Así es mi amor
Capítulo 1: Tras de mi
Abrió desesperado la puerta de su casa y la cerró con fuerza tras de sí apoyándose en esta y dejándose caer.
Su respiración estaba agitada, su pecho subía y bajaba de forma rápida mientras tragaba enormes bocanadas de aire. Se encontraba sudado y aún le temblaban las piernas.
-¿Qué… fue lo que pasó?- preguntó a la nada mientras hundía su cabellera rubia entre las piernas, aún sintiendo como su corazón golpeaba con fuerza. Las imágenes de lo ocurrido acudían a su mente atormentándolo, por más que intentara dejar de pensar en ello.
Al rato se incorporó aún abatido, y con parsimonia se dirigió a la cocina. Preparó su leche con cereales con demasiada pereza, casi sin prestarle atención a lo que hacía, ya que en su cabeza sólo había lugar para “eso” que había pasado; agarró el paquete de galletas y con paso lento fue al living a mirar la televisión intentando olvidar todo para poder calmarse.
Al cabo de unos minutos terminó de merendar mientras observaba un aburrido programa de entretenimiento, por lo que apagó el televisor sin más y recostándose sobre el sillón volvió a meditar sobre “eso” que aún le confundía.
Como cualquier adolescente normal, Naruto asistía a una escuela, la cual quedaba a unas pocas cuadras de su casa. Vivía solo con su madre, debido a que sus padres estaban separados desde hacía ya varios años. Ella trabajaba y volvía demasiado cansada, por lo que casi no tenían conversación. En cuanto a su padre, sabía que vivía lejos nomás.
Desde que tenía memoria residían en esa ciudad, por lo que podría decirse que llevaban allí unos 17 años y debido a esto, creía conocer a todos sus vecinos e incluso a las personas que vivían cerca su colegio. Pero al parecer no era tan así como él lo creía.
Cotidianamente tomaba el camino menos extenso para ir y volver del colegio. Siempre lo había hecho así, sin embargo desde hacía dos días ya, había tenido que tomar por otras calles, debido a que las que usualmente transitaba estaban siendo reparadas y le molestaban de sobremanera el ruido de las maquinas y el polvo que levantaban.
El horario escolar había terminado a eso de la una de la tarde, se había retirado del instituto y caminó varias cuadras hasta llegar a una plaza donde jugaba de pequeño, la cual estaba bastante abandonada; ya no tenía muchos juegos y los pocos que aún permanecían no estaban en buen estado. Dobló en esa cuadra y continúo caminando por la vereda opuesta a la plaza.
En la cuadra siguiente, sobre ambas aceras, había terrenos en los que se planeaba en un futuro cercano, construir dos grandes edificios, sin embargo todavía no habían empezado con las construcciones.
Continuaba caminando a paso lento y sin prestar atención a nada. Las calles se encontraban totalmente desiertas porque la mayoría de las personas se hallaba almorzando y algún que otro vehículo se escuchaba pasar de vez en cuando.
Todo estaba demasiado tranquilo y silencioso, hasta que un ruido lo hizo sobresaltarse. Giro su rostro buscando al causante de dicho sonido pero no encontró nada. Había oído como el crujir de una rama al ser pisada, pero no había absolutamente nada a su alrededor que hubiese podido provocarlo. Y lo peor de todo es que volvía a sentirse observado nuevamente. Desde que había tomando ese camino había percibido que alguien lo observaba, pero terminaba viéndose sólo así que le resto importancia el primer día. El segundo día volvió a percibir la misma sensación pero nuevamente no había nadie en ninguna dirección, y ahora otra vez.
Volvió su rostro hacia el frente retomando su marcha, pero sólo pudo dar dos pasos antes de que unos brazos rodearan suavemente su cintura y lo apegaran al cuerpo que tenía detrás. Se quedó paralizado, inmóvil, sin reaccionar; hasta que por su cuello se fue deslizando algo húmedo, una gran lamida desde el comienzo del cuello a la mandíbula le hizo temblar, sudar y sentir una extraña corriente eléctrica recorrerle por la espina dorsal.
