- Ouji….despierta –
Sonreí acomodándome más, me encantaba cuando me decía “Ouji”, fingí demencia buscando sus caricias un rato más, pero creo que Unohana taichou y los demás no estaban de acuerdo, el incesante aporreo en la puerta me hizo levantarme.
- Sigh…creo que tenemos que volver, ese seguro no durará demasiado tiempo – me levanté de golpe pero mis piernas se doblaron mientras un punzante dolor en mi zona baja me recordó lo que habíamos hecho.
- ¿Estás bien? – Gin había alcanzado a sujetarme.
- Me duele – desvié la mirada al piso mientras me sujetaba de sus hombros para subir de nuevo a la cama - ¿tenía que doler tanto? –
- Pues por tus gemidos no parecía dolerte tanto – las carcajadas estallaron llenando la habitación.
- ¡Eres un bruto Gin! – le aventé cuanta cosa halle a la mano.
- ¡Byakuya no te enojes! ¡Solo jugaba! – esquivó algunos de los proyectiles pero mi sandalia se impactó contra su cara.
- Itai… - se cubrió el rostro encorvándose.
- ¿Estás bien? ¿Te dolió mucho? - tomé su barbilla y lo obligué a levantar la vista - Déjame ver… - lo revisé pero no había nada, muy tarde me di cuenta de que me había engañado - ¡Gin no juegues conmigo! – lo empujé y aun pese al dolor me levanté para vestirme.
- El lado brillante de la Luna…. –
- ¿Conoces la historia? – terminé de vestirme y me senté de nuevo.
- Claro, después de todo la leíste para mí ¿o no? Solo tengo fragmentos, pero…es una historia interesante – se puso de pie vistiéndose rápidamente.
- Yo… ¿qué tanto recuerdas? – el tono rojo subió a mi cara.
- No mucho, tu voz, el calor de tu cuerpo, la presión de tu mano sobre la mía, y algunos fragmentos de esa historia, ¿me la contarás de nuevo? –
- Gin no somos niños – lo miré con aire ligeramente divertido.
- ¿Tengo que estar en coma para que estés a mi lado? –
- ¡¿Cómo te atreves a decir algo así?! – lo sujeté con fuerza de los hombros – ¡Por Kami, juro que a veces no se que tienes en la cabeza! Volvamos a la habitación –
Salimos con sigilo aprovechando la momentánea paz en los pasillos, el cambio de turno estaba en curso así que teníamos el camino libre. Logramos llegar unos minutos antes de que Unohana taichou comenzara la ronda.
- Ne Byakuya, ¿cuándo nos darán de alta? –
Gin jugaba con los pliegues de las sábanas mientras miraba la nieve acumulada en el amplio ventanal.
- No lo sé, pero cuanto antes mejor ¿no crees? –
- Si…supongo que tienes razón –
Se acomodó la ropa acariciando las vendas, su mano se detuvo sobre su pecho y se levantó de golpe casi tirándome de la cama.
- ¿Gin que pasa contigo? –
- ¿Dónde está? – empezó a hurgar en el ropero y bajo la cama.
- ¿Qué estas buscando? – me colgué de la cama para asomarme bajo ella.
- No puede ser, ¿dónde está mi ropa? –
- Hecha añicos, no había manera de que pudieras usarla de nuevo, ¿por qué no te calmas y me dices que estas buscando? -
Un suave carraspeo nos hizo voltear, Unohana taichou nos miraba molesta desde el umbral de la puerta.
- ¿Y bien jóvenes? ¿Hasta qué hora me iban a informar que estaban sanos y salvos? –
- ¡Unohana taichou! – me levanté de inmediato – lo lamento mucho, lo olvidé por completo –
- ¡Unohana taichou! ¿Dónde está mi ropa? ¿Y Shinsou? –
- Tranquilo Ichimaru-kun, no debes exaltarte, siéntate te haré algunas pruebas –
Lo jaló suavemente a la cama y obligándolo a sentarse realizó las pruebas de rutina, reflejos, reiatsu, reiraku, temperatura.
- Este vendaje está muy mal – miró las vendas ensangrentadas y flojas – enviare alguien para que las reemplace, ¿cómo está tu hombro Byakuya? –
- Bien…creo – me descubrí el hombro, odiaba cuando tenía razón, las vendas estaban en igual o peor condición que las de Gin.
