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(_...--** Sin esperarnos el uno al otro, nos conocimos sin querer **--..._) por kuroi_hime

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Notas del fanfic:

 

  Fanfic en conjunto con Kurumi-chan, secuestradora y chantajista de profesión ¬¬

 Kurumi: >w< Te oí.

Kurio: esa era la idea ^-^

Notas del capitulo:

 Y pues aquí el primer capi de este nuevo proyecto, en conjunto con mi secuestradora... perdón... digo amiga, Kurumi-chan ^-^

Kurumi: ¬¬*

(_...--**♣ “Sin esperarnos el uno al otro,

 Nos conocimos sin querer” ♣**--…_)

 

By: Kurumi-Chan y Kuroi-hime.

 

Chapter I – “En la disco akatsuki”

 

 

      Sabía que probablemente iba a resultar ser  una mala idea aceptar la invitación de su hermano, a aquella disco recién inaugurada, pero honestamente, rechazar alguna invitación de Kankurou, cuando se pone en plan “o me acompañas por las buenas, o lo haces por las malas, pero de que me acompañas, es que me acompañas” era francamente molesto y agotador, y en esos casos, lo mejor era darle por su lado y aceptar la invitación (orden) de ir con el a la famosa disco.

 

 

      Por eso ahora se encontraba en su habitación, viendo con gesto de sufrimiento como su ropa estaba esparcida por todo el lugar, cuando no hacía ni cinco minutos estaba totalmente ordenada en su ropero y cajones, pero cuando tienes una hermana mayor, fanática de la moda que en cuanto escucha la palabra “salida” corre a las habitaciones de ambos hermanos para volverlas un caos de ropa desperdigada por todos lados, solo para elegir el atuendo perfecto para la ocasión, aquello se convertía a la larga, en una especie de ritual.

 

 

- Gaara mira, pruébate este pantalón – le tendió un pantalón negro, con un bordado en rojo en el muslo derecho, con la forma de una serpiente.

 

- Eso es de Kankurou – se limitó a decir mirando con el ceño fruncido la prenda ofrecida, al considerarla para nada de su gusto.

 

- Si, pero como Kanku es un cerdo, esto ya no le queda, pero estoy segura que a ti te quedaría perfecto – explicó como si fuera la cosa más obvia del mundo, al tiempo que lo obligaba a recibir el pantalón y sonriéndole con cierto aire de superioridad, lo instaba a probárselo.

 

- Hey!!! Yo no soy un cerdo – se oyó minutos después el grito entrecortado del castaño, desde la habitación de al lado.

 

- Si lo eres, y además tienes efectos retardados – lo picó riendo la chica.

 

- No es eso, lo que pasa es cuando te escuché, justo me estaba lavando los dientes, por eso no me quejé de inmediato.

 

- Si, si, lo que tu digas Kanku, vamos Gaara, pruébate los pantalones de una vez, ya verás como te quedan perfectos – se giró hacía su hermano menor y lo empujó hasta el baño de la habitación para que se cambiara, mientras volvía al ropero del menor y buscaba entre las camias alguna que le quedara bien.

 

 

      Casi diez minutos después, Gaara salió con el pantalón puesto y la nariz arrugada en una clara señal de incomodidad.

 

-Kyaaaa, se te ve genial Gaara – gritó emocionada al ver como el pantalón se le ajustaba en los lugares justos, y el hecho de que fuera a la cadera, estilizaba aún más  su figura, cosa que obviamente no mencionó en voz alta, su hermano ya estaba lo bastante acomplejado por tener un cuerpo tan delgado y casi femenino, como para que ella prácticamente le dijera en la cara que aquella prenda estilizaba su figura, eso para un hombre, era sin duda un golpe bajo a su masculinidad.

 

- Me siento incomodo – se quejó con un puchero, al sentir como el condenado pantalón se le ajustaba obscenamente en su retaguardia y en los muslos, además al ser a la cadera dejaba a la vista su fina cintura “como la de una chica” pensó con molestia mirándose en el espejo de cuerpo entero que había en la puerta  de su ropero.

 

- Toma, ahora pruébate esta camisa – le tendió una camisa roja, con una pequeña línea en el cuello, los puños y a cada costado de color negro – esta es tuya – añadió al ver como el pelirrojo arrugaba el entrecejo al ver la prenda.

 

- Si, lo se, pero es que esa camisa la tengo desde los catorce años, y ya tengo diecisiete.

 

- ¿Y que? además recuerda que cuando te la compraste te quedaba algo grande, quizás ahora te quede mejor, así que menos bla-bla y más acción – otra vez se vio empujado hasta el baño, y con la camisa casi tatuada en sus manos cuando Temari, sin nada de delicadeza se la estampó en estas.

 

      Cinco minutos después salió con la camisa puesta, y el  mismo gesto de incomodidad, adornando su rostro.

