Renunciar a mi pasión es como desgarrar con mis uñas una parte viva de mi corazón.
Gabriele d' Annunzio (1863-1938) Escritor italiano.
Capítulo III: Uzumaki
-Estoy aburrido-rezongó, bostezando tan perezosamente que las marquitas en sus mejillas –adorables como las de un animalito-, se arrugaron tiernamente-MUY aburrido-enfatizo. Sacudió sus brazos delgados, con lo que los grilletes que apresaban sus muñecas lastimaron su carne suave.
Desde hacía tres días que había sido capturado por la familia Sabaku, justo en su paseo matinal de los miércoles, cuando se despertaba en su sencilla cabaña en America del Sur y salía a contemplar el cielo puro y azul como sus ojos. En realidad no le molestaba tanta tortura psicológica, las amenazas absurdas o la humillación de estar maniatado contra una pared helada y húmeda, en –aparentemente- la mala versión japonesa de un calabozo antiguo.
-Tengo hambre y sed-gimoteo lamentablemente, sacudiendo las cadenas sujetas a los grilletes, en un pataleta que lo hacia ver mas joven-joooo… es que no saben tratar a sus prisioneros… exijo ver a… no, un abogado no me sirve, pero a alguien-gritó, pateando la mesa de podrida madera frente a él-vamos… prometo que si me sueltan seré un zorro de los mas adorable, ¿vale?-
-Pero es que realmente tú no sabes lo que es el silencio, ¿verdad?-la molesta voz de su guardia de ocasión le sacó una sonrisa traviesa, a pesar de su situación-deberías estar lloriqueando como nenaza-
-No, no, Ero-Sennin, que tú no me entrenaste para correr en el primer golpe-se rió-aunque el que de todos modos tú seas la nenaza que se hecho a correr en cuanto Sabaku gano una batallita de mierda, no anima mucho-
-Mocoso idiota… no estoy con ellos por conveniencia; Sasuke debe de terminar su régimen egotista-la voz dura y anciana del sujeto tras la puerta terminó por arrancarle una carcajada al chico encadenado. Su risa, tan burlona, fresca y cínica, parecía verdaderamente una mofa hiriente, y el viejo se sintió de pronto, como un verdadero idiota.
-Sasuke para rey-se burló-¿A quién demonios le importa? Sasuke es un buen soberano, el mejor que veré… y si viejos pervertidos son los que desean tomar su lugar, entonces Sasuke debe verlos con tanta gracia como yo; si es que son como niños incomprendidos-se quejó graciosamente.
-No se trata de tomar su lugar-Naruto entrecerró los ojos al escuchar la helada y pretenciosa voz aniñada de Gaara, el líder de la familia Sabaku-se trata de hacerlo a un lado-la puerta se abrió por una maño pálida como el papel, para permitir el paso del cuerpo de un niño pequeño y lindo, pero con gesto de molestia.
-Pero que monada… un nene va a torturarme-Gaara frunció el seño; ya le habían advertido que Naruto, como se llamaba el muchacho atado, era un verdadero experto en exasperar a las personas, pero se prometió a si mismo mantener la calma con aquel bobalicon.
-¿Ansioso?-inquirió-haberlo dicho antes…-
-Es como realizar una buena fantasía; tú, yo, un látigo y un par de voyeristas… es casi un sueño, ¿puedes desatarme para limpiarme las lágrimas?-el tonillo de Naruto, tan cínico e irreverente, sacó un sonrisita a Sai, divertido con su comportamiento.
Sin embargo, Gaara, poco paciente, le arrojo una daga en un movimiento tan raudo que apenas y lo percibió. La daga- de oropel- atravesó la frente de Naruto, justo encima de uno de sus increíbles ojos azules. Sus cabellos rubios fueron manchados de escarlata, pero ni así, Naruto abandonó su mueca de irresistible encanto.
-Pensamos retenerte hasta que Sasuke este dispuesto a negociar-informó Sai, acercándose al rubio para retirar la daga, que dejo una herida que cicatrizo de inmediato.-Y de paso, pretendemos interrogarte-
-Anda…yo que creí que me iban a torturar, y ustedes haciéndome reír, si es que con humor la derrota es mas llevadera-el áureo no dejaba de ver los ojos de agua del pelirrojo, que le devolvía una mirada furiosa-eres tan mono, Gaa-chan-suspiró luego de un rato-debe ser duro para tu gente tomarte en serio-El último comentario, le costo un lluvia de minúsculas agujas; ni siquiera se molesto en sorprenderse del ataque.
