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En Verano por AthenaExclamation67

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En Verano
By AthenaExclamation67

Solo en verano, suceden cosas inimaginables, ya sea por el agobiante calor, o porque nuestras neuronas al estar de vacaciones se sienten felices. Pero así es. Solo en verano, suceden cosas maravillosas e increíbles.

El verano de 2009 no fue la excepción. Todos los Caballeros de Bronce eran grandes admiradores del sol. Todos menos uno que prefería el frio antes que cualquier otra cosa. Encontraba que del verano, lo único bueno que se podía sacar eran los helados y detestaba sufrir el intenso calor que le dejaba medio K.O. gracias a esa persistente humedad que creaba el terrible bochorno que tenían que soportar.

Resignado, el caballero del cisne se preparaba lo mejor que podía para pasar el verano, para que este, pasara lo antes posible y regresara el frio invierno después del otoño japonés que le parecía también, extrañamente caluroso.

Pero este año, y Hyoga aun no lo sabía, todo iba a ser diferente. Los muchachos habían decidido quedarse en la mansión, disfrutando de sus comodidades y de la hermosa piscina que poseía, para que sus cuerpos se relajasen de tanto viaje, de tanta batalla. Obviamente, a Hyoga, la idea no le agradó.

- Vamos, ¡será genial! – Exclamaba Seiya entusiasmado – lo pasaremos en grande, comeremos helados, nos bañaremos en la piscina y ¡haremos guerras de agua! – se cruzó de brazos al tiempo que se sentaba en frente de todos sus medio hermanos que le sonreían mientras pensaba, “será un verano sensacional”.
- Yo paso… - habló el caballero del cisne pensando que eso no era precisamente lo que él llamaba diversión.
- Pero, pero… - trataba de buscar un argumento Seiya para convencerle.
- Hyoguis… - se le acercó Shun – venga… - sonrió como nunca, el “perfecto actor” como solía llamarle su propio hermano cuando se decidió a convencerle.

Shun utilizó su mejor arma, sus ojitos color esmeralda brillando a más no poder, que miraron a Hyoga llenos de ilusión mientras sus pequeñas, pero fuertes manitas, jalaban la punta de la manga de la ajustada camiseta de Hyoga para llamar su atención y convencerle sin perder esa sonrisa resplandeciente que dejaba ver los blancos y brillantes dientes de Shun.

- He dicho que no – se soltó rotundamente de Shun, dejando a todos boquiabiertos, sobre todo a Ikki que lo vigilaba de cerca en cada uno de sus movimientos y se marchó a su habitación donde encendió el aire acondicionado y se tiró en la cama agobiado por el calor.

Pero abajo, en el salón, los sorprendidos caballeros del zodiaco de bronce, Tatsumi y la O-Diosa, no podían dejar de buscar una razón por esa reacción que consideraron exagerada.

- Uhhh… Estoy perdiendo mi toque… - murmuró Shun haciendo un puchero.
- No te preocupes Shunny – lo tomo de la mano Seiya mientras le regalaba una sonrisa enamorada – yo te compensaré por tu buena actuación – se fueron riendo los más pequeños, queriendo creer que Hyoga, no se iría a ningún lugar solo, así que acabaría accediendo.

Más no sabían, porque ni él mismo aún tenía un plan concebido, que Ikki se puso a tramar unas magnificas vacaciones de verano para él y Hyoga donde no pensaba hacer otra cosa más que amarle, mantenerle desnudo todo el día para poder admirar su cuerpo perfectamente dibujado y agarrarle en cualquier rincón donde lo haría suyo sin ninguna interrupción por parte de sus amigos y hermano.

Pero mientras los pequeños, fueron a por un enorme helado, y Hyoga seguía en su cuarto, Ikki impidió que Saori se marchase junto con Tatsumi a una reunión.

- Saori… - la llamó con suavidad – ¿podría habar contigo a solas? - pidió, viendo como Saori asentía mientras Tatsumi les dejaba a solas en el salón, entendiendo la frase a la perfección.
- ¿En qué puedo ayudarte? – sonrió feliz pues Ikki casi nunca hablaba con ella, ni con ella ni con nadie, solo a Hyoga le demostraba como se sentía y no siempre, pero se sentía feliz de que al menos al caballero del cisne, pudiera demostrarle lo mucho que le amaba desde las vacaciones pasadas en las que se volvieron casi inseparables.

Se podía decir, que después de aquellos días en los que todo eran provocaciones entre ellos para tratar de llamar la atención del otro, sin ser capaces de dejar el orgullo de lado, y decir las cosas sin vacilaciones, habían terminado, pero a pesar de que todos sabían de su relación, jamás habían visto una discusión, así que todo estaba bien entre ellos. Pero lo que tampoco habían visto eran muestras de afecto, muy a pesar de Hyoga, que solían ser habituales entre una pareja de enamorados, salvando las diferencias con Shun y Seiya, que se pasaban el día pegados el uno a otro, como si sus cuerpos, compartieran los mismos órganos.

