USA X UK
(Alfred x Arthur)
7 Cosas
- ¡Es un imbécil! - llega a su casa enrabiado, mientras deja su mochila en su cama y se agarra sus cabellos rubios como de príncipe - ¡Lo odio, lo odio, lo odio! - decía con furia y frustración, mientras intentaba pasar su berrinche. Recostó su espalda en su cama y agarró la almohada más próxima a él y abrazo lo más posible, quería descargarse con algo para no hacerlo con alguien... - ¡No puedo creer que me gusté ese idiota! - dijo en un grito ahogado mientras tapaba su faz con el almohadón.
Ese día, era uno de los peores para Arthur Kirkland, un estudiante de buenas notas, gran formalidad, y apariencia principesca gracias a sus genes británicos, que le otorgaban un bello cabello rubio corto, ojos verdes claros y unas cejas algo rebosantes que no ensuciaban su magnánima imagen. Por ahora todo bien, bueno, hasta ahora, ya que hace algunos meses empezó a tener una relación con Alfred Jones, otro chico de la escuela que era gran amigo suyo, aunque siempre era considerado como un idiota muy energético. Ambos estuvieron enamorados entre ellos por mucho tiempo, y hace poco estaban probando con está relación, que lamentablemente le han dado grandes dolores de cabeza al británico...
Probablemente no debería decir esto
pero a veces me siento tan asustado
cuando pienso sobre el anterior
noviazgo que compartimos
era impresionante, pero lo perdimos.
De repente, de la nada suena el celular de Arthur que estaba encima de la mesa, con un típico sonido de teléfono móvil. Pero el británico no quería hablar con nadie, quería estar solo. Y antes de presionar el botón de ´´ cortar ``, dudó un poco y se accedió a contestar con mala gana.
- Hola - dijo en tono enfadado Arthur y de la nada le contestó una voz muy energética.
- ¡Arthur, soy yo Al...! - no alcanzó a hablar, ya que con sólo escuchar esa voz le cortó con ira y tiró el celular a la cama, obviamente no lo tiraría ni loco al suelo, pero aún así no quería hablarle a ese tonto, ahora si que el joven estaba enojado, y lo estaba demasiado. Pero algo colmó más su paciencia...
- ¡Arthur! - escuchó de forma lejana, no podía creerlo, ¿acaso afuera...?
Es posible para mí que no me importe
ahora estamos parados bajo la lluvia
pero nada nunca va a cambiar
hasta que me escuches, mi querido.
El británico con rapidez abrió sus ventanas empapadas de agua lluvia, ese día era horrible hasta en el cielo ya nublado y de color gris. Sus orbes verdes se fijaron en el asfalto mojado y en la persona que gritaba su nombre, era él...
- ¿Qué haces aquí? - dijo al verlo ahí parado mojándose como gato desgraciado.
- Quiero hablar contigo... - dijo en jadeo mientras que su aliento se contrastaba con el ambiente.
- ¡Ya hablamos y quedó todo claro! - dijo frunciendo el entrecejo, Arthur.
- Arthur, por favor escúchame... - le rogó - necesito hablar contigo... - no podía decirle que no a esos ojos azules...
- ... - lo miró fijamente - esta bien... - bajó sus escalones hasta llegar a la puerta de su casa, y cuando la abrió el mismo chico que le estaba rogando se le abalanzó contra él empapándolo accidentalmente, ya que lo abrazaba con mucha fuerza.
- Arthur... lo siento - dijo casi en susurro.
- ... - El británico no le dijo nada, espero a que se calmara y ahí recién hablaría... o mejor dicho actuaría...
Las 7 cosas que odio de ti
las 7 cosas que odio de ti
tu vanidad, tus juegos, eres inseguro
me amas, te gusta ella
me haces reír, me haces llorar
no sé qué lado a comprar
- ¡Paf! - Sonó la cachetada repentina que le dio el rubio al americano, que pronto se sobó con una de sus manos.
- ¡Idiota! - Dijo alterado el británico - ¡No puedo creer que este enamorado de ti, no sabes lo mucho que me haces sufrir! - de pronto unas leves gotas de agua se asomaron por su piel clara, pero a la vez enrojecida por la rabia que sentía.
- Arthur, yo... - intentaba enmendar el error que cometió, pero lamentablemente ya estaba hecho...
