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Mi primer Cumpleaños por Suicide_love

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Notas del fanfic:

Death Note no me pertenece.

Notas del capitulo: Hola, pues vine yo a arruinarles el día otra vez, después de una larga y fructuosa terapia, me hablaron de lo que era el amor, y de porque era fundamental en las personas, me enseñaron también como dominar los miedos y de que son alimentados estos, por inseguridad, claro.
Me mandaron a escribir de forma frívola pero sin ser superficial un ensayo que explicase como me sentía después de la lección, y esto fue lo que escribí.
Tomé en cuenta un consejo que me dio otra lectora en una review de mi otro fic, no se si note mucho, ojala lo lea y me diga que sí.
Nada más que decir, solo que esta sesión no fue tan mala y por eso el fanfic no trata de la maldad como tal.
Solo de la frustración.
Hoy era un día como cualquier otro, para una persona cualquiera, en un lugar cualquiera.
Ahora habría que fijarse en las personas que no pertenecen a ese grupo, habría que mirar detalladamente su cara con perfil perfecto para darse cuenta que algo lo incomodaba por dentro, sus cabellos castaños se abatían suavemente en forma recíproca a la del viento, correspondía al suave murmullo de las hojas que se desplazaban por la aplanada superficie erosionada y con una gran cantidad de diminutas piedras de parque, el se encontraba dentro de casa, permitía la entrada a las masas de aire en movimiento mediante una ventana, todavía era de mañana.

Seguía sentado al frente de ese blando sillón, su mente permanecía saturada de pensamientos obscenos, tras ver ese filme de terror mezclado con sexo sádico.
Volteó la cabeza ligeramente para observar el almanaque, ¿que os parece?, era Halloween.
Recordó entonces como los niños disfrazados paseaban por las calles en busca de dulces, le recordaba un poco a su niñez a lo feliz que había sido esos días de plena infancia en la que solo importaba la alegría, y esta se conseguía de manera irónicamente fácil, que no daría la gente mayor por encontrar ese regocijo en su interior.

No se le hizo fácil no pensar en L, y después hizo eco en su memoria de que hoy era su cumpleaños. Ideó una manera para hacer que su día fuese especial, porque, sin duda, el pelinegro se lo valía, hizo eco las palabras del detective la última vez que habían hablado “No recuerdo haber celebrado mi cumpleaños”, maldito idiota, pensó para sí, ¿Quién no celebra su cumpleaños?, recriminó su poca paciencia, y llamó al moreno por teléfono.

-¿Hola? – Su voz resonaba apagada, como siempre, como la de un niño al que acaban de regañar o alguien que tiene guardado un secreto mortal y que si se anima este puede salir danzante de sus labios sin que el no notase o pudiera evitar.

-Feliz Cumpleaños, Ryuuzaki. – Saludó con mayor sinceridad que pudo, oyó un suspiro.

-Muchas gracias Light-kun, para serte sincero, nunca creí que lo recordases. – Su tono de adversidad hizo un poco de confusión en el castaño, este no respondió de manera inmediata, puesto que esperaba otra respuesta.

-Quería invitarte a pasarte una noche en mi casa, ya sabes, viendo películas, comemos, aprovechemos que también hoy es Halloween, tal vez hasta te asustes. – Su voz sonó juguetona, y el pelinegro lo aceptó como un reto.

-Que amable de parte tuya, estaré allá en la tarde. – Culminó diciendo, Light Yagami lo sabía, su adversario y su amigo siempre fue, es y será una persona supremamente infantil, y competitivo.

Caminó con cierto desgano hacía la cocina, pensó que debía cocinar algo para su excéntrico amigo, quería caerle bien, quería ser agradable…
No, mucho trabajo.
Compraría una torta y listo.
Por un momento pensó que eso sería algo miserable, pero poco le importó y por esa razón caminó con el mismo aire indiferente fingido que antes, no dijo nada, parecía mudo.
Veía a los habitantes de esa gran ciudad caminar con habilidad, con cierta incertidumbre y un gran apuro, pero el no los “observaba”, solo estaba conciente de que estaban ahí porque sus ojos no tenían la opción de borrarlos de su vista, por eso podría decirse que era ciego, solo caminaba por voluntad propia sin necesidad de volverse para saber si tomaba el camino correcto.
Oía los murmullos de la gente, las bocinas chocantes de los automóviles, las personas peleando sin ni un mínimo gesto de educación y paz civil, las palabras de jóvenes entusiastas rezagaban en su cabeza, pero no era capaz de descifrarlas, era sordo.

