Hoy he conocido a una muchacha, Lorea se llama, siempre sonríe, es muy amable y fue ella quien decidió hablarme.
Esperaba a que mi novio saliera de la tienda, y yo allí sentada en un banco frente aquella tienda hablándome a mi misma sin percatarme de la presencia de esa chica.
-Sabe que odio ir de compras, pero no, el tiene que comprarse esa camiseta que tanto le gusta. Tsk.
-¿No suele ser del revés? -Que voz más bonita tiene. Espera ¿me habla a mí?
-¿Cómo? –le pregunto sin comprender.
-Que suele ser el chico el que odia ir de compras. –Se ríe, una sonrisa angelical, esta chica me da envidia, es tan hermosa, comparada conmigo es toda una fémina.
-Perdona es que pienso en voz alta. -¿Por qué demonios le doy explicaciones a esta chica que no conozco? Pero es tan bella, pelirroja de cabello ondulado y unos ojos color miel que me hacen perderme en ellos y ¡¿Por qué demonios me atrae más que mi novio?!
-Mi nombre es Lorea, Lore para los amigos, encantada. –Comparada conmigo es toda una diva, yo con este cabello marrón y también ondulado, con ojos café, y tan pequeñita y delgada, no hay comparación. Mientras pienso en todo esta chorrada, nos estrechamos las manos, para colmo tiene una piel tan suave…
-Yo soy Aitziber, Aitzi para los amigos. –Ella sonríe tan tranquilamente, pero yo nunca sonrió, no me gusta sonreír, aunque no sé porque le he contestado, normalmente la ignoraría y ya.
Mi novio Gaizka sale de la tienda con una bolsa en la mano y se nos acerca.
-Aitzi, nos vamos ya, ¿Quién es ella? –dice mirándola con una sonrisa que hasta a mi me molesta, y no por envidia, sino porque se nota lo que está pensando el muy guarro, algo como “menudo polvo tiene” tan trasparente como la mente de cualquier chico de su edad.
-Nadie que te importe, estaba hablando con ella así que si me lo permites, te largas –Ahora mismo me echo unas risas al recordar la cara que puso, se le desencajo la mandíbula, pero yo no me quede corta, casi me eche a reír allí mismo, ¿Quién hubiera imaginado que la pelirroja soltara algo así? Si habéis leído bien Lore o Lorea fue la que dijo eso, no yo.
-Pero tu….- antes de que diga algo que me haga sentir mal le tapo la boca al imbécil de mi novio, hace tiempo que quería dejarlo con él, pues ya no me satisfacía, la verdad no sé ni por que empecé a salir con él.
-Toma Aitziber, este es mi número de móvil, si quieres charlar solo llámame y yo estaré ahí en un santiamén. –Otra vez esa sonrisa que me hace estremecerme. Después le lanza una mirada de desaprobación a Gaizka.
-Que tía más rara, nos vamos. –Eso sí que no, a mí nadie me da órdenes y mucho menos un debilucho como este.
-Corta el rollo Gaizka, ya me canse, no me llames mas, ni vengas a casa, me harte de ti, así que hay te quedas. –Me giro y con la mano me despido alejándome de él.
-¿Aitzi qué quieres decir? –y sin ninguna vergüenza voy y le grito la respuesta.
-¡Que te dejo, hay te quedas, corto contigo! –Las personas se paran y lo miran. Si fuera yo me reiría de esa escena.
A la mañana siguiente ni corta ni perezosa, me voy a dar una vuelta, miro mi móvil y ni una llamada del imbécil, pero me encuentro con él y unos cuantos de sus amigos. El me mira con una mirada asesina, mejor dicho lo intenta, sus amigos me miran cuchichean y unos se ríen.
Parece que le ha sentado como el culo que yo lo haya dejado, pero se decide a acercárseme.
-Que sepas que no eres tú la que me deja sino yo a ti. –Cuantas veces he visto esta escenita, y no puedo evitar reírme.
-¿Es lo que les has dicho a tus amiguitos? Porque podemos ir a la plaza central y preguntárselo a las cajeras de las tiendas quien fue quien te dejo.
-Maldita puta. –Dice levantando la mano para golpearme, estaba ya preparada para darle una patada en la espinilla, pero alguien se me adelanto, la pelirroja de nuevo.
-Como intentes pegar a Aitzi te dejo sin pelotas, mamarracho. –Una escena digna de ver, Gaizka sujetándose la entrepierna y de rodillas en el suelo, no hay que ser adivino para ver lo sucedido, y está claro que lo repetiré a cámara lenta de por vida en mi cabeza.
- Lore creo que lo has dejado impotente y sin
descendientes.
-Pero es que te había levantado la mano. –Por dios es increíble, parece una cachorrito regañado por su madre, lo veo, un cachorrito sentado poniendo ojitos y con las orejas gachas.
-Si pones esa carita me dan ganas de darte premio. –He hay otra vez la imagen del cachorrito, moviendo la colita todo contento, y con las orejas hacia arriba, incluso el brillo en los ojos.
-Premio, premio, quiero premio. –Me agarra de la manga y lo mueve de lado a lado.
-¿Qué quieres? –le pregunto resignada.
-¡¡Ir de compras!!
LOREA Y AITZIBER: ***continuara***
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