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.:{Ascendead Master}:. por Yumiko yumi

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Notas del fanfic:

Bueno, os dejo otro muy cortito de versailles, que aunque dije que no escribiria fics de ellos en un tiempo por lo de Jasmine, este fic es un regalo para Roxanne, se lo debía ^^.
Muchas felicidades!!! gracias por betearme la fic y por ayudarme tanto con ella, que sabes perfectamente que sin tus paranoias, que luego se convirtieron en paranoias colectivas xD, esta fic no existiria. Gracias por todo!!

Notas del capitulo: Puede que si no os habéis visto la peli de Versailles, no os entereis de todo, pero bueno... Es una mezcla de una teoria nuestra (creemos ke los PV´s de aristocrats symphony y la istoria de ascendead master estan entrelazadas, son una continuacion) y una especie de version de dracula.
Ya opinaréis vosotros mismos... ^^
“Duerme... duerme durante mucho tiempo, hasta el día en que podamos estar juntos de nuevo. Cuando ese día llegue, yo mismo iré a buscarte, mi hermosa flor. Entonces seré digno de ti, de tu amor, y terminaré de cubrir este mundo de rosas para ti, tan rojas como la sangre de la que estoy teñido. Aún si este momento es triste y duro, la memoria perdurará por nosotros en lo más profundo de tu alma.

Dulce melodía aristocrática...

Los pliegues de tu vestido caen creando formas en esta mesa sagrada. Un último suspiro, una caricia y un leve beso. Y finalmente el “adiós, hasta siempre”.

En este altar desierto, me convertiré en Dios.


Año 2010.

-¿Se encuentra hoy mejor, señor?
-No hay diferencia a cómo me sentía ayer. Pero esa organización de la que no dejan de hablar en la radio me devuelve un poco la esperanza. Ojalá existiese algún modo de lograr la vida eterna.

“La vida eterna”. Últimamente se oye mucho ese término. El solo hecho de escucharlo todas las mañanas al encender la radio me pone nervioso. Es una sensación extraña, muy difícil de expresar.
Me parece ridículo el deseo de querer vivir eternamente.

Me dirigí a la sala de enfermeros para ponerme el abrigo. Después solté mi larga melena rubia, que había tenido recogida en una coleta para trabajar. Me dispuse a salir cuando escuché por casualidad parte de la conversación entre dos compañeros míos.

-Sí, realmente esa niña ha tenido mucha suerte, es un verdadero milagro que siga con vida.
-Además hoy se ha decidido que el presidente de “Descendant Corporation”, esa empresa de seguros que maneja el proyecto de la vida eterna, adoptará a la niña.

-Ha tenido una suerte inmensa. Lo que me recuerda que...

No quise seguir escuchando y salí por la puerta con una sensación muy rara. Deseaba llegar a casa y que este horrible día llegase a su fin. Até mi abrigo e intenté darme algo de calor con las manos, frotándome los brazos. ¿Por qué demonios hacía tanto frío en el pasillo del hospital? Intenté apresurarme, cuando escuché las pisadas de unos zapatos acercarse a donde yo estaba. Entonces lo vi: un hombre alto, de cabello castaño desarreglado que llevaba unas gafas de sol tapando sus ojos, su piel era increíblemente blanca, parecía inhumano. Claramente era joven, no podría tener más de unos treinta y pocos años. Vestía un traje de color oscuro y llevaba a la niña que había sobrevivido al trágico accidente agarrada de la mano. La pequeña llevaba un ramo de rosas y miraba todo con curiosidad y con una malévola sonrisa imborrable dibujada en la cara. Al pasar a mi lado, el hombre levantó la cabeza y me dedicó algo que podía describirse como una sonrisa. Aunque más bien parecía que quisiese mostrarme su blanca dentadura y sus impresionantes colmillos. Me asombré mucho y en ese momento me recorrió un escalofrío. No había visto jamás a nadie con semejantes colmillos. Sentí más frío aún, pero a la vez algo semejante a la calidez. Me invadió la sensación de haber visto a ese hombre en otro lugar en alguna ocasión, pero dejé de pensar en ello en cuanto se alejaron en dirección contraria por el pasillo.

Apresuré mis pasos según anochecía. El ambiente se sentía extraño, cargado por una fuerza que no pude describir. La oscuridad se debilitaba un poco gracias a la débil luz de las farolas que había a cada lado de la calle. Al pasar por debajo de un pequeño túnel, distinguí la figura de un chico joven y otra persona que iba tapada con una túnica negra. El muchacho de mirada pura y angelical se ofreció a pintar mi retrato y asentí sonriendo.

