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(_...--** Sin esperarnos el uno al otro, nos conocimos sin querer **--..._) por kuroi_hime

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Notas del capitulo:

 He aquí el segundo capi de ste fic.

Y yo sigo secuestrada, bueno, al menos me alimentan y me entretenien con series de anime, alguin vio Nabari no ou??? OMG, me lloré todo el final T_T, ya vieron la segunda peli de Naruto Shippuuden?? Kizuna?? yo la tengo pero aún no la veo.

Kurumi: ¬¬ Estás divagando.

Kuroi: No, estoy comentando, es lo único que puedo hacer cuando estoy encerrada bajo siete llaves y amarrada a una silla con un gillete en el pie, y solo con las manos libres, y digo solo manos porque hasta los brazos me los inmovilizaste ¬¬*

Kurumi: ¬¬" cualquiera diría que soy una bruja.

Kuroi: ¬¬ media mentira. 

Chapter II – “Yo lo vi primero”

 

 

      Ambos morenos miraban embobados aquellos hermosos ojos Acqua, los cuales eran maravillosamente enmarcados por unas oscuras ojeras, que en vez de restarle belleza, de alguna manera solo aumentaban esta, dándole un matiz de profundidad y algo de misterio a aquellos ojos que ahora los miraban reflejando curiosidad.

 

 

- ¿Algún problema Gaara? – la voz de Kankurou, firme y masculina los trajo de nuevo a la realidad, dedicándole a ambos morenos una mirada fiera y escrutadora.

 

 

- No, ninguno Kanku, solo choqué con el – apuntó con un gesto de cabeza a Sai, el cual se estremeció ligeramente al oír la suave y varonil voz del pelirrojo, reacción que fue compartida con Sasuke – lo siento mucho, creo que andaba distraído – se disculpó con una pequeña reverencia al tiempo que el castaño lo tomaba del brazo y lo arrastraba lejos de ambos morenos.

 

 

      Una vez que el pelirrojo se perdió entre la gente, saliendo totalmente de su campo de visión, ambos morenos por fin lograron hacer funcionar nuevamente a sus cerebros, los cuales parecían haber echo cortocircuito al ver a aquel joven. Ambos se miraron con cierto toque desafiante en los ojos, concientes de la atracción que ambos sentían por el mismo chico. Los dos eran excelentes cazadores, y acababan de encontrar a la mejor de las presas. Se miraron por última vez, desafiándose con la mirada, haciéndose ver el uno al otro, que ninguno estaba dispuesto a perder.

 

 

- Yo lo vi primero – ambos lo dijeron al mismo tiempo, y al mismo tiempo levantaron la ceja ante el comentario del otro. Esa era una abierta declaración de guerra, y ellos… eran guerreros por naturaleza.

 

 

      Mientras tanto, cerca de la barra, Itachi miraba con el ceño fruncido, como el chico de los tragos coqueteaba descaradamente con su novio, el cual parecía bastante encantado con esto, cosa que obviamente no le hacía la menor gracia.

 

 

      Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve… diez, era oficial, la paciencia tenía un límite, y ese chiquillo que coqueteaba con su novio se la había colmado. Se acercó dando zancadas, dispuesto a golpear al tipo ese, pero justo antes de llegar a su destino, se vio levemente empujado por uno de sus costados, oh! Pobre del que lo hubiera chocado precisamente cuando estaba tan sediento de sangre. Se volteó furioso, dispuesto a desquitarse con el pobre infeliz que tubo la mala suerte de toparse con el ese estado, pero cualquier cosa que pensara hacer o decir, murió incluso antes de ser decidida.

 

 

      El era totalmente conciente de que Deidara era muy guapo, por eso era su novio, su belleza casi femenina, llamaba la atención de todos, sus rasgos delicados y cuerpo delgado, eran capaces de seducir a cualquiera, el rubio para el, era en una palabra “perfecto”, o al menos lo era antes de que sus ojos se toparan con la criatura más bella que hubiera viso en su vida.

 

 

      Su cabello rojo escarlata, levemente desordenado, le daba un aire entre rebelde e inocente, sus ojos color miel, casi dorados, brillaban de una forma que jamás había visto, aquellas facciones delicadas y  varoniles, su piel blanca como la nieve, que parecía tan suave a la vista, lo hacía parecer una especie de visión angelical, como si hubiera sido esculpido por los dioses, para ser admirado por toda la eternidad.

