Me encontraba observando detenidamente a mi ángel personal, que en este minuto se encontraba en aquella cama de hospital totalmente inconsciente, con respirador artificial y agujas inyectadas a lo largo del brazo.
Ni cuenta me había dado cuando él había caído en coma, aún me costaba aceptarlo, la persona que más apreciaba e importaba en el mundo estaba a un paso entre la vida y la muerte.
Con Naruto éramos novios hace dos años, recuerdo que cuando nos conocimos –en primaria- no hacíamos más que discutir. Ambos éramos críos, el demasiado terco para decirme que me quería y yo demasiado orgulloso para admitir que lo amaba.
Aun así, nunca nos separábamos antes de que llegáramos a concretar nuestra relación, él me había sacado de toda la oscuridad en la que vivía, ya que había quedado huérfano con tan solo siete años mientras que mi hermano se había vuelto un alcohólico y un drogadicto.
Siempre había estado solo, no era social y tenía que admitir que siempre había sido muy orgulloso y arrogante, a decir verdad ni yo mismo me consideraba una persona fácil de tratar; sin embargo todo cambió cuando lo conocí a él, con sus brillosos ojos color zafiro, su sonrisa resplandeciente y ese carácter tan impulsivo que lo caracterizaba.
Naruto era todo lo contrario a mí, hiperactivo, sociable, alegre…puro. Fue él, el que me hizo sonreír de nuevo y fue su sonrisa y sus expresivos ojos los que me cautivaron en un principio. Sus padres también habían muerto y a pesar de todo el había logrado sobreponerse sin perder su gusto por la vida…el sabía salir adelante sin derrumbarse.
Así fue pasando el tiempo cuando ya no fue solo una amistad y me enamoré irrevocablemente de él. En un comienzo me costó aceptar mi sexualidad pero al tiempo no tuve más remedio que admitir que me gustaba un hombre, que amaba a mi mejor amigo.
Todo cambió cuando ambos entramos a la universidad de Tokio, él se había esforzado mucho por entrar, era su sueño, y lo logró…entró a la facultad de artes para poder estudiar fotografía, mientras que yo había entrado a estudiar derechos.
Tan solo el primer mes pudimos vernos todos los días, pero a medida que pasaba el tiempo la universidad demandaba más tiempo de lo que queríamos y a pesar de vivir en un mismo apartamento que arrendábamos a medias, solo teníamos tiempo para estudiar.
Así cuando finalmente terminaron los primeros exámenes nos fuimos a celebrar a un bar, quedando ambos totalmente borrachos y haciendo que nuestros sentimientos salieran a flote.
Aquella noche tuvimos nuestro primer beso, y nuestra primera vez, desde ahí que nos volvimos novios y aunque tuviésemos poco tiempo, nos la arreglábamos para pasar algunos momentos juntos. Desde ese momento mi vida fue de absoluta felicidad.
Todo estaba bien hasta hace unos días atrás, tal vez una semana o dos, realmente no estaba seguro ya que me pasaba todo el día en el hospital acompañándole, sin él había perdido la noción de todo…
Aquella noche terminó todo, habíamos discutido –una simple idiotez– estábamos en un bar y ambos con algo más de copas, una chicas se habían acercado a coquetearme y él entendió algo que no era.
Traté de seguirlo lo más rápido que pude, pero cuando salí al frío de la noche vi como un auto conducía con mayor velocidad de la debida…y Naruto…él en mitad de la calle…
…cuando le advertí ya era demasiado tarde…
Había perdido mucha sangre y se había golpeado en la cabeza, el auto iba demasiado rápido lo que había empeorado la situación.
No pude evitar que de mis ojos cayeran lágrimas al recordar lo sucedido, si no hubiésemos salido aquella noche…si no hubiésemos discutido… si no…
No valía la pena lamentarse, ya había pasado y no llegaría a ningún lado con tan solo pensar en los “si no hubiese…”
Acerqué mis manos a tu rostro, te veías tan frágil. Te acaricié al igual que cuando dormíamos juntos y yo te mimaba para que te quedaras dormido.
En ese minuto la impotencia inundaba mi ser porque los doctores no sabían si despertarías, pero según ellos lo más probable es que no lo hicieras… yo prefería no rendirme –algo que había aprendido de ti- y tenía fe en que abrirías tus ojos y me dirías con una sonrisa un “teme, no debiste haberte preocupado” o “teme, es que acaso has estado llorando, ¿no me dirás que ahora eres una nenita?”.
Cerré mis ojos y dejé que las lágrimas circularan copiosamente por mi rostro, moví el respirador tan solo lo suficiente como para poder besar tus labios, algo dentro de mí me decía que todo se decidiría hoy día.
Pose mis labios en los tuyos y dejé que tu sabor me embriagara, fue el beso más eterno y difícil que se me había hecho en la vida y algo me decía que te estaba perdiendo y que esta sería nuestra despedida.
No quería que todo terminara así, tenía un nudo en la garganta, nuevamente acomodé el respirador y hundí mi cabeza en tu pecho, dejando al lado mi orgullo y dejando que toda la tristeza me envolviera, nunca antes me había sentido tan débil.
- No me dejes, Naru…por favor no te vayas – te susurré mientras apretaba los puños.
No tuve tiempo de reaccionar cuando noté que trataban de alejarme de él, todos los médicos corrían de un lado para otro y yo estaba totalmente paralizado, el electrocardiograma indicaba que la frecuencia cardiaca de Naru era nula, cuando traté de acercarme a él ya era demasiado tarde, yo no estaba pensando racionalmente, lo único que en ese minuto se me pasaba por la mente es que estaba muriendo la persona que más amaba.
Deseaba estar a su lado pero las enfermeras trataban de sacarme de la sala a la fuerza…
Y en aquel momento comprendí que se me estaba yendo la vida de las manos… que en aquel instante no me quedaba nada y que si el moría se iría lo último por lo que yo desearía vivir…
Al parecer, después de todo, nuestro último beso había sido el más difícil y dulce de todos…
"El más difícil no es el primer beso, sino el último"
Paul Geraldy
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