- ¡Cállate, no quiero saber nada de ti! - Dijo ya perdiendo la serenidad completamente - ¡Yo... yo realmente confiaba en ti, pedazo de idiota! - sin querer unas cuántas lágrimas empiezan a caer desdichadamente hasta que se desvanecen al chocar con el suelo. Alfred, el novio de Arthur lo había traicionado con su mejor amigo, Kiku. Fue una noche de pasión insignificante que tuvieron el japonés con el norteamericano, que fue provocada por el alcohol y el frenesí de la noche, pero aún así dolía, y mucho...
Tus amigos son idiotas
y cuando actúas como ellos, sólo sé que duele
quiero estar con el chico que conozco
y la séptima cosa que odio más de ti
me hiciste amarte.
- ... - El mayor sin decir ni una palabra lo abrazó fuertemente, mientras que sentía los sollozos de su novio en su pecho, como cada lágrima mojaba aún más su ropa ya empapada por el agua cero, y ese dolor que los envolvía, el remordimiento de no haber sido sobrio esa noche, y el dolor de estar enamorado de un idiota. Sentimientos encontrados, eso era lo que sentían en ese momento ambos. De pronto... el menor de los dos rubios se aparto del pecho del americano, sin duda ya había llorado lo suficiente para mostrarse firme y con voluntad propia.
- Quiero que te vayas... - balbuceó apenas con su garganta y corazón herido - Quiero estar solo...
- ¿Eso significa que me perdonas? - Sus ojos azules brillaron de esperanza, que enseguida fue apagada por la indecisión del británico.
- Alfred... ¿Acaso no te das cuenta lo destrozado que estoy? - Dijo en tono serio el menor - Quiero pensar ahora mismo... y no sé si te pueda perdonar, ahora sí que la confianza que te tenía la perdiste y... quiero que te vayas... por favor...
- Ya veo... - El rubio mayor entendió perfectamente, así que humildemente se retiró con toda la lluvia hacia las afueras y se marchó con miedo a no volver a ver a su amado Arthur... - Perdóname... - susurró para sí dejando que esas palabras se las llevara el viento...
Es vergonzoso y silencioso
como yo espero que me digas
lo que tengo que escuchar ahora
es una sincera disculpa
y cuando lo digas, lo creeré
si lo escribes, lo borraré
seamos claros
no voy a regresar
estamos tomando 7 pasos aquí.
Después...
Habían pasado unos tres días, y aquella pareja aún no ha hablado, ni siquiera se han visto desde aquella gris lluvia. Aún lo recuerda, aún lo quiere, aún le duele... Arthur quiere ver a Alfred, pero a la vez quiere mandarlo todo a la mierda. ¿Qué puede hacer en una situación así? Es cierto, él ha hablado con Kiku sobre lo que pasó en la fiesta con su novio y este le dijo que fue algo realmente sin importancia, que entre le japonés y el americano no había nada, y que esa noche habían bebido demasiado y el olor a cigarrillo los hizo dejarse llevar. En conclusión quiso decir que fue un accidente, pero aún así se pudo haber evitado, pero no fue así...
De pronto sonó dos pitidos originados por el celular que estaba en la cama mullida del inglés, aquel sonido significaba un mensaje de texto recién recibido. El chiquillo tomó con cansancio su teléfono y miró la pantallita, era un mensaje de Alfred que decía...
Estoy afuera de tu casa, quiero hablar contigo.
- ¿Qué? - dejó escapar aquellas palabras al leer aquello.
De pronto sintió esa inquietud y abrió la ventana de su habitación que daba hacia fuera, y lo vio, de nuevo ahí, pero esta vez sin la helada lluvia rodeándolo, era Alfred con un ramo de rosas en sus manos, y era obvio de para quien eran...
- ¡Baja, por favor! - le rogó exasperado el mayor gritando con todas sus fuerzas.
- ...Alfred... - murmuro con cierta pena y alegría de al fin verlo ahí... al fin...
Las 7 cosas que odio de ti
las 7 cosas que odio de ti
tu vanidad, tus juegos, eres inseguro
me amas, te gusta ella
me haces reír, me haces llorar
no sé qué lado a comprar
tus amigos son idiotas
y cuando actúas como ellos, sólo sé que duele
quiero estar con el chico que conozco
y la séptima cosa que odio más de ti
me hiciste amarte.
