Sus pasos lo habían llevado hasta aquel viejo cementerio. Las tumbas estaban en malas condiciones. Desde hace años nadie se había atrevido a entrar en aquel oscuro lugar.
Un sonido bello, pero tiste, comenzó a escucharse. Era el inconfundible sonido de una guitarra, pero... ¿qué hacía un guitarrista por ese lugar? Tal vez el alma del artista se encontraba herida, tal vez su corazón lloraba lágrimas de sangre. Y por eso buscaba la soledad del cementerio.
Sin embargo... ¿cómo había logrado entrar ahí? Quizás no había seguridad en aquel lúgubre lugar, pero la entrada se encontraba con candado. Los barrotes de la reja, pese a que nadie cuidaba del lugar, permanecían igual de fuertes que años atrás.
El joven saltó la barda, para él era posible, gracias su linaje de vampiro.
Caminó sigilosamente, tratando de encontrar esa melodía, tan hermosa, tan sublime. Hacía despertar en él un sentimiento que jamás creyó posible.
La música se detuvo, de pronto. Ni siquiera había terminado la melodía. Quizás... ¿se había dado cuenta de su presencia?
Sacudió su cabeza, como negando algo.
Imposible, el interprete no pudo haberse dado cuenta de su presencia... ¿o si?
El joven vampiro se detuvo en seco al dejar de percibir ese agradable sonido.
Comenzó a escuchar pasos, aproximándose a él. Giró su vista la izquierda, después la derecha. Buscaba a quien estuviera cerca de él.
No era humano, lo sabía. Era algo mucho más poderoso, más poderoso que él mismo. Acaso era... ¿otro vampiro?
Un escalofrío recorrió su cuerpo. Por primera vez en miles de años, sentía... ¿temor?
¡No! Trataba de convencerse a si mismo. Él era un vampiro, desde su nacimiento. Él no fue convertido como la mayoría, nació siéndolo. Entonces... ¿por qué razón sentía todas emociones? Adrenalina, miedo, ansiedad. ¿Por qué experimentaba eso?
Cuando se dio cuenta, su cuello era prisionero de un brazo. Un brazo suave pero fuerte.
-¿Qué haces en mi cementerio?- cuestionó quien lo tenía prisionera. Su voz fue un susurró dicho al odio, suave y seductor, pero con voz grave y masculina. -Los niños no deberían jugar aquí-advirtió. No sonaba amenazador, más bien sonaba... ¿seductor? ¿Lujurioso?
El más joven reconoció la voz inmediatamente. Era él, J. Jones. Un guitarrista talentoso, conocido a nivel mundial.
Su boca se abrió levemente, pero no emitió sonido alguno.
Los labios del guitarrista se unieron con los del joven, dejándolo sin aliento.
-¿Eres un vampiro?- preguntó al separarse. Su pregunta sonó más como afirmación que como interrogante.
-Tal vez-respondió el joven, desafiándolo.- ¿Eres J. Jones?
-Tal vez-respondió éste a su vez, jugando con el menor.- ¿Quién eres tú?- preguntó.
-Luis Taylor-respondió, y calló. ¿Por qué le respondió? No tenía por que hacerlo. Sin embargo, el guitarrista tenía un algo que lo hipnotizaba.
-¿Taylor?- se preguntó el músico. -Te conozco-afirmó, seguro de sus palabras.
-Lo dudo-respondió el aludido.
-Quizás no a ti, pero si a clan. Quien tiene un pacto con el mío. Dime, Luis-El más joven sintió como se le iba el aliento, al escuchar su nombre dicho de esa forma tan... ¿mágica? ¿Especial?--¿Qué generación eres?
El más joven lo miró con rencor. ¿Por qué le hacía esa pregunta? Era ridícula y no tenía razón de ser.
-¿Me lo puedes decir?- insistió el mayor, su voz estaba llena de ternura.
-Quinta-respondió el más joven, con dificultad.
-Ya veo-respondió el otro. -El pacto de nuestros clanes. La tercera generación del clan Jones, estará obligada a casarse con la quinta generación del clan Taylor.
El menor iba a protestar, pero los labios del vampiro mayor se lo impidieron.
-Sabía que tenías algo especial, desde que te sentí en este cementerio. -afirmó J. Jones al separarse.
-Yo siempre me he sentido atraído por tu música. Esta noche, no fue la excepción-aseguró el más joven-fue por eso que entre a este cementerio-dijo.
-Yo he estado viniendo a este cementerio desde hace varias semanas. Con la esperanza de encontrar aquel vampiro que me complemente-afirmó el mayor-Me alegra que seas tú-aseguró. Para después fundirse en un beso llenó de pasión y entrega, con aquel que, a partir de ahora y para siempre, sería su compañero eterno.
Fin.