Castigo...¡Castigo! ¡Maldito castigo!
Mu era un niño bastante inocente, tierno, y adorable, pero cuando se enojaba todo esto cambiaba por una faceta bastante negativa.
Cuando alguien le hacía enojar, cosa no muy dificil debido a que a veces tenía poca paciencia, prácticamente le echaba a patadas de enfrente suyo.
Pero cuando un profesor te hace enojar, no lo puedes echar a patadas porque directamente te envía de castigo a la dirección.
Claro, Mu se contentó con revolear los ojos, impaciente.
Ésto lo tomó su agradable profesor Death Mask como una falta de respeto, por lo cual lo envió directamente a la dirección para que reciba el castigo que le corresponde.
Así que Mu se encontraba caminando hacia tal lugar, arrastrando los pies con desgana.
El jovencito tenía apenas 15 años, cabellos sedosos, largos y lilas, y una vivaz mirada verdosa que volteaba a más de uno.
Su rostro era angelical, y su voz, suave y susurrante, pero cuando se enojaba, todo esto cambiaba.
El problema había comenzado en la clase de Lengua. Mu se había olvidado de hacer la tarea debido a que a su padre Shion, escribano, lo habían asaltado en su oficina y le habían robado bastantes cosas.
Debido a ésto y a muchas otras causas más, estaban mudando su oficina de trabajo a una galería que si bien era algo pequeña y escondida, tenía flores y muchas plantitas.
¿A qué vamos con ésto?
Por ayudar a sus padres Shion y Dohko a mudarse, había descuidado sus tareas, y el profesor le había soltado un discurso que casi duerme a más de uno en el salón.
Y bueno, el resto ya lo saben: directo a la dirección.
Mu no conocía al director, pero había oído que era bastante joven para ser director. También había oído que era muy, muy sensual.
Nadie había sido castigado personalmente por el, pero varias niñas risueñas habían confesado que les gustaría ser castigadas por el.
A Mu, esto le importaba tres cominos.
Cuando llegó a la oficina del director, apoyó la mano en el pomo circular y lo giró, empujando luego la puerta para poder pasar.
Estaba tan metido en sus pensamientos que había olvidado sus modales, por lo cual una voz le interrumpió.
-¿No te enseñaron modales en tu casa? ¡Sal de aquí y toca la puerta!-se escuchó fríamente.
Aquella voz hizo temblar a Mu, quien tenía la mirada clavada en el suelo.
Sin mirar el rostro de quien le daría su castigo, salió y tocó la puerta.
Un "adelante" se dejó escuchar en medio del silencio, y nuevamente el pelilila entró en el lugar, esta vez mirando al director.
Se sorprendió bastante al ver a un hombre de aproximadamente 21 años, hermosos ojos cielo, cabellos largos rubios y tez blanca, como la de él mismo.
Tragó seco y, casi sin darse cuenta, se atrevió a pensar: 'como me gustaría que el me castigue...'.
Y sí, era bastante raro que el director se encontrara en aquella oficina, pues por lo general nunca mostraba su rostro, y quien hablaba por el era el vice-director.
-¿Porqué estás aquí?-preguntó fríamente el rubio manteniendo la mirada en su computadora, a medida que tecleaba unas cosas.
El pelilila dudó si contestar, ya que le daba vergüenza.
-El profesor me dijo que venga aquí porque...dice que soy un...irrespetuoso.-dijo con un hilo de voz.
-Y lo eres.-acertó el mayor, el cual llevaba unos lentes, que no hacían más que darle un toque más malvado y...¿excitante?
Dios, ¿en qué estaba pensando?. El menor dejó su mente en blanco. Si seguía divagando, tendría problemitas.
Miró el cartelito del escritorio, en el cual se leía 'Shaka Virgem, director'.
El rubio, al no ver respuesta del menor, situó sus ojos en el.
Sonrió al ver su cuerpecito frágil, su piel blanca, sus cabellos que caían como cascada, suaves..Sus labios siendo mordidos con timidez, sus mejillas sonrojadas.
-Ven.-dijo quitandose los anteojos y levantándose de su silla.- Te daré tu castigo...