-Cállate… no estas en condiciones de hablar mucho más-
-Hablar, puedo… pero dime, cariñín; ¿por qué tanta frustración reprimida hacía mi Sasuke?-inquirió, curioso de saber la respuesta.
-Déjenos solos-ordenó, dispuesto a mantener una charla clara con el ojiazul-lo tengo controlado-le aseguró al mas viejo, que asintió ceremoniosamente y salio seguido de un divertido Sai.
-Ara… así que me dirás la verdad y no esa sarta de tonterías que le cuentas a tus borreguitos-se sorprendió. Se dispuso a prestar atención al de menor tamaño, dispuesto a entender un poco al pelirrojo que parecía tan dispuesto a terminar con la vida de la persona que más amaba. Internamente se río de propia estupidez; sólo un bobo como él escucharía las palabras del enemigo con la intención de entenderlo.
-Es lo justo-repuso-Mi vida como humano fue patética, denigrante en todo sentido-inició sin demasiada introducción, acomodándose con la espalda apoyada en el filo de la mesa, para tener al rubio de frente-Mi familia sirvió a un bastardo que nos llamo traidores al primer rumor, y nos rebajaron a la altura de esclavos… Sai me convirtió en un maldito demonio, y el hijodeputa al que le llamas Maestro no fue benévolo como se esperaba del gobernante de entes supuestamente superiores; Sasuke también me utilizo como arma y como despojo. Así que llegue a esta conclusión: Mi vida mortal fue regida por un tirano sin escrúpulos, un bastardo del todo, así que ahora mismo no pienso permitir que Sasuke –otro tirano- me maneje a su antojo-
-Así que la cosa va personal-resumió el de melena clara, a lo que el pelirrojo asintió con simpleza-lo cierto es que ahora me desagradas menos, Gaa-chan… quizás incluso me joda matarte cuando llegue el momento-
-No es verdad-replicó. El ambiente parecía caldeado en cierto modo, pero los ojos condescendientes del rubio le retribuían al pelirrojo unos cuantos años de odio. En realidad, el rubio parecía un verdadero bálsamo para heridas del alma, aún si no lo admitiría ni bajo tortura.
-Tienes razón-admitió el zorro, guiñándole con cierta coquetería un ojo-A mi Sasuke me convirtió en un vampiro apenas un mes después de conocerle; me lo presentaron el día de mi boda con la chica mas bonita del colegio-el de cabellos granas lo miraba curioso de que le contará también su historia, aunque en realidad ansiaba conocer la vida de otro siervo que de un modo u otro, no terminaba de ser su enemigo-Tú me contaste tu pequeña historia, así que es justo que yo te cuente la mía-explicó-decía; Sasuke me convirtió en su siervo y toda esa mierda que no tengo que explicarte. No estuvo tan mal, después de todo, mi vida mortal no fue la mejor. Mis padres eran Ainu, y al nacer yo con estas marcas, la tribu creyó que era un verdadero mal augurio y les asesinó por traerme al mundo, yo me salvé gracias a una profesora comunitaria, que me llevo a un gris pueblo. Sobreviví gracias a la caridad de la iglesia, y no fue hasta los 12 años que deje de aborrecerme, y me convertí en un sujeto agradable, con carisma y capaz de enamorar a cualquier chiquilla. Sasuke, mal que mal, me libró de seguir fingiendo, del temor a volver a ser un monstruo e incluso, de la culpa de no amar a mi esposa.-Concluyó, encogiéndose de hombros para quitarle importancia a lo relatado.
-Pobre mocoso egoísta-se mofó Gaara con gravedad, intentando rebajar la historia del blondo con la su propio dolor.
-Mi vida no fue tan miserable como la tuya-admitió sin enfado-, pero soy demasiado odioso para que la tuya me importe mas-explicó con cinismo-Estoy forjando el camino que se me antoja-agregó con (por primera vez en esa conversacion) pasión-Así que no intentes convencerme de que tú quieres lo mejor para todos y esa sarta de falacias-
-Eres hipócrita, Naruto-masculló el ajiagua, acercándose hasta estar a un palmo de distancia de su cautivo-sabes bien que estás atado al destino mismo de Sasuke-refutó con crueldad. Su prisionero entrecerró los ojos como si aguantara un golpe, pero no dejó de mirarlo con los pozos azules y magníficos.
La bendita, maldita, mirada de Naruto, tan azul como si el cielo hubiese prestado su glorioso color. Tan intensa como si el mismísimo Mar se ocultara en ellos. Tan brillantes que parecían contagiar de su espíritu libre. Libre como nunca lo sería él. Naruto era un vampiro sin ser un monstruo, un monstruo sin ser horrendo. Seguramente aun conservaba calor entre sus muslos de seda, y latidos calmaditos y dulces en su pecho limpio. Tal vez incluso aún fuese optimista.
