobre y pequeño espejo que había sobrevivido de sus intentos de echar al rubio de la casa. Ahora no era más que pequeños trocitos… 

- ¡Ya escuché eso, bastardo! – Escuchó los pasos acelerados del rubio en el interior del baño- ¡Y deja de romper mis cosas, maldita sea, o si no llamo para que te exorcicen! 

- “Creo que tendré que controlar el impulso de romper sus objetos antes de que cometa esa estupidez y de comportarme mejor con él antes de que me deje sordo.”- pensó acariciando sus sienes- “Y no soy un fantasma. Tsk”  …

Notas finales:

ne...? Merece la pena que suba el segundo y penúltimo capítulo xD? Ojalá que sí, pero eso queda bajo su jurisdicción xD.

No sé cuanto habrá afectado a la personalidad de los personajes el hecho de que me los haya imaginado a los dibujos de Piero-sama (creadora de muchos doujinshis sasunaru, *0*) xD. Bueno, hay que ver :B.

A todo esto o.o...

Dejen reviews xD!!!


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