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La Leyenda de la Sirena por katzel

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Notas del fanfic:

Basada en la película de Miyazaki "Gake no Ue no Ponyo" para su idea original. Los protagonistas y la sucesión de los hechos no está ligada de manera directa a la obra.

También hay alusiones al cuento clásico "The little mermaid" de Hans Christian Andersen.

Esa tarde, cuando los vientos soplaban azotando las copas de los árboles y el mar entero pugnaba por desbordarse pude conocer su triste historia.

…l era pelirrojo.

No insistiría sobre el color de sus cabellos sino fuera por que había mucho de mágico en aquellos reflejos bermellones y eso aumentó la impresión que quedó grabada en mí y por supuesto, la expresión de dolor que sólo alguien como él podía sentir.

Sus ojos eran verdes. Verdes como las esmeraldas capaces de atrapar un rayo de sol en su centro.

Y así, entre sus largos cabellos y sus profundos ojos nostálgicos, frente al mar, es como me gusta recordarlo...


Amenazaba desatarse un tifón sobre la ciudad pues las nubes ya se arremolinaban tomando ese tono azul oscuro que se iría profundizando a medida que los vientos ciclónicos fueran chocando entre sí moviendo las olas hasta hacerlas crecer lo suficiente como para verlas destruir todo lo que había costado tanto construir.

¿Quién podría permanecer impasible ante la furia desatada de la naturaleza?

Yo era el más joven de los guardias de seguridad en caso de contingencias.

Mi deber era vigilar la ruta al observatorio. Todos los que estaban allí debían ser evacuados y tenía que asegurarme de que ninguno tratase de volver.

Terminaba ya mi peligrosa labor cuando vi a una persona adentrándose peligrosamente entre los riscos. Saltaba graciosamente sin parecer esforzarse de manera alguna. Sus cabellos rojos se agitaban cada vez que su cuerpo cruzaba el aire y el viento no tenía imperio alguno sobre su frágil silueta. Sin embargo, temiendo que pudiese caer de un momento a otro corrí a su encuentro.

Me costó mucho trabajo poder llegar hasta su posición y cuando lo hice él estaba con los brazos cruzados mirando fijamente el mar.

- ¡Hey... usted... hey!

Intenté atraer su atención pero no obtuve respuesta por lo que tuve que aproximarme aún más.

Abajo, casi a cuarenta metros de distancia las olas reventaban y subían peligrosamente en un estruendo terrible.

- ¡Oiga... es una locura estar aquí... ya se aproxima el tifón! - le dije agitando mi barra fosforescente.

Por fin volteó el rostro hacia donde yo estaba y fijó sus ojos verdes en mí, esbozando una breve sonrisa.

- Lo lamento... sólo tenía ganas de ver el mar... es que lo extraño demasiado...

Fue demasiado simple.

Su voz cortaba el fragor impetuoso del océano y llegaba limpiamente hasta mí en todas sus preciosas inflexiones. El cabello rojo, largo, ostentoso, ondeaba acariciado por el viento y dándole una apariencia sobrenatural.

- ¡Debe ir a los refugios por su seguridad! - dije sin poder escucharme a mí mismo.

Movió la cabeza.

- Es tarde para salvar a alguien como yo que morirá probablemente en algunas horas, no trate de hacerlo... sería una locura... mejor vaya usted y póngase a salvo... yo prefiero recordar el mar... el inacabable mar que fue mi hogar hace tanto tiempo... el mar y todo lo que perdí al llegar aquí... las risas de mis hermanos y hermanas... el transcurrir fugaz por sus profundidades conociendo el secreto de la vida y la verdadera libertad... el mar fue mi mundo pero ahora... ni siquiera sé si podré volver a él...

Enmudecí. A otro podía haberle parecido un discurso sin sentido, para mí cada palabra suya era importante y conmovedora.

- ¿Le gustaría escuchar mi historia? - dijo animándose de pronto - ¿podría ser usted acaso el último ser que guardara mi tragedia? ¿haría realidad mi último deseo?

Asentí y en ese momento la gorra azul del uniforme que llevaba salió despedida por los aires, despejando mi rostro para que también pudiese verlo.

- Gracias... en verdad... significaría mucho para mí... ¿Cuál es su nombre?

- Takaya...

- Bien Takaya-san... entonces le diré quién soy y qué hago aquí...

Se olvidó que estaba en un risco elevado, ante un violento tifón y se sentó al borde del acantilado para empezar su narración.

