�ngel por Seiren

Kei no cesaba de caminar, estaba extremadamente preocupado. Su pequeño se había ido dejando únicamente una nota que la verdad no le explicaba mucho. Sólo se había descuidado por unos segundos, desvió su vista por un corto período de tiempo y eso fue más que suficiente para que Alex desapareciera.

Y es que un inicio había creído lo que decía la nota y no se preocupó pero cuando su madre regresó de casa de Alex y le dijo que  no había visto al pequeño entró en pánico.

La madre de Kei había ido a buscar a la madre de Alex para hablarle acerca del abuso que su hijo sufría. La mujer estaba en la casa pero se rehusó a recibirla. Eso fue lo único que la abogada necesitó para saber que la mujer estaba más que involucrada en el asunto. Así que al regresar a casa se encerró en su despacho y comenzó a hacer las llamadas necesarias para quitarle la custodia del menor. Se comunicó con cada uno de sus contactos para agilizar el proceso el cual podía tardar meses. Pero ella sabía que en la mayoría de los casos el tiempo no era su mejor amigo. Así que se esforzaría para sacar el niño de esa casa lo más pronto posible. Luego trató de rastrear el historial familiar del menor. Necesitaba saber si a parte de su madre contaba con más familia, un tío, una tía, abuelos. Para su decepción no encontró nada. No quería que lo mandaran a uno de esos centros pero sin ningún familiar sabía que la custodia del niño caería en manos del estado.

Por su parte Kei ya había recorrido un maratón dentro de su casa de tantas vueltas que daba, se sentaba por un minuto y luego se volvía a poner de pie para caminar por toda la casa. La incertidumbre se lo estaba comiendo vivo. No tenía la menor idea de cómo contactar a Alex y ni siquiera estaba seguro si debía decirle a alguien lo que sucedía con el miedo de hacerlos preocupar en vano. Así que se dijo a sí mismo que esperaría por lo menos un par de horas más. No estaba muy contento con su decisión pero no sabía que más hacer. Era en esos momentos cuando más se odiaba a sí mismo. Odiaba no saber qué hacer.

Primero se le ocurrió llamar a casa de Alex, pero si el niño no se encontraba ahí sólo le causaría más problemas y no quería dar  razones que ese tipo seguro usaría como excusa para lastimarlo. Intentó hablarle al celular pero la molesta voz que decía "Por favor dejé su mensaje"  era la única que le contestaba. Ya estaba perdiendo la cordura. Tomó las llaves de la casa  y luego lo devolvió a su lugar, de nada serviría salir a buscarlo si no sabía por dónde comenzar.

Las horas avanzaron, Kei no podía esperar más. Por suerte recibió una llamada que logró calmarlo.

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Alex despertó y se percató que Chris seguía durmiendo a su lado. Quería levantarse, no sabía qué hora era pero si sabía que si era demasiado tarde lo estarían buscando. Se levantó y tomó su celular, estaba descargado supuso que ya no lo necesitaría y lo estrelló contra la pared.  Aun con el ruido que produjo Chris no se despertó.

Bajó a la sala de estar en donde había visto un teléfono,  marcó el número del celular de Kei que ya se sabía de memoria. Terminaría con el chico pero por lo menos tendría la decencia de hacerlo de la manera adecuada.

Cuando Kei contestó el corazón de Alex se hizo pedazos quería decirle lo mucho que lo quería y que quería verlo pero en lugar de eso le dijo que estaba bien, que estaba donde un amigo y que no se preocupara. Kei le hizo saber que había intentado llamarlo en varias ocasiones; Alex le contestó la verdad, le dijo que la batería se había muerto. Antes de terminar la llamada Alex le pidió a Chris que se vieran mañana después de clases. Kei que no sabía nada aceptó muy entusiasmado.

