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Nuestras vacaciones por Mainsi

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Notas del capitulo:

Por fin llegan todos a la casita de la playa.

Sonó el despertador, y Rodrigo se le quedó mirando extrañado, después de semanas sin ponerlo se le hacía raro oírlo, lo bueno era que aquel sonido significaba que era el día que había estado esperando desde que empezaron las vacaciones.
Sin remolonear como solía acostumbrar, cogió la ropa que había preparado el día anterior y se metió en el baño, se duchó y al terminar se miró en el espejo del baño que abarcaba de cintura para arriba. El reflejo mostraba a un chico de 16 años, alto y bien formado gracias al deporte diario, de piel clara, pero ya tostada por el sol, unas cuantas pecas por las mejillas y el puente de la nariz. El pelo rubio y mojado se le pegaba al cuello sin llegar a tocarle los hombros, en cuanto se le secase se le ondularía ligeramente, y por último los ojos marrones y con expresión rebelde. No podía negarlo, le había tocado la lotería con los genes, no es que fuera a presentarse a Mister España, pero estaba bastante bien. Eso era algo que además quedaba patente en el comportamiento de las chicas del instituto, aunque a él no le había llamado la atención ninguna de ellas.
Una vez arreglado con una camisa celeste, unos vaqueros pirata y unas sandalias de estilo japonés, salió del baño y se fue al comedor donde su desayuno le esperaba sobre la mesa. Su madre y su hermana pequeña ya estaban sentadas y con el desayuno a medias.

- Tu padre ha ido a por el coche, desayuna rápido y baja la maleta, para que no te tenga que estar esperando dentro del coche con el calor que hace - Vivían en un segundo piso sin ascensor, por lo que bajar una maleta hasta los topes con la ropa de todo un mes llevaba su tiempo.

- Hermanito ¿Puedo ir? - La pequeña tenía 6 años y llevaba insistiendo semanas.

- Ya sabes que no, pero te traeré un regalo muy bonito.

- ¡Tráeme un perrito! - Se echó a los brazos de su hermano, mientras su madre le lanzaba a Rodrigo una mirada que decía “Ni se te ocurra, o el perro y tu salís por la ventana”.

- Pero es que un perrito no cabe en la maleta - Puso Expresión de dolor, claramente fingiendo.

- Jooooo - Puso su mejor carita de pena, pero se lo pensó mejor y cambió de idea - Pues entonces tráeme un gatito.

Rodrigo y su madre se echaron a reír.
En cuanto se termino las tostadas Rodrigo cogió la maleta y un petate y se despidió de las dos mujeres de la casa.
Su padre le llevó hasta la estación de autobuses donde se reunió con Oscar que le estaba esperando sentado en un banco de plástico.

- Ya era hora tío, pensé que no llegabas, el autobús está a punto de salir.


Oscar también se había arreglado para la ocasión llevaba una camiseta verde sin mangas que contrastaba con el verde claro de sus ojos y unos pantalones cortos de lino blanco. Oscar era algo mas bajo que Rodrigo, tenía el pelo castaño y revuelto, en realidad, aquel peinado “despeinado” le costaba lo suyo frente al espejo.

Tras unos minutos de charla llegó el autobús y ambos subieron emocionados, hablando de las ganas que tenían de ver de nuevo a toda la panda unida, y de cómo habrían cambiado el resto, puesto que ellos mismos habían crecido bastante desde la última vez que se vieron.

Al llegar cogieron un taxi que les dejo en la misma puerta de la casa de la playa donde Alicia les estaba esperando sentada en un banquito de la entrada. A esta ya se le veía la piel bien morena ya que llevaba allí desde el comienzo de las vacaciones, se había puesto un vestido corto de estilo hawaiano de color verde manzana, lo que destacaba aun mas su bronceado, se había recogido el pelo en un moño alto del que caían mechones de pelo caoba por todas partes enmarcándole la cara junto al flequillo recto que avivaba sus ojos marrones claros.
Al verlos aparecer salió corriendo a su encuentro y los abrazó a ambos, esto provocó que a Oscar se le colorearan levemente las mejillas, algo que la chica no notó, pero que no pasó desapercibido para Rodrigo.

- Que alegría que ya estéis aquí, los demás no tardarán en llegar - Irradiaba alegría por todo su ser, estar allí sola con sus padres la aburría bastante - Venir que os enseño las habitaciones para que dejáis las maletas.

Subieron a la planta alta donde había cuatro dormitorios y dos baños.

- La mía es esta - Les señaló la habitación mas cercana a la escalera, se componía de dos camas con cobertores amarillos, una mesita entre estas y un armario al fondo - Vosotros elegir la que queráis.

