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Amores rivales por sshuya

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Notas del capitulo: bueno este es mi primer fic
espero que sean buenos xDD

aceptoo todo tipo de comentarios mientras sean constructivos y no destructivos :)

entonces alla va:
La luz del sol se filtraba por la ventana anunciando el comienzo de un nuevo día, como cualquier otro. Se sentía pesado, la noche anterior había estado despierto hasta tarde y ahora no le hacía ninguna gracia el tener que levantarse para ir a clases. Iba a volver a dormir sin importarle llegar tarde pero entonces su madre entró por la puerta, diciendo que se levantara de un buena vez. No tuvo otra opción, del todo malhumorado se levantó de la cama y fue a la cocina a prepararse el desayuno.
Ya hacía unas semanas que había empezado el cuarto curso de la ESO, tenía la esperanza de que le pasara algo diferente, pero nada pasaba, aunque en realidad el sabía que no podía esperar nada. Simplemente estaba aburrido de su vida rutinaria y no tener nada que hacer, se pasaba el tiempo libre en el ordenador, leyendo historias de aventuras y de amor, soñando con que algún día le pueda pasar algo parecido.
Se había quedado tan metido en sus propios pensamientos que su madre le tuvo que llamar la atención para que reaccionara.
- Sam, por favor, date un poco de prisa solo falta media hora para que empiecen las clases y aún estas en pijama – dijo la madre con cierto tono molesto. Era una mujer más bien bajita de pelo largo y castaño, muy simpática y buena persona que se ocupaba de su familia.
Sam no dio señales de querer contestar, simplemente con una sonrisa se fue directo a su habitación para prepararse, dejando a una preocupada madre.
No era una habitación de lujo pero estaba bien, no se podía pedir más. Nada más entrar por la puerta a un lado estaba una cama junto a la mesita de noche. Había un gran armario situado casi al fondo de la habitación, seguido de un escritorio donde tenía su portátil. Las paredes estaban cubiertas de algún que otro póster.
Sam abrió el armario para sacar algunas prendas de su interior, cogió una blusa roja junto a unos tejanos que le hacían verse muy bien. Pero en el fondo él sabía perfectamente que no importaba la imagen que diera, después de todo no iba a ver nada ni a nadie especial, ya que eso o no existía o había decidido esconderse del deprimido chico. Cuando se preparó todo cogió sus cosas y tras despedirse de su madre salió de casa de camino como cada mañana, al instituto. Sin embargo, seguía pensando en lo aburrida que era la vida. . Iba pensando en eso cuando se chocó contra algo, y todas sus cosas cayeron al suelo con estrépito. Alzó la cabeza para ver quien había sido el culpable de que se chocara y ahí parado vio a nada menos que el arrogante y presumido Michael, un chico de su instituto de la clase de al lado, con el cuál no se llevaba nada bien. Era ligeramente más alto que Sam, tenía el pelo rubio y muy largo, que lucía recogido en una alta coleta, dejándose unos cuantos mechones sueltos. Sus ojos eran de color miel que quedaban geniales con su gatuna y presuntuosa mirada, nariz respingona a juego con unos labios finos y rosados que volvían loca a cualquier chica. Tenía el cuerpo formado, pero sin resaltar mucho, lo tenía delgado y definido. Era todo un “Casanovas” entre las chicas, proveniente de una familia rica, buenas notas, sin embargo miraba a todos por encima del hombro, era arrogante y creído, muy despreciable y de carácter duro. En otras palabras todo lo contrario a Sam, que era un joven sensible y dulce en el que todos podían confiar.
- Vaya, vaya, ¿a quién tenemos aquí? – dijo el rubio con un arrastre de palabras típico de él.
- Piérdete Michael, no estoy de humor para tener que aguantar a estúpidos como tú – contestó Sam cortante y comenzó a andar apresuradamente hacia el interior del edificio.
Michael se quedó echó una furia por la contestación del castaño, realmente le caía fatal ese maldito Sam. Y tenía que admitir que molestarlo era su mejor pasatiempo.

