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Una verdad sobre los hombres por Dazel Tenshi

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Notas del capitulo: Muy bien, esto es como dije, una autobiografía de una noche.
Esto es lo que solemos hacer los hombres con otros hombres.
Disfruten!
Con este relato no pretendo denigrar el trabajo de las autoras, ni generalizar de manera indebida.
Después de todo no todos los hombres somos iguales, y aunque nos parecemos mucho, hay diferencias palpables en cada uno de nosotros.
Pero con esta autobiografía pretendo desmitificar ciertos puntos sobre las relaciones homosexuales. Repito que con esto no pretendo molestar a nadie, solo demostrar que muchas veces lo vínculos entre dos hombres no son más que una vínculo instintivo, puramente sexual, rozando lo animal.

Autobiografía de una noche:

David es un chico de 20 años, cabellos teñidos de violeta, mide 1,70, pesa 65 kilos, tiene la piel muy blanca.
Es extrovertido, sincero, hablador, temperamental.
Su gusto de chicos varía constantemente, aunque los prefiere lo más similares a él. No le gustan exageradamente femeninos y tampoco soporta el tipo machote musculoso.
Suele ser activo (o seme, para las más cercanas al término japonés) pero no niega que un par de veces ha actuado como el pasivo (uke), prefiriendo el primero.

La vida de un homosexual no se establece por el término, digamos que cada persona tiene su manera de ser, una cierta educación y una posición social que lo diferencia de la otra, sin ser por esto generalizado en una clasificación tan categórica.
Pero sí podemos encontrar que el factor común de los hombres homosexuales es su gusto desmedido por el sexo (y en realidad esto podríamos catalogarlo como factor común en la especie humana). Pero digamos, que el homosexual tiene la suerte de disfrutar de ello sin tabúes ni tapujos.
Y es en éste punto que ponemos a David (o sea yo) como ejemplo.
David decide que la noche de día viernes del pasado 28 de agosto era una noche perfecta para salir de fiesta. No lo piensa mucho, se arregla debidamente, y emprende su viaje por las paradas nocturnas de la cuidad.
Su destino, una disco gay, lugares muy recreativos para gente con éstas preferencias.
Paga su entrada, compra un cosmo en la barra y se dispone a apreciar el paisaje.
Hay para todos los gustos, chicos altos, guapos, bajos, feos, delgados, gordos, demasiado femeninos, demasiado masculinos, adeptos al bondage, adeptos a los disfraces de policía y está el tipo de chico perfecto; No demasiado alto, cabellos rubios y lisos, pulcramente peinado, vestido de sensual negro y con perfectos ojos verdes delineados de negro.
David decide que ese chico es de la clase con la que desea pasar una noche salvaje. Sin pensarlo mucho se para del taburete en el que estaba sentado, deja su copa vacía en la barra y se abalanza con determinación hasta la pista de baile, lo suficientemente cerca del prospecto observado.
Comienza un baile sexy, observa descaradamente al que podría ser denominado como presa, reparte una sonrisa lujuriosa y espera a que el otro chico se acerque hasta sí para comenzar un erótico baile.
La caza está completa.
Le pregunta muy cerca de su oído el nombre y le responde “Alejandro”, David toma su cintura con sensualidad y se apresta a comenzar con las previas de lo que predice será una fogosa noche.
David le toca la espalda, cintura y caderas por encima de la ropa de una manera incitante, se acerca hasta su cuello y reparte un lametón que promete. Alejandro responde positivamente, le envía una sonrisa sensual y con sus manos le acaricia el trasero.
Esta vez David se decide a besarlo en a boca y comparten un necesitado beso con lenguas, dientes y labios.
La noche ya está determinada.
Al cabo de una hora, de caricias pecaminosas y calientes, Alejandro invita a David a abandonar el recinto. Con urgencia ambos se van y emprenden camino hasta el departamento del rubio.
El viaje se hace tortuosamente largo pero ninguno de los dos ha perdido las ansias, comparten una charla casual donde no se revela demasiada información.
Una vez han llegado hasta el destino ya mencionado, el ascensor es espectador de otro salvaje atraco por parte de ambos hombres, con manos infiltrándose de manera descarada en los pantalones ajenos y besos húmedos y desesperados.
En cuanto están dentro del departamento y lo suficientemente cerca de los implementos necesarios para el ritual, todo se desata con fogosa fuerza.
David retira la apretada camisa negra del torso de Alejandro y Alejandro masturba por sobre la ropa a David.
El rubio en un arranque de desesperación empuja a David hasta dejarlo sentado en lo que parece una cama y con toda velocidad arranca los pantalones del chico, le baja la ropa interior y sin más preámbulos le chupa la polla.
David gime en cuanto esa boca lujuriosa lo toca, lame, besa y mordisquea. Aprieta con sus manos la cabeza ajena e impone un ritmo.
Luego de un rato de aquel placer bucal, ambos yacen en la cama más enardecidos que antes, David, quien se encuentra sobre Alejandro, se encarga de tocar el pecho ajeno, besar su cuello, lamer su oreja, manosear sus caderas y su miembro. Masturba un rato y decide que es hora de consumar aquello.
Saca un condón de la caja que ofrece Alejandro, lo coloca perfectamente en su miembro, se embadurna de lubricante y prepara rápidamente la entrada del rubio.
David decide que ya están ambos listos y colocando las rodillas de Alejandro sobre sus hombros, lo penetra con fuerza e ímpetu. Comienza a follar a Alejandro.
Ambos jadean, gimen y se quejan. David arremete contra el culo de su compañero y éste aprovecha una de sus manos libres para masturbarse su propio miembro.
Luego de un cambio de posiciones que incluyen a Alejandro de cuatro patas, y éste mismo cabalgando a David. Un orgasmo satisfactorio se hace presente, ambos están pletóricos.
El ritual se repite un par de veces más en la noche y cuando el alba amenaza con convertirse en día, David se retira del lugar con un beso suave y un número telefónico.

La verdad es ésta, dos hombres se gustan son dos hombres que se follan. Con esto no niego que pueda existir romanticismo y amor, pues yo mismo he sido partícipe de una relación repleta de éstos elementos.
Pero tampoco podemos cegarnos y negar que muchas de las parejas homosexuales existentes han comenzado con una noche fogosa como la que acabo de relatar.
Los hombres somos muy animales con respecto al sexo, y por lo que mis amigas heterosexuales hablan, es nuestro mayor defecto el pensar con la cabeza de abajo. Entonces imaginen lo que logran dos pollas calientes y cerebros que no piensan. Dos hombres follando como si no hubiera mañana sin importase más que por ponerse correctamente el condón.
Espero con esto no haber tocado la sensibilidad de nadie ni haber roto las ilusiones de alguna chica. Por mi parte les digo que me encanta leer historias repletas de romanticismos y dulces escenas. Y les admiro a todas aquellas autoras que se atreven a escribir sobre hombres como yo.
Por último, espero esto les haya dejado alguna moraleja y lo hayan disfrutado.
Los quiere
Dazel!





Notas finales: Byee~~

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