- Saori… - se sonrojó un poco Ikki por lo que necesitaba decir – este… yo… necesito que me hagas un favor – la miró arqueando la ceja derecha justo al mismo tiempo que crecía la sonrisa de ella.
- ¡Claro, claro! – exclamó entusiasmada, tomándole de la mano, haciendo que se sentara en el gran sofá.
- Ughhh… - resbaló una gotita de sudor por la sien de Ikki – necesitaría, necesitaría… - titubeaba – que me prestaras la casa de las montañas – inspiró – seguro que allí hace menos calor, y Hyoga podrá sentirse mejor – suspiró después de hacer la petición, sabiendo que debería escuchar las frases rosas de Saori a continuación.
- Jejeje… Ikki… - le abrazó sin que Ikki lo esperase – le amas, ¿verdad? – Añadió sin esperar una respuesta obvia – estaré encantada de que disfrutéis de la casa a solas – sonrió mirando a Ikki, levantándose a para buscar las llaves en su despacho, mientras Ikki la esperaba cómodamente sentado.

Ikki se sonreía, pensaba en todo lo tranquilos que estarían, sin interrupciones, sin tener que ocultar lo que sentía para mantener esa apariencia, esa máscara de frialdad, con la que ocultaba lo mucho que le afectaban las cosas por no preocupar a los demás, creyendo que eso sería lo más adecuado, sin darse cuenta de que comportándose así, solamente conseguía lo contrario.

Pero así era Ikki, un joven de carácter fuerte, que prefería sufrir en silencio, a molestar a los demás con sus preocupaciones u otras cosas que su carácter orgulloso siempre le hacía creer que él solito podía con todo.

- Aquí tienes… - Saori extendió la mano pasándole las llaves – espero que lo disfrutéis mucho – se inclinó posando el llavero de madera en la mano de Ikki.
-Gracias, seguro que sí – se levantó y entonces fue él, el que sorprendió a Saori y le dio un beso de agradecimiento en la mejilla, tomando las llaves despacio, acariciando después lentamente, el dorso de la mano de Saori que quedó embobada viéndolo marchar.

Ikki, sonrió complacido. De sobras sabia, que todos detestaban que siempre fuera tan distante y frío, pero de vez en cuando, muy de vez en cuando, les demostraba lo mucho que los quería en fugaces muestras de cariño que normalmente, les dejaban alucinando.

Subió a su cuarto, y tomó una bolsa (pequeña) y la lleno de ropa. Algunos pantalones cortos, camisetas, todas ellas de manga corta, ropa interior, el bañador para nadar en el lago, aunque no pensaba usarlo demasiado, y su neceser para poder acicalarse para Hyoga.

Cuando hubo terminado, se fue corriendo al cuarto de Hyoga y aporreó la puerta, entrando sin esperar una respuesta, dejando la bolsa en el suelo para después, caminar y sentarse en la cama donde Hyoga estaba tirado.

- ¿Qué quieres? – Dijo Hyoga hastiado – tengo calor, estoy cansado… - apretó sus dedos contra la almohada.
- Venga. Prepara una bolsa, nos vamos – sonrió acariciando los cabellos de Hyoga, apartándolos de su preciosa cara para ver como en pocos segundos, décimas, Hyoga abrió los ojos sorprendido.
- Uhhmm… Ikki – se giró, quedado boca arriba, mirando los ojos de Ikki directamente – ¿dónde piensas llevarme? – Parpadeo rápidamente – no quiero ir a otro lugar a pasar más calor que aquí – se sentó.
- Nos vamos a las montañas – se inclinó y besó los labios de Hyoga lentamente – allí te sentirás mejor – añadió al separarse.
- Te amo Ikki… - susurró lanzándose sobre el fuerte torso del fénix – gracias… - cerró sus ojos aspirado el aroma del cuello de Ikki que le volvía loco.
- Yo también a ti… - contestó acariciando la rubia melena del cisne – te amo demasiado, y me preocupa que estés así – acabó levantando el mentón de Hyoga, volviendo a besarle para sentir como despacio le dejaba estirado en la cama, quedando él sentado sobre su cadera.
- Haré rápidamente mi bolsa – se levantó más rápido de lo que Ikki había imaginado porque deseaba más besos, más abrazos, más caricias, pero Hyoga desbarató ese plan muy rápido.

Apresurado, Hyoga tomo una bolsa de deporte que solía utilizar cuando viajaban y metió varias de sus cosas recordando al lugar que iban, y después de llenarla, volvió a la cama para levantar a Ikki, que lo estuvo mirando todo el rato mientras arreglaba la bolsa que tenía pensado llevarse.