Al terminar la llamada Alex se desplomó inmediatamente. El suelo estaba frío, lo sentía cada centímetro de su piel. Pero quien más resentía esa sensación era su corazón. De pronto se vio visitado por unas gotas de calidez, eran lagrimas que rodaban desde sus ojos. Estaba triste, quería a Kei, quería quedarse con él. Pero creía que las cosas estaban así por su culpa. Se dijo a sí mismo que tomaría la total responsabilidad de sus actos y el primer paso para ello era permanecer al lado de Chris hasta que este se cansara de estar con él.

Se limpió apresuradamente las lágrimas cuando escuchó que Chris lo llamaba. Contestó el llamado y de pronto vio como el joven llegaba a su lado y lo abrazaba.

-No me asustes así - dijo Chris - pensé que te habías ido

-No es eso - contestó Alex - es sólo que necesitaba llamar a mamá para que me diera permiso para quedarme está noche contigo pero no me ha dejado -mintió y fingió tristeza

-Es una verdadera lástima - besó al pequeño - que tal si mañana paso por ti a la escuela

-Mañana no puedo - Alex se apresuró a decir - Tengo que reunirme con unos compañeros para hacer un trabajo grupal - mintió nuevamente - pero pasado mañana estará bien

-Es mucho tiempo - suspiró - pero no quiero que te vaya mal en las clases así que no me queda de otra

-Lo siento

-No te disculpes, no es tú culpa

-Por ahora tengo que regresar a casa

-De acuerdo deja que me vista y luego te llevo.

Se despidió de Chris mientras muy temeroso entraba a su casa. Alex tenía la sensación de que algo iba a pasar y no estaba muy equivocado. Amy estaba en la entrada, se veía preocupada.

-Alex - susurró - por favor no hagas ruido sube a tu habitación y ponle seguro a la puerta

-¿Qué pasó? - preguntó el menor algo divertido sabía que asegurar la puerta no servía de nada cuando el agresor contaba con una copia de la llave -¿…l está aquí?

-…l no es, es su mamá. Está furiosa

-¿Pero por qué?, si no  he hecho nada. He llegado más tarde que esto y tú lo sabes - le dijo a la sirvienta

-No es por eso, sólo hazme caso y enciérrate sí... está como loca. - las palabras fueron respaldadas por el sonido del cristal impactándose contra algo  - ¡apresúrate!

No sabía qué era lo que estaba pasando o lo que iba a suceder. Pero Alex simplemente se limitó a hacer lo que Amy le había pedido. Mientras subía a su habitación escuchó otro ruido, y luego otro y otro y cada vez más cerca. Su madre había bebido más de la cuenta fue lo primero que supuso.  Y si era cierto que a la mujer se le habían pasado las copas pero era otra cosa la que la tenía en ese estado.

Cerró la puerta de su habitación y le puso el seguro. Se metió a la ducha porque necesitaba un buen baño con agua fría para recupera la compostura. Salió del baño se tomó varios minutos para secarse el cabello y luego se vistió  con una camiseta y un short de mezclilla, no era la ropa apropiada para dormir pero fue lo primero que encontró.

Habían pasado varios minutos desde que había llegado y ya no escuchaba ningún ruido por lo que no le pareció mala idea darle una pequeña visita a su madre. Supuso que el malestar de la mujer ya había pasado o que se había embriagado tanto que había caído dormida. Abandonó su habitación y se dirigió a la de ella. Su madre yacía semi acostada sobre su cama. Ni siquiera había tenido la paciencia de quitarse los zapatos y mucho menos  la exuberante cantidad de joyas que había adquirido la costumbre de usar.

Muy sigilosamente, Alex se acercó a ella y comenzó a descalzarla mientras arrugaba la nariz por el intenso aroma a licor que emanaba del cuerpo de su madre. Luego de despojarla de su calzado comenzó a quitar los brazaletes y pulseras que llevaba sobre las muñecas. Después, y con mucho más cuidado aun comenzó a quitarle uno a uno los anillos que llevaba en sus dedos. Estaba a punto de quitarle el anillo de matrimonio, un lujoso anillo de diamantes de varios quilates que nunca se quitaba, cuando sin querer la despertó.

