Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Kasha, el gato del infierno por katzel

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: El episodio se refiere a un personaje folklórico real perteneciente al "bestiario de un millón de demonios"
Todo empezó el primer día de invierno, la noche que mi padre murió.

Su cuerpo descansaba sobre el altar como si fuera a despertarse de un momento a otro.

Sólo mi ofrenda descansaba en medio del piso del velatorio vacío.

Estaba solo.

Nadie lamentaba su fallecimiento.

Ni siquiera yo.

Era comprensible pues no había señor feudal más cruel, sádico y terrible en todo el país.

Durante su paso por el mundo había hecho la guerra a sus vecinos, atormentado a sus siervos, golpeado y quemado a los venerables monjes y saqueado muchos templos. Ser el heredero de tal hombre era para mí motivo de una profunda vergüenza.

Casi todos en el pueblo decían que los criados, abrumados por su maltrato, le habían asesinado.

Daba igual.

No ordenaría las investigaciones ni prendería a los culpables.

En mi concepto nos habían liberado de un tirano.

Sólo un pensamiento rondaba mi mente, un temor violento me obligaba a cuidar su cuerpo hasta el amanecer.

Si ocurría lo que yo temía, recaería en mí la ardua tarea de soportar la maldad de su espíritu. Mi única salida era honrarle. Cada hora debía agitar las campanillas y esperar la salida del sol.

Si su cadáver era insultado, su alma no descansaría en paz atormentándome hasta mi propia muerte.

Ese era el precio de ser el hijo de un hombre maldito.

Parpadeaba ya vencido por el cansancio y la debilidad cuando sentí su cautelosa sombra sobre mí.

El extranjero escondía el rostro tras los cabellos de color cobrizo añejo.

La visera de su raído sombrero, desgastado por el uso, añadía una nueva interrogante a su extraña indumentaria.

Se inclinó al entrar y sujetó con fuerza la correa de la enorme bolsa de cuero.

- Buenas noches - dijo con voz amable y locuaz - ... hace demasiado frío para morir ¿no lo cree?

No confiaba en su calma ni sus modales. Sabía perfectamente a lo que había venido, así que lo encaré colocándome al lado del altar.

- Pensé que no podría atravesar la tormenta y llegar aquí - le dije aparentando fortaleza -... pero veo que me he equivocado. Es tenaz cuando se trata de su objetivo.

- Oh,...¿entonces sabe por qué estoy aquí?

- Ha venido a robar el cuerpo de mi padre - respondí sin temor a equivocarme.

El sólo sonrió dando un breve paseo por la habitación. Los filos de sus dientes semejantes a cuchillas de acero hicieron temblar mis manos.

- Así que el joven príncipe planea detenerme. Tengo curiosidad por ver cómo lo hará. Qué tanto sabe de mí... y que tanto desconoce...

- ¿Cuál de todos eres? - pregunté sujetando la cinta roja llena de campanas - ...¿Pazuzu? ¿Kamaitachi? ¿Shiryo? (*).

Esperaba que reaccionara ante cualquiera de esos nombres pero no fue así.

- Me ofendes al no concerme... Pazuzu no se tomaría tantas molestias por un pedazo de carne y los otros son demasiado vulgares para entender lo deliciosa que es la muerte.

Se quitó el sombrero arrojándolo a un lado y vi las orejas amarillentas que asomaban entre su enredado cabello.

- Soy Kasha, "el enterrador" - dijo mostrándome su rostro felino.

De todas las leyendas del folklore de mis antepasados, esa era la más perturbadora. Cómo creer que el demonio,  combinación de gato y humano vendría precisamente a llevarse a mi padre. Sus ojos ardían ya deseosos de enviarme al abismo profundo de la sangre y se relamía de felicidad al poder mostrar su salvaje naturaleza.

- Es bueno saber el nombre de mi adversario - le dije con el ánimo visiblemente disminuído ante su aparición.

Agité con todas mis fuerzas la cinta roja empezando un cántico sagrado.

Kasha hizo surgir las garras y sin que pudiera ver el rumbo de semejantes cuchillas rompió mi seguro celestial dejando una marca a lo largo de mis brazos.

Fui a dar de costado contra la columna, el golpe era fuerte y recuperarme me tomaría algunos momentos.

- No entiendo por qué me obligas a atacarte. Sabes que ese cuerpo me pertenece, no significa nada para nadie en los alrededores, ni siquiera para ti.

- Se trata del honor. No dejaría que en el futuro mi pueblo sea atormentado por su espectro. Conociéndolo en vida no imagino lo que hará si regresa dotado de poderes sobrenaturales.

- Ese no es mi problema - dijo Kasha acomodándose los cabellos en un movimiento de su bella cabeza - ... tu familia y tu gente deben haber ofendido a los dioses para que una abominación como esa haya nacido entre ustedes. Tenéis que soportarle mil años después del robo de su cadáver.