- Vámonos… - le susurró al oído – quiero llegar antes de la noche – añadió Hyoga emocionado, sentándose al lado del cuerpo estirado de Ikki.
- Está bien… - sonrió volteando su rostro para mirarle – estoy deseando llegar allí – añadió incorporándose, apoyando las palmas de sus manos en la cama, sin dejar de mirar a Hyoga – espero que te sientas mejor allí – añadió levantándose, tendiéndole una mano a Hyoga para que le siguiera.

Descendieron las escaleras, sin avisar a nadie, sabiendo que cuando no los encontraran, Saori les explicaría el lugar a donde se habían marchado. Así que con ese pequeño problema solventado, subieron al auto de Ikki y se marcharon raudos a la casita de la montaña, donde nada más llegar, se encontraron en una situación inesperada. Sobre todo para Ikki.

Ikki, detuvo el auto, descendiendo de él rápidamente porque deseaba ser todo lo que no solía ser para Hyoga, y corrió hasta la puerta del acompañante para abrirla y ayudarle a bajar, sintiendo que el clima, más que veraniego, era invernal.

- ¿Te ayudo? – Preguntó Ikki a Hyoga, tendiéndole la mano, ayudándole a bajar del auto – hace algo de frío – añadió sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.
- Gracias… - sonrió Hyoga por el comentario – Ikki, estamos en las montañas, aquí la temperatura puede llegar a ser 20º inferior a la de la ciudad – explicó Hyoga sin darse cuenta de la transformación que sufría la cara de Ikki – pero eso ya lo sabías, ¿verdad? – caminó junto a él hasta el maletero para tomar su bolsa. Bolsa que Ikki no le dejó llevar.

Caminaron algo apresurados, siguiendo Hyoga, el paso que le marcaba Ikki para alcanzarlo y cuando estuvieron en la casa, la cara de Ikki volvió a transformarse y trató de ocultarle algo a Hyoga para que no se riera de él.

- Voy a dejar la bolsa en el dormitorio… - dijo suave, pero casi exclamándolo – ya regreso – se estremeció por el frío.
- Espera Ikki, déjame tomar un jersey de mi bolsa, tengo algo frío – sonrió creyendo ver algo en los ojos de Ikki – tú deberías ponerte uno también, no vayas a enfriarte, si yo siento algo de frio, tú debes estar por congelarte… – sonrió viendo que su pensamiento era acertado, ya que el rostro de Ikki se lo confirmo.

Ikki, esperó como le había pedido Hyoga, pero después, con muchísimo ímpetu, corrió escaleras arriba, llegando a la habitación, dejando las bolsas sobre la cama y abrió el armario para ver si encontraba un jersey que le calentara.

Pero eso, no sucedió. Ikki corrió por todas las habitaciones de la casa, y pasados unos largos minutos, decidió regresar junto a Hyoga con el correspondiente pesar en su mente, más bien vergüenza por no haber recordado ese “pequeño” detalle climático.

Despacio, más de lo que había tardado en rebuscar por todos los cuartos algo con que abrigarse, bajó nuevamente al salón, donde se encontró con un paisaje interesante, excitante que le hizo abrir los ojos de par en par y sonreír como un tonto.

- Hyoga… - susurró acercándose - ¿Qué no tenias frío? – Añadió comprobando la desnudez del cisne – veo que te has montado un precioso nidito – sonrió tomándole de la cintura, sintiendo un agradable calor más por el cuerpo desnudo de Hyoga que por la chimenea que tan gentilmente, este había encendido.
- Verás… - le ayudó a sacarse la camiseta ajustada – dicen que lo mejor para quitarse el frío – prosiguió Hyoga deshaciéndose del cierre del cinturón y seguidamente el del pantalón que descendió al suelo – es recibir el calor de otro cuerpo – se mordió el labio inferior mientras hizo caer la ropa interior de Ikki, dejándole completamente desnudo – ven conmigo… - susurró besando sus labios muy lentamente, abrazándole, caminando en círculos para poder llegar sobre la alfombra de pelo de oso (de imitación) y dejarse caer sin soltar el beso, o el abrazo.
- Mmmnnn… Hyoga… - jadeó Ikki – ¿por qué crees que tengo frío? – sonrió pícaro.
- Me lo dijo tu mirada cuando te fuiste – le acaricio las mejillas, cubriendo sus cuerpos con una manta, quedando de costado mientras se miraban - ¿me equivoco? – Se abrazó a Ikki, sintiendo un estremecimiento completo – ¿acaso no buscabas algo de abrigo? – le besó el cuello, sintiendo las manos de Ikki recorrer su espalda.
- Sí – contestó Ikki – pero creo que ya no me hace ninguna falta… - le besó con pasión mientras cambiaba sus posiciones, mientras giraban sobre el suelo para poder quedar sobre Hyoga – te amo cisne de los hielos…
- Y yo te amo a ti, ardiente ave de fuego…

- Fin -

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