El menor se quedó quieto en su lugar, al lado de la puerta que aún yacía abierta.
Se sintió contrariado cuando el mayor la cerró silenciosamente y le metió traba, y aún más cuando tiro de las cortinas para que no se vea nada.
Lo mismo hizo con las ventanas a un lado del escritorio.
Las grandes y expertas manos de Shaka voltearon al menor.
-¿Q-qué hace?-pregunto tímido cuando el rubio se situó tras el y le bajó los pantalones.
-Te daré tu castigo nene...-dijo con un dejo seductor.
Luego de bajar sus pantalones, bajó su ropa interior.
-¡Auch!-gimió en cierto momento Mu.
Shaka le había dado una nalgeada, y no había sido precisamente suave.
Tuvo que morderse los labios y apretar los párpados para no llorar. Después de todo, era un hombrecito, ¿no? Unas nalgeadas no le harían nada.
Sin hacerse esperar, otra nalgeada se hizo presente, causando otro gemido de dolor en el menor.
Cuando Shaka llegó al tercer golpe, algo extraño ocurrió.
En vez de quejarse el pequeño, o de gritar, soltó un gemido de placer, el cual excito no solo al director, si no también al pobre alumnito.
Intentó esconder su miembro entre sus manos, pues si el director le veía en ese estado, lo tacharía de pervertido además de irrespetuoso.
-Aún no terminó el castigo...-susurró con malicia Shaka mientras veía los esfuerzos de Mu por ponerse el pantalón.
Su pálido y redondo traserito comenzaba a cobrar un color morado/rojizo debido a las golpizas.
Sonrió y apoyó el cuerpo del menor contra la pared.
¡Dioses!
¡Ese hombre si que tenía fuerza!
Mu intentó moverse para soltarse, pero...¿para qué? si aquello era lo que quería.
Shaka comenzó a bajarse los pantalones presuroso, al igual que la ropa interior.
Ésta ya estaba en el suelo cuando Mu se dió vuelta y se lanzo sobre el miembro del mayor.
El rubio le miró extrañado y con una mueca de placer en el rostro, pero no se quejó y apoyo una mano en la nuca de Mu, obligandole a chuparlo más.
-¡ Ohh sí, sí, continúa...ahh sigue, me encanta tu boquita niño ! -gimió con placer.
Un sonido masculino emergió de su pecho y le alertó al pequeño que iba a terminar, pero no se apartó, al contrario, bebió toda su sustancia.
El rubio sonrió con frialdad y volvió a voltear al pequeño.
De una sola estocada y luego de situar su miembro, lo penetró duramente, causandole unos gemidos y quejas de parte del menor.
El mayor comenzó a moverse de forma presurosa en el trasero de Mu, quien gemía con las manos (y todo su cuerpo) apoyadas en la pared.
Pronto a Shaka comenzó a hacérsele incómoda aquella posición y, tirando todo lo que yacía en el escritorio, lo recostó allí, comenzando a penetrarlo nuevamente, esta vez con más salvajismo y rapidez.
-¡Ugh ugh! Eres un niño...¡ugh! bastante irrespetuoso ¡ughhh! mereces un castigo...siii...-dijo ronco, con un tono de voz lascivo.
-¡Ahh ooohhh ahhh!-gemía sin control el pequeño. Apoyó las piernas en sus hombros y continuó excitando al mayor.- ¡Ahh sí castígueme, castígueme!-pedía continuamente.- ¡Ohh si más, más!
Finalmente, el mayor liberó su sustancia en el interior de Mu, quien soltó un jadeo bajísimo, tanto que no llegó a oídos del mayor.
Había sido rápido, excitante y ardiente.
El menor comenzó a vestirse rapidamente, ante la mirada curiosa y fría de Shaka, quien ya se había acomodado su pantalón.
-Espero que hayas aprendido la lección, Mu...
El menor se ruborizó y bajo la cabeza.
Pero sería mejor dejarlo contento.
-Sí señor...-y desapareció por la puerta.
Shaka sonrió.
Sabía que no sería la última vez que le tocaría castigarlo.