 

 

- Me queda estrecha – lloriqueo al sentir como se le ajustaba de la misma forma obscena que los pantalones. Al cuerpo.

 

- Estás de broma, si te queda perfecta – lo miró con detenimiento unos minutos. Realmente se veía perfecto, los pantalones ajustados, realzando sus largas y torneadas piernas, la camisa, ajustada a su cuerpo, dejando ver un pecho delgado pero varonil, una cintura estrecha y unos hombros algo anchos, pero no en exceso, sino totalmente acorde con su complexión delgada. En fin… un atuendo que hacía resaltar todos los atributos del menor.

 

- Temari tiene razón Gaara, te ves genial – Kankurou hizo acto de presencia en la habitación de su hermano, luciendo un pantalón azul oscuro, casi negro, una remera ajustada gris y una chaqueta de cuero, también negra.

 

 

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      Se miraba con ojo critico frente al espejo de su cuarto, verificando que todo estuviera en orden, su aspecto era muy importante, no es que dudara de su increíble y según muchos ilegal atractivo, y es que varias personas le habían dicho “ser tan jodidamente guapo debería ser ilegal”, ¡Ja!  Como si el tuviera la culpa de serlo. Cada vez que alguien le decía algo así, la frase “no me odies por ser bonito” tomaba un nuevo grado verídico para el, aunque en su caso en vez de “bonito” debería ser “guapo” o “atractivo”, las chicas son bonitas, los hombres son guapos.

 

- Te vas a gastar si te sigues mirando al espejo – una voz divertida lo sacó de sus pensamientos.

 

- Aniki – gruñó por lo bajo, mirando el rostro sonriente de su hermano por el reflejo que el espejo le ofrecía.

 

- Vamos otouto, si ya sabes que te ves bien – lo miró de pies a cabezas mientas sonreía lascivamente, sonrisa que no le agradó en lo más mínimo al menor.

 

- Me pregunto como reaccionará Deidara si le comento la forma en la que me has sonreído – la reacción no se hizo esperar, Itachi lo miró temeroso – quizás se moleste, tal vez te grite y te tenga en abstinencia, o incluso, puede que cumpla su promesa de castrarte, tu ¿Qué crees aniki? – oh si!!! La venganza, que dulce es.

 

- No te atreverías.

 

- Pruébame.

 

- Está bien, está bien, te creo, solo no le digas nada a Dei-chan – puso ojos de cachorrito apaleado.

 

- Está bien, pero si vuelves a usar esa sonrisa conmigo, le digo.

 

- Vale, nunca más – esta vez le sonrió con dulzura, como un hermano mayor debería hacerlo – ahora apresúrate que Dei-chan ya está por llegar – lo apuró al tiempo que salía de la habitación, dejándolo nuevamente solo.

 

 

      Si bien era cierto que la sonrisa usada por el mayor hacía escasos minutos, no le agradaba en lo más mínimo, el sabía perfectamente que su hermano jamás lo vería de aquella forma, eran hermanos por el amor de dios, digamos que solo lo hacía para crisparle los nervios, nada más. Se miró una vez más en el espejo, totalmente conforme con el reflejo que este le brindó. Los pantalones negros que había elegido, le quedaban perfectos, ajustado en los lugares más estratégicos, la camisa morada oscura, le combinaba a la perfección con el pantalón, y los dos botones desabrochados, tanto en el pecho como a la altura del ombligo, dejaban apreciar su bien formado cuerpo, delgado pero musculoso en la medida justa, sin llegar a ser grosero. Sonrió para si mismo, enorgulleciéndose  de su apariencia, admirándose de pies a cabeza, sin duda esta noche conseguiría algo de acción, una sonrisa de medio lado adornó su rostro ante aquel pensamiento, justo cuando el sonido del timbres de la puerta llegó hasta sus oídos, seguramente anunciando la llegada del novio de su hermano.

 

 

 

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      Caminaba con paso lento, contoneando las caderas al cadencioso ritmo de la música que sonaba a todo volumen en el lugar, alborotando las hormonas de la mayoría de los presentes, quienes no podían evitar mirarlo con deseo cuando pasaba junto a ellos, y lo peor de todo es que este no se daba ni por enterado de las miradas llenas de lujuria que le dirigían, por lo que su constante provocación, era simplemente involuntaria y totalmente inocente.

 

 

- Malditos pervertidos – escuchó que su hermano mayor mascullaba por lo bajo.

 

- ¿Qué sucede Kankurou? – preguntó curioso al escuchar, o más bien sentir como el mayor resoplaba molesto a su espalda.

 

- Nada Gaara, no te preocupes – se apresuró a contestar al tiempo que fulminaba con la mirada a un tipo que parecía que en cualquier momento le iba a brincar encima a su hermanito, además, que Gaara supiera cuanto revolucionaba las hormonas de los presentes no era una buena idea, tomando en cuenta lo tímido que resultaba algunas veces el pelirrojo.