Sai tenía razón; ese rubio no era un vampiro cualquiera.
Y Naruto lo sabía.
-Lamento que seas tan bobo, Gaara-susurró el rubito-me dio gusto verte, espero sea la ultima vez, de todos modos-ante sus ojos atónitos, el de piel misteriosamente tostada se desprendió de los grilletes con una sacudida sencilla y poco esforzada, dando un saltito para sortearlo.
-¿Cómo?-inquirió, incapaz de detenerlo con sus manos desnudas.
-Te lo contaré cuando seas mayor, bonito-prometió, sonriéndole.
-Hay cientos de vampiros fuera, no puedes marcharte-aseguró, aun sin interponerse en el camino de Naruto, que ya estaba a unos pasos de la puerta.
-¿No? ¿Cuántos vampiros crees que bloquearan mi camino?-interrogó-y no te contaré a ti porque está mas que claro que no vas a detenerme-sin decir mas, abrió la pesada puerta, con tal ligeres que nadie dudaría que se abría sola.
El líder de Sabaku tardo un rato en reaccionar, incapaz de asimilar el sobrecogimiento que la huida de Naruto le provocaba. Corrió hacia el pasillo, seguro de que lo habría detenido cualquiera de sus hermanos o Sai mismo, pero se encontró con un pasillo desierto, así que siguió su camino, hasta llegar al patio central de la casona.
-¿Y Naruto?-interrogó con brusquedad a Sai, que miraba fijamente hacia la oscuridad del pequeño bosquecito que fungía como entrada irregular.
-Se fue-repuso sin explicar mucho mas.
-¿Y no lo detuviste?-riñó furioso-¿Nadie lo hizo?-rebatió, mirando también a sus hermanos y al viejo Jiraiya.
-No pudimos-se disculpo su hermana, la luz lunar les daba en la cara, magnificando su rasgos de perfección-Simplemente nos aterrorizo dañarle-
-Te lo había dicho; Naruto tiene el don de la sugestión-le recordó Sai, encogiendo sus hombros-tú creíste que me refería aun verdadero don, como la omnipresencia de los Hyuga, pero solo hablaba del miedo que los vampiros le guardamos al siervo de nuestro –todavía- soberano-
-Yo no le temo-aseguró molesto-pero…-
-Sus ojos-murmuro el anciano, bajando la vista-Ese mocoso gritón es como una maldita medusa; solo ves sus ojos, te paralices y, encima, sientes cariño hacia él-
El Sabaku asintió, no afirmando sus palabras, pero aceptando su curiosa premisa.
Naruto era como una maldita medusa. Sus ojos azules –con una luz brillante propia- eran un arma perturbadora. Una estrella inalcanzable.
Un alma de verdad atrapada en el cuerpo maldito de un ser nocturno.
Un calido y palpitante corazón en una corazón eternamente gélido.
Como una pasión si motivo.
Como un niño solitario, esperando siempre alguien que le diera un empujoncito a la irrealidad.
Al pensarlo, el pelirrojo tomo la mano incondicional de Sai, apretándola entre su diestra; pequeña e insignificante junto a la larga y elegante de su Maestro/Siervo, de su pareja. De su Sai. Al menos, su pasión era anhelada por el vampiro, al menos, su alma era tan negra como la de Sai. Al menos, podía fingir que su corazón latía en el mismo instante que el de Sai.
Naruto sólo tenía un amante egoísta al cual regresar.
Un recipiente de carne, vacío de esperanzas. Vacío de sueños. Vacío de temor. Vacío de todo. Vacío de amor.
Naruto sólo tenía a Sasuke.
**
-Mmm...…-gimoteó entre sueños, y él apretó ansiosamente la mano tostada que caí sobre el colchón, suplicando internamente escuchar su nombre en los labios dormidos de su cálido Sol-Sasu…Sasuke-al escucharlo su nombre, sonrío con verdadera y maniática felicidad, apresando con mayor intensidad la mano de piel suave y de calido olor a cerezas.
-No perdió casi nada de Sangre, Sasuke-kun-informó la chica, sonriendo ante el romántico espectáculo que su adorado rey le ofrecía-cuanto me alegra que Hina-chan haya podido encontrarlo a tiempo…-
-Podría haber regresado solo –le aseguro orgullosamente el Uchiha, mirando a su durmiente siervo sobre su propia cama.