-Así que aquí estabas - murmuró la mujer tomando a Alex por la muñeca apretándola fuertemente  - maldito ingrato

-Me estás lastimando... mamá suéltame

-Sabes hijo - haló a Alex del brazo y a la fuerza lo hizo sentarse a su lado - hoy ha venido a buscarme una mujer muy curiosa

-¿En serio?¿Una amiga? - trató de sonar lo más casual posible tratando de disimular el dolor y el miedo que sentía

-¿Una amiga?... No para nada. De hecho era alguien que nunca había visto, pero parecía conocerte a ti hijo - la mujer articulaba las palabras perfectamente considerando el grado de embriaguez en el que se encontraba

-¿A mí?  No conozco a nadie mayor

-¿A no? Y lo más raro de todo fue las cosas que según ella, tú le dijiste. Luego empezó a dar semejante discurso acerca de cómo estabas necesitado de ayuda. Dime hijo, ¿hay algo en lo que pueda ayudarte?

-No mamá, estoy perfecto. En serio, estoy bien

-Eso es lo que yo supuse pero ella no lo cree así. Estuvo molestando durante mucho tiempo antes de que se dignara en marcharse.

-Ya veo - balbuceó Alex - Me alegro que haya sido algo sin importancia, estaba preocupado pensé que te había pasado algo más grave

-¿Nada sin importancia? - casi gritó la mujer, soltó la  muñeca e Alex y sin importarle que aun llevaba el anillo de diamantes sobre su dedo lo abofeteó muy fuertemente haciendo no sólo que el niño callera de la cama si no que también corto la mejilla del  menor por lo que la sangre no tardó más que unos pocos segundos para brotar de la herida  -  ¡Estás loco!

-¿Qué sucede? - trató de contener las lagrimas y el pánico al momento que llevaba su mano a su mejilla lastimada, sentía una picazón sobre ella y luego el viscoso y cálido liquida que emanaba de ella

-Es que quieres arruinarme - se puso de pie y pateo al pequeño que todavía seguía en el suelo. Gracias a Dios le había quitado los zapatos - como te atreves a decirle esas mentiras a una extraña. Cuando eso se sepa no sólo nosotros estaremos arruinados también tu padre.

-¡…l no es mi padre! - gritó Alex muy furioso lo que le valió otra patada por parte de su madre -y nada de lo que he dicho es mentira

-Y a mi que me importa si es verdad o es mentira, lo único que tenías que hacer era soportarlo unos años más.

-¿Mamá? - el corazón de Alex casi se detuvo, había sido tan ingenuo o tal vez fue que el amor que sentía por su madre dejó que lo cegara. Ella lo sabía todo

-¿Crees que alguien más podrá costear la vida que llevamos ahora?

-Obvio que no - dijo el pequeño sarcásticamente

-No volveré a mi antigua vida - tomó al niño por el cabello - me escuchas. Te di la vida y te crié. Te di de comer y me maté trabajando para que nunca te faltara ni te  pasara  nada. Ahora se buen niño y esfuérzate por mami. Sólo tienes que soportarlo unos años más, ¡sé hombre!

-¿Hombre? - comenzó a carcajearse, apenas y podía hablar - ¿hombre?... Pero si apenas soy un niño

-A los trece años yo ya me valía por mi misma - agregó la mujer - sabía lo que tenía que hacer no sé cómo me dejé convencer pero al momento que supe que tú padre no iba hacerse cargo de ti debí abortarte. "Abortarte" la palabra se repitió cual eco dentro de la mente de Alex una y otra vez. Ahora entendía por qué sufría tanto. Su vida era tan miserable porque para empezar no debió haber nacido.

La mujer soltó a su hijo a pesar de que no sentía ni una tan sola piza de remordimiento por lo que acababa de decir.

