Poco a poco abrí los ojos acostumbrándome en pocos segundos a la oscuridad que invadía mi dormitorio.
Mis labios se curvaron formando una sonrisa de satisfacción, y como cada noche, empecé el ritual que me correspondía como monstruo de la noche.
Mire curioso las estrellas a través de la ventana, la luna relucía iluminando pálidamente las calles, formando una penumbra que se entremezclaba con las luces de las farolas.
Salí de mi refugio y el viento acogió mi cuerpo meciendo mis hebras oscuras despeinándome y trayéndome una sinfonía de olores, algunos me atraían de sobremanera, el olor de la sangre podía percibirlo aunque estuviese lejos.
Lamí mis labios, note como mi garganta me quemaba reclamándome alimento, y sin espera comencé mi búsqueda.
Recorría las calles velozmente, convirtiéndome en una sombra para cualquiera, imperceptible, ocultándome mientras corría.
No muy lejos encontré un delicioso olor, nunca antes me había atraído tanto el olor a sangre, en segundos note como mis colmillos empezaban acrecer, como mi garganta ardía con mas fuerza y como mis ojos se volvían anormalmente rojos.
Lo encontré a pocos metros.
De espaldas a mi estaba un chico rubio de piel tostada, no muy alto.
Me pare en seco, aun teniendo la ardiente necesidad de beber su sangre quise por decirlo de alguna manera jugar con mi comida.
Me hice notar tras de el, a lo cual respondió girándose, sus ojos de un azul cielo se clavaron en mi, mirándome contrariado y asustado al darse cuenta de que mis ojos eran de color rojo.
Note como su pulso se acelero y como comenzó a andar de manera mas rápida, claramente huyendo de mi.
Sonreí dejando ver mis colmillos, ya había comenzado mi persecución.
Aun me mantenía a la misma distancia, alejado de el unos metros, aquel chico subía rítmicamente la velocidad, y en ocasiones se giraba verificando que aun le seguía.
Su nerviosismo crecía por momentos, y por ello poco a poco empezó a correr.
Y pocos segundos mas tardes subí mi velocidad acercándome a el, y a su vez dirigiendo su huida. Le conduje a un parque infantil, donde a estas horas de la noche no aparecería nadie.
Desaparecí a sus ojos dejándole por unos minutos descansar.
Ví como, asustado miraba a todas partes, su respiración agitada iba calmándose.
Cuando decidí que ya estaba lo suficientemente calmado volví a acercarme a el, de nuevo por la espalda.
-¿Te he asustado?- le pregunte irónicamente.
Se giro bruscamente asustado, mirándome aterrorizado.
Fui acercándome poco a poco, el no se movía.
Me situé frente a el, sonriéndole, dejándole verme al completo.
Me recorrió con la mirada asta volver a posar sus orbes azules en las mías imperturbables de color rojo.
-¿Cómo te llamas? – le pregunte.
Ahora yo quien le recorría con la mirada. Lo cual le puso más nervioso.
-Naruto- me respondió en un suspiro.
Y sin previo aviso me encontré a su espalda, rozando mi rostro contra su frágil cuello.
Mi deseo por su sangre se hizo más fuerte, me estaba volviendo loco.
Se tenso rápidamente al notarme en su espalda rozando su cuello.
- Y dime Naruto… ¿Cómo quieres morir?- me reí tras formularle la pregunta.
Giro el cuello mirándome de reojo. Le enseñe los colmillos y su piel tostada se volvió casi tan blanca como mi propia piel.
-¿Qué?- pudo articular con dificultad.
Podía ver como poco a poco iba derramando lagrimas de pánico, estaba realmente asustado.
Pose una de mis manos en su mejilla limpiando las húmedas cascadas que caían de sus ojos, retirando las lágrimas.
-¿Así que no quieres morir?- mas que una pregunta fue una afirmación.
Negó con la cabeza al cabo de unos segundos tras la pregunta.
Volví a reír, y retire mi mano de su mejilla.
Aprese entonces con fuerza sus muñecas detrás de su espalda, inmovilizándolo.
Y de nuevo volví a su cuello, estaba alargando demasiado el juego y ya no podía soportar el dolor de mi garganta.
Lamí primero su cuello haciendo que se estremeciera ante el contacto, mientras cerraba los ojos.
-No lo hagas por favor- me suplico, cosa que me sorprendió.
-Haré lo que quieras- dijo seguidamente.
Solté sus manos, y le gire bruscamente dejándole enfrente de mí de nuevo.
-¿De veras?, lo que yo quiera- verifique lo que me dijo.
Aun derramando lagrimas lo afirmo sin decir palabra.
-Entonces, acércate- le ordene.
Se situó a unos pocos centímetros de mí, mirándome aun a los ojos con miedo.