"El amor es algo maravilloso... ¿no lo cree así Takaya-san? Oh... a pesar de mi horrible situación sigo creyendo firmemente en el amor... sigue siendo la esencia del mundo... lo sé... Por amor mi madre, una bella diosa marina de cabellos rojos se enamoró de mi padre, un navegante incesante que deseaba encontrar el origen de la puesta del sol. Ambos se encontraron en los límites del mundo y mi adorable madre le dio el regalo de la inmortalidad para poder compartir su felicidad en el fondo de los mares."

Cerró los ojos como si escuchara una melodía y sonrió.

"... allí vi la luz por primera vez... en un hogar cálido y amoroso, lleno de magia y fantasía, toda la felicidad que podía desear la tenía a mis pies y sin embargo... y sin embargo... desarrollé una curiosidad insensata sobre lo que estaba en la superficie. Cada objeto que llegaba por casualidad a mi reino era atesorado por mí y convertido en fuente de miles de preguntas: ¿cómo serían los humanos? ¿qué tipo de maravillosas emociones los impulsarán? ¿serán sus corazones parecidos a los nuestros?... recuerdo que constantemente idealizaba todo lo que concernía a ellos aunque mi padre se encargaba de advertirnos sobre los peligros, la maldad y la mezquindad de su raza"

Dio un respingo pensando que me había ofendido de alguna manera.

- Takaya-san, me disculpo si me he expresado mal de ustedes... a veces me dejo llevar...

- No... de ningún modo... - le dije tranquilizándolo - ... lo que dice es triste pero cierto... a veces podemos ser así... lo reconozco... pero por favor, prosiga...

Extendí la palabra tratando de que me dijera su nombre y dijo:

- Umi...así solían llamarme... hace mucho tiempo...

Me sentía fascinado... iluminado ante un ser como él.

"Un día pude escapar del control de mi familia atreviéndome a llegar a la tierra que tanto añoraba. Tras mi accidentado viaje, completamente cansado fui atrapado casualmente por un joven de mi misma edad llamado Tooru... fue amor a primera vista... no sólo quedé cautivado con la perspectiva de un nuevo mundo sino con aquella persona que cuidó de mí amablemente y no hizo ninguna pregunta acerca de mi origen... estaba tan feliz... tan feliz... que empecé a cambiar lentamente para poder compartir mi vida con él, pero nos esperaban aún muchas dificultades..."

Su gesto se volvió muy triste.

"Qué historia de amor no tiene dificultades... mi familia vino a buscarme y se desató uno de los tifones más terribles de la historia. ¿Ha escuchado las leyendas en torno a las sirenas?, dicen que si sacas una sirena del mar entonces el mar irá a buscarla. Pues es completamente cierto. Mi padre y mi madre vinieron a rogarme que volviera con ellos pues era su hijo bienamado. Sin embargo, estaba tan arrobado por el sentimiento que tenía hacia Tooru que renuncié a mi divinidad, a mi magia y a mi familia para poder seguirle en una vida mortal. Mis padres se encontraron con él y le hicieron jurar que me protegería para siempre. Sólo su amor podía mantenerme existiendo con el brillo de la felicidad, de lo contrario me convertiría en bruma marina y nunca más podríamos volver a vernos. Tooru, como lo esperaba juró, sosteniendo mis manos, que ambos estaríamos juntos hasta la ancianidad y que conservaría los votos que estaba haciendo"

En sus ojos esmeralda colgaban lágrimas como piedras preciosas de incalculable valor.

"Pero el corazon humano es tan mudable y caprichoso. Para cuando hicimos la promesa teníamos apenas quince años y éramos muy jóvenes. Pronto Tooru empezó a crecer y a cambiar y se dio cuenta con dolor de que la promesa que le ataba a mí le impedía volar con sus propias alas por el mundo... yo me convertí en su cadena y empezó a morir nuestro amor. Quizás pensó que no conocía los límites de la responsabilidad que asumió cuando yo renuncié a mi primer estado por él y entonces nació una herida pequeña en su corazón. Con el tiempo esa herida se hizo una grieta y nos fuimos separando... y ocurrió algo que nunca pensé que iba a suceder... Tooru se enamoró de otra persona... se enamoró de alguien más... todo lo que yo era no bastaba para abarcar por entero sus sentimientos y le perdí... el hechizo se había roto por su traición y me había empezado a destruir también... el amor verdadero ya no podría sostener mi espíritu... estaba condenado..."

Un dolor muy hondo llenó mi pecho y sentí cómo ascendía hacia mi garganta a punto de hacerme llorar.