-No te preocupes mamá - dijo Alex quien aun se rehusaba a llorar por lo menos no lloraría en frente de ella - le diré a esa mujer que todo es mentira, que no ha sido más que un invento de mi parte. También soportaré todo lo que ese hombre me haga o quiera hacerme, así que no te preocupes. Te he robado la vida por trece años pero te prometo que te la devolveré.

Una cosa tras de otra. La alegría al lado de Kei le había durado demasiado poco. Era doloroso, insoportable,  quiso desaparecer en ese momento pero no podía. Deseó crecer con todas sus fuerzas, deseó ser lo suficientemente fuerte para valerse por sí mismo. Llegó a su habitación pero ni siquiera esperó a llegar a su cama, se tiró al suelo casi inmediatamente. Llevó ambas manos hacía su rostro para tratar de ocultar y callar el dolor que sentía. Lloraba, gritaba de angustia y aunque trataba de detenerse no podía ya había gastado todas sus fuerzas tratando de contener sus lagrimas frente a su madre.

En ese momento sintió un deseo como nunca antes por quitarse la vida. Pero no lo haría, no podía. Tenía demasiadas ataduras en este mundo, tenía demasiadas cosas pendientes y también, según él, había lastimado a muchas personas. Pensaría en morir  luego de pedir perdón a cada de una de esas personas con las que se había involucrado.

Amy se sorprendí cuando al entrar a la habitación de Alex lo encontrara sobre el piso y acurrucado. Vio la horrible herida sobre la mejilla del niño y sin siquiera despertarlo llamó al doctor. Luego regresó con Alex, lo cargó y lo llevó hasta la cama mientras con un paño húmedo trataba de limpiar la sangre seca sobre su mejilla. Las cosas ya habían llegado demasiado lejos y ella había contribuido de alguna manera  a ello. El remordimiento era tal que ya no lograba conciliar el sueño durante las noches. Se lo había mencionado a los demás sirvientes pero estos simplemente se limitaron a darle miras de desaprobación  o a decirle que en eso casos era mejor hacer oídos sordos. Ella lo único que se preguntaba era cuánto tiempo más podría con ello. Lentamente estaban matando al pequeño.

El médico de la familia, el mismo que ya había tratado a Alex en innumerables ocasiones incluida su visita unas semanas atrás al hospital, era bastante "conveniente", ya que nunca veía nada ni escuchaba nada. Llegaba atendía a la persona y se iba sabiendo que tendría unas monedas más en su cuenta bancaria. Y esta vez no fue la excepción. Trató la herida de Alex y se fue dejando simplemente especificaciones acerca de cómo cambar las gasas y limpiar la herida. 

Alex no se sentía del todo mal, había recibido palizas mucho peores. Así que los esfuerzos de Amy para convencerlo de que se quedara en casa fueron en vano. El pequeño de ojos grises se vistió y se preparó para ir a la escuela. A pesar de que sentía un agujero negro en el estomago no bajó a comer en lugar de eso le pidió a Amy que le arreglara algo para llevar. No tenía ni el más mínimo deseo de ver a esa mujer que durante trece años había llamado mamá. Sin querer lágrimas comenzaron a aflorar desde sus ahora inexpresivos ojos grises. Esos ojos que a Kei tanto les fascinaban habían perdido su brillo, su inocencia y su calidez. Ahora ni siquiera eran capaces de expresar tristeza.

Llegó a la escuela como si nada. Se pasó todas las clases pensando en la manera apropiada para decirle a Kei que ya no podían estar juntos. Se odiaba porque sabía que estaba a punto de lastimar a la persona que más quería. Pero tenía que hacerlo. Rezó, no sabía a quién le rezaba, después de todo lo que había pasado ya no creía en nadie, pero aun así elevó una plegaría al cielo para que le diera la fuerza suficiente para terminar con Kei, pidió que a última hora sus sentimientos no lo traicionaran.