 

 

- Lo siento, no me fijé – y habló, como si quisiera dejarle claro que no era una aparición, sino una persona. Su  voz, aterciopelada y melodiosa, logró conmoverlo de forma inmediata, cautivándolo con una rapidez arrolladora.

 

 

- No te preocupes, yo también andaba distraído – no supo como, pero logró hilvanar una frase coherente, aún cuando sentía que su cerebro hacía cortocircuito ante la belleza del joven frente a el.

 

 

      Y la sonrisa que recibió, casi lo encegueció ante lo brillante y deslumbrante que era, su corazón dio un salto triple mortal, sus rodillas temblaron, una descarga eléctrica recorrió toda su espina dorsal, su boca se secó y su cerebro pareció fundirse. Eso… sin lugar a dudas, era una pésima señal.

 

- Itachi… – lo llamó el rubio llegando junto a el, y solo entonces fue conciente de que se había quedado solo, mirando a la nada, rodeado de personas que le hacían el quite para poder pasar, y con una verdadera expresión de idiota con deficiencia mental en el rostro. Oh! Si, esa era la peor señal del mundo, incluso peor que la del mismísimo Apocalipsis.

 

 

- Kanku, no me arrastres, yo puedo caminar perfectamente solo – Gaara se quejó con un puchero, logrando así que el castaño lo soltara.

 

- Gaara!!! – un grito seguido de unos fuertes brazos rodeando su cuerpo, hacen trastabillar al pelirrojo.

 

 

- Naruto… – susurra con voz dulce en el cuello del joven que lo abraza.

 

- Te extrañé tanto – sus ojos, azules como el cielo, reflejaban la verdad de sus palabras.

 

 

- Yo también te extra… – no pudo continuar, unos labios ajenos posados sobre los propios se lo impidieron. Fue un beso dulce, lleno de sentimientos, amor, pasión, deseo, necesidad…, un sin fin de emociones y sentimientos expresados con la simple unión de dos bocas.

 

 

- Ejem, ejem – carraspeó Kankurou junto a ambos, provocando que se separaran. No es que el castaño odiara al novio de su hermanito, es solo que consideraba que el no era el indicado para el, todo de un modo cien por ciento objetivo, claro está, en nada tenía que ver ese complejo de padre ultra híper mega protector, que parecía haber desarrollado por el menor cuando sus padres murieron hacía ya siete años, de verdad, eso no tenía absolutamente nada que ver. Ya varías veces el rubio había echo llorar a u su hermano, al hablar más de la cuenta, o al ser totalmente indiferente antes los sentimientos y necesidades del pelirrojo, y eso era totalmente suficiente para tenerlo bajo vigilancia absoluta.

 

 

- Gaara, Kankurou ¿esperaron mucho? – una cuarta persona se unió a los otros.

 

 

- Sasori-nii – lo saludó un sonriente Gaara mientras le besaba la mejilla.

 

 

- Tanto tiempo Gaara ¿Cómo has estado? – le preguntó luego de haber devuelto el beso en la mejilla que el pelirrojo le había dando antes. 

 

 

- Bien, bien ¿y tú?

 

 

- He estado mejor – confesó, en realidad medio gritó, debido a la música que había comenzado a sonar más fuerte.

 

 

- ¿Qué dijiste? Perdón pero no te escuché.

 

- Déjalo así – acompañó sus palabras con un gesto de mano, restándole importancia a lo dicho, aún cuando ninguno de los presentes habían escuchado aquella respuesta.

 

 

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- ¿Se puede saber que demonios  les pasa a ustedes tres? – Deidara los miraba con el ceño fruncido, incapaz de obtener alguna respuesta de aquellos tres morenos, tan parecidos por fuera, y tan condenadamente diferentes por dentro.

 

     

      Itachi era mujeriego, coqueteaba indiscriminadamente con todo lo que caminara en dos pies, aunque tenía la decencia y el tacto de hacerlo cuando su novio no estaba presente, era mujeriego, no idiota. Le gusta bromear, jugarle bromas pesadas a su hermano y a su primo, aunque a ambos los quiere a morir, haría lo que fuera por ellos, incluso gusta de coquetear con ellos, dedicándoles miradas y palabras muy poco santas, pero totalmente incapaz de hacer algo como lo que dice, es más bien su forma de meterse con ellos. Es muy responsable, preocupado siempre de los dos morenos, encargado de mantenerlos y educarlos, después de la muerte de sus padres y tíos, el pasó a ser el tutor legal de su hermano y primo, cumpliendo con la función de manera excelente e intachable.