Me perdí por unos segundos en sus ojos azules, nublados por el miedo.
No solo me atraía la sangre de este chico sino que quería más.
Cruce la poca distancia que nos separaba, besándole bruscamente, mordiendo su labio inferior haciéndolo sangrar.
Grito dolorido entre mis labios que lamían la sangre que se derramaba.
Disfrute de su sabor y cerré los ojos para controlarme.
Me separe de el aun con los ojos cerrados, tras unos segundos logre volver en mi, y los abrí de nuevo.
Me seguía mirando ahora sorprendido al ver que mis ojos se tornaron negros.
Ya sin lágrimas en los ojos y algo más calmado me pregunto.
-¿Quién eres?- hubiera sido más correcto que eres.
Le dedique una sonrisa torcida antes de responderle.
- Me llamo Sasuke- fue mi única respuesta.
-Sasuke- respondió susurrando mi nombre.
No deje que siguiera ablando ya que de nuevo agarre su mano y tire de el.
Caminamos rápido por las calles, seguía mi ritmo tras de mi aun agarradole.
- ¿A dónde vamos?- me pregunto desconfiado.
-Ya lo veras- le respondí divertido al notar que volvía a ponerse tenso.
Tras un tiempo indeterminado llegamos a mi casa.
Abrí la puerta y me adentre junto a Naruto en ella.
Le solté tras cerrar la puerta y encendiendo las luces.
-¿Es tu casa?- me pregunto inseguro.
-Si, que esperabas- le dije mientras pasaba a su lado dejándolo atrás.
Me siguió al momento tras notar que se quedaba solo en la entrada.
Me encontró en la cocina, junto al frigorífico.
No le preste atención por un momento y del congelador saque una bolsa de color rojo.
La vertí en un vaso, y sin demora la bebí rápidamente.
Calmo mi ardor aunque odiaba beber esa porquería teniendo una tan deliciosa en el umbral de la puerta.
Termine en pocos segundos y lamí mis labios retirando cualquier resto de sangre que hubiera quedado.
Y le volví a mirar, miraba curioso el vaso ya vació.
Me acerque de nuevo a el lentamente y nuestras miradas se volvieron a cruzar.
La aparto mientras un sonrojo se incorporaba a sus mejillas por la intensidad de mi mirada.
-¿Qué acabas de beber?- me pregunto curioso si volver a mirarme.
-Sangre- le respondí.
Se altero ante mi respuesta alejándose de mí.
Me reí ante su acción y volví a cogerle y acercarle a mí de nuevo. Intento separarse en vano de mi, tan solo consiguió hacerse daño.
Volvió a mírame mientras pregunto.
-¿Eres un…vampiro?- dijo entrecortadamente.
No respondí tan solo le enseñe mis colmillos en una amplia sonrisa.
Abrió los ojos desmesuradamente, asustado.
-Tranquilo, ya te he dicho que no te voy a matar- le tranquilice.
Y le solté de mi agarre mientras me retiraba de la cocina.
Se giro siguiéndome con la mirada aun atemorizado, perdiéndome de vista cuando subí las escaleras.
Tras unos minutos le llame desde el piso de arriba.
-Naruto, sube- le ordene.
Pude oír como subía lentamente las escaleras y recorría el pasillo buscándome.
Me encontró, en el dormitorio, saliendo del baño.
Note como sus ojos se posaban en mi cuerpo que tan solo lo cubría un pantalón oscuro de pijama.
Me dirige al armario, sacando algo para que se cambiara.
Le mire, aun sus ojos me recorrían, y le lance la prenda.
-Pontelo, a no ser que quieras dormir desnudo- le dije mientras me acercaba a el.
Se sorprendió ante mi ofrecimiento y sus mejillas adquirieron un tono carmesí.
Reí ante su reacción y le señale el baño anticipándome a su pregunta.
Mire el reloj, eran las tres y media de la noche.
Naruto salio del baño ya vestido, el pijama le quedaba algo grande, dejándome ver parte de su pecho.
Me metí en la cama sin dirigirle la mirada.
-Sasuke…donde duermo- me pregunto avergonzado.
Me gire, dándole la cara ya tumbado en la cama.
-Aquí- le dije secamente.
Y antes de una posible replica le tire a la cama.
Grito de sorpresa ante la acción, cayendo sobre mi cuerpo.
-Aquí pero…- corte su replica.
-Harás lo que te diga ¿de acuerdo Naruto?- le respondí.
Y sin una palabra Naruto se introdujo entre las sabanas junto a mi cuerpo.
Note la calidez que desprendía y sin previo aviso le acerque a mi cuerpo frió.
Se estremeció ante el contacto, pero poco a poco sucumbió ante Morfeo que lo acogió dulcemente.
Mientras yo disfrute del contacto de su piel calida contra la mía helada.