Al terminar las clases esperó en la salida. Sabía que Kei iría a traerlo. Sabía que al ver al muchacho acercarse vería alegría en su rostro. Sabía que él le arrancaría esa sonrisa.

Vio como el joven se acercaba a lo lejos.  El niño se dijo a sí mismo que tenía que mantener la compostura y de la nada una sonrisa adornó su rostro.  Actúo como la hacía siempre, salió corriendo y se tiró a los brazos de Kei para recibirlo, el muchacho le devolvió el abrazo, estando en público no podían hacer más que eso.

-¿Llevas esperando mucho? - preguntó Kei desarreglando animadamente el cabello del menor

-No. Quería verte - a pesar de todo esa era la verdad

-Y yo a ti, ayer me dejaste muy preocupado

-Lo siento pero tuve que salir de pronto

-¿Qué te pasó en la mejilla? - esa era la pregunta que Kei quería hacerle al niño desde que lo vio

-Tenemos una conejera en la escuela - mintió - estábamos reparándola me herí porque no me fije que una parte de la madera estaba astillada. No es nada grave.

-Ya veo, que  bueno que no haya sido nada grave... de hecho estaba pensando en otra cosa

-Si fuera otra cosa te lo diría - se apresuró a decir Alex - pero sólo fue eso

-Muy bien

-Sabes Kei, estaba pensando que esta tarde deberíamos pasarla...  en un lugar donde sólo estemos tu y yo

-Alex... - la piel del muchacho se erizó -¿seguro?

-Si - contestó Alex  tomando a Kei de la mano

Los chicos caminaron tomados de la mano. Atravesaron el parque. Muchos recuerdos comenzaron a acechar a Alex, ahí era donde todo había comenzado. Unos minutos más y llegaron a casa de Kei que siempre pasaba convenientemente desocupada por las tardes. Si intercambiar palabra alguna, subieron a la habitación de Kei. Se quedaron viendo por un largo periodo de tiempo, ninguno de los dos se atrevía a decir nada mucho menos estando tan acalorados.

Alex empujó a Kei hasta que lo hizo sentarse sobre su cama. Miró al joven y le sonrió. De pronto y poco a poco el niño comenzó de despojarse por cuenta propia de cada una de las prendas que llevaba puesta.

Kei miraba sin poder disimular la emoción que se alzaba entre sus piernas, estaba deseoso, sediento. Las hormonas estaban haciendo muy bien su trabajo.

Ya completamente desnudo Alex se acercó a Kei tomó las manos del mayor y lo incitó a que lo tocara. Kei lo hizo, deslizó sus manos por todo el cuerpo de Alex. Pudo distinguir en el proceso un par de moretones que no había visto anteriormente pero como no estaba seguro decidió no decir nada.

Estaba completamente deleitado. Tocaba el cuerpo de Alex sin censura. Acarició las mejillas del pequeño, sus hombros, se acercó aun más para besar el pecho del pequeño. Sus labios enseguida encontraron mayor diversión al encontrarse con los rosados y erectos pezones del menor. Comenzó a lamerlos, a besarlos, los acariciaba tanto con su lengua y sus labios como con sus manos. Alex no hacía más que suspirar y gemir antes los estímulos. No había  nadie más en la casa así que no le preocupaba hacer ruido. Kei seguía con las manos en extremo ocupadas, después de entretenerse varios minutos con el pecho del menor decidió explorar nuevas zonas. Bajó sus manos hasta el vientre del pequeño y luego aun más abajo. El miembro de Alex al cual aun le faltaba para desarrollarse por completo estaba erecto y al palparlo con sus manos Kei sintió como palpitaba al mismo tiempo que una fría gota de sudor recorría su espalda. Había alcanzado su límite.