- Sigh….¿qué voy a hacer con ustedes dos? – se levantó acomodando su cabello – espero que sean capaces de comprender, ¡cero esfuerzos físicos! ¿entendieron? –
- Hai.. – no había un espejo cerca pero seguro que mi cara tenía un tono casi púrpura por la vergüenza, casi podía asegurar que Unohana taichou sabía lo que había pasado, pero, ¿no era posible o si?.
- Bien creo que eso es todo, enseguida vendrá una enfermera para reemplazar esos vendajes – empezó a caminar hacia la puerta – Byakuya no puedes compartir la cama con Ichimaru-kun, si te descubro de nuevo te daré de alta – me atravesó con esa amable mirada que producía escalofríos en todas las Divisiones, pese a su amabilidad. Me estremecí.
- Hai, no volverá a pasar –
- Eso espero, Ichimaru-kun lo que estas buscando esta en aquel cajón, y Shinsou está custodiada en mi oficina junto con Senbonzakura, cuando sean dados de alta les entregaré sus zanpakuto – sin más salió de la habitación.
Gin saltó como impulsado por resortes para hurgar en el cajón, un suspiro de alivio me indicó que había hallado lo que quería.
- ¿Y bien? ¿Qué era lo que buscabas? –
Se dejó caer a mi lado sosteniendo algo entre sus manos, su semblante endureció enseguida.
- Se ha roto…. – miraba con tristeza sus manos – lo siento –
- ¿De qué hablas? – me asomé y al fin lo entendí – eso es….lo que robaron aquella noche de la mansión ¿cómo es que tu lo tienes? – los recuerdos pasaron como en cámara lenta, la oscuridad, el rápido ataque, el dolor, y finalmente….unos ojos carmesí.
Negué con la cabeza tratando de sacudirme las absurdas ideas que azotaban mi mente.
- Fui yo quien entró a la mansión –
La declaración me golpeó como un balde de agua helada y la furia me embargó, lo sujeté de la ropa y sin importarme el dolor lo lancé al piso cayendo sobre él.
- ¡Dime que no es cierto! – presioné mi brazo contra su cuello cortándole la respiración.
- Pero… - cerró los ojos con una mueca de dolor – lo es, Byakuya…déjame explicarte –
- Habla – lo miré furioso aflojando un poco el brazo.
- En el Rukongai…los asesinos y mercenarios estamos reunidos en clanes, días antes del robo el jefe del nuestro nos convocó, planeaban atacar la mansión Kuchiki, al parecer su único objetivo era este pendiente, no me pareció justo, entiéndeme Byakuya, soy un asesino y un mercenario, la sangre para mí es una ley…lo sabes bien –
Aflojé el agarre y me levante sentándome cerca de él.
- Tampoco acostumbro matar sin un buen motivo, si alguien es un estorbo para el Clan lo haré, pero tenían la ubicación de todos tus sirvientes, la guardia y las doncellas, demasiados inocentes, por eso me adelanté a ellos, así la guardia de la mansión permanecería en estado de alerta por varios días –
- ¿Porqué me atacaste? –
- ¡Porqué no me diste tiempo de nada! Lamento si te herí, pero estabas más ocupado usándome de blanco móvil para tus técnicas de kidoh que escuchándome –
- Tienes razón – me sentía un completo estúpido por haberme comportado de tal modo y me costó mucho reconocerlo.
- Pero aun así fue inútil – dejó caer el pendiente entre mis manos – lamento que se rompiera –
- Sigh….es una pena, pero supongo que se puede reparar – me acosté sobre su pecho – lo siento, fui un tonto, lo único que querías era evitar ponernos en peligro, gracias –
- No fue nada, ahora cuéntame, ¿por qué el jefe del Clan tenía interés en esa joya? –
La miré a contraluz, el dije en si era hermoso, una perfecta flor de cerezo enmarcada en oro.
- Es un diamante rosa, no hay uno igual en toda la sociedad de las almas o el ningenkai, su valor monetario es inmenso, pero para la familia Kuchiki es mayor su valor sentimental, cuando el jefe de familia escoge a la dama que será su esposa le entrega este pendiente como símbolo de compromiso y amor eterno –
Me acerqué besándolo suavemente mientras lo abrazaba, cuando me separé la mitad de la flor pendía de su cuello, me miró de una forma que no pude interpretar, sus ojos escarlatas mostrando un dejo de confusión.
