Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Toda una vida de amor por BBK

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Pese a ser yo un chico normal en todos los sentidos de la palabra, había logrado conquistar a Seiji.

 

Lo conocí poco antes de ingresar a la universidad y entonces, como ahora, era bastante ordinario y regular. Nunca fui el mejor estudiante, jamás tuve dinero y con una apariencia física más bien descuidada. Nada de cortes de cabellos peculiares y ostentosos, de talentos extravagantes, no demasiado sociable. Ese era yo.

 

Así que cuando vi a Naoya Seiji, jamás espere que se fijara en mí.   Pero lo hizo, nos enamoramos y vivió una larga y feliz vida a mi lado hasta que partió de este mundo.  Su amor fue lo mejor que sucedió en mi existencia, no quiero seguir a mi amor a la otra vida sin rendir algún tipo de homenaje a lo que vivimos juntos. Es por eso que haciendo uso de mi única facultad no tan ordinaria, voy a escribir sobre nosotros. 

 

 

 

El Encuentro

 

En esos tiempos contaba yo con 18 años. Mi situación era más o menos la siguiente, después de vivir casi toda mi vida en el campo había logrado graduarme con unas notas muy buena de la preparatoria local. Mis padres siempre habían  tenido en sus planes que yo estudiara en una universidad de Tokyo, no es que fueran muy exigentes, solo que al igual que ellos habían completado sus estudios universitarios en la capital de país, su único hijo tenía que hacerlo.

 

Así fue como empecé a vivir en la capital, en un piso rentado que compartía con mi mejor amiga de la infancia. Chie, muchacha de pequeña altura y potente voz. Con un carácter tan temible que, para que mentir, me tenía totalmente subyugado a sus caprichos. Y ella era muy caprichosa. 

Esa noche, Chie entró a mi cuarto mientras estudiaba yo para mis exámenes de admisión y me pidió que me fuera.

 

- ¿Qué dices?

 

- Eso, que te vayas esta noche para que Nobu y yo estemos juntos. - Repitió mirando fijamente con sus pequeños y brillantes ojos café. No era una petición, su mirada fija y sus labios apretados me hablaban de una orden. Ella me estaba ordenando que me fuera de mi propia habitación para tener sexo con su novio.

 

- Pero tengo que estudiar...- argumenté, débilmente por cierto, en realidad estaba tan desanimado que hacía más de una hora que no lograba concentrarme con éxito. 

 

No me dijo nada, pero su mirada se volvió más fiera. Y temí por otro de sus arranques de ira.

Así que mudo, al igual que ella, me puse de pie y tome mi chaqueta antes de salir del piso y bajar a la cafetería de la esquina.

 

 

Eso me deprimió, pero en realidad ya estaba deprimido desde antes. Chie solo corono con más amargura mi día de desolación.  La verdadera causa de mi mal humor tenía nombre masculino y lo llamaré K.

 

K era el muchacho del cual llevaba enamorado cinco años, K fue el primero que me hizo el amor. También el primero que me rompió el corazón, con él me di cuenta que la vida no era color de rosa y los príncipes de cuentos eran eso... de cuentos. Le dedicaré unas palabras a K, pero eso será más adelante.  Lo único que tienen que saber es que K había sido mi senpai y amante casi toda mi adolescencia, así como el amante de muchos otros más.  Y a pesar de conocer su forma de ser tan frívola y egoísta, además de su gusto por el libertinaje, yo todavía lo amaba.

 

No lo amaba con pasión como antaño, ese amor era en parte costumbre y en parte necesidad de aferrarme a algún sentimiento. Mi amor por K era pequeño y frágil como la llama de una vela.

Pero aunque fuera una llama de vela, cuando esa tarde K me llamó para decirme que finalmente había decidido intentar algo serio con uno de sus profesores de la universidad, y escuché su voz tan feliz, yo me desmoroné.

 

 

 

¿Por qué ese con el que quería algo serio no era yo?  

 

Con esta mentalidad  llegué esa noche a la cafetería de la esquina.

Muchas veces durante todos estos años recordé esa noche, cada vez reconstruyo mejor la escena. Me acuerdo algún detalle que agrego, cambio un poco la versión de los hechos. Finalmente, mi memoria me dice que esa noche la cafetería estaba prácticamente vacía salvo por dos clientes en la barra y el dueño.