- Son para ti - habló primero el rubio mayor extendiendo las rosas hacia su querido novio - Perdón... - dijo totalmente arrepentido, cosa que se le notaba hasta en la voz - Ya aprendí la lección... y lo único que quiero hacer ahora... es abrazarte - dijo ya impacientándose.
- ... - No sabía que decir Arthur, pero lo que más quería en esos momentos era ver a su novio, verlo y sentirlo, y sobretodo sentir que lo tocaba, quería eso más que nada... - Alfred... - no soportó más aquella lejanía, y se abalanzó hacia los brazos de su querido, haciendo que las rosas se cayeran al suelo, mientras leves gotas de agua rebosaban de sus ojos verdes.
- ¡Arthur! - exclamó con alegría, apretujando a su amado con cariño e impaciencia - ¡Perdóname, perdóname, yo sé que soy un idiota, no volverá a suceder, te lo juro! - Y se dan un beso húmedo que sienten en sus ambos labios ya secos de tanta espera - Te amo... te amo... - termina susurrándole.
- No te preocupes... - se formaba una sonrisa satisfecha y contenta en el rostro del británico - Te perdono, te perdono... pedazo de imbécil...
En comparación con todas esas cosas buenas
que tomaría demasiado tiempo para escribir
probablemente debería mencionar
las 7 que me gustan.
Rato después...
- Dios, creo que me quemo... - Se sofocaba el rubio menor a punto de entrar en el orgasmo ante el portentoso cuerpo de su amante. Lo que estaban haciendo era la manera de reconciliarse de la forma más bella que pueden hacer dos humanos enamorados... hacer el verdadero amor...
- A-Arthur... - jadeaba su dominante ante la estrechez del cuerpo de su novio, ese olor y calidez los extrañaba mucho, era lo sagrado y bendito para él.
Sus cuerpos se rozaban, encajaban el uno en el otro, se introducían más y más, sus carnes se quemaban por el tacto de la otra. Ese era el bello éxtasis que experimentaban en su plenitud. Cada tacto, cada roce, cada susurro, y cada agarre era único y nostálgico, como si hubieran pasado miles de años después no haberse sentido y ni siquiera visto. Deseándose y sintiéndose el uno al otro, como debe y no ser.
- ¡Ah! - un quejido sordo viene de la voz del rubio menor, que grita el nombre de su dominante, mientras que siente aquella penetración que lo hace espasmar su ser entero, arqueando su espalda completamente ante tal placentera experiencia añorada.
La humedad de sus cuerpos empieza a aumentar: una leve capa de sudor los rodea haciendo que sus cuerpos se vean unidos y cálidos, jadeando y gimiendo, mientras que las palpitaciones de sus sexos incrementan de forma continua y llevadora. La gloria está por venir...
- ¡Ah...! - ambos se vienen al mismo tiempo. El liquido rebosa en el ser del británico ya satisfecho y feliz, mientras que Alfred no quiere separarse de su querido nunca más... nunca más...
El 7 cosas que me gusta de ti
tu pelo, tus ojos, tus viejos Levi's
y cuando nos besamos, estoy hipnotizado
me haces reír, me haces llorar
pero supongo que tendré que comprar los dos lados
tu mano en la mía
cuando estamos juntos, todo está bien
quiero estar con el chico que conozco
y la séptima cosa que más me gusta de ti
me hiciste amarte.
- Eres un idiota... - dice mientras acaricia el cabello rubio del americano que se encontraba descansando junto a él en la cama desordenada y cálida.
- ¿Por qué? - dice de una forma inusual.
- Porque por tu culpa... -y agrega con tono coqueto Arthur - siento que ahora la vida no tiene sentido sin ti... - esboza una sonrisa vana, pero cálida el americano al escuchar aquellas palabras de su querido.
- Eres tan extraño... - dice entre risas mientras lo abraza desde la cintura - Pero aún así eres adorable... - roza sus mejillas aún ardiendo en el pecho suave del menor.
- Alfred... - se besan de forma lenta y húmeda, deseando nunca más que pase lo que pasó y que esto solo sea un mal recuerdo que de seguro borraran...