¿Que más se pude hacer en la vida? ¿Que mas daba si tenías que llevar el pan a tu mesa? ¿Que mas daba si tus padres y tu hermano pequeño sufrían un alto pico de desnutrición?... ¿Que mas iba a hacer si no tenía una educación que me llevara al buen camino? ¿Que más iba a hacer si mi Reputación no me dejaba bien parado?
Prostituto, ese era mi oficio.
En la pista del velódromo los hombres armaban cola para pedir una noche conmigo y con mi compañero Aoi. Nosotros llamábamos la atención con nuestros shorts de látex al rojo vivo y una remera de red negra.
-¿Cómo te llamas bombón? -pregunté un chico muy joven, sorprendido de que con tan poca edad, quizás unos diecisiete, pidiera por esto, con alguien tan sucio y rastrero como yo.
-¿Eso importa? -pregunto al parecer dudando de mi. Pero es verdad, que importaba. Yo solo tenía que darle placer y cobrar el dinero para llevarlo a mi casa.
-Acompáñame -dije tomando su delicada mano con la mía.
Nos metimos en la casita donde realizábamos nuestro trabajo, una casita que fue alguna ves del tío de Aoi y ahora era nuestro lugar de trabajo -Acuéstate -le dije señalando la cama que estaba solitaria en medio del salón.
Me quité la remera de red y también el short, dejando ver un hilo o quizás nada de lo que era mi ropa interior.
Me acerqué a la cama lentamente, al parecer sería su primera vez, se veía asustado, y no lo juzgo, también tuve miedo mi primera vez, a los quince años. Pero tenía mi misma edad, o eso suponía yo, y sabía tratar con niños como él.
Estaba acostado en cuero sobre la cama, a decir verdad era uno de mis mejores pacientes.
Me subí a la cama lentamente y coloqué una rodilla a cada lado de su cuerpo. Luego acerqué mi torso al suyo, mi cabeza a la suya y fue ahí cuando vi. Sus ojos verde esmeralda
Sus ojos eran hermosos, podía hundirme en ellos de por vida, disfrutaba mirándolos
Pero no se trataba de eso mi trabajo, no podía perder el tiempo.
-¿Cuanto... vas a... estar? -pregunté medio tartamudeando, quedándome por primera vez idiotizado por un hombre.
-Media hora -dijo él seguro de si mismo, esbozando una sonrisa arrebatadora.
Me había quedado paralizado, completamente embobado, no sabía que hacer, como si no tuviera experiencia, como si fuera una virgen de diecisiete años a punto de tener su primera vez. Algo en mi estomago revoloteaba intranquilo, era molesto pero a la vez una sensación hermosa, ¿Serían esas mariposas de las que siempre hablan cuando se enamoran?
No no no no no me puedo estar enamorando de un cliente...
-¿Y bien? -preguntó esperando a una reacción de mi parte, lo que debía ser mas lógico.
-Espera me aquí un segundo -dije apenas en un susurro y me fui al bañito a refrescar mi rostro. ¿Qué me pasaba? Estaba tarado. Hacía esto todas las noches, ¿porque hoy no puedo?
Tranquilo -pensé y salí del baño a enfrentarme al chico que me dejaba
Paralizado.
Volví a mi posición inicial y como nunca hacía con ningún cliente lo bese. No se porque esos labios se me hacían tan apetecibles. Tenían como un extraño jugo que me provocan un frenesí, y quería extraerlo al máximo. Como si hubiera leído mi pensamiento, o como si a él le hubiera pasado lo mismo, atrajo mi rostro mas al suyo tomándome fervientemente por el cabello.
Mis manos recorrían su torso desnudo admirando cada parte como nunca lo había hecho con otro hombre. Mis labios se deslizaron por su mandíbula, su cuello, su torso, su abdomen, mientras que mis manos descendían hasta sus pantalones y desataban cada botón de aquel entrometido jeans. Desesperado se lo quité y el lo mismo hizo con mi ropa interior, trabajo que comúnmente hacia yo.
Esto parecía mas bien hacer el amor con un ser amado, no con un cliente. Estaba disfrutando no estaba sufriendo.
Se colocó encima mío como si el estuviera al mando, y quizás así era. Bajo su boca hasta mi pezón izquierdo y lo lamió con su lengua aterciopelada. Me tensé ante su dulce contacto y el esbozó una sonrisa al notarlo. Yo lo acompañé. Que mas daba, estaba disfrutando, por primera vez.
Rodamos otra vez y quede encima de él. Le quite los boxers que llevaba puesto y me impresioné al encontrarme con su miembro punzante y excitado debajo de mis piernas. Una increíble oleada de desesperación y deseo recorrió mi cuerpo, quería tenerlo dentro de mí, quería disfrutar y ser suyo, pero mas quería darle el placer qué se merecía. Con mis manos expertas tomé su miembro y lo acaricie.
Mi mano descendía y subía sobre el insistente pero delicadamente. …l disfrutaba de ese tacto tanto como yo estaba disfrutando ver su cara de placer. Ambos teníamos los ojos rojos impregnados de pasión y placer. Tanto como yo el deseaba hacerme suyo, estaba claro, porque tiro de mi y volvimos a rodar, quedando él sobre mi. Como si supiera, aunque quizás así era, dirigió su pene dentro de mí y me penetro lenta y delicadamente.
Siempre solía simular excitación puesto que ya estaba acostumbrado a hacer esto. Siempre estimulaba al cliente con palabras de aliento para que se excitara más rápido y llegara al clímax mas rápido y así, terminara antes con esta tortura. Sin embargo no lo hice con el chico de ojos esmeralda.
No me importa que se pasase el tiempo, no me importó que hoy no le cobrara lo suficiente, quería a este chico todo el tiempo en mi cama, en mi interior.
Me penetró dulce y delicadamente, pero solo al principio. Como nunca antes me había pasado, mi espalda se curvo de placer. Y por primera vez con un hombre desconocido susurré:
-Soy tuyo, tuyo, todo tuyo -él sonrió y tapó uno de mis más fuertes alaridos con su boca. El placer que estaba sintiendo no lo había sentido jamás, solo el me lo proporcionaba
Llegamos a un punto máximo de excitación donde nuestros cuerpos decían "basta" pero pedían por más.
Sin darnos cuenta la media hora se había pasado entre el jugueteo y el juego sexual. Cuando nos separamos quedamos abrazados en la cama acariciando nuestros cuerpos desnudos, uno bien pegado al otro. Cada tanto me besaba y yo le respondía dulcemente, y en ocasiones, muy apasionadamente…
~Fin~
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