Se agachó besó el miembro de Alex con una delicadeza fingida, el niño dejó escapar una gran gemido de sus labios y muchos más después de ese. Sentía como Kei lo tocaba, sentía como la lengua de Kei lamía su pronunciada erección y le gustaba mucho más cuando se sentía completamente dentro de la boca de su amante. El sexo era sin duda muy placentero tardó mucho tiempo en darse cuenta. Pero se dijo a sí mismo que si esa era la vida que le esperaba aprendería a disfrutarlo aun más.

Kei se levantó, cargó al pequeño y lo acostó sobre la cama, de pie al lado de la cama observaba como el cuerpo de Alex temblaba, su respiración sonaba agitada, había varias gotas de sudor sobre su piel y sus mejillas estaban de una rojo tan intenso como los pétalos de una rosa, sus ojos estaba entre abiertos haciendo visible solamente una pizca de todo el esplendor que suponía ver esa mirada gris, le fascinaba, los ojos de Alex le fascinaron desde la primera vez que los había visto. Despertando del breve encantamiento Kei comenzó a desvestirse, Alex quien ahora yacía sentado sobre la cama lo observaba completamente anonadado, no quería perderse ningún detalle y mucho menos aun sabiendo que probablemente esa sería la única oportunidad que tendría.

-Eres hermoso - susurró el menor

-Viniendo de ti me suena a sarcasmo - dijo Kei mientras se sentaba al lado del pequeño

-Y la tienes grande - comentó sin tratar de ocultar una nueva oleada de rubor que visitaba sus mejillas. La de Chris era más grande pero claro él ya era un adulto

-Del tamaño promedio - rió Kei

-¿Puedo?

Kei no alcanzó a contestar nada, sólo vio como el pequeño se inclinaba y tomaba su notoria erección entre sus manos. En ese momento se ruborizó como nunca antes al mismo tiempo que varios y leves gemidos inundaban la habitación.

Alex chupaba sonoramente el miembro de Kei, nunca había hecho nada como eso antes pero supuso que como el joven no se quejaba si no todo lo contrario entonces no lo estaba haciendo tan mal.

Siguió así durante varios minutos, intercalaba entre su mano, sus labios y su lengua. Esto último es lo que más parecía gustarle a Kei y lo supo cuando sintió como el cuerpo del joven se estremecía para dar salida a ese espeso y blanquecino líquido que salpicó sin control el rostro de Alex.

Inmediatamente Kei se disculpó y con las manos desnudas limpió los restos de su  orgasmo del rostro de Alex. Luego besó al pequeño que tenía una cara de satisfacción y se abalanzó sobre él. Capturó sus labios  nuevamente y con muy poco esfuerzo introdujo su lengua en la boca de Alex, casi desesperadamente busco dentro de ella la lengua de Alex, cuando lo hizo comenzó a acariciarla, danzaba y jugaba con ella de una manera que no podía describirse simplemente como apasionada, era más que eso. Era como si esos besos fueran el aire que necesitaba para seguir viviendo. Y mientras lo hacía notó como su miembro recuperaba la fuerza y deseoso se erguía nuevamente.

Bajo hasta el vientre de Alex haciéndose  camino con  los labios, luego sin previo aviso acogió el miembro de Alex en su boca, aun con la erección del pequeño dentro de su boca comenzó a masajearla con su lengua. Y aun haciendo eso tuvo la habilidad suficiente para comenzar a hacerse espacio dentro del pequeño orificio de Alex. Primero introdujo un dedo que hizo que le niño gimiera como hasta ese entonces nunca lo había hecho. Lamía su erección y lo penetraba, Kei tampoco sabía que era la que tenía que hacer porque era su primera vez con alguien de su mismo sexo, pero las cosas le parecieron tan claras al momento de tener a Alex desnudo frente de él que ahora estaba disfrutando como nunca.

Introdujo un segundo dedo y el cuerpo del pequeño se estremeció aun más. Luego viendo que ya se había recuperado por completo. Sacó ambos dedos  y besó al pequeño avisándole lo que venía.