Pensaba más que nada en el detective, jamás le había dedicado una fiesta de cumpleaños a nadie, se preguntaba que lo hacía tan especial.

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-No ocasionarán ningún problema. – Susurró un poco impasible el detective, se mordía el labio inferior con cierto desdén, no era la primera vez que pasaba esto, ya había tenido que cuidar a infantes, pero de cierta forma esta vez no le agradaba tener que llevarlos consigo a su primera fiesta de cumpleaños.

-No cuentes con eso, L. Te haremos la vida imposible. – Rió con sarcasmo Mello, con su cabeza llena de cabellos rubios y brillantes y esa mirada tan segura de si misma que muchas veces hacía que el pelinegro entrase en duda de su actitud.

-Ojala lo intentes.- Respondió L con calma, esperando a que llegase la hora para ir a casa del castaño, sentía un revoltijo en el estómago y esa expresión que usan muchas personas: “mariposas “, en cierta forma era cierto, se sentía nervioso y tal vez no sería porque era la primera vez que celebraba su cumpleaños.



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Yagami se encontraba preparando la mesa, había hecho todo digno de una cena romántica, lo peor fue que pasó sin querer, por no decir inconcientemente, solo quería que todo saliese perfecto, porque después de todo, el detective se lo merecía.
Se metió en el baño y abrió el grifo del agua, se imaginó por un momento a L desnudo, junto a él duchándose consigo.

-No soy gay! – Gritó espantando esos pensamientos, pudo sentir una pronunciada erección en su miembro, se sonrojó al instante.

Escuchó entonces el timbre de la puerta.
Maldición y el en mitad de su sabroso baño.

Volvió a escucharse el timbre aturdidamente, repetidas veces, haciendo que su temperamento pasase de tranquilo y sosegado a histérico total.
Tomó una toalla, y salió corriendo escaleras abajo a ver quién era, se tropezó, y calló estrepitosamente en el suelo.

-Mierda. – Susurró entonces, esa palabra significaba tantas cosas para él, a veces se le olvidaba el verdadero concepto de aquel vocablo. Resignado y con un agudo dolor en el cuerpo gracias al brusco y nada agradable descenso de su torso hacia el suelo.
Cuando abrió la puerta vio entonces que no había nadie.

-Maldita sea. – Pronunció con rabia y subió a secarse con rapidez, fue incapaz de oír un murmullo risueño, junto a otros dos y una voz que espetaba contradicción y desacuerdo.
Comenzó a secarse su fornido y muy bien cuidado cuerpo, no era difícil sentir placer de verse a si mismo, porque en verdad su figura era digna de admiración, escuchaba con atención en espera de otro ruido inesperado, pero no ocurrió, hasta mucho después, volvió a sonar el timbre, con la misma desesperación de la primera vez.
Bajó las escaleras, esta vez se había alguien en la puerta, lo pudo verificar después de abrirla, por suerte, ya se había vestido, dando una apariencia de superioridad, una ropa informal pero a la vez con clase.

-Ryuuzaki, te esperaba. – Saludó con un aire de egolatría, un poco falso pero difícil de descubrir.

-Light-kun, sabrás disculparme pero, tuve unos inconvenientes y tuve que traer unas visitas conmigo. – El castaño entrecerró los ojos, con una mirada de desprecio buscando a los intrusos, al verlos supo que se trataban de los tres aspirantes a L.

-Te invité a ti, no a ellos. – Se quejó, enojado, no le gustaban ese tipo de sorpresitas.

-Lo siento. Pero creí que no tendrías problemas en eso, después de todo sonaste muy paciente por teléfono, dispuesto a hacer todo en mi fiesta, nunca creí que fueses hipócrita. – Espetó, y Light lo miró con arrogancia.

