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Rain Requiem por Maki

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2. Lluvia de alucinaciones.

El día en que Nagato redujo Konoha a unos cuantos palos de madera endeble, Naruto sintió muchas cosas.

Tristeza y rabia por lo que Minato le había hecho –después de que éste le confesase que era su padre-, deseos de matar a Pein por lo que le había hecho a su aldea –en este punto comprendió realmente cómo debió haberse sentido Sasuke con respecto a su hermano mayor-, satisfacción y alegría por haber conseguido que los habitantes de la villa por fin le reconociesen y además le denominasen “Héroe” y, finalmente, unas tremendas ganas de protegerle.

Sí, protegerle de los ninjas sedientos de venganza de Kumokagure, de Danzou y de sus truncados planes y muestras de poder; en fin, de todo aquél que quisiera tocarle siquiera un pelo.

Perdido en el tiempo y espacio, su mente le llevó al Valle del Fin sin que se diera cuenta. Frente a él, un Sasuke de doce años le miraba con encono y algo más que en ese momento no había podido entender. Quiso moverse en la escena y como si el reloj de los recuerdos le hubiese concedido algunos minutos, el Naruto de dieciséis años pasó por el lado de su versión de doce –que se hallaba en una posición de ataque- y se detuvo frente al joven Uchiha. Contempló sus ojos con cuidado pasando por alto las manchas negras en su piel y la mueca despiadada en sus labios. Evocó las palabras que en ese entonces no le dijeron nada y cayó de rodillas.

- Perdóname, Sasuke –musitó abrazando el menudo cuerpo- Perdóname por tardar tanto en comprenderlo… -hundió el rostro en la camiseta azul del chico y apretó el agarre de sus brazos. Al cabo de unos minutos, se apartó y levantó decepcionado de esa figura de su amigo ya que no emitía ni una pizca de calor sino que se asemejaba más bien a una estatuilla de cera. Una fría en demasía para su gusto. De un salto se posicionó en la diestra de la imagen imponente de Madara y de un parpadeo el movimiento regresó. Observó toda la pelea sin pestañar, diciéndose que no se quebraría porque seguir lamentándose no cambiaría nada. Y así fue, de sus ojos no cayó ni una lágrima.

El cielo se cubrió de negras nubes y entonces la lluvia hizo su entrada. Naruto empuñó las manos a modo de válvula de escape cuando vio que su yo infantil estaba tirado boca arriba en el suelo, pero sus ojos se centraron en la espalda de Sasuke…

Un momento, ¿Cómo iba él a recordar eso si estaba inconsciente?

Una ráfaga de viento le rozó y de pronto estaba de cara contra la rocosa manga del fundador de Konoha. Trató de removerse pero una mano cogió y jaló las suyas con brusquedad y las dejó sobre su cabeza. Quiso gritarle al individuo pero sus cuerdas vocales no reproducían sonido alguno como si la mera impresión le hubiese dejado irremediablemente mudo. Una súbita mano se coló tortuosamente perezosa por su hombro en busca de la cremallera de su chamarra y cuando la alcanzó la bajó hasta el abdomen.

-Naruto… -el murmullo le noqueó. Esa voz se le hacía tan conocida, tan reconfortante que se le hizo imposible seguir resistiéndose. Se quedó quieto concentrado en el lánguido deslizamiento que los incognitos dedos realizaban por su nuca, apartando el cuello de la chaqueta. Luego vino un cosquilleo y entonces unos labios besaron su piel. El Uzumaki cerró los ojos en respuesta ignorando las alertas que su mente le recitaba con pavor. Se entregó.

Con precipitación, le soltaron y le giraron y un cuerpo hizo presión contra el suyo, creando una contradecible sensación de comodidad. No lo entendía, una persona en todos sus sentidos no dejaría que un extraño invadiera de ese modo su espacio personal… mas, su propio cuerpo no se defendida y sus poros parecían reconocer a ese anónimo que ahora recorría su rostro con sus labios y las desconocidas manos se internaban sobre la camiseta de red sin pudor alguno.

-Naruto… -esta vez, su nombre fue bañado por una ansiedad que le estremeció. Aunque el agua escurría libre por su cabeza sentía el cuerpo arder debido a que él había cruzado la línea. Sí, la traviesa extremidad superior había bordeado el botón de su pantalón naranja y sin aviso lo había abierto. Prestos, los dedos habían seguido la maniobra ayudándose de las uñas para levantar el elástico de los bóxers. Para cuando éstos tocaron piel, Naruto había despegado sus labios en un insonoro gemido.

Era suficiente, no podía permitir que las cosas se encaminaran hacia algo tan comprometedor; su sentido común no lo perdonaría, aunque a su parte irracional no le importaba realmente. Decidido, situó sus temblorosas manos en las ajenas y se preparó para abrir los ojos y enfrentar al extraño, pero no contó con que el sujeto se las arreglaría para contenerle y dejarle desarmado otra vez.

-No –no fue una petición, no fue una sugerencia. Fue una orden. Se sacudió pero eso no evitó que su propósito no se cumpliese, no cuando le azotaron sutilmente contra la áspera y resbalosa superficie- No… -esos labios rodearon el cuello, se desplegaron y algo caliente y húmedo tocó la cutis, luego le secundó un soplido que le generó un temblor que no pasó inadvertido- No, usuratonkachi.

Los sentidos se dispararon y su organismo colapsó quedándose rígido. Esa palabra. Esa bendita palabra sólo la había escuchado de la boca de… Sasuke.

No podía creerlo.

De la nada, el maravilloso don del habla regresó y no pudo evitar gemir. Era demasiado. La lluvia, el calor sofocante y la mano que atendía el epicentro de su sistema… todo iba a volverle loco.

-Sasuke –casi gritó y fue la única palabra coherente que pudo modular. Jadeos, gemidos, uno tras otro sin parar hasta que explotó. Hundió los dedos en los hombros del Uchiha mientras se contraría tiritando inevitablemente.

Aún con espasmos esporádicos, se dejó ir contra el cálido cuerpo mientras exhalaba agitadamente. En ese momento, Sasuke aprovechó para atrapar epidermis del cuello de Naruto y succionar con fuerza.

-¡Ah! –exclamó algo sobresaltado, aferrándose a la cintura del Uchiha como si no hubiera mañana- Esto… -pensó algo ido- ¿Por qué siento que esto ya ocurrió antes? –la energía se le esfumaba como si alguien estuviese absorbiéndola- Es el mismo lado donde tenía ese…

Entonces, y sin más, Naruto se desvaneció.

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