Violet Hill
Era un largo y frío Diciembre
Desde los techos, recuerdo
Había nieve, blanca nieve
Capitulo 1
Observaba distante desde una ventana el frío paisaje de su ciudad Violet Hill. Es pequeña para ser llamada ciudad pero lo suficientemente grande para no ser un pueblo; sus casas son medianas y acogedoras, sus habitantes son personas buenas y hospitalarias. En el centro de este lugar hay un enorme castillo, perteneciente al rey de Violet Hill, donde él se encuentra; un joven de aspecto serio, no debía superar los diecinueve años, con el cabello de un color rojo vivo alborotado, tez pálida — por la falta de sol en la ciudad — y unos ojos miel con los parpados recaídos que le daban un aspecto adormilado. Miraba el paisaje desde la ventana de su enorme alcoba. Dejó salir un suspiro de sus labios mientras contemplaba el paraje con expresión melancólica.
— Siempre es tan blanco... —Murmuró.
Una blanca capa de nieve cubría toda la tierra. El joven pelirrojo volvió a suspirar y se alejó del marco de la ventana, sus padres lo estaban llamando. Vestía una camisa manga larga color vino, sobre esta, un chaleco negro de cuero, pantalones negros y botas del mismo color.
Bajó con sus padres, quienes lo guiaron hacia un enorme salón donde una distinguida fiesta tenía lugar. Se escuchaba una suave melodía que era la encargada de ambientar la atmósfera de la velada. Las hermosas doncellas se paseaban luciendo sus extravagantes vestidos y abanicos con plumas intentado llamar la atención del apuesto príncipe. Hoy, en esa fiesta, el príncipe Akasuna no Sasori elegiría a su esposa junto con quien gobernaría el reino.
— Será mejor que vayas a presentarte con las doncellas. — Sugirió el padre de Sasori.
— Sí. — Respondió mientras le sonreía a sus padres. En cuanto les dio la espalda su sonrisa se transformó en una mueca de total fastidio: odiaba las fiestas, más aún, odiaba a las mujeres; no es que no le agradaran, sólo no le interesaban de esa manera.
Caminó por el salón deteniéndose a saludar a las diferentes personalidades que asistieron. Observaba como algunas doncellas lo miraban con pequeñas sonrisas de interés, mas el único interés que él veía en sus ojos era de poder y riqueza.
De pronto su vista quedó fijada en la familia Yamanaka. Ellos eran dueños de las tierras de Iwa y era obvio que los reyes venían a presentar a su linda hija al pelirrojo. Pero no fue la hija menor, Ino, quien llamó la atención del príncipe si no su joven hermano, de quién cuyo nombre aún desconocía.
Se acercó a la familia de Iwa para saludar a la pequeña Ino pero con la clara intención de ver más de cerca a su hermano. En todo el tiempo que le tomó recorrer el trayecto hacia los Yamanaka ya había formulado un plan para aproximarse a ese rubio.
Llegó hasta ellos y tomó suavemente la mano de la joven besando sus nudillos.
— Buenas noches. Espero que estén disfrutando de la fiesta. — Se dirigió cortésmente hacia los padres. Después se volvió hacia el joven e hizo una pequeña reverencia. Adorable. Pensó cuando su mirada se encontró con la azul del rubio.
— ¿Me permitiría esta pieza? — Demandó dulcemente a la chica. Esta asintió y la llevó de la mano hasta el centro del salón. Notó las miradas celosas de las demás jóvenes clavadas en ellos, desgarrando la piel de la joven dama que le acompañaba. Sasori rió para sus adentros. Colocó una mano en la cintura de Ino y con la otra atrapó su mano. Ella respondió poniendo una en su hombro y la otra la dejó reposar tímidamente sobre la del pelirrojo. Comenzaron a moverse suavemente al ritmo de la música, a danzar en silencio hasta que finalmente el príncipe lo rompió.
— No era de mi conocimiento que teníais un hermano mayor. — Comentó exhibiendo sus exquisitos modales, con la doble intención de que la chica le proporcionara más información acerca de su hermano.
— Él no suele venir mucho a esta clase de eventos. — Contestó la chica. — Las fiestas no son de su agrado, alteza.
Sasori sonrió de lado ante tal revelación.
— ¿Cuál es su nombre?
— Deidara. — Respondió la Yamaka.
Deidara repitió internamente Sasori, cual eco divino ensalzara sus oídos.
— Fue una suerte que asistiera hoy. — Prosiguió la chica. Tienes razón, una suerte se dijo el pelirrojo a sí mismo.
La canción terminó y ambos jóvenes se separaron con una leve reverencia.
— Ha sido un placer. —Agradeció inclinándose con cortesía.
— El placer ha sido mío. — Contestó inclinándose al igual que el pelirrojo con la gracia propia de una dama.
Con una última reverencia Ino se alejó del pelirrojo y caminó hacia Sakura, quién la esperaba sentada, mirándola con la envidia reflectada en sus ojos verdes por haber tenido el honor de bailar con el mismísimo príncipe, para hablar un poco con ella y, seguramente, restregarle — con la sana competitividad que compartían — su dicha.