 

 

     Y mientras Kankurou mataba con la mirada a todos los que osaran posar sus libidinosos ojos en su hermano menor, del otro lado del local, todos los ojos se posaban de forma hambrienta sobre los recién llegados, un grupito de cuatro jóvenes, tres morenos y uno rubio. Se abrieron paso entre la gente con movimientos seguros y un tanto altaneros, desbordando confianza y sensualidad a cada paso que daban. Se detuvieron frente a la enorme barra donde unos jóvenes bastante guapos, ataviados todos con una camisa azul eléctrico, abrochadas solo en el botón a la altura del pecho. Y pantalones de cuero, se encargaban de servir las bebidas.

 

- Un Martini por favor – pidió el rubio con una sonrisa seductora a un joven de cabello azulado, quien lo miró embobado por unos segundos antes de preparar el trago.

- Ese es un trago de chicas – uno de los morenos comentó con una sonrisa cargada de cinismo en los labios.

 

- Muérete Sai – fue la simple respuesta del rubio, quien ni siquiera se molestó en mirarlo.

 

- Bueno, yo los dejo – Sasuke les hizo un gesto con la mano a modo de despedida mientras caminaba hacía el extremo opuesto al que venían – es hora de cazar – se dijo más para si mismo que para sus acompañantes.

 

- Yo voy contigo primito – Sai comenzó a seguirlo, dejando a Itachi y a Deidara solos.

 

     

      Caminaron entre la gente, buscando con la mirada algún posible prospecto para pasar la noche, sin mucha suerte cabe destacar.

 

 

- ¿Y has visto algo interesante primito? – Sai le preguntó mientas ambos miraban de un lado al otro del abarrotado lugar.

 

- No – contestó con parquedad justo cuando alguien chocaba con el.

 

- Fíjate por donde cami… – una chica de cabello rosa y ojos verdes se dio la vuelta de forma brusca y molesta, dispuesta a regañar a la persona que se atrevió a chocar con ella, pero sus palabras murieron atoradas en su garganta al ver a la persona con la que chocó, un guapísimo chico de cabello negro con reflejos azules, y ojos negro azabache, el cual la miraba con una ceja alzada, mitad curiosos y mitad molesto. – Lo siento – esta vez corrigió sus palabras y prefirió disculparse, ofreciéndole al moreno, la mejor de sus sonrisas.

 

     

      El moreno la miró con expresión molesta y una ceja alzada, la forma en que le habló la chica, teniendo en cuenta que fue ella la que chocó con el, le molestó en demasía, demasiado arrogante para su gusto. Si bien debía reconocer que no era fea, también debía admitir que no tenía demasiado encanto, en primera, tenía menos curvas que una tabla de planchar, y aquella blusa ajustada, con un enorme escote hasta el ombligo, y aquella minifalda hasta un poco más arriba del muslo, no hacían sino realzar su ausencia de atributos femeninos.

 

 

- No hay problema – decidió restarle importancia al asunto, el estaba ahí para cazar, no para perder el tiempo con una chiquilla tan poco… no, mejor dicho tan nulamente desarrollada.

 

- Para usar una blusa así, no tendrías por lo menos  tener con que rellenarla? – el comentario de Sai  le arrancó una pequeña risa, ante la indignación que cruzó el rostro de la pelirrosada.

 

- Grosero – le gruñó furiosa, apretando los dientes y las manos, ese comentario había sido un golpe a su femineidad.

 

- No, grosero no, quizás demasiado honesto – la corrigió Sasuke con una sonrisa, con lo cual se ganó otra mirada furiosa de la chica, la cual temblaba de ira y humillación. Al parecer jamás le habían dicho algo como eso.

 

- Ya vámonos Sasuke, nosotros vinimos a cazar no a perder el tiempo – Sai lo tomó del brazo, alejándolo de la chica, quien parecía echar humo por el coraje.

 

 

      Caminaron algunos minutos hasta que ahora fue el turno de Sai de chocar con alguien, y mientras se preparaba para soltar algún comentario como el de hace rato, comenzó a voltearse lentamente, solo para impactar con unos hermosos ojos verde Acqua, los cuales le robaron el aliento por algunos instantes.

 

 

- ¿Qué te sucede Sai? – Sasuke apareció junto a el, al ver el estado embobado en el que había caído su amigo, pero cualquier otra pregunta que quisiera formular, murió antes de ser dicha, cuando sus ojos también se toparon con aquellos verde Acqua, siendo ahora dos, los que se encontraban en un estado de embelesamiento.

 

 

 

Continuará…

Notas finales:  Y bien? vale la pena seguir leyendolo?

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