Tras un vistazo rápido vieron que las dos habitaciones siguientes eran idénticas a la de Alicia cambiando solo el color de los cobertores, siendo azules y verdes, mientras que la cuarta habitación tenía una cama de matrimonio con el cobertor rojo. Los chicos descargaron sus cosas cada uno en una habitación. Al bajar se encontraron con Alicia sentada en una de las salas de estar, la que tenía los sofás de color naranja.

- ¿En que habitación os quedáis al final?

- Yo en la verde y Rodrigo en la azul.

- Vaya ¿Cómo es que no dormiréis juntos? ¿Me he perdido algo?

- Es solo que si nos quedamos los dos juntos parecerá que excluimos a los demás, mientras que así nos pondremos al día mas rápido entre todos.

- Muy buen punto.

En ese mismo momento llamaron al timbre, Alicia se levantó para abrir la puerta y sus amigos la siguieron.
Al abrir se encontraron con un chico muy alto, mas que Rodrigo incluso, además estaba bastante mas fornido, tenía el pelo muy corto y moreno, y los ojos marrones casi negros, todo esto en conjunto le daban un aspecto algo fiero. Por lo que los tres se quedaron un poco perplejos.

- Creo… creo que no me he equivocado… ¿Eres Alicia verdad? - A pesar de su aspecto y de su fuerte voz masculina, supieron quien era al momento gracias a su timidez hablando.

- ¡Pablo tío! ¿Pero que te ha pasado? ¿Te han dado de comer testosterona durante los últimos cuatro años? - La última vez que le vieron tenían 12 años y Pablo era el mas canijo de los seis, incluso teniendo en cuenta a las dos chicas del grupo.

- Si que sois vosotros… ya pensé que me había equivocado por como me mirabais - Estaba totalmente avergonzado por la observación de Oscar - Tampoco he cambiado tanto… solo he crecido un poco.

- ¿Un poco? Pero si eres como un armario empotrado – Esta vez fue Rodrigo el que habló, y Pablo cada vez se cohibía más, por suerte para él, Alicia lo notó.

- Anda dejarle tranquilo, lo que pasa es que vosotros sois unos canijos - Ahora le llegó el turno a ella de avergonzarse, por no medir sus palabras. Incluso Oscar que era el mas bajo de los presentes le sacaba bastantes centímetros a ella que era mas bien bajita.

- A ver quien es la canija aquí - Dijo Oscar con tono de burla, ya que sabía que ese tema fastidiaba bastante a la chica, que lo miraba con veneno en los ojos.

Al cabo de un rato Pablo ya se había instalado en la habitación verde, que compartiría con Oscar. Y los cuatro descansaban en la sala de los sofás naranjas de nuevo, contándose las novedades

- ¿Entonces ya tienes novia? Me alegro por ti, seguro que es simpática y muy guapa.

- Pues claro que tienes novia, con lo bien que estas y lo bueno que eres es normal, no como otros - Dijo la chica mirando a Oscar de mala gana, aun estaba picada con el por llamarla canija.

- No hables que tu, por muy mona que seas, también estas mas sola que la una. - Oscar miró a la chica como retándola a continuar.

Iban a empezar a discutir cuando el timbre sonó de nuevo.

- Esta vez deben de ser Julia y Marcos, me avisaron de que vendrían juntos.

- Ve a abrirles, nosotros mejor nos quedamos aquí esperando para no atosigarlos como ha pasado con Pablo. - Alicia asintió y salió por la puerta que daba al pasillo de entrada.

Al cabo de unos segundos volvió a entrar en la sala acompañada por dos personas más. La primera en pasar fue Julia, mas bonita aun de lo que podían recordar, Julia se había dejado el pelo largo, dejándolo caer sobre su espalda como si fuera una cortina dorada, sus ojos azules claros hacían juego con su vestido de algodón del mismo color, todo ello mezclado con la extrema dulzura de su cara hacía que pareciera un anuncio de muñecas Barbie. Y tras ella pasó Marcos, este llevaba puestas unas gafas de pasta con la montura en blanco y las patillas a cuadros negros y blancos, un diseño un poco extravagante, pero que le quedaban perfectas en contraste con el pelo negro y los ojos oscuros, vestía una camiseta blanca que acentuaba el bronceado natural de su piel y unos pantalones grises con franjas blancas a los lados.

- Hola a todos, tenía muchas ganas de veros - Tras decir esto Julia se acercó sonriente y saludó con dos besos a todos los presentes en la sala.

- Yo también me alegro de veros - Esta vez fue Marcos el que saludó. La blancura de sus dientes destacaba en su sonrisa, aunque sus ojos no parecían tan alegres como el resto de su cara.
Notas finales: Este tambien lo he tenido que editar.

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