 

 

      Sai era reservado, no le gustaba hablar de si mismo, honesto, de forma retorcidamente honesta, fácilmente confundible con cruel, siempre con una sonrisa cínica adornando su rostro, según el odiaba andar con cara agria como Sasuke, pero tampoco es como si tuviera muchas cosas por las que sonreír, así que por eso optó por aquella mueca tan falta de sinceridad. Era inteligente, el mejor de la clase, el problema eran sus comentarios, demasiado honestos y con cero tacto “tu cerebro es como tu pecho, totalmente inexistente”  le había dicho una vez a una chica, comentario que le valió un buen golpe, y una semana con un ojo morado. Pervertido hasta la medula, siempre sale con comentarios capaces de sonrojara a cualquiera, lo verdaderamente malo, es que lo hace en las situaciones y momentos menos indicados, también quiere mucho a sus primos, pero no suele decirlo a menudo, prefiere demostrarlo en vez de decirlo, además no es  muy bueno con las palabras, cada vez que abre la boca, termina con múltiples lesiones, sobre todo si está con una chica.

 

 

      Si Sai era reservado, Sasuke rayaba en lo autista, odiaba hablar de el, de hecho simplemente odiaba hablar, aunque si encontraban el tema que lo apasionaba de verdad, podías sacarle un conversación medianamente decente, teniendo en cuenta que era él  con quien hablabas, claro. Responsable, ya sea con sus deberes escolares o con los quehaceres de la casa, en los cuales solían turnarse para hacerlos. De carácter fuerte y decidido, si el decidía hacer o no hacer algo, no había persona o fuerza en el mundo, capaz de hacerlo desistir, admiraba a su hermano mayor, por todo lo que había hecho por el y su primo cuando quedaron huérfanos, le agradecía todo el esfuerzo realizado para sacarlos adelante. Eso si, no lo admitiría ni bajo tortura.

 

 

- ¿Y bien? – volvió a preguntar el rubio al tiempo que los fulminaba con la mirada.

 

- No me sucede nada Dei-chan – Itachi le sonrió, tratando de parecer sincero ante su declaración de estar bien, lastima que el rubio era capaz de leerlo como si de un libro abierto se tratara.

 

 

- No te creo Itachi, además sabes perfectamente que a mi no me puedes engañar – lo miró entrecerrando los ojos.

 

 

- No te estoy mintiendo Deidara, ya no seas tan paranoico – decir eso fue la peor idea que podía haber tenido, y tan solo medio minuto después de haberlo dicho, se arrepintió y golpeó mentalmente, y la mirada colérica que el rubio le dirigió, definitivamente no presagiaba absolutamente nada bueno, la tormenta se acercaba y el… no tenía con que resguardarse.

 

 

      Sasuke y Sai miraban con los ojos como platos a Itachi, incapaces de creer todavía lo que le había dicho a Deidara, no es como si estuvieran en desacuerdo con lo que había dicho, ellos también pensaban que a veces el rubio era demasiado paranoico, pero de ahí a decírselo en la cara, había un abismo de diferencia.

 

 

      Lo cierto es que ni Sai ni Sasuke eran cobardes, por dios que no, más bien digamos que eran inteligentes y  precavidos, por eso cuando las miradas de Deidara cobraron un matiz de cólera pura, optaron por una retirada silenciosa, intentando en su intento de huida, no hacer ningún movimiento brusco que pudiera alertar al rubio, no sabían como podía reaccionar en su actual estado. Se giraron con lentitud, dispuesto s desaparecer del lugar, pero todos sus intentos se vieron frustrados  por culpa de Itachi.

 

 

- Sasuke, Sai ¿A dónde van? – lo dijo con su mejor voz de inocencia, aunque ambos morenos fueron totalmente concientes de que lo había hecho solo para desviar la atención de Deidara hacía ellos, típico del mayor, y un golpe bajo para los menores.

 

 

- Maldito Itachi – gruñeron entre dientes los dos, al tiempo que se giraban para toparse de lleno con la mirada furiosa y reprobadora del rubio.

 

 

      Era oficial, la salida había acabado, en la casa les esperaban los reclamos con lloriqueos de Deidara, y lo peor de todo, ninguno había podido volver a dar con los pelirrojos que les habían cautivado hacía minutos atrás, de haber sabido que todo terminaría así, habrían dejado al rubio en la casa, o en su defecto, al mismo Itachi.

 

 

Continuará…


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