- Byakuya…no puedo aceptar algo de tanto valor para tu familia –
Hizo amago de quitárselo pero tomé inmediatamente sus manos.
- Por favor, quédatelo – lo besé de nuevo y sentir su cuerpo tensarse por la iniciativa fue delicioso, jadeó suavemente en mis labios y se separó.
- Gracias – miró la joya nuevamente - ¿Qué harás con la otra mitad? –
- Guardarla por supuesto, te lo dije, su valor es incalculable y ahora… - miré los dos fragmentos – es mayor… - deslicé mi mano sobre la suya disfrutando de esos minutos de paz a su lado.
- ¡Permiso! – la voz cantarina de una mujer me hizo saltar hasta el techo – Unohana taichou me mandó a cambiar los vendajes – se sentó en la cama quitándole la ropa a Gin.
- ¡Oiga! – tomé su muñeca deteniéndola.
- Byakuya, está bien – Gin me acarició el brazo y caí en cuenta de lo que había hecho.
– Lo lamento mucho solo…tenga cuidado ¿si? – la solté regalándole mi sonrisa más dulce, ¿qué pasaba conmigo? Sigh….solo era una enfermera, pero verla tocándolo de tal modo – esperaré en mi habitación – salí sin más palabras.
Los siguientes días fueron más tranquilos, nos veíamos a escondidas de las enfermeras y de Unohana taichou, la hora entre el cambio de guardia se convirtió en el momento más anhelado de cada día.
- Bien – hojeó el reporte rápidamente – han estado aquí quince días, las últimas pruebas salieron perfectas en ambos así que mañana temprano podrán irse a casa, y el lunes volver a la Academia.
- Pero… -
- Pero nada Byakuya, ya le he avisado a Kuchiki taichou – cerró el reporte y salió de la habitación.
La noticia me dejó helado, no creí que nos dieran de alta tan pronto, suspiré y miré a Gin, desde que Unohana taichou había entrado a rendir el informe no había dicho una sola palabra, miraba con aire distraído hacia la ventana y ni siquiera notó cuando me senté a su lado.
- ¿Qué opinas? –
- Era inevitable aunque…no quiero irme – suspiró empujándome para que me recostara, obedecí y dejé que me abrazara por la espalda – ¿me contarás esa historia? -
- Sigh…pensé que te habías rendido –
- Nunca, ahora cuéntamela, o tendré que dejar que un Menos me apalee, aunque…aun no entiendo cómo nos salvamos de esa –
- Solo fue suerte – hasta el momento la liberación de mi Bankai seguía siendo un secreto para todos y quería que así siguiera hasta que pudiera controlarlo a la perfección – está bien, te contaré la historia –
En tiempos de la antigüedad, cuando los dioses aun reinaban sobre el ningenkai existía una bella y agraciada diosa de nombre Nix, vivía sola en una lejana cueva ya que su padre, Caos, al ver la magnitud de su belleza decidió alejarla de la mirada tanto de dioses como de humanos.
Nix vivía feliz aun siendo ajena del mundo que había más allá, sin embargo Hémera, hermana de Nix, había nacido llena de rencor y odio contra la joven diosa, ya que al momento de su concepción fue lanzada a las profundidades del Tártaro, ahí, en medio de aquel frío y soledad el odio de Hémera creció día con día.
Al verla tan feliz decidió hacer girar las ruedas del Destino a su favor, tomando la forma de una bella ave viajó hasta donde su hermana estaba y con alegres cantos y danzas en el aire la hizo alejarse de la cueva para después desaparecer dejándola a merced de los mortales.
Pero, que afortunado encuentro tuvo aquella joven diosa, mientras caminaba en el bosque el melodioso tono de una flauta la guió hasta un claro, en medio de él había un joven de belleza deslumbrante del cual Nix quedó prendada inmediatamente, en cuanto sus miradas se cruzaron quedaron profundamente enamorados y decidieron vivir juntos, su felicidad duró poco tiempo ya que Caos, al verla en brazos de un mortal montó en cólera contra el joven amenazando con matarlo.