Tomé el largo candil guardando mis fuerzas para el momento decisivo.

A la luz de la lumbre podía ver toda su demoniaca figura.

Kasha posó sobre mí los ojos y sus pupilas se contrajeron hipnóticamente sobre las mías.

Sólo con ello quedé inmóvil, incapaz de realizar cualquier movimiento.

- ¿Qué hará el inútil humano ahora? - preguntó burlonamente - ¿Verá cómo mis garras destrozan el odiado cuerpo de su padre?

Mi boca... apenas podía oponerme pero tenía que pronunciar una palabra.

- K...a...s...h...a

La llama de mi candil se hizo más grande y pronto fue él quien no pudo dar un paso más.

- ¡Demonios! ¡Un maldito devorador de sombras! ¡De todos los seres del ancho infierno tuve que venir a encontrarme contigo!... miserable embustero... reconozco que me envanecí al darte mi nombre, pero nunca había visto realmente a uno como tú. Los seres humanos inventan tantas cosas que en estos días no se puede creer en nada.

Yo seguía aspirando el reflejo negro de Kasha sobre el suelo, hice un esfuerzo supremo por terminar de tragar su sombra pues ésta presentaba una gran oposición.

Mientras permaneciera así no podría acercarse al muerto.

- No durarás demasiado - dijo - me has tomado desprevenido pero tu fuerza no es suficiente para detenerme, reconozco tu valor. Eres el único adversario que osa robar algo mío. Yo... volveré por ti... en el futuro... te castigaré por privarme de mi preciosa mitad. Procura vivir una vida satisfactoria en compañia de los tuyos por que en el momento que cierres los ojos yo estaré allí. Recuerda bien mi cara, príncipe Tendou, y la deuda que tienes conmigo.

------------------------------------

Eso sucedió hace tantos años que ya he perdido la cuenta.

Su marca sobre mis manos se hacía más profunda en el aniversario de nuestro enfrentamiento.

Pero gracias a ello, el antiguo shogun fue enterrado con los primeros rayos del sol y no tuve que ver su rostro enfurecido pidiendo venganza.

Sólo me preocupaba lo que ocurriría conmigo al final.

Por eso me privé de continuar nuestro envejecido tronco familiar.

Estuve solo esperando el día en que Kasha cumpliera su promesa.

Ya había consultado con los adivinos y los magos. Sabía perfectamente lo que tenía que hacer.

"Para salvar su alma tiene que quemar su cuerpo, sólo así logrará vencer al malvado Kasha"
- habían dicho.

Preparé cuidadosamente la pira en la que me incendiaría.

No iba a dejar que se posesionara de mí.

Yo le derrotaría, y luego de burlarle empezaría tranquilo el camino hacia el Mekai.

El día que había elegido era una típica mañana de verano, pero extrañamente empezó nublado y la temperatura descendió hasta tal punto que no sería imposible que nevase.

Los presagios eran evidentes, Kasha se aproximaba ya.

Enloquecido ordené encender el fuego y las llamas danzantes se elevaban más y más hacia el cielo.

Los copos de nieve no hacían más que encender la hoguera hasta llegar a proporciones fantásticas, abismales.

Los criados gritaron mi nombre y se cubrieron las caras cuando me dirigí corriendo hacia mi destino.

Pude escuchar el crepitar de mi ropa chamuscándose y sentir los fatuos devorando las sedas que se agitaban con mis fatales movimentos. Y entonces reí, reí como un loco apasionado. ¡Había logrado mi objetivo! Cómo saboreaba entonces mi futil triunfo.

Y he aquí que Kasha, desde el techo del templo principal miraba todo con ojos de reprobación. El felino demoniaco me señalaba lanzando imprecaciones, maldiciéndome desde lo profundo de su alma podrida.

Luego guardó silencio y dijo claramente:

- Deja ya de jugar, Tendou, te has divertido bastante... ahora te llevaré tal y como debí hacer con tu padre.

A una velocidad asombrosa saltó a través del fuego y con esas poderosísimas garras rasgó hacia abajo desde mi cabeza hasta mi vientre seccionándome en dos partes.

Cómo describir el caos en mí mientras terminaba de morir. El cerebro, aún funcionando divisó dos focos de visión completamente distintos, mis brazos se movieron como los de un muñeco de madera mal hecho y por fin todo se puso oscuro y dejé de escuchar los gritos de los viejos horrorizados de ver al gato del infierno.

Desperté en una cueva que goteaba filtraciones heladas de rocas de cristal.

La cabeza me dolía y era difícil acostumbrarse a la vista luego de haber grabado profundamente esa disfunción doble de mi asesinato.