 

Yo al principio quise sentarme en alguna mesa vacía, pero resultaba ridículo y llamaría demasiado la atención. Así que me uní a los pocos clientes y le pedí al dueño un café con canela. 

Estos dos clientes en cuestión, eran jóvenes, una chica y un muchacho.  Por la distancia a la que estaban sentados, se notaba que no venían juntos ni se conocían de antes, pero de alguna manera estaban intercambiando palabras amablemente.  Por eso inicialmente me sentí incómodo, como un intruso en su charla. 

 

Sin embargo la muchacha se giró hacia mí y me sonrió amablemente.

 

- ¿También eres un estudiante de la zona que viene por un receso en sus estudios?- Me preguntó la chica, era pequeña de altura y algo rechoncha. Con una carita redonda y llena de acné, su cabello era oscuro al igual que sus ojos, que amables y tímidos, se escondían detrás de gafas redondas.

 

- Eso mismo. - Asentí y le regalé una débil sonrisa de reconocimiento.

 

La niña sonrió y continuó hablando unas palabras con el muchacho a su izquierda. Cuando vi a este muchacho, bueno... eso fue todo. Me había estado viendo fijamente cuando yo lo miré, así que encontrarme repentinamente con ese joven tan hermoso tensó mi cuerpo.

Era precioso, su cabello a media melena de un castaño muy claro, su piel tan blanca y brillante, esos ojos castaños verdosos y sus labios pálidos.  No era muy alto, pero noté que si muy delgado. Y sonreía. La primera vez que lo vi, me sonrío y yo le sonreí a él. Porque había algo en él, algo brillante y maravilloso que me había despertado curiosidad instantáneamente.

 

- Entonces, si es la única cafetería que abre por las noches y solo hay tres estudiantes, se podría decir que la gente no estudia mucho esta noche. ¿No? - Comenté, intentando sonar divertido.

 

- Eso o que tenemos menos vida social que la mayoría. - Agregó el muchacho y se echó a reir.

 

- Ne... mi nombre es Momo-chan, en realidad es Momoko Motsumara.- Corrigió, ligeramente avergonzada-  Pero en la secundaria mis compañeros empezaron a llamarme Momo. ¿Y cuáles son sus nombres?

 

- Aoyama Daiki.- Me presenté.- Vivo en la zona desde hace unas tres semanas, acabo de mudarme y ahora penosamente me enfrento a mis exámenes de admisión universitaria.

 

- ¡Aoyaka-kun! - Exclamó felizmente la niña llamada Momo.- También estoy preparando mis exámenes de admisión, ¿verdad que es muy duro? Jamás pensé que iba a tener que estudiar tanto, apenas si tengo tiempo de dormir. Ohh, Aoyama-kun que bueno compartir mi sufrimiento con alguien que está en mi misma situación. - Me reí francamente divertido por la actitud de la niña, pero estaba expectante a que el otro chico se presentara, me urgía saber su nombre.-  Nee.. Aoyama-kun.¿Verdad que vives aquí tan cerca?  De seguro siempre vienes por aquí, quizás volvamos a vernos.

 

- Ah... si claro, en realidad vengo casi siempre durante las noches a comprar algo de café.- Me estaba impacientando, ya quería dejar de hablar de mí y escucharlo a él. Aunque tener toda su atención en mi persona, tampoco era desagradable.

 

- Yo también vengo a diario.- Por fin intervino el muchacho.- Solo que jamás había venido durante la noche, suelo pasar casi todas las mañanas por aquí. Lo de hoy fue algo excepcional.  Mi nombre es Naoya Seiji, por cierto.- Agregó tímidamente con una sonrisa. Ese gesto fue tan suave y hermoso, me atrajo demasiado verlo sonreír así.

 

 

- ¿Naoya-kun, también estás preparando tus exámenes de admisión?- Le preguntó Momo, y él negó con esa misma sonrisa frágil.

 

- Yo ya estoy en mi segundo año, jeje me parece que soy un viejo comparado con ustedes.

 

- ¡Pero si te ves tan joven! - Exclamó la chica, para animarlo.

 

- Apenas tienes dos años más que yo. -  Lo había pensado, pero al mismo tiempo dicho en voz alta. Me ruborice ante el asentir de cabeza de Seiji.

