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El Corazón del Dragón por loca_cool

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Notas del fanfic:

NARUTO NO ME PERTENECE SINO A MASASHI KISHIMOTHO

Notas del capitulo: espero que les gusten en especial a ita Chibiichigo!

El viento gélido golpeaba a aquel hombre que  apaciblemente estaba recargado sobre ese árbol peligrosamente cerca de la cascada rabiosa, ese hombre que miraba como el agua rompía contra rocas y como la espuma salina se formaba, aquel hombre renegado, aquel hombre que miles de nombres le habían dado: asesino, malvado, sucio, depravado…

Un suspiro salió de sus labios resecos, obteniendo el aire puro y vital para sus pulmones. Recordaba su pasado lejano preso de aquella melancolía que había hecho presencia hacia minutos. Buscando una salida a su dolor o una respuesta o una excusa para mitigar su alma martirizada, evocando a su memoria que se había cerrado como bóveda hacia siglos.

Cerro sus ojos y recargo su cabeza contra el rustico árbol,  apretó sus puños y sus dientes se afilaron, aguanto un instante la respiración y trato de controlar su cuerpo pues el instinto de dejar que sus ojos brotaran lagrimas cristalinas. No quería llorar, no él, pues él no llora, pues el mal no llora, pues Madara Uchiha no llora.

En ese instante permitió abrir la bóveda de recuerdo que el con tanta seguridad cerro hacia siglos y décadas, aquel pequeño desván encadenado donde su tortuoso pasado había sido escondido y nunca deseo verlo, nunca deseo buscar en lo lejano y menos en esa lejanía absurda y lóbrega. Pues recordar el pasado, era recordar lo blanco que era, lo débil y lo asquerosamente dulce y cariñoso que era.

Pero ahora, Madara se sentía mal, había perdido algo preciado y necesitaba algo para calmar su angustia, no tenía un hombro para dejar caer su cabeza y sollozar y menos alguien para que le consolara su dolor, no tenia palabras de aliento y no permitiría dejar caer una lagrima por sus ordes sanguinarias.  Solo podía recurrir a su pasado, solo podía buscar algún recuerdo que le ayudase o no sentirse tan mal como estaba, deseaba encontrar algún fantasma antiguo que le consolara su agonía.

***

Una casa con poca iluminación y llena de polvo e ilusiones vacías, una casa donde los sollozos de un retoño llenaban el ambiente pútrido. Un niño de seis años estaba sentado un una esquina obscura, abrazando sus piernitas al no tener nada a que abrazar, escondiendo allí su cabeza, encendiendo allí sus lagrimas desesperanzadas, sollozando y gimiendo, ahogándose en su llanto.

De repente un grito femenino  irrumpió en la morada, el grito de la madre de Madara se oyó y el niño lloro mas, para luego mezclarse palabras vulgares provenientes del padre.  Otro día en que su madre era abofeteada por su nefasto progenitor, otro día en que el pequeño crio tenía que aguantar los gritos de su mama, otro día en el que su padre llegaba borracho, llegando como bestia poseída a golpear y asacar sangre de su familia, otro día en el que Madara solo miraba como su madre caía inconciente al suelo y con angustia trata de cuidarla o acariciar su rostro deformado por los moretones, otro día más en su vida…

-mami-llamo el retoño acercándose a gatas a la mujer de cabellos amarillos ahora algo rojizos por la sangre,  con su rostro lleno de hematomas y cortadas- mami ¿Estás bien?-pregunto ese niño vestido nada más  que con una camisa blanca sucia y unos pantalones obscuros, de cabello algo largo y de piel palidecida por la falta de alimentos- ¿mama?- Madara se asusto al no obtener respuestas de su joven madre que no sobrepasaba los 30 años. Ligeros sollozos salieron de su garganta al ver como su querida progenitor no despertaba y lleno de miedos o pudo evitar gritar- ¡mama!-grito angustiado tomando el rostro de su madre y moviéndolo un poco buscando respuestas- ¡mama despierta! ¡No es hora de dormir! ¡Mami!-vocifero afligido y no abría sus ojos, el joven niño cerro sus ordes negras para llorar, llorar y llorar.

-Mada-kun…no grites, tu padre está durmiendo-la lenta y suave voz de su madre hiso que el crio abriera sus ojos y le mirara sorpresivo pero al mismo tiempo feliz de que estuviera viva-no queremos despertar a tu papa-dijo la mujer acariciando los rebeldes cabellos opacos de su hijo, con una sonrisa llena de sangre por los golpes-ya es tarde…ve a dormir-susurro para poco a poco caer en la inconsciencia- tu hermano-termino diciendo bajito y el niño secando sus ojos, termino cargando con dificultad a su madre hasta el colchón sucio que había en el piso el cual usaban como cama.