Sam ya había entrado en su clase y se reunía con sus amigos, que estaban hablando animadamente de la fiesta que se celebraría de aquí una semana.
- Hola Sam, buenos días – saludó Eva, era su mejor amiga, bajita pelo largo y rizado, y de un color tirando a pelirrojo – tan guapo como siempre.
Sam no pudo reprimir una sonrisa al recordar que a principio de ese curso había triunfado bastante con las chicas, desde entonces su amiga le decía eso.
- Buenos días, ¿Qué tal? – preguntó el castaño sentándose al lado de la chica.
- Muy bien, tengo muchas ganas de la fiesta, será fantástica – dijo la castaña entusiasmada. Eva no podía negar que su amigo era realmente atractivo, no tanto como el arrogante de Michael, pero era guapo. Sam era delgado y con el cuerpo bien formado, su pelo castaño y siempre revuelto, le daban un aspecto despreocupado y salvaje. Sus ojos azules contrastaban perfectamente con el color de su piel morena.
- Si yo también, será un baile, ¿no?
- Más o menos, será por la noche, harán algo de picar para cenar y allá a las once empezará la música – contestó la chica muy segura de lo que decía, pero entonces el profesor entró en la sala indicando que comenzaba la clase, y tuvieron que dejar la conversación para más tarde.
Sam no estaba prestando atención a clase, simplemente miraba por la ventana con aire nostálgico, pensando en la fiesta de la semana siguiente, se decía continuamente, pero después de todo no sería nada fuera de lo normal.
El timbré sonó anunciando el final de la clase, los alumnos salían apresuradamente de la sala para bajar al patio a distraerse. Sam recogió sus cosas y salió de ahí junto a su amiga que le esperaba.
El colegio era bastante grande y lujoso, no todos iban a un sitio como ese, las paredes, las decoraciones, todo indicaba la calidad de esa institución.
Bajaban por las escaleras hablando animadamente del nuevo gato que se había comprado Eva, cuando de pronto alguien los llamó, se voltearon para ver quién era y vieron a Bruno correr hacia ellos. Era un chico de pelo negro y corto, al que le gustaba mucho estudiar pero era un poco torpe, a pesar de eso era el mejor amigo que podían tener, eso opinaban Eva y Sam, y no se equivocaban.
- Hola chicos – saludó el pelinegro recuperando el aire tras la carrera.
- Hola – saludaron los otros dos al mismo tiempo sonriendo al muchacho que acababa de llegar.
- Buf… creí que no os alcanzaría.
Eva no pudo reprimir una sonrisa burlona por el comentario de su amigo, y comenzando a caminar dijo:
- Nunca cambiarás.
Bruno fingió una cara enojada y siguió a sus dos amigos.
Todos estaban dando vueltas por el patio, un montón de escándalo y la gente jugando al fútbol o bien contándose cosas y charlando.
Cabía decir que la zona de recreo era realmente un lujo. Había dos pistas de fútbol de hierba, un pabellón que constaba de dos pistas de baloncesto, tres pistas de tenis y una zona de patinaje. Y fuera del pabellón también estaba donde la gente iba a sentarse y hablar, con una lujosa fuente en medio.
Los tres amigos decidieron ir a sentarse a un banco para contemplar el agua de la fuente que brotaba sin cesar.
- ¿Qué tal con Melisa, Bruno? – preguntó de pronto Eva con tono suspicaz y una sonrisa burlona en su rostro que no se molestaba en ocultar.
El chico se sonrojó de pies a cabeza por el repentino comentario de su amiga y luego de respirar hondo contestó.
- Bueno, ya sabes… como siempre.
- ¿no te has atrevido a hablarle, cierto? – cuestionó exasperada, su amigo realmente era demasiado tímido, y así no conseguiría nada.
Bruno negó con la cabeza, entristecido, hacía ya tres años que llevaba loco por esa chica y aún no se había decidido a hablarle.