-Una cosa es que quiera hacerte feliz, pero otra es que tomes libertad de eso y hagas lo que quieras. Y eso no es así, L. No soy Watari ni mucho menos como para aceptar todas tus mañas, soy tu amigo, más nada. – Dijo enojado, el pelinegro asintió, muy a su pesar, sabía que el castaño tenía razón.

-Es cierto, me iré por donde vine.- Respondió suspicaz, y dándose vuelta a su amigo, era como un niño pequeño con palabras y forma de usarlas de adulto, una mezcla súper extraña.

-No voy a dejar que te vayas, ya preparé todo, así que entra. – Señaló el interior de la casa, y fueron los pequeños, que hasta ahora habían permanecido mudos quienes irrumpieron la paz del hogar, aunque Near fuese tranquilo el rubio y el pelirrojo estaban seguros en su nuevo objetivo: Destruirle la casa al castaño.

-Gracias, Light-kun. – Entró también, y pudo ver como el Yagami suspiraba resignado al ver a los pequeños demonios, así procedió a llamarlos por el resto de su vida.

-Ya se esta haciendo de tarde, quería invitarte a salir un rato pero dudo que tus amiguitos nos dejen. – Explicó el castaño con cierto recelo, el pelinegro hizo un puchero.

-No me saques en cara que te desagradan, toma en cuenta que ellos son importantes para mí. – Se quejó con un tono informal, y Light solo suspiró ante la réplica, es más el ya había formulado una, dos, tal vez doce respuestas, pero no espetó ninguna.

-Esta bien. Discúlpame. – Dijo el castaño, por alguna razón, el chico de orbes negruzcos empezaba a parecerle considerablemente atractivo. – Te ves muy lindo hoy. - Sintió su interior rugir con furia ante la afirmación, pero pudo ver una cara agradecida por parte de su amigo.

-Gracias por el elogio, nadie me lo había dicho. – Respondió con un aire incómodo, el castaño supo entonces que el moreno no recibía mucha atención. – Desearía decirte lo mismo pero creo que ya tu lo has escuchado infinitas veces. ¿No?

Eso era verdad, muy cierto, a decir verdad, era una de las cosas que resaltaban notablemente en Yagami, este se quedó mirándolo sin mayor impacto, tenía ganas de besarlo.

-Aunque sería mejor que me lo dijeses tú. – Sus voces interiores rugían de nuevo, con mayor fuerza que antes, como si buscaran desgarrarle la piel por las palabras obscenas que decía.

-Te ves lindo, Light-kun. – Dijo el pelinegro con una sonrisa, y el castaño se sonrojó un poco ante la presencia de ese gesto.

El universitario oyó de repente un estruendo, algo se había roto, no estaba seguro de que era.
Los dos jóvenes dirigieron la mirada buscando el punto en el que se había producido el ruido, dejaban girar sus cabezas en busca de un objetivo, tal como lo hacen los perros cuando van de caza, con ese aire intuitivo y preocupado por ser eficientes.

-Near! – Gritó L al ver al peliblanco tirado en el piso, con varios vidrios encima de su camisa, al lado de la fina mesa preparada para una cena esplendida, el castaño refunfuñó, ahora se había quedado sin platos y sin cena.

-Estoy bien. Mello me empujó pero no tiene la fuerza suficiente.- Comentó con sorna sacándose los vidrios de porcelana de encima, con una gracia digna de ángeles.

-Malditos críos – Susurró Light, en un modo de voz casi inaudible y se preparo a limpiar el desastre. Entonces supo que era el que menos estaba disfrutando, no, era el único que no disfrutaba.
Se suponía que era un día digno de celebrar pero sentía todo lo contrario, hasta pensó la idea de que todo esto había sido un intento en vano de acercarse al detective y que este para demostrarle de forma indirecta su desprecio invitó a aquellos pequeños demonios.

Escuchó risas, no supo el porque de ellas pero si que eran sonoras carcajadas y un intento de.
Terminó de limpiar lo más rápido que pudo para fijarse en el objetivo causante o motivo de la burla, y cuando salió de la cocina pudo ver que el pelinegro sostenía sobre sus manos un enorme album de fotografías, y para desdicha del castaño, eran suyas, recordó entonces que habían recuerdos en imagen que jamás quiso dar a conocer, un rubor subrayó su cara y en seguida les sacó el álbum, como una gran ráfaga de viento, apresurada y hábil.