Sin saber muy bien por qué, me senté en una banqueta que había cerca y quedé hipnotizado durante un rato por la mirada azul cielo del chico, mientras él me miraba profundamente y daba toques al papel con su carboncillo medio gastado que utilizaba con destreza con su pálida mano derecha.
De pronto me invadió una sensación de angustia cuando la otra persona se acercó a mí y me susurró unas palabras sobre la muerte. Saqué un par de billetes de mi monedero, y sin esperar a ver el dibujo, arrojé el dinero a una caja que había en el suelo y salí corriendo, disculpándome.
Respiré profundamente al llegar a casa y cerrar la puerta detrás de mí. Intenté recobrar la respiración y calmarme. No sé por qué corría, ni de qué llevaba huyendo todo el día, sólo me acompañaba un mal presentimiento desde que vi al presidente de “Descendant Corporation” y unas ganas incontrolables de escapar de todo.

Decidí pararme a pensar en todo más detenidamente y tranquilizándome un poco mientras tomaba un té sentado en el sillón. Tenía que mantener la cabeza fría. No sabía por qué, pero tenía la corazonada de que el asunto era en realidad más importante de lo que parecía. Aquel hombre que creí conocer de otra ocasión... ¿dónde lo había visto antes? Por más que lo intentase no lograba dar con la solución a esa simple pregunta. Luego estaba también todo el misterio de la niña que había resucitado milagrosamente, y ese cirujano rubio al que jamás había visto. ¿Era verdad todo eso de la vida eterna? ¡No podía serlo! ¡Era imposible! Nadie puede vivir para siempre, y los únicos que se me ocurrían... ¡no podía ser!, ¡no tenía ni pies ni cabeza todo el asunto!. ¡Los vampiros no existen!

Una noche oscura, sin estrellas. Un espeso bosque que se abre para dar paso a una pequeña iglesia. Un altar manchado de rojo. Rosas... sangre.

-¿Por qué no te acuerdas de mí? ¿No quieres recordarme? Ha llegado la hora de despertar de tu sueño eterno, madre de todas las rosas. Mi instinto reclama tu cuello y mi corazón llama a tu corazón. ¿Acaso no me ves? Regresa a mí...

Una pesadilla. Me desperté temblando de frío e impresión. Qué sueño tan raro… Lo más inquietante era que yo me sentía allí, y esa voz me hablaba a mí. Lo presentía. Y eso me daba mucho miedo.

Me levanté y me calcé, cogí el abrigo y salí de casa corriendo nuevamente hacia la iglesia. Era uno de los pocos sitios donde me sentiría a salvo y en paz. Necesitaba rogar por mi alma.

-Por favor, Dios, protégeme de la tentación y de todo mal.
Pero mi rezo se vio interrumpido por una presencia en un banco cercano que no había notado antes. Allí estaba aquel hombre, mirándome profundamente. Pude comprobar que sus ojos eran de un azul claro muy hermoso, y el sólo hecho de mirarlos me hacía estremecer. Vino a mi mente la idea de que podía describir al presidente de “Descendant Corporation” como hermoso, atractivo y letal a la vez. El hombre se levantó del lugar elegantemente, haciendo mover su ropa de otra época. Con movimientos suaves y lentos empezó a avanzar hacia mí. Me quedé petrificado, no podía moverme, era incapaz de hacer reaccionar cualquier músculo de mi cuerpo, que sólo podían temblar. Cuando se paró delante de mí y continuó mirándome mientras extendía su mano y acariciaba con ternura mi mejilla mi mente se quedó en blanco.
-¿Ya no me recuerdas?- preguntó con tono herido y triste.
-¿Quién eres?- interrogué sin contestar a su pregunta, me parecía obvio que no recordaba lo que en teoría debía recordar.
-Fui tu sueño en el pasado y ahora soy tu pesadilla, un inmortal atrapado en la eternidad. Por favor, recuerda lo que fuimos- Y dicho esto, tomó mi rostro entre sus dos manos y acercó sus labios a los míos, para fundirlos en un leve y corto beso. Entonces fue cuando todas esas imágenes aparecieron en mi mente de la nada. Otra vez la oscura noche, el tenebroso bosque, que pasaba a gran velocidad bajo mis pies, y los pliegues de un vestido blanco que llevaba, dibujaban figuras hipnóticas en el aire, meciéndose con el viento, intentando seguir mis apresurados pasos, que me condujeron a la entrada de una pequeña iglesia en medio de los árboles. La puerta se abrió a mi paso y me dirigí al altar sagrado para rezar con mi cruz entre las manos. Cerré los ojos y vi su rostro... tu rostro. Mi príncipe. Daría la vida por él, mi existencia no supone nada en absoluto si no estoy con él, entre sus cálidos brazos que me arropan y me mecen al compás de canciones tarareadas por él mismo. Pero nos habían separado, no podíamos estar juntos. Prefería la muerte a perderte. Me tumbé sobre la mesa esperando recibir allí la mano del Señor, mientras aquel veneno hacía efecto, noté cómo mi piel se enfriaba, y, aún así, sólo distinguía tu sonrisa entre mis recuerdos. Abrí los ojos por última vez y te vi allí, en frente mío, con el terror dibujado en el rostro. Sentí tu miedo, y ahora experimenté también el terror a morir. Si tú aún seguías con vida yo no quería morir. Una lágrima recorrió mi rostro antes de que mis ojos empezasen a cerrarse para siempre. Antes de notar cómo el aire definitivamente me abandonaba, sentí un dolor punzante en el cuello y noté que la sangre desaparecía de mi cuerpo. Eso me proporcionó calidez, y de pronto... la fría nada.