Sin embargo, las lágrimas de Nix conmovieron a Caos y le perdonó la vida, pero…que caprichoso es el Destino, Hémera, que lo había observado todo se presentó frente a su padre exigiendo le dijera la verdad a Nix, no podrían estar juntos ya que ambos compartían la misma sangre y era una ofensa contra los dioses.
Sabiendo la verdad ambos aceptaron las condiciones y se separaron prometiendo no volver a verse, pero Caos, al ver el profundo dolor de su hija decidió darle una sola noche de libertad más, ese día Nix y Erebo se unieron mas allá de lo carnal, resonaron como una sola entidad y de su inmenso amor Nix dio a luz a una hermosa niña llamada …ter.
El jubilo de Caos fue inmenso, pero, Hémera, apelando a la justicia del resto de los dioses exigió un castigo para aquellos que habían osado ignorar sus mandatos, por ello, la condena fue inmediata y sobrecogedora para todos, …ter, al ser producto de un amor prohibido fue arrancada de los brazos de Nix y su existencia permaneció desconocida para todos.
Así, los amantes fueron condenados al exilio en la Luna, Nix señora de la Noche y Erebo señor de la Luz fueron separados por toda la eternidad, es por ello que la Luna tiene dos caras, cada día la Luz comienza su largo y desesperado recorrido tratando de alcanzar a su amada y por la noche la joven diosa empieza el suyo anhelando estar en los brazos de Erebo, sin embargo sin importar cuanto lo intenten nunca estarán juntos.
El Lado Brillante de la Luna nunca podrá ser alcanzado por el Lado Oscuro, su amor está condenado.
Guardé silencio unos segundos indicándole que había terminado, la historia era larga, un libro completo a decir verdad, pero no quería aburrirlo con demasiados detalles.
- Es una historia muy trágica – sus dedos acariciaban mi cabello mientras me besaba suavemente – ¿porque la elegiste mientras estaba en coma? –
- No sé, pero aun cuando es muy trágica a fin de cuentas comprueba que el amor es eterno si así se desea – suspiré cerrando los ojos, arrullado por su respiración.
- Eterno ¿umm? –
Se quedó meditando por un rato, lo suficiente para que cayera en un sueño profundo.
- Byakuya…..Byakuya….. – un suave zarandeo me empezó a despertar.
- Déjame dormir cinco minutos mas Gin… - estiré el brazo para jalarlo hacia mí pero solo las heladas sábanas eran mi compañía, me levanté de inmediato solo para toparme con la severa mirada de mi abuelo - ¡A-abuelo! Buenos días – hice una torpe reverencia y casi me caigo por bajar a toda prisa de la cama….MI cama….
- Ya pasan de las 12:00, ¿hasta qué hora pretendías levantarte? –
Miré desconcertado a mí alrededor.
- A qué hora…. ¿cuando llegamos a la mansión? –
- Esta mañana, Unohana taichou me llamó antes de lo esperado afirmando que “mi nieto no sabía seguir una orden aun cuando ya estabas advertido” aunque no quiso explicarme de que hablaba –
Fue cuando entendí que hacía en la mansión Kuchiki un día antes, recordé su última advertencia “Byakuya no puedes compartir la cama con Ichimaru-kun, si te descubro de nuevo te daré de alta” lo había cumplido, suspiré dejándome caer en la cama, un tremendo nudo se había formado en mi garganta y mi pecho dolía.
- ¿Estás bien Byakuya? ¿Quieres que llame a Unohana taichou de nuevo? –
- ¿Dónde está Gin? – me cubrí los ojos con el antebrazo tratando de controlar mis emociones, ni siquiera me había despedido.
- No lo sé, supongo que en el hospital – se puso de pie y aun cuando tenía los ojos cubiertos pude sentir su mirada – es solo un plebeyo, que no se te olvide, las tradiciones y el linaje de los Kuchiki no pueden ser cambiados, aquella noche lo permití porque te había salvado la vida, pero no pongas a prueba las normas Byakuya –
La puerta se cerró con un suave clic y me quedé nuevamente solo y en penumbras, en aquella lujosa pero fría habitación que ahora más que nunca me parecía enorme y sin vida.