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Son of the Moon por Kevinnn

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Notas del capitulo:

Gracias a todos los que han leido.

 

Me agradaría recibir sus comentarios.

 

Estoy un poco atareado últimamente, me demoraré un poco más en subir, pero prometo subir al menos una vez semanal.

 

Disfruten.

Me levanté de la cama con impaciencia. Mi pie ya había mejorado y podía caminar con facilidad, aunque no me dejaban ir a clase de educación física por esta razón. Vivía en un internado, donde yo y otros 100 alumnos más vivíamos, estudiábamos y dormíamos allí.El internado no era tan malo. Tenía una habitación para cada uno, en una residencia espaciosa.            Me vestí con el uniforme (camisa blanca, jeans oscuros) y me puse las botas de cuero oscuras que me había comprado el año pasado y me dirigí al espejo para maquillarme.           No soportaba estar un momento sin delineador.            Un muchacho morocho, con ojos café y cabello oscuro y largo me devolvió la mueca de cansancio y malestar frente al espejo. Me delineé abundantemente intentando ocultar los signos que el cansancio se apoderaba de mi rostro, sin mucho éxito, tomé mi bolso a cuadros, relleno de pins y parches por donde miraras, y me fui a la academia.      
     -¡Maan! ¡Te ves terrible!- me dijo Eric cuando se sentó a mi lado en clase de literatura- Hisame, ¿Se puede saber qué diablos te pasa? Toda la semana has estado raro.          

-Sí lo supiera te diría...-Dije con un resoplido.      
     -¡Ya dime! ¿Es por Yumi? ¿O por lo del pie? Que no te dejen jugar al fútbol debe ser horrendo, pero tampoco para ponerse así... ¿Los estudios, capaz?          

Todos esos problemas parecían estupideces comparado con lo que me sucedía.           

-No, no es nada de eso, ya basta...          

El castaño me miró con desaprobación.          

-Hisame, estuviste como muerto toda la semana. Hombre, dime.          

-Créeme, muerto estaría mejor.          

  La clase comenzó. No me enteré ni una pizca de lo que decía el profesor, no porque no entendiera sino por el simple hecho de que no podía quitar mis pensamientos de ese chico.          

Esos pensamientos me quemaban por dentro, pero eran tan adictivos que disfrutaba de aquel ardor.         

  El timbre chillón y atronador me sacó de mi ensimismamiento. Junté mis cosas y al darme la vuelta para ir hacia la puerta Yumi me observaba con ambición.          

-Oye, Hisame, ¿podemos hablar un momento? No te veo nada bien desde que rompimos... –Dijo la pelirroja acercándose a mí de manera seductora, uno de sus truquitos que no le funcionarían más conmigo.      

     -No hay nada de que hablar. Ya vete, me obstruyes el paso.-Le respondí con fiereza. ¡No tiene nada que ver contigo mi estado de ánimo! Gritaba por dentro. El resto de las horas pasaron lentamente, pero no me percataba de las asignaturas que pasaban ni de que el sol se iba moviendo hacia el oeste. Mi cuerpo estaba sentado en un aula de la inmensa academia, pero mi mente volaba en aquel bosque, con aquel chico que me invitaba a huir del colegio con simplemente recordar sus ojos.  

         El último timbre sonó. Por quinta vez en el día, me sacó de mi ensoñación y me hizo levantarme del banco sin fuerza ya. El sol se escondía dejando el cielo de un color índigo inmaculado, pensé mientras iba de camino a la residencia. Era viernes.          

¿Viernes? ¿VIERNES? ¡HOY ES VIEERNEEES! Gritó mi mente.                

        Esa noche se cumplía una semana exactamente desde que lo había visto. Corrí a la residencia, subía las escaleras llevándome puesta a toda la gente que caminaba y al llegar a la habitación 95 tiré el bolso al piso y busqué las llaves con desesperación, pero no las encontraba.         

  ¡Vaamoss! ¡Malditas llaves!

Di vuelta el bolso en medio del pasillo, los alumnos me miraban extrañados. Libros, cartuchera, desodorante, biromes, mapas rotos, algún que otro trabajo práctico sin entregar, exámenes, agendas, delineador, pañuelitos descartables, las estupideces más grandes salían de allí, pero las llaves no estaban.          

En un intento estúpido pero desesperado me alejé para embestir la puerta con todas mis fuerzas, la derribaría si hiciera falta. Uno, dos, tres... Me tiré contra la maldita madera de la puerta y... caí al suelo, mientras la puerta se corría débilmente por la fuerza que había hecho con el cuerpo.

Estaba abierta.