El chiquillo luego de dejar a su pobre mama en su cama, busco rápidamente  a su hermanito menor que estaba encerrado en el baño inservible de la casa añeja. Siempre que su padre llegaba borracho la madre de los chicos los obligaba a esconderse en el baño para que no fueran malogrados por este, pero lastimadamente el hermano mayor no logro refugiarse a tiempo y fue víctima de algunos golpes por su padre.

-Izuna-llamo bajito Madara, para luego golpear suavemente la puerta-abre, papa ya se quedo dormido- ante esas palabras un joven chico de cuatro años abrió la puerta, un niñito de cabellos negros y lisos, de piel blanca, con harapos igual de sucios que los de su hermano mayor-vamos-dijo el mayor cargando a su joven hermanito en brazos el cual sollozaba bajito y como buen hermano el futuro líder de Akatsuki aguanto las lagrimas que antes caían por sus ojos y asi mismo los sonidos lastimeros-ya no llores-dijo con sumo afecto mientras llevaba cargado  a su hermano hasta el futón donde su madre dormía y allí le sentaba con cariño-¿Quieres que te cuente un cuento?- pregunto esperando quitar la mirada de pánico y tristeza de su hermanito, pero solo logro que el menor llorara mas y mas.

Madara suspiro y cerró sus ojos, tenia apenas seis años de edad y ver esa situación, ver como su madre yacía golpeada e inconciente, ver como su hermanito de ojos traumados sollozaba con voz alta y saber que su borracho y maldito padre dormía profundamente en una cama alejada de ellos. Saber cómo su vida era tan triste y absurda, saber como el dolor le partía el alma y mas al saber que no podía llorar como lo deseaba por la presencia de su hermano menor.

-papa no nos quiere-dijo Izuna llorando altamente y Madara no sabía cómo calmarlo-papa nos odia-decía llevando sus manitas a sus ojos para descargar sus lagrimas mientras que su hermano le abrazaba y le consolaba lo mejor que podía, abrazándole y dejarle llorar en su pecho, mientras que él con las extremas ganas de dejar salir el llanto, con fuerza y coraje aguantaba las lagrimas

Asi era Madara, asi era un Uchiha, asi son los fuertes, rudos y fieros, que aguantan lagrimas para consolar a otros, mientras que lloran cuando todos descansa en la faz del descanso, solo siendo presencia de su dolor la lejana luna en el cielo, solo teniendo testigos de su debilidad el alto y lejano Dios que desde arriba los observaba.

Ya habían pasado semanas desde aquel incidente, su madre se había recuperado vagamente de sus heridas y como una estúpida seguía dándole amor al miserable que la golpeo, como una imbécil le seguía dando su plato caliente de comida a ese hombre que tanto les despreciaba a ella y a sus hijos.

Por las frías calles de Japón, donde la nieve golpeaba a los ciudadanos que caminaban sobre los copos helados, abrigados con chalecos de cuero y búfanas de lana. Por las frías calles Madara caminaba sin protección alguna, pues el no sentía el frio, el ya se había acostumbrado a este clima y no necesitaba  ropajes abrigadores. Le joven niño caminaba tarareando una canción, solo sin nadie a su lado, en esas nefastas y peligrosas calles en la que los padres tenían bien asegurados a sus hijos contra ladrones y depravados, mas Madara se valía por sí mismo en esos días.

En un momento Madara se paro frente a una tienda una tienda de juguetes y absorto y alucinado pegaba sus manos al vidrio cristalino al ver los relucientes y hermosos juguetes de madera y cristal. Como un niño ilusionado dejaba salir una gran sonrisa, llamando su atención un carrito de madera pintado de color azul y violeta, se imaginaba jugando con ese cochecito, comenzaba a fantasear juegos divertidos con él. Ensimismado en su pequeño mundo alguien se le acerco, un hombre de chaleco negro y ese hombre de mirada brilloso le acaricio el hombro y el joven e inocente Madara le miro.

-¿Te gustan los juguetes?-pregunto aquel hombre y el niño con una gran sonrisa asintió con la cabeza-¿Quieres que te regale uno?-le pregunto mientras miraba malévolamente el inocente cuerpo del joven muchacho el cual no se dio cuenta de las intenciones del mayor debido a su dulzura que miraba de lejos algo sexual o explicito.

El hombre le compro el carrito azulado al niño que con una inmensa sonrisa acepto ese juguete que en realidad era el primer juguete que tenia, no sabía porque ese señor había sido tan amable en regalarle algo como esto, pero la respuesta llego cuando fue arrastrado hasta un  callejón obscuro y baldío, la respuesta le llego cuando lo pegaron contra una pared y le taparon sus labios para evitar que gritara agudamente, la respuesta le llego cuando le desnudaron ante el frio clima y la respuesta fue susurrada en el oído cuando le robaron su virginidad en aquella horrible violación.