-Iré a ver a los pacientes de la ultima batalla-informó, dedicándole una sometida reverencia llena de sinceridad-si necesitas algo más, solo pídemelo-Sasuke no se molesto en aceptar el ofrecimiento, y continuo dedicándose al obsesivo observar de su precioso Naruto, que boqueaba con gesto infantil.
Sin poder contenerse por más tiempo, tomo la mano que aún apresaba –la izquierda- y la elevo hasta sus labios, para encajar en la muñeca sus colmillos ávidos de droga carmesí. Succionó con fuerza, intentando quitarle a su Naruto un poco de vida y luego devolvérsela con su propia sangre, iniciando un círculo natural. Quería devorar todo a Naruto, beber hasta la última gota de su sangre, masticar furiosamente su carne de olor sustancioso, sus ojitos de hermoso cielo y su boquita de jugosos labios de cerezas.
Quería que Naruto estuviera en su cuerpo, que fueran uno, que fueran un todo y fueran un nada. Quería a Naruto, para tenerlo el solo, para que Naruto solo lo mirase a él, y solo le oliera a él y solo lo besará a él, y solo lo tocará a él. Y solo lo amará a él. Y solo por el muriera. Y solo por él se quedara. Y solo por el viviera eternamente. Y solo por Sasuke… sólo por Sasuke.
-Baka Sasuke-refunfuñó la voz de juego de Naruto, recién despierto, que intentaba liberar su adolorida izquierda de los colmillos de Sasuke-sanguijuela malvada, me vas a chupar todo, cabrón-El rubio observó a su moreno, que liberaba su muñeca. Sonrió antes de que Sasuke lo viera, deleitándose con la piel blanca y hermosa de Sasuke, blandita y que manaba frialdad y egoísmo innato, como un niño pequeño. Sus cabellos de tonos azules, largos y desordenados en la parte de la nuca, pero impecables por delante. Los ojos se encontraron con los suyos, y el se perdió en el infierno de ébano en el que el moreno siempre parecía atraparlo.-Te amo-susurró, como confesándole un secreto indecente.
-Te amo-devolvió él, sacando una sonrisita a su Naruto-pero ni creas que te libraras del castigo de abandonarme-agregó con maldad.
-Oh, vamos, Sasu-chan… no fue mucho tiempo, ¿te sentiste muy solo sin tu zorrito?-inquirió, ofreciéndole su desnudo y apetecible cuello al mayor-Anda… pruébame y veamos cuanta de mi sangre puede ser tuya… quítame la vida, amor-pidió.
-¿Tú no me extrañaste?-inquirió el moreno, antes de acercarse a su apetecible objetivo.
-Claro que si… ¿qué haría yo sin mi sanguijuela maligna?-bromeó. Sus cielos volvieron a encontrarse con las ónix, y sintió su cara enrojecer al observar la lujuria en su Sasuke-Mas de lo que podría extrañar el aire-aseveró-mas que la luz, mas que el calor… mas que la sangre-su voz comenzó a perderse cuando los labios de Sasuke bloquearon los suyos en un beso lento y lleno de pasiva ansiedad, que pronto se convirtió en pura lujuria y pasión reprimida por casi una década.
-Quiero que te entregues a mi… que solo recuerdes mi nombre… que solo seas mío-suplicó el moreno, envolviendo entre pétreos brazos el cuerpo casi irreal de su amante, que temblaba de excitación al solo imaginarse poseído por el cuerpo de Sasuke, marcado por sus labios, acariciado con manos lujuriosas y amado con un corazón pequeño y destrozado.
Gaara se equivocaba, él tenia a Sasuke si, pero no era “solo tengo a Sasuke”. Sasuke bastaba, su corazón demente de aprehensión, su alma anhelante de cariño y sus ojos que lo perdían entre acertijos oscuros y laberintos vacíos.
…l tenía a Sasuke.
-Prometo no volver a marcharme-le aseguró, aún a sabiendas de que era una mentira cantada como verdad en un arrebato pasional-prometo quedarme contigo por siempre-
El moreno sonrió amorosamente aún en su rostro frío, tragándose a medias una mentira lamentable. Un promesa que Naruto, a la primera oportunidad, rompería con sencillas palabras.
Adiós, Sasuke.
Como un espiral, Naruto giraba entorno a él, siempre creyéndose libre, mientras que, sin embargo, se acercaba más y mas a él, atándose por si solo a un punto fijo. Encadenándose de a poco a Sasuke, que, paciente, le esperaba con desesperado amor. Con demente obsesión.
Naruto no era libre.
No si ello significaba que no le pertenecía.