Me levanté velozmente, y (mientras maldecía todo lo que se hallara a mi alcance) pateé con furia mis cosas, que de un solo golpe llegaron al otro lado de mi habitación.Me duché en menos de dos minutos, me cambié (si hay algo que detesto es el uniforme escolar) me puse unos pantalones entubados, una remera de manga corta negra y las mismas botas de esa mañana.

Me puse una cadena al cuello, me peiné lo más rápido que pude (¡cuando tienes 50 cm de cabello tardas mucho!) Tomé el lazo negro y corrí a la cantina. No había almorzado esa mañana, y si tampoco cenaba me desmayaría. Le tiré 50$ al vendedor, aunque hubiera pagado por una ensalada, un agua y un ramen de 15$, no tenía tiempo para que sacara la cuenta y me diera el vuelto.Ya casi sin aliento, llegué al parque. Igual que aquella noche, estaba desolado.Me senté en el mismo banco.

Estaba decidido. Me quedaría toda la noche si tuviera que hacerlo para verlo. Intenté que mi respiración se normalizara, y empecé con el ramen.

Lo comí lentamente, sin dejar de observar a todos lados por el chico. No sabía muy bien por qué estaba haciendo esto, pero simplemente quería verlo. Terminé el ramen y la ensalada, ya eran las once menos cuarto según mi celular y aún no aparecía.

No me preocupé.

La única vez que lo había visto no tenía ni idea de que hora era. Quizá era más de las dos de la madrugada aquella noche, yo no llevaba reloj y dudo que me hubiera puesto a pensar en la hora con esa embriaguez.Me limpié las manos con una servilleta y me di cuenta de que la chica de la cantina me había metido accidentalmente una factura cubierta con azúcar.


O al menos, eso pensé, ya que al dar vuelta la servilleta leí que, con letra de mujer (esa prolijita, con curvas redondeadas y corazoncitos en las i en vez de puntos, y en vez de puntos suspensivos crucecitas, y cosas así) había anotado su nombre, su número celular, y una frase que se había descorrido un poco la tinta que logré leer algo así como:

“Ahora que estás solo, ¡llámame, lindo!”.

La tiré a la basura apenas la terminé de leer, junto con los restos de servilletas y envoltorios. La factura la guardé en un envoltorio más pequeño.Volví a observar el bosque cuando llegué al cesto, y seguía desolado. Llegué al banco y me puse cómodo, esperaría todo lo que fuera para verlo. Su recuerdo seguía en mi mente, y cada vez que parpadeaba veía su rostro.


¡¿Qué diablos pasa con ese chico?!

¿Por qué no puedo sacármelo de la cabeza?
Y entonces llegó la estupidez: ¡Ni que estuviera enamorado!


Cavilé sobre lo dicho: Porque... no puede ser, ¿verdad? ¡No soy gay! ¡Claro que no! Debo pensar así porque fue cuando pensaba en Yumi... Pero ahora no quiero verla en absoluto, al contrario que con este chico.

Saqué el lazo negro del bolsillo.


Me quedé observándolo como un idiota, sin saber por qué quería ver al chico, pero no a mi ex novia.

-Mierda... estoy comenzando a perder la cabeza por ese chiquillo.-Pensé en voz alta.

Sentí un escalofrío en el cuello.

-¿A quién le dices chiquillo, grandulón?- sentí su aliento suavemente deslizarse por mi cuello, y su voz dulce endulzarme los oídos. Me volteé bruscamente... y allí estaba, detrás del banco, sonriente.

-Hola- dije, sin poder contener una sonrisa.-¿Cómo estás?-respondió alegremente dando la vuelta al banco para sentarse conmigo.-Te ves mucho mejor que la otra vez-comentó.

-Um, sí eso... –dije, tendiéndole el lazo-Esto es tuyo. Gracias.

-Ah, no es nada.-Tomó el lazo y lo ató con un moño en la parte trasera de su cuello. Estando sin una gota de alcohol en el organismo, se veía más hermoso aún.


-Al final, no me dijiste nada de ti la última noche-le recordé-¿Cómo te llamas?

-Riku. Riku Takaeda. Y tú, oscurito?

-Eh? Oscurito?

-Siiii! Sos re Darkiii-Dijo con una gran y tierna sonrisa en su rostro.  Como embobado, le observé.Y me descubrí dudando.¿En serio que no... me enamoré?  
Notas finales:

Graciaas!

 

 

Espero no ponerme tan larva con estoo...

 

Los amo, si han llegado hasta aqui es porque te has tomado el trabajo suficiente como para que tus ojos recorran cada palabra de lo que he escrito.

 

 

Te  lo agradezco.

 

Para alguien que es sólo un punto negro en la oscuridad, saber que la luz existe es felicidad...


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