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Son of the Moon por Kevinnn

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Notas del fanfic:

que más se puede decir..

 

basado en experiencias propias....

En el momento en que lo vi, algo hizo un clic dentro de mi cabeza. No sé cómo fue que sucedió, pero no pude librar mis pensamientos de aquel rostro níveo ni de esos ojos verde jade en toda la maldita semana.

 

Sus labios me perseguían en sueños, intentaba arrancarle un beso desesperado en cada momento que le veía, pero acababa despertando en el momento en que por fin lo conseguiría. Lo vi en el parque por primera vez. Había ido con amigos al boliche, pero estaban demasiado embriagados y se hacía imposible razonar con ellos; así que dejé todo ese olor a alcohol y a esas strippers que se movían como frenéticas y me alejé de allí.

 

En el camino a casa, que tuve que hacer a pie debido a que había olvidado mi motocicleta, pasé por el parque. Me pareció un ambiente de misterio con aquellos árboles que se mecían suavemente con la brisa, y rociados por la luz de la luna.Necesitaba tiempo para pensar cómo solucionaría los problemas con mi novia y aquel bosque sumido en la gran ciudad pareció llamarme. Me interné en él por el camino señalado por una carretera de mosaicos en el suelo, que me llevaron a un pequeño río que tenía un puente violáceo, que se cernía sobre el agua cristalina de tal manera que apuntaba hacia la gran luna llena.Divisé un banco rústico de madera cercano al río y me senté unos momentos observando el desolado y solitario paisaje.

 

¿Qué haría con Yumi? ¿Por qué diablos era tan posesiva? ¿Acaso no tenía vida además de mí?

 Aquellas preguntas taladraban mi cabeza una y otra vez.  

Definitivamente salir con los chicos no fue una buena idea, Me dijo mi conciencia con reproche. Jamás me había planteado dejar de salir con ella, aunque en el fondo me daba igual. Salía con ella desde hacía unos meses, sin nada fuera de lo natural.

Noviazgo Típico.

Levanté la mirada hacia el curso de agua que fluía con naturalidad hacia la luna. Era otoño, y las hojas de los cerezos caían suavemente.Continué el flujo del agua con los ojos. No estaba solo.  Vi la forma de un niño mecerse sentado en la baranda del puente. Tenía la cabeza extendida hacia el cielo y cantaba una nana despreocupadamente. Ese ritmo tranquilo, y aquella voz dulce, tierna e infantil me insinuó a levantarme de aquel asiento incómodo. Me acerqué sigilosamente al puente, cautivado por la voz encantadora de aquel niño.No se había percatado de mi presencia aún.El niño no era tan pequeño como yo creía. Era un adolescente, le calculé unos doce o trece años. Vestía unos jeans claros y desgastados, con una camisita a botones de manga corta color negro que combinaba con un lazo que tenía atado al cuello, la cual hacía resaltar su cabello por todo lo demás.

El cabello era rubio blanquecino, lo tenía largo hasta los hombros y bastante desprolijo. Se veía angelical allí sentado cantando con ternura.Llegué hasta la base del puente. Supe que se asustaría si aparecía de repente a su lado, así que, por más que no deseara detener la pacífica y cautivante melodía le hablé.

“Hey chico” la voz me tembló un poco, pero luego se estabilizó y pude hablarle bien.El niño dirigió sus hermosos y grandes ojos azules topacio hacia mí. Era posible confundírselo con una chica, pero llevaba los primeros botones de la camisa desabrochados, lo que me dio la seguridad de que no era así. Tenía las mejillas suavemente sonrosadas, los labios carnosos entreabiertos y conservaba la misma expresión de calma que cuando cantaba. 

 “Este no es el lugar ni la hora para un chico de tu edad”  Le dije con tranquilidad. “¿Qué haces aquí?”

El niño dedicó una extraña mirada a la luna y volvió a buscar mis ojos.

“Lo mismo que tú” Dijo observándome fijamente. “No soy tan pequeño. Al menos, no mucho más pequeño que tú. ¿Cuántos años tienes?”

 

“18” Respondí idiotizado. ¿Ahora era yo el interrogado? ¿Acaso no debería ser él?

“Sólo son dos años de diferencia”

¿Acaso me estaba tomando el pelo?

Sentí un revuelto en el estómago.

El alcohol me está jugando una mala pasada.

Sentí que mi cabeza se movía lentamente hacia la derecha. El niño abrió sus labios y una expresión preocupada recorrió su rostro, sin embargo yo no oí nada. Antes de caer al suelo, ya me había desmayado.

 

 

 

Desperté en la madrugada, pero para mi sorpresa no estaba tendido en el suelo sino en un banco del bosque. Con una fuerte jaqueca, resolví que me había quedado dormido en el banco, y el niño sólo era parte de un sueño. Me incorporé en el asiento y al apoyar mi pie derecho no pude resistir un grito de dolor. Tenía el pie con un corte profundo, envuelto con una venda.¿De dónde salió esto? Recuerdo mi sorpresa al tomar el lazo negro del rubio.No había sido un sueño.Y ahora no podía sacarlo de mi cabeza. Recostado en mi cama, recordando, toqué distraídamente mi pie. Ahora tenía una venda blanca, colocada con más precisión que la anterior por un médico. Sin embargo no me había deshecho del lazo negro, que colgaba atado de la lámpara de mi cuarto.

Lo había lavado y planchado.

 

Se lo devolvería en cuanto nos volviéramos a ver.


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