Tardó varios segundos en entender lo que sucedía, y no lo comprendió del todo. Sin embargo lo que más le atemorizaba era que su propio cuerpo se negaba a moverse. En su mente se hallaba una sola palabra: “huir”, pero sus pies no acataban la orden y seguían firmes allí. Comenzó a imaginar que había algo en esa persona que lo estaba hipnotizando y al parecer era su aroma; ese perfume estaba provocando que su cuerpo se relajara y que su cabeza dejase de pensar. Podía sentir aún esa lengua delicada recorrer su cuello y esos labios succionar con una suavidad inhumana su piel.
Todos sus músculos se relajaron, y de no ser porque el otro individuo lo tenía abrazado, hubiera caído de rodillas al suelo. Había inclinado su cabeza hacía un costado dejándose hacer por completo, solo quería sentir.
El juego había acabado durando unos minutos. Él permanecía con los ojos cerrados y echando todo su peso sobre el cuerpo opuesto. Todo iba bien, hasta que de repente se sintió empotrado contra la pared. Por acto reflejo abrió los ojos sorprendido encontrándose con una persona a la cual no pudo verle el rostro, tanto por lo rápido que se movió para morder con desesperación su cuello, como por la capucha que llevaba cubriéndole hasta la nariz.
De su boca salió un gemido de dolor al sentir como era mordido salvajemente. De inmediato reaccionó empujando con fuerza a quien tenía en frente, quien permaneció una milésima de segundos de pie junto al rubio, y luego corrió hasta doblar la esquina.
Minutos y más minutos pasaron hasta que todo lo ocurrido fuera procesado en su mente. Su rostro empalideció de sobremanera, su expresión cambió a una de susto y asombro mientras su cabecita continuaba rehaciendo la escena ocurrida una y otra vez.
Caminó con miedo hasta la esquina por la que la persona había desaparecido y no vio a nadie. Las próximas cinco cuadras que le quedaban por andar, las hizo corriendo a la máxima velocidad que sus piernas le permitieron.
¿Qué era lo que había hecho? ¿Acababa de dejarse manosear y besar en la calle y encima por un cualquiera?
¿Por qué no se había negado? ¿Cómo fue que no detuvo a la otra persona?
¿O peor aún, por qué se había excitado tanto al sentir como esa lengua cálida pasaba por su piel? ¿Qué era ese perfume que lo había embobado tanto?
Está bien que fuese un adolescente y que sus hormonas no estuviesen muy calmadas, pero no por eso se iba a entregar así a alguien desconocido en la vía pública. Y otra cosa, cómo era posible que una mujer haya tomado de esa forma las riendas de lo ocurrido a menos que sea de “ese tipo de mujeres”…sin embargo la fuerza que había utilizado al estampado contra la pared… no parecía de una mujer… Ese pensamiento lo asustó más. ¿Acaso había sido un hombre? No, imposible, él no tenía aspecto de mujer como para que algún chico lo confundiera… y se negaba a sospechar siquiera que la otra persona fuese un homosexual.
También estaba el hecho de que ocultara su rostro, lo cual era sospechoso; nadie en el verano estaría usando tremendo pulóver con capucha y más si hay una temperatura de 35º, no era lógico. Aunque no había que pensar demasiado para llegar a la conclusión de que absolutamente NADA de lo que había acontecido fuese lógicamente “normal”.
Lo más acertado era pensar en que esa persona era un violador… pero de haberlo sido ¿Por qué lo había dejado escapar? Además esa delicadeza con la que había actuado en un comienzo… no podría ser de un enfermo sexual… ¿O si?
De un salto se levantó del sofá y se dirigió al baño. Una ducha bien fría tendría que hacer que dejara de pensar por un rato…