PROLOGO
Kyo Nishimura era un niño que, desde que podía recordar, vivía en esa habitación de paredes blancas. Tenía una ventana que daba al patio interior del lugar donde residía, de aquel edificio que podía llamar hogar. Ese quizás era su lugar favorito, el espacio al lado de la ventana, desde donde podía mirar hacia afuera. Hacia aquel lugar inalcanzable. No lo dejaban salir mucho, porque sufría de constantes enfermedades y lo cuidaban mucho por eso. Pero su susceptibilidad a sufrir de ellas no era la única razón de que estuviera allí.
…l no recordaba nada de eso, pero siempre le habían dicho que había llegado allí hace un par de años, porque había sufrido un accidente. Una caída a gran altura desde un árbol, en el cual golpeó fuertemente su cabeza. Y para ser más específicos, este golpe atacó y afectó su memoria. Terminó por compararse a sí mismo como una computadora de poca memoria, borrando lo nimio para guardar los recuerdos recientes y útiles. Quizás por eso cada día olvidaba un poco más de su pasado...
Pero aquello no le importaba mucho. Al menos no le importaba hasta que lo conoció a él.
Ruki Matsumoto era un chico que había llegado allí mucho después de Kyo. Era menor. Un día el chico miraba por la ventana como siempre y vio a aquel muchacho nuevo de pie en el centro del jardín, mirando las flores en la linda estación de primavera. Sus ojos se iluminaron, pero demasiado tímido para hacer algo -y de todos modos no lo dejarían salir-, solo se dedicó a mirarlo desde su posición. Así fue durante un año, durante un año y medio más.
Pero sin salir jamás de su escondite.
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