Sasori, sin perder más tiempo, buscó al rubio que había logrado cautivarlo entre la muchedumbre. Lo halló en una mesa, un poco apartada de la fiesta, con una hastiada expresión en su rostro. El joven príncipe avanzó entre la multitud de personas que se había cernido en la pista de baila, ofreciéndoles sencillos gestos de cabeza o de mano con tal de poder seguir su marcha sin necesidad de malgastar más tiempo — a fin de cuentas odiaba esperar. Caminó hasta él con una ligera sonrisa y viéndole fijamente.
— Parece ser que no gozáis en absoluto de la celebración. ¿Acaso no os divertís? — Preguntó con burla mientras recargaba un brazo sobre la mesa.
— ¿Mhn? —El rubio miró perezosamente hacia al príncipe de Violet Hill. — Claro que no, un. — Dijo sin intentar encubrir el fastidio que sentía.
— Deidara, ¿no es ese vuestro nombre?
— No me hables de vos, sino de tu. — Replicó casi en un bostezo. —Y sí, ese es mi nombre. — El pelirrojo tomó asiento frente a Deidara, después de haberle pedido permiso con la mirada y haber recibido una de total indiferencia que le daba el consentimiento para proceder.
Estuvieron en silencio unos minutos observando a las personas bailar grácilmente en la pista hasta que finalmente Sasori habló.
— Os comprendo Deidara. — El nombrado tosió disimuladamente para llamar la atención de Sasori. Este enseguida comprendió la seña. — Quiero decir, te comprendo. — Suspiró mirando con aburrimiento a los invitados. Su mirada se desvió hacia Deidara, viendo la duda dibujada en sus hermosas esferas celestes. — Bueno, quizás no me interesen las mujeres. — El rubio ensanchó las iris cuando comprendió tal declaración; aunque eso ya no era un tabú para la sociedad para la monarquía era diferente. Además a él le sorprendía escucharlo de alguien tan popular entre las mujeres como lo era Sasori.
— ¿Q-qué?... —Deidara tardó un poco en reaccionar. La escena del pelirrojo invitando a bailar a su hermana le llegó súbitamente a la mente. — ¿Entonces, por qué invitaste a bailar a Ino, un…? ¡No juegues con ella, con te atrevas! ¡Si intentas darle falsas esperanzas sólo para reírte de ella, yo…! — Exclamó incapaz de acabar la frase, se sentía completamente indignado, ofuscado por su enfado. Él era un hermano muy protector y no iba a permitir que él lastimara a su hermana.
Sasori soltó una pequeña risa por el comportamiento del rubio y por la osadía que mostraba a la hora de hablarle. Lentamente se levantó de su asiento y se aproximó al heredero de la familia Yamaka. — Quizás…No es tu hermana quien me interesa. — Susurró — siempre manteniendo la duda en sus palabras. — mientras tomaba el mentón del rubio, alzando su cabeza para poder mirarle a los ojos. Acercó su rostro al de Deidara provocando que sus labios casi se rozaran. — Quizás, eres tú. —Sasori agradecía que el lugar donde estaban estuviera lo suficientemente apartado como para que nadie los viera. Deidara, por su parte, no podía estar más rojo.
— ¿Qué? —Deidara se levantó y retrocedió todo lo que pudo hasta que su espalda se topó con la pared. Sasori aprovechó el momento para acorralar al rubio poniendo una de sus manos al lado de su cabeza, acercándose más a él.
— N-no está bien, un. —Masculló. Intentó escapar por el otro lado pero Sasori bloqueó su salida con el otro brazo. Deidara tragó saliva nerviosamente al verse tan expuesto. —Esto no está bien. — Dijo un poco más alto.
— ¿Oh? ¿No está bien? — Repitió divertido mirándolo intensamente a los ojos — No está bien pero tampoco está mal. — Se entretenía con la expresión de Deidara al tratar de descifrar el mensaje oculto en sus palabras. — Solo las personas mayores o las más cerradas de mente lo ven mal pero eso es porque carecen de la cultura necesaria. — Sasori pegó más su cuerpo al del rubio, poniendo una pierna entre las de este para evitar así que su presa escapara. Arrimó sus labios a los del joven de ojos azules logrando que estos se rozaran. — Me gustas. — Musió sobre los labios del contrario. Deidara, aunque ya se esperaba esa declaración cuando Sasori lo acorraló, no pudo evitar sorprenderse. — ¿Y Yo? ¿Yo te gusto? — Preguntó. Deidara vaciló unos segundos, pero cuando estaba apunto de contestar una voz se escuchó a espaldas del príncipe de Violet Hill.
— ¡Sasori! ¿¡Qué demonios estáis haciendo!? —Gritó una voz molesta.
— Chiyo baa-sama. — Susurró el pelirrojo reconociendo de inmediato la voz de su abuela.
Lleve mi amor hasta Violet Hill
Allí, nos sentamos en la nieve
Si me amas...
¿No me lo dejarás saber?