No era sólo lástima por su fragilidad... por sus esperanzas destruidas... me parecía imposible que alguien se hubiese sacrificado de esa manera, que hubiera llegado hasta el límite de lo que se podía perder y estuviese allí, esperando tranquilamente la muerte.

"No le culpo... aún ahora deseo que Tooru sea verdaderamente feliz con la persona que ha elegido... lamento haberle perdido... pero sé que de alguna manera aún estaré en su corazón...que cuando vea la bruma del invierno paseando libremente sobre la playa pensará en mí y por lo menos en ese momento reviviré en sus pensamientos..."

Un sollozo ahogó la frágil voz... en realidad extrañaba tanto el océano al que ya no podría retornar...

"Cuando aparezcan las primeras estrellas de esta noche... mi cuerpo desaparecerá..."

- Umi...

- Tengo una pregunta que hacerle... Takaya-san... dígame... ¿me he equivocado...? ¿hice mal en amar tanto? ¿he cometido un pecado que no se puede perdonar?

Recién vio mi rostro bañado en lágrimas que decía que no...

- Nunca... aferrarse a los sueños... con toda el alma... y fracasar herido en mil pedazos... nunca ha sido un pecado... sólo se le han incendiado las manos al tocar las estrellas fugaces ¿cómo podría alguien condenarle por eso?... no... por lo menos hubo un tiempo en que fue feliz... ¿no es cierto?

- Así es... - dijo impresionado por mi tristeza - ... es usted muy amable...

- Esas sonrisas fueron reales... esas palabras... esos recuerdos...

El viento se hizo fuerte y el ciclón pronto tomó la escarpada parte de la costa donde nos hallábamos.

Cerré los ojos cubriendo mi cara con mis brazos para impedir ser arrastrado por la tremenda fuerza que se desataba. Necesitaba decirle algo a Umi... necesitaba decírselo en ese momento.

- Takaya-san ... - dijo con la voz temblorosa de emoción - ... tras las nubes más altas... aparecen... las primeras estrellas.

Se puso en pie abriendo los brazos esperando el momento en que por fin todo se perdería.

Y así, en medio de una fuerza que lo destruía todo a su paso, luché por tomar su mano y gritar tratando de hacerme escuchar, venciendo a la tormenta.

- ¡Permítame conjurar nuevamente el hechizo... permítame ser el artífice de su existencia... aquí y ahora... haré el juramento de entregar mi corazón para siempre... que el cielo, la tierra y los mares me escuchen... yo renuevo la promesa... no temas Umi... no temo amarte por la eternidad... permíteme realizar esta alianza... tengo tanto que mostrarte aún del amor... de ese amor que no muere... del que puede curar todas las heridas y realizar milagros...!

Las nubes se disiparon hacia el cielo y éste quedó límpido con la luna enorme y las estrellas alrededor.

Yo aún tenía su mano entre las mías.

- Lo lamento, Takaya-san - dijo mientras se disolvía etéreamente -... sólo hay una persona que tiene poder sobre mí y ese es Tooru... él se llevó mi corazón... ya nadie mas puede tenerlo... gracias por tus palabras... gracias por intentarlo... en verdad, el amor debe ser algo muy hermoso... sobre todo cuando proviene de una persona con un corazón tan grande y tan sensible como el tuyo... capaz de amar a un desconocido como yo...

- ¡Umi!

- Siempre estaré en la bruma del mar... si caminas por la orilla de la playa y sientes un frío y tímido abrazo... no temas... sólo soy yo...

- ¡Umiiiiiiiiiiiiiiiiii!

- Es una lástima... que no haya podido aceptar tu amor, Takaya-san...

Una luz convertida en mariposa voló y sólo pude escuchar el eco de sus últimas palabras.

- Adiós... Takaya... adiós...

Esa fue la última vez que le vi...

Luego de aquello no fui capaz de enamorarme de nadie más.

Al igual que Umi sólo podía ofrecer su corazón a Tooru, yo sólo podía ofrecérselo a él.

Fue tan poco el tiempo que nos conocimos y sin embargo es el único momento que atesoro como el recuerdo de una vida real.

Los años han pasado pero no he podido dejarele atrás y en el aniversario de su desaparición siempre llevo pequeñas flores rojas al risco porque me recuerdan su cabello rojo desatado al viento...

Y a veces, en las noches, cuando retorno a casa siento su gélido abrazo y en voz baja susurro una plegaria para que los dioses del mar alguna vez permitan que su espíritu vuelva a ser la hermosa joya de esmeralda que brille en el profundo corazón del océano.

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