-Light-kun, cuando eras pequeño te veías adorable. – Admitió el detective, cosa que hizo que Yagami se sonrojase más aún y dejase el libro con fotografías encima de una mesa, notó entonces que era de noche, hace rato que había oscurecido.
Se volteó y notó que no había nadie, ni los niños, ni su atractivo amigo.

-¿Dónde están?- Preguntó, las ideas maliciosas que podrían haber inventado los infantes en su contra abatió sus pensamientos de una forma interesante, porque, no solo rodeó su cabeza de odio hacía los pequeños aspirantes a L, también lo recubrió una fuerte capa de rabia hacia el pelinegro que los apoyaba.

Escuchó el ruido incómodo correspondiente al momento en el que una puerta es cerrada con gran fuerza y magnitud, subió de inmediato las escaleras para ver que estaban haciendo.

A veces detestaba la idea de haberse mudado a una casa para el solo, lo hacía pensar que era mucho espacio, tal vez demasiado, porque el no se movía demasiado de habitación, muchas permanecían vacías y ausentes a su interés.
Abrió la puerta de su cuarto para ver a los cuatro desaparecidos frente a su computadora, ignoraba el motivo por el cual estaba allí pero no era más que otro punto para hacer enojar más al castaño.

-¿Qué hacen aquí? – Preguntó, y fue el rubio quien respondió.

-L necesitaba chequear algo, así que le dije que aquí estaba tu computadora. – Respondió con un aire de alardeo.

-Eso no es correcto. – Objetó el castaño, y los tres chicos lo miraron confusos.

-Pero no veo que alguien aquí lo haya preguntado. – Espetó el peliblanco, eso era demasiado para Light, los mandó fuera de la habitación, los tres infantes salieron, todos haciendo juramentos de venganza fortuita en lo que quedaba del día.
L no se inmutó, para nada, estaba sentado todavía frente a la computadora, sus ojos solo reflejaban la ventana de “Gmail” abierta enviando un archivo. Sintió como una mano ágil lo volteaba sin el menor disimulo.

-No te pases Ryuuzaki. – Pensó que ya estaba rebosando el límite de su paciencia, y recordó entonces las sabias palabras que muchas veces lo hacían una persona diferente a los demás: Tolerancia y Paciencia.
Pero era demasiado pedir, porque ya era suficiente con traer a los pequeños demonios, ya esto era mucho para su cabeza que aclamaba con demencia y sin límite de cordura un poco de atención.

-Eres muy alterado, Light-kun. – El pelinegro sintió entonces como la cara del castaño se acercaba más a la suya, y en un momento preciso, sin que el lo permitiese, los labios de su amigo impregnados de perfección rozaron su azucarada boca, para luego sentir como la escurridiza lengua del estudiante recorría con gran curiosidad su interior, notó cierta desesperación.
No respondió, solo aprovecho el momento para rozar, con miedo, la húmeda lengua del castaño, mientras inspiraba en su corazón que le diese fuerza para contener el aire, y así no culminar lo que se llamaría su primer beso.

Terminó, todo había terminado, estaba sonrojado y Light solamente expresaba una mirada de felicidad temperamental, por primera vez en la vida el pelinegro se sintió completo con su vida.

-Ryuuzaki, vamos a ver una película de terror, aprovechemos que ya es de noche.- Sugirió intentado cambiar el silencio formulado en la habitación.

-Me parece bien, Light-kun. – Susurró con un tono de voz retador.

Lo que no sabían ninguno de los dos, es que un asesino acababa de soltarse, y que, cuando terminase la el filme estarían al borde del peligro de una mente malévola, fructuosa y muy malgastada.

Notas finales: Pues, dejadme reviews, a veces es lo unico que pido, debo resaltar que no puse imagenes porque no las tengo, estoy en la sala de psicologia y estoy enviando esto tal cual lo escribi para la psicologa.

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