 

 

Nos mirábamos. Yo en una esquina de la barra y él en la opuesta. Momo parloteaba en medio, continuando con sus comentarios y preguntas, que aunque amables, me estaban hartando. No es que fuera una chica desagradable, solo que él y yo nos mirábamos a los ojos. Y sentía que pensábamos en lo mismo: cuánto tardaría en irse Momo-chan.

 

El interrogatorio de la muchacha no fue tan tedioso, en realidad me gustó escuchar cada respuesta de Seiji para gratamente encontrar que éramos muy parecidos. Entre una de esas preguntas que formuló, encontré una respuesta que no me sorprendió en lo absoluto.

 

- ¿Están enamorados? - Indagó con un tono cómplice y picaresco que me resultó simpático. - Yo no.- Aclaró de antemano.

 

- Yo estoy enamorado desde hace cinco años de alguien que no vale la pena.- Solté de sopetón, destruyendo el clima tan alegre con el que Momo había mantenido el interrogatorio. No pude evitarlo, esa pregunta hizo aflorar toda mi depresión y me animó a confesar lo que sentía con una sonrisa de amargura.

 

Seiji se veía asombrado, seguramente nunca esperó una respuesta como esa. Y enseguida volvió a sonreírme, como dándome ánimos.

 

-Yo tengo novio.

 

 

Me lo esperaba. Puede que a otra persona le decepcionase enterarse que no estaba disponible, pero no yo. Es decir, llevábamos una hora hablando y ya podía notar que era no solo hermoso por fuera, sino también agradable y una buena persona. ¿Qué clase de chico con esas características no está ocupado? En el mundo real, ninguno.

Conversamos un poco más, pero finalmente Momo-chan se fue. Aludiendo que era demasiado tarde, se marchó llevándose algunos bollos dulces y prometiendo volver para charlar otro día con nosotros.

 

Entonces, Seiji y yo quedamos solos, muy distanciados uno del otro por el espacio que la niña había dejado libre.

 

- ¿Puedo llamarte Daiki? - Me preguntó, sonriendo de esa forma cálida otra vez.

 

- Seguro.

 

Fue él quien se acercó a mi, no al revés como esperé que pasara.  Tomó su tasa y redujo el espacio que nos separaba hasta sentarse junto a mi. Su hombro chocaba contra el mío, fue maravilloso tener a ese chico tan guapo y poder verlo de cerca.

Su piel no tenía imperfecciones, era simplemente un chico muy hermoso.

 

- Oye, eres muy gracioso. - Dijo Seiji, provocándome cierto rubor.- No esperaba bajar esta noche a tomar un café y encontrarme con un chico que me hiciera reír.

 

- Entiendo eso, yo no esperaba venir y encontrarme con alguien tan agradable como tu.- No quise que sonara como un piropo, no intentaba ligármelo (bueno, sí, pero no quería que lo supiera tan rápido). Por eso me arrepentí de mis tontas palabras, pero él no las interpretó de esa forma.

 

- ¿No te resulta curiosa la vida? Es decir, nunca se sabe lo que puede llegar a pasar. De pronto estas pensando que solo vas a tomar un poco de café, pero llegar y te pones a hablar con desconocidos. Simpáticos desconocidos.- Agregó y volvió a sonreírme.

 

- Sí, ahora que lo mencionas es muy curioso. - Seiji asintió muy entusiasmado por mi respuesta. Yo solo podía pensar que era muy bello.

 

- Por eso, aunque estemos pasando por malos momento, Daiki, piensa que en un segundo algo que no esperabas sucederá y puede cambiar para bien.- Se quedó meditando en silencio un minuto.-¿Sabes? Eso me da esperanzas.

 

Sacó su lengua en un gesto muy gracioso y me eché a reír. Porque me parecía adorable que hablando de algo tan profundo hiciera gestos tan ridículos.

 

- ¡Qué bien! Te hice sonreír.- Me dijo mientras palmeaba mi hombro.- Oye, quiero saber eso de tu amor de cinco años.

 

- No quieres saber eso.- Le advertí. Quería impresionarlo, quería ser genial y mostrarle todas mis cualidades. Pero hablándole de K solo sacaría a relucir mis peores defectos.  Aún así, él insistió.

 

- Vamos, te invito un café. Todavía tengo que hacer tiempo hasta que mi novio regrese de su trabajo.

 

 

Y fue ahí cuando me di cuenta de algo. Me estaba engañando a mi mismo al pensar que un muchacho como Seiji pudiera fijarse en mí.