“Quiero ser una flor”... “Ahora no es el momento”...

Tomé aire profundamente, fue como despertar de un horrible sueño. Parpadeé unos instantes intentando asimilar lo que acababa de ver y te miré. Sonreías con melancolía.

-¿Qué ha sido lo que acabo de ver?- pregunté notando que las lagrimas caían por mi rostro lentamente pero sin control.

-Son los acordes de tu memoria, la memoria de tu vida pasada. Sigues teniendo la misma alma, aunque tu cuerpo no sea el de antes. Para mí serás siempre mi persona amada.

-Pero... ¿cómo sabes todo eso?, ¿quién era yo para ti antes?- pregunté asustado.

-Eras mi todo, la otra mitad de mi alma impura y pecadora, eras la luz que no me dejaba hundirme en la oscuridad. Eras el hijo de una retorcida familia de aristócratas, un niño de buena cuna al que habían decidido tratar como la niña que siempre desearon tener. Por eso tus padres no dejaron de oponerse nunca a tu amor por un joven soldado hijo de un duque de menor rango al tuyo, que, además, también era un hombre- al decir esas palabras volvió a sonreír con tristeza en sus ojos, recordando el sufrimiento. Y entonces pude sentir su dolor y su rabia.- Intentaron separarnos y te dijeron que yo había muerto. Ante la noticia bebiste uno de los venenos que guardaba tu madre en su alcoba. Cuando te encontré era demasiado tarde, tu pálida y fina piel estaba fría. Al abrir tus ojos y verme, derramaste una única lágrima, que fue suficiente para decidir por los dos. Nos merecíamos un futuro mejor, lejos de tus padres y de gente que pudiera dañarnos. Por eso bebí tu sangre, en aquel altar desierto en el que yacías me convertí en Dios, un Dios que podría decidir cuándo morir, incluso no hacerlo nunca. Prometí que cuando despertaras de tu sueño, estarías rodeado de rosas como yo. Pero ninguna sería comparable a tu belleza y pureza, nuestra Madre. Juré también que no permitiría que tus manos se volviesen rojas, y si para ello tengo que descender hasta los infiernos, arderé en las llamas del fuego eterno. Siempre que pueda estar junto a ti, en el mundo de rosas con el que soñábamos bajo los árboles en los que nos escondíamos, nada me importa.

Me quedé mudo, no sabía qué decir. Creía todo lo que me decía, algo en mi interior me decía que era verdad, y que debía creerle con todas mis fuerzas. Ante mi gesto, él extendió su mano hacía mí, volviendo a hablarme sonriendo.

-Extiende tu mano y toma mi pura sangre, morderé tu impuro cuello y absorberé el pecado que hay en ti, para que vuelvas a ser como antes. Tu aspecto no importa. Sólo quiero recuperar el corazón que dejé abandonado en el pasado. Dame tu cuello y te daré la eternidad junto a mí...

Se acercó por detrás y agarró con delicadeza mis hombros, y yo solo pude echar mi cabeza a un lado. Mi alma me pedía a gritos ese contacto, que clavara sus dientes en mí, como hace mucho tiempo, para que el éxtasis y el dolor asfixiante me invadiesen. Apartó sus colmillos de mi cuello y abrí mis ojos. Nuestras miradas se cruzaron.
-Hizaki...
-Kamijo...
Sonreímos y me envolvió en sus brazos. Por fin estaríamos juntos... eternamente.
Notas finales: qué os ha parecido?? dejarme vuestra opinión, por favor *.*
y si no entendéis algo, preguntadmelo ^^
x3

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