Eva iba a decir algo más pero se dio cuenta de que Sam estaba ausente, mirando a un banco a la otra punta, donde se encontraba el grupito de Michael y dos chicas de esas que van con los más populares creyéndose importantes.
- Sam, ¿Qué tanto les ves a esos? – preguntó la chica castaña sacando a Sam de sus pensamientos y haciendo que la mirara un poco avergonzado.
- Eh… no nada… - contestó este sin darle ninguna importancia y volviéndose a mirar de nuevo hacia el grupito.
Eva decidió no decir nada más y continuó hablando con Bruno sobre lo que tenía que hacer con Melisa.
Sam seguía mirando hacía la misma dirección, no sabía porque pero no podía apartar la vista de aquel chico rubio al que tanto odiaba. se dijo a sí mismo, entonces sonó la alarma de fin del recreo.
Se levantó con sus compañeros para dirigirse hacia clase de nuevo, pero una voz los detuvo en seco, haciéndoles girar.
- ¿Qué diablos quieres, Michael? – dijo Eva con cierto tono de enojo.
- No te sulfures, pequeña – contestó el rubio con una media sonrisa – solo vengo a ver vuestras caras de idiotas, ¿o es que no puedo saludaros?
Se escucharon las risas de sus compañeros tras él.
- No necesitamos tus saludos, Michael – soltó Bruno secamente.
- ¿enserio? Es una pena, con lo mucho que os quiero yo – dijo sarcásticamente el ojimiel acercándose más a ellos – ¿qué pasa? Hoy te ves muy callado, “Natita”.
Los amigos del rubio rieron por el comentario de su compañero. Pero Sam ni siquiera se molestó en mirar al rubio, mantenía la cabeza gacha sin querer toparse con esos ojos color miel.
- ¿Sam? ¿no vas a decirle nada? – preguntó Eva mirando a su amigo, pero entonces se percató de que una lágrima surcaba el rostro del castaño - ¿Sam, estás bien?
- Oh, que conmovedor, la chiquita se preocupa por su amigo – dijo Michael irónico.
Eso fue suficiente para que Sam no aguantara más eso, sentía ganas de gritarle y mandarlo lejos, sentía ganas de correr, por alguna razón los comentarios de Michael le herían como nunca antes. Levantó la cara desafiante, pero no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas.
- ¡Eres un bastardo! ¡te odio, Michael! – gritó para seguidamente salir corriendo, dejando a unos preocupados amigos y a un atónito Michael que no entendía el porqué el chico se había puesto a llorar de repente.
Ya no había nadie por los pasillos, Sam corría buscando un sitio solitario donde poder pensar en lo sucedido. No entendía nada, por alguna razón se sentía dolido.
Iba tan metido en sus pensamientos, que cuando se percató ya estaba en la azotea. Era la parte más alta de la institución, se podía respirar una suave brisa que resultaba reconfortante.
El chico se sentó apoyando la cabeza en la pared intentando que las lágrimas no siguieran brotando de sus ojos. Pero por mucho esfuerzo que hacía por dejar de llorar, no lo conseguía. El dolor era demasiado horrible e insoportable, sentía una opresión en el pecho, como si le hubiesen clavado una estaca en el corazón. > pensaba Sam desesperado. >. Se recriminó por cómo estaba pensando las cosas, inspiró profundamente para tranquilizarse y poder pensar con más claridad. >. Su cara se sonrojó ante tal pensamiento, pero no tardó en cambiar a un color pálido por el horror, >. Así se quedó durante un buen rato dándole vueltas al mismo tema, finalmente era hora de volver a casa, solo esperaba no encontrarse a nadie por el camino, no estaba de humor y estaba muy sensible.
Notas finales: esto es todo por ahora

espero poder actualizar ppronto pero no prometo nasa, ya que soy demasiado vaga xDD

dew

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