 

 

Pero me miró toda la noche.

Así como también miró a Momo-chan.

 

Dijo que era gracioso.

Pero su tono no fue de quien coquetea.

 

Quiere saber de mi.

No porque le interese, necesita hacer tiempo y soy su chivo expiatorio.

 

Yo no tenía oportunidad con  Seiji, no era muy guapo para empezar. Tampoco era demasiado llamativo y mi actitud negativa en esos momentos, me hacían sentir una compañía poco placentera. Por esas razones no me importó ser yo mismo. Si Seiji quería escuchar mi triste y patética historia, le daría algo con que entretenerse hasta que su apuesto novio llegara por él.

 

- Deacuerdo, te voy a contar de todo. Pero no digas que no te lo advertí antes, bien?

 

- Siiiii.- Festejó moviendo sus puños ridículamente, y acercándose aún más para prestarme atención. Abrió grandes sus ojos tan bellos y no dejó de mirarme fijamente hasta que terminé de hablar.

 

 

Esa noche me desahogué. Le hablé de como K y yo habíamos sido novios y por un breve lapso mi historia de amor había tenido un final feliz. Lapso de solo seis meses, tiempo en el que K me engañó y dijo esas palabras.

 

Creo que ya no me gustas, Dai.

 

Se aburrió primero de mi cuerpo, después de mi actitud. Al final todo yo era lo más aburrido que había conocido. Y se encargó de decírmelo en la cara tantas veces como yo le pregunté la razón por la cual ya no estábamos juntos.

 

 

- Es entupido seguir enamorado de una persona que no te ama, debes estar pensando eso.- Le dije azorado después de tal confesión.- Pero lo intenté, de verdad intento no amarlo pero me di cuenta que es imposible. Voy a amarlo para siempre. - Pese a mi determinación al hablar, mis ojos ardían y yo me negaba a llorar frente a Seiji, aquello sería vergonzoso. Y miraba fijamente a mis manos sobre la mesa, para aguantarme las lágrimas y no derrumbarme ante él.

 

- No lo creo. - Habló, después de mucho tiempo de estar callado. Su voz risueña había sido reemplazada por un tono más bien neutral.

 

- ¿Qué cosa, que sea ridículo?

 

- Eso y que lo vayas a amar para siempre.

 

- ¿Seiji-kun, tampoco crees en el amor eterno?- Le di un codazo y reí. Seiji también se echó a reír conmigo.

 

- No lo sé, pero hasta ahora tuve muchos amores y ninguno duró para siempre, no? Quien sabe... un día me sorprendo, jeje.

 

 

No recuerdo mucho más de esa noche. Intento e intento, pero los detalles van y viene. Algunas noches en mi almohada una pregunta o algún comentario de los que intercambiamos se filtra en mis recuerdos, también vienen a mi esos gestos, el aroma que él tenia esa noche. La forma en que me hablaba, con simpatía pero al mismo tiempo manteniendo una distancia.

Solo hablamos de mi esa noche, toda la noche. Recuerdo que se hacía de día cuando miró su reloj y me dijo que debía irse ya.  

 

Yo inmediatamente pensé que eso era todo, ahí terminaba mi mágica noche con Naoya Seiji.  Pero estaba equivocado en dos cosas.  Primero, que ahí no terminó la noche. De hecho él se ofreció a acompañarme hasta mi departamento mientras me comentaba que estudiaba medicina en una universidad de la zona. Y segundo, esa noche definitivamente es buena, pero no es LA noche mágica.

 

 

Antes de despedirnos, Kamisama... quise besarlo. Pero tenía tanto miedo, de pronto toda la inseguridad que soy capaz de sentir, se apoderó de mis fibras y células. No lo hice y tampoco él. 

No tenía la intensión de hacerlo, se le notaba cordial pero siempre distante. Emocionalmente y físicamente también, porque caminamos a varios metros de distancia. Y así también, nos despedimos.

 

 

Sin embargo esa madrugada, antes de entrar en mi edificio Seiji gritó.

 

- Neee, Daiki dame tu teléfono.

 

- Sí.... claro, dame el tuyo también.

 

Y él sonriente, pero distante. Y yo feliz, pero desesperanzado. Intercambiamos números telefónicos.

 

 

Notas finales: Sin mucho tiempo a corregir, si notan errores me lo hacen saber. Gracias!

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).