Separó un poco las piernas de Alex, tomó su miembro con una de sus manos y lo guió hasta la abertura que yacía escondida tan celosamente. Antes de penetrarla frotó su miembro contra esta durante unos minutos pero luego y tan delicadamente como la  lujuria y la pasión del momento se lo permitieron, lo penetró.

Los gemidos danzaban en el aire, incontenibles, apasionados, bailaban entre jadeos, respiraciones agitadas y  sonidos húmedos producidos por la unión tanto de sus labios como de otras partes de su anatomía.

Alex estaba por mucho sorprendido, en muchas ocasiones le habían hecho eso solo que mucho más violento y jamás había sentido ni una ligera gota de placer sólo dolor, pero ahora estaba tan deleitado saboreando el momento, disfrutando mientras Kei lo penetraba tan fervientemente que lo olvidó todos esos malos recuerdos.

-No puedo más - gimió el pequeño - Kei... ¡aaaaah!

-Alex... ni yo... aaaaahhh

-Kei , kei, kei - lo llamó en innumerables ocasiones hasta que alcanzó el orgasmo.

-Alex-  lo llamó Kei - Alex - repitió y luego él también alcanzó el orgasmo.

-Kei - Alex repitió su nombre y lo quedó viendo fijamente ahora le tocaba la parte fea, la parte que no quería que nunca llegara.

No lo había planeado en un principio, pero dentro de él existía un inmenso deseo por tener sexo con Kei. Aprovecharía la única ocasión que tendría aunque luego de eso tuviera que romperle el corazón a ese joven a quien tanto quería.

-Me tengo que ir - dijo Alex levantándose, sintió algo cálido que resbalaba entre sus piernas pero no le prestó atención

-Qué cosas dices, ven acuéstate a mi lado

-Se acabo el juego - Alex dijo muy fríamente hasta el mismo se sorprendió porque aunque había planeado usar ese tono de voz le había salido más cruel de lo que el hubiera deseado

-¿A qué te refieres? - preguntó Kei completamente desconcertado

-Ya no es divertido - prosiguió - eres tan condenadamente inocente e ingenuo que ya no es divertido - se dirigió al baño a donde Kei lo siguió

-¿No te entiendo? -Musitó mientras Alex se limpiaba, tomar una ducha supondría mucho tiempo y él quería marcharse de ahí lo más pronto posible antes de que sus sentimientos traicionaran su determinación

-Ya tuve sexo contigo eso era lo único que quería o ¿es qué acaso supones que era mi primera vez? - suspiró -  por eso te digo que eres muy aburrido ya me cansé de ti. Toma esto como sexo de despedida y olvídate de mí

-No es cierto - se negaba a creerlo - no puede ser cierto

-Vamos Kei - regresó a la habitación y comenzó a vestirse - todo lo que te he dicho hasta ahora es mentira. Incluso la parte del abuso, todas estas cicatrices son por la cantidad de peleas en la que estado involucrado y más de una por pasar la noche con algún amante violento -rió - pero no por eso menos placentero

-¡Mentiroso! - gritó Kei, aun no le creía

-Bueno ya depende de ti si me crees o no, ese ya no es mi problema.

-No te vayas, tenemos que hablar esto, necesito saber la verdad

-Ya te dije toda la verdad. Cuando te acercaste a mi ese día en el parque se me antojó jugar contigo. Pensé que tendrías algo de experiencia en estos asuntos pero al tiempo de estar a tú lado supe que no era así. Eres tan inocente que me lastimas. Al final sentí algo de remordimiento por todas mis mentiras así que es por eso que ahora te estoy diciendo toda la verdad.

-No es cierto... Alex

-Eso es todo te prometo que nunca más me volverás a ver y por tu bien espero que no me busques

-Espera... ¡Alex!

-Adiós...

-¡ALEX!

Qué cara habría puesto Kei, Alex nunca lo supo porque salió de la casa tan rápido que ni siquiera se dio el tiempo suficiente para ver a su ángel por última vez.