Madara solo recuerda algunas escenas de dolor y humillación, solo recuerda las penetraciones y la risa macabra de ese hombre, solo recuerda algunas palabras que marcaron su mente por siglos y siglos, seis palabras que le quitaron la ilusión y su inocencia:

-recuerda niño, todo tiene un precio-Madara solo sabía que tenía seis años…y había dejado de ser inocente.

El joven chiquillo lloro todo el día, pues sentí un espantoso dolor en su entrada y con mucha dificultad se traslado hasta su casa que era más que una asquerosa choza hecha de madera y zinc, donde su pobreza era representada por la escasa comida y la poca cantidad de agua potable que poseían para vivir y lo mismo con sus ropas destrozadas y el aspecto indigente de la familia.

Al llegar a su casa ni siquiera su propia madre noto los moretones en el cuerpo del niño y menos su poca capacidad para caminar, ni siquiera le saludo y mucho menos el padre que estaba bebiendo mientras leía algún libro mugriento de pasadas ediciones. El niño se sentó al lado de su hermanito para jugar entristecido con ese carrito azulado, ese carrito que miraba con pena y vergüenza, ese carito que no había costado dinero pero si costo en vergüenza y pureza. Al final Madara dejo a un lado ese hermoso juguete que antes había sido la presa de atención y termino dándoselo a su hermano menor mientras que él se dejaba hundir en la obscuridad de su dolor y melancolía.

Recuerdos obscuros y borrosos hay en su mente en el transcurso del día, mas es la noche la cual es evocada con detalles perfectos y sorprendentes. En esa noche donde el creador de la raza Uchiha se dejaba hundir en la desesperación, en aquella esquina, sentado como siempre acostumbraba mientras que su hermano jugaba con el juguete nuevo, su madre cocinaba y su padre se levantaba de la silla y se acercaba a su madre.

Su padre tomo a su madre por los hombros ya completamente borracho por el vino y la cerveza y la golpea en su hermosa cara. Madara recuerda una sensación, un calor en su pecho recuerda como se levanto del suelo, recuerdo un dolor horroroso en sus ojos como si se quemaran y reventaran cada uno de ellos.

La sensación de humillación latía en su pecho, el odio hacia su padre, hacia su violador, hacia todos en este pútrido mundo le hacía circular su sangre, la ira extrema ante la violencia familiar, ante su hermano y madre le daban oxigeno a su cerebro y la nefasta tristeza y soledad  que sentía, esa sensación que lo volvía débil y pequeño, sentía como le dolía, sentía como dolían sus ojos, sentía como se quemaban en ese ardor. ¡Sus ojos! ¡Sus ojos!

 Madara recuerda que aun con ese dolor en sus ordes se acerco a su padre para detener los golpes a su madre, pero recibió un golpe en su mejilla y en ese golpe de desprecio fue cuando el naciente Sharingan apareció en el mundo por primera vez, fue en ese golpe y en esos gritos, es esa sensación de lejanía, dolor, humillación y desesperación cuando el rojo y las aspas brillaron en los ojos del niño.

-¿Qué demonios…?-susurro el padre al mirar como de los ojos de su hijo caían gotas de sangre rojiza y brillante, para aterrarse al ver como este joven temblaba y encararle lentamente dejando que su progenitor mirara aterrado ese brillo rojo en las ordes del niñito-¡Madara!-grito el padre para luego sentir que esos ojos lo llevaba a un mundo de perdición que era negro y obscuro, una maldición, una locura, una ilusión…

Su padre callo inconciente y más que inconciente, muerto. Su padre había sido asesinado por su propio hijo que aterrado miraba la escena tanto el cómo su madre y hermano, pero era el creador del Sharingan que aterrorizado quitaba la sangre de sus mejillas, sentía como ese liquido rojo estaba caliente casi hirviendo y sus pobres ojos dolían espantosamente, por un momento en tanta confusión creyó que sus ordes explotarían.

Madara miro a su madre que estaba asustada y miraba como su esposo estaba muerto en el suelo y las palabras más desastrosas golpearon los oídos del Uchiha, palabras que le volvieron el frio hombre que es ahora en esta vida:

-eres un monstruo-dijo la mujer estupefacta tomando a Izuna en sus brazos, alejándolo lo más que pueda del raro hijo- tus ojos…son rojos-el rostro de pánico de ambos indefensos humanos hiso que Madara temblara y se asustara.

-¡no lo soy!-grito con voz algo aguda y la sangre y las lagrimas se mezclaron-no quise…no quise hacerlo mama-trato de excusarse acercándose a su progenitora pero apenas dio un paso la mujer le lanzo un vaso de vidrio que hirió una de sus piernas, haciendo que le niño mirara atónito a su madre, a su mama- ma...ma-comento sorprendido viendo como la sangre caía de su pierna derecha.