- Será mejor que no te muevas - dijo canturreando mientras se miraba al espejo.

- Qué hago aquí... - pregunté dando un respingo, me di cuenta de que su sombra ya estaba en el lugar acostumbrado.

- Generalmente no es tan doloroso. Pero en tu caso tuvo que ser así. No es que me divierta menos, pero no suelo cansarme con ese tipo de detalles. Dado que te comiste mi sombra era mi deber recuperarla. Pero estaba enterrada muy al fondo de ti, a la altura de tu vientre... por eso tuve que rasgar y rasgar hasta aquí.

Señaló bajo mi ombligo.

Atrás... en el espejo me atreví a verme y grité al observar mi nueva faz.

Era yo mismo, pero completamente amoratado y rojo. Mis dedos arrugados como árboles y mis pies tullidos apenas podían sostenerme.

- La impresión psíquica ha sido bastante fuerte, por eso luces así. Seguramente con el pasar del tiempo, tus heridas en carne viva logren reposar. Eso sí, la marca de tu muerte no podrá ser borrada nunca, permanecerá como un peso sobre tu piel para recordar el día que quisiste burlarte de mí.

- Si ibas a cambiarme por mi padre, entonces deberías devorarme, ¿por qué hablas de tiempo?

- Por supuesto que voy a comerte, y tú también. ¿Qué no te has dado cuenta, pobre infeliz de que estás muerto? Oh... has vivido mucho tiempo entre humanos y eso te ha estropeado los sentidos come-sombras, pero ya encontraremos en qué invertir tu habilidad.

Descubrió el mantel hecho de retazos de túnicas funerarias y sobre la mesa, desmembrado por completo estaba mi propio cuerpo.

Tuve que apartar la vista.

- Ya está todo dispuesto para tu primer alimento. Ven y come.

En mi plato descansaban las mitades de mi cabeza abierta.

- ¡No!

- Es un alimento saludable y te gustará. Tú y yo somos lombrices de tierra, renovamos el mundo tomando de él lo que otros no quieren.

- ¡Es enfermizo! ¡Brutal!

- Así que tendré que utilizar a "ente" para obligarte. Si no comes ahora empezarás a desvanecerte y te convertirás en una masa de carne morada al finalizar el día. Para fijar tu esencia espectral debes tomar un alimento y nada más conveniente que tú mismo.

De mi pecho se deslizaron líneas negras hacia mis extremidades y contra mi voluntad corté una oreja acercándola a mi boca.

- ¡No!

- Pasaste años con mi sombra en tu interior. Lo que queda se llama "ente" y sólo responde a mi voz. Puedo obligarte a hacer lo que yo quiera.

- Maldito...

Me hizo tragar absolutamente todo y esa fue mi bienvenida al reino de las sombras.

------------------------------------------------------------

Mil años son mil años.

Todas las noches salgo a saquear a regiones lejanas y siempre aparecen frente a mí los mismos rostros.

Mujeres, niños y ancianos que cuidan a la persona que fue querida para ellos.

Anonadados al ver cómo Kasha y yo nos hacemos con los cuerpos.

Mi conciencia hace tiempo que lo sufre pues lucho por mantener la bondad de quien fue un día el príncipe Tendou antes de ser un esclavo del infierno.

Mil años son mil años.

Hay días extraños cuando Kasha guarda silencio y se sienta a fumar su larga pipa mirando a la distancia.

¿Recuerda él también sus días perdidos cuando era humano?

¿Qué tipo de persona habría sido Kasha?

¿Hace cuanto habían muerto quienes podían conocerlo?

Mil años son mil años.

Si pasado ese tiempo no me asesina yo estoy obligado a hacerlo o me convertiré en un Kasha también.

Ya mis ojos han perdido la pupila del humano y se han convertido en el reflejo felino de la maldad.

Hasta ahora son tres las veces que he intentado asesinarlo y por poco ha logrado escapar y aplicarme correctivos que afirman su ilimitada capacidad de crueldad.

Tuve que ofrecerle por cada fracaso tres personas vivas.

Eran seres humanos cuyas vidas contemplaba yo en los hermosos espejos de agua de nuestra cueva.

Gente humilde y buena, importante para mí.

Eso me ha llevado a pensar que el próximo golpe será contundente.

Moriré yo o morirá él.

Así es nuestra vida en el infierno.

Nos amamos y nos odiamos fuertemente.

Mil años son mil años.

Y Kasha, el solitario gato de cabellos de cobre sucio, que no sabe llorar y que no se compadece ante nada tiene una eternidad más para ser la flor más bella y despiadada de los abismos.
Notas finales: (*) Pazuzu es un demonio que pertenece originalmente a la mitologia babilonia, los otros si pertenecen al ideario japonés.

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).