-¡aléjate! ¡vete de mi casa!-grito al mujer en lagrimas haciendo el más grande y profundo oyó de dolor en el pecho del joven Uchiha que con sumo dolor salió corriendo de su hogar, dejando atrás a su familia, a su hermano y a su madre. Corrió descalzo por la fría nieve que rompía sus piececitos, corrió y corrió toda la noche, buscando consuelo en la lejanía, sin tener a nadie solo miradas apenadas de personas que le miraban llorar.

Ese día Madara solo sabía que tenía seis años…y era un monstruo.

El joven niño mas nunca volvió a ver a su familia, ese día Madara mas nunca volvió a ver a su hermanito menor ni a su joven madre, esa noche el Uchiha supo que estaba solo, solo como la luna escarlata y frio como los copos de nieve que llenaron su rostro pálido, mientras observaba la inmensidad del cielo, donde el helado señor de los vientos seco las lagrimas cristalinas. Asi como un lobo que muestra el miedo en sus fauces y asi como un león que confronta a cualquiera con su dominio, asi era Madara…solo y al mismo tiempo poderoso.

El tiempo pasó rápidamente y el niño de seis años ya tenía 17 años. Un adolecente bastante guapo y galante, de cabello largo y negro, de ojos rojos que atemorizaban a todo el mundo donde algunas ojeras producto de las noches de juerga, noches llenas de vodka y heroína, dejando hundir en un mundo de fantasías ante cada inyección de la nefasta droga junto con el delicioso liquido claro del alcohol.

El dinero lo conseguía robando a cualquiera que se le travesaba en el camino, solo para comprar drogas. Fue su época obscura, fue su época más triste. Aun recuerda cuando se levantaba en las mañanas con resaca y dolores, solo, tirado en las calles pavimentadas y con la asquerosa necesidad de buscar más drogas con el fin de escapar de la realidad absurda de su nefasta y dolorosa vida.

Un mundo donde solo las alucinaciones y el placer fantasmal jugaba con su mente y su alma, donde solo en la obscuridad de callejones inyectaba ese liquido amarillento en sus venas para poder tener la libertad que tanto anhelaba, esa sensación de felicidad pasajera, esa deliciosa  sensación de que todo estaba bien, como si rosas acariciaran cada poro de su cuerpo,  como si el placer fuera más que un orgasmo, como si el hambre y la sed fuese saciada por completo y lo mismo con la angustia y el dolor.

Recuerda que su vida de drogas y alcohol fue cambiando cuando se enamoro de una mujer hermosa con la que tuvo dos hijos los cuales increíblemente también podían usar el Sharingan. Madara se enamoro de esos dos niños, un niño y una niña hermosa y él se concentraban en educarlos y amarlos y lo mismo con su mujer que con los mejores cariños y mimos la cuidaba, deseando ser mejor que su asqueroso padre de porquería. Pero su amor fue distanciado y lo mismo con sus hijos pues la guerra mandaba en esos tiempo y por obligación fue enviado al ejército para convertiré en un honrado samurái.

La guerra era fría y dolorosa, el mismo presencio los baños de sangre innecesarios que todos sufrían en manos de malditos reyes adoradores de poder y gloria, pero sin que supiesen los reyes o el mismo Uchiha, la raza que había creado Madara comenzaba a florecer, con cada año que pasaba en tierras lejanas su familia crecía hasta haber suma cantidad y cada primogénito poseía el rojo Sharingan, herencia única del clan Uchiha y asi mismo, ese clan nuevo y naciente con ninjas fuertes, agiles, indestructibles, perfectos, fríos y audaces bajo la sabiduría e inteligencia innata de cada superdotado niño.

Y asi como obtuvo uno de los clanes más poderosos otro clan deseo arrebatar sus sueños de poder: el Clan Senju, dominado por Hashirama Senju, un hombre que logro manipular a Madara muchas veces y su clan también, pero al final el Uchiha descubrió la verdad…

Al final Madara protegió a su clan como si fuese el tesoro más preciado del mundo y lo era, al final Madara se desplego como el fuerte hombre que siempre fue, al final el niño de seis años que lloraba en esquinas se convirtió en el poderoso guerrero en la leyenda viva, aquel hombre de fauces de lobos lóbregos, aquel hombre de ojos de demonios, aquel hombre de palabras atrapantes, aquel hombre de sonrisas extasiantes, aquel tempano sin corazón,  aquel dragón que te cubría con el manto de sus alas… y quien supiera que el regazo de un dragón es más cálido de lo que parece…

 

Notas finales: UN MISERO REV POR FAVOR! EN EL PROXIMO CPAI HABRA MADARAXITACHI! ESPERO QUE TE AYA GUSTADO CHIBIICHIGO Y GRACIAS POR TU CRITICA!

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