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Ángel por Seiren

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Notas del capitulo:

Antes de cualquier queja dejenme decirles que este capítulo es una pequeña introducción a todos los desastres que estan por venir. Aun así espero que les guste y que por tanto me lean y comenten.

 

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ÁNGEL

CAPÍTULO 20

PARTE 1

DOLOR

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Nunca en su vida se había sentido tan traicionado, utilizado y despreciado. Pensaba que sus palabras y el amor que profesaba serían suficientes para mantenerlo a su lado. Pero no había sido así. Desde hacía mucho tiempo que no sabía absolutamente nada de él y por eso se sentía fatal, estaba totalmente desmotivado y a causa de eso había perdido credibilidad en su trabajo. Esa credibilidad que tanto tiempo le costó obtener.

 

El joven peinó con sus dedos su  oscuro cabello mientras se recostaba en la cama, un vaso de vodka que tenía en la mesita de al lado y la navaja con la que había amenazado lastimarse habían sido su única compañía durante todo ese tiempo. La soledad nunca le molestó, ya había aprendido a vivir con o sin ella y poco significaba para él. Lo que le molestaba era ese sentimiento que lo embargaba cada vez que recordaba los ojos grises del niño que le había devuelto la vida y que  ahora, con cada segundo que pasaba, se la quitaba, pero no lo permitiría, recuperaría lo que había perdido aunque fuese a la fuerza.

 

En varias ocasiones Chris había ido a buscar a Alex a la salida del colegio o en la casa del niño. Al no encontrarlo en ninguna parte supo que lo más seguro era que se encontrara con el joven que el pequeño siempre mencionaba y eso hacía que automáticamente se llenara de odio e ira. Todo era culpa de ese joven desconocido para él, por culpa de él había perdido el corazón de Alex pero no estaba dispuesto de dejar las cosas así.

 

Pero aun así no había mucho por hacer. No sabía donde vivía el joven y hasta había olvidado como se llamaba, la verdad era que no recordaba si Alex había mencionado su nombre alguna vez y de haberlo hecho, se molestó consigo mismo por haberlo olvidado, ese fue el error más grande que había cometido. Pero la suerte no lo había abandonado del todo. Chris no era alguien que abusaba de la televisión, la encendía cuando en serio no había nada que hacer y nunca la veía por más de dos horas seguidas. Por eso lo que vio ese día en las noticias no fue más que producto de una coincidencia demasiado grande para desaprovecharla. Incluso aunque la imagen del menor había sido parcialmente distorsionada para no revelar su identidad, el ex modelo pudo reconocer enseguida la silueta del niño que tantas veces había tenido en su cama pero al que nunca había sido capaz de hacer nada. Apuntó todos los nombres que escuchó de los abogados involucrados en el caso, así sería como localizaría a su niño. Y una vez que lo encontrara no cometería el mismo error, no lo volvería a dejar ir.

 

Chris no recordaba haberse sentido tan mal desde la tragedia ocurrida con su hermano. Muy en el fondo sabía que Alex, por lo menos en un inicio, había sido una especie de sustituto, el remplazo del hermano que había perdido. Pero después de un tiempo supo que no era así, porque al ver a ese niño una serie de sentimientos y deseos lo acechaban y eran completamente diferente a lo que una vez sintió por su hermano. Su pequeño hermano que ahora estaba en el cielo y de cuya muerte había sido culpado, cosa que nunca le pareció justa ya que por él, tuvo que renunciar a muchas cosas propias de jóvenes de esa edad. Y el cielo sabía que lo había cuidado más que a él mismo. Pero su hermano fallecido ya había sido enterrado en lo profundo de su memoria, el joven había aprendido a vivir sin depender de su pasado, había creado un estilo de vida propio y único forjado en la creencia  de que sólo valía hacer las cosas para uno mismo. Para otros tales pensamientos podrían ser considerados egoístas e incluso ego centristas pero para Chris sólo significaban una cosa: supervivencia.

 

Después de todo lo ocurrido en su infancia y su adolescencia había aprendido a vivir sólo para él y aunque a veces se encontraba a sí mismo víctima de la compasión hacia otros terminaban resolviendo todo atribuyendo su comportamiento a la simple caridad. Si ayudaba a alguien era por lastima y consideró entonces que ese sentimiento no era tan destructivo, por lo menos no para él. Aun con todo eso jamás, incluso si se esforzaba, fue capaz de despojarse de la piedad y los buenos sentimientos que guardaba hacía los demás. Chris era una buena persona aunque se esforzara por ser mala. Incluso por un momento consideró que ya no valía la pena seguir con su fachada de chico malo porque por dentro era totalmente lo opuesto.

 

Pero eso era antes, ahora en el presente, todo había cambiado. Por primera vez en toda su vida fue capaz de aceptar con toda seguridad el odio que albergaba en su corazón y que crecía día a día. Odiaba a ese joven cuyo nombre desconocía o había olvidado. Odiaba a ese ser que  le había arrebatado el pedacito de felicidad que al fin había obtenido. Recuperaría lo que le pertenecía al mismo tiempo que reclamaría venganza por los días de zozobra  que se había visto obligado a atravesar. Apenas todo comenzaba.

 

 

Kei asistía al colegio mucho más tranquilo cuando sabía que Alex se había ido con su padre al restaurante. Dejarlo sólo en casa siempre había provocado una negativa de su parte. Demasiada vulnerabilidad tentaba a la suerte o eso era lo que el joven pensaba. A pesar de todo aun no había sido capaz de asimilar la reinante y cada vez más común tranquilidad. Era algo feo y contradictorio porque no era que no quisiera eso, si tal vez a parte de Alex la otra persona que deseaba la libertad del niño era él. Era sólo que todo el ambiente a su alrededor parecía impregnado con una falsa calma que engañaba a todo menos a él. El adolescente sentía que debía prepararse para lo peor pero lo que más le molestaba era que no sabía de qué forma el mal atacaría.  Ya ni siquiera podía comer y mucho menos dormir en paz. Otros pensarían que eso no era más que paranoia pero Kei no creía eso, había ocasiones en que sentía que podía palpar el peligro.

 

-Se te va a meter una mosca en la boca - Sara golpeó la mandíbula inferior del joven que sin querer se había desconectado del mundo

-Hola Sara

-Oye no me lo tomes a mal pero verte es la cosa más deprimente del mundo, ¿el niño te dejó?

-No es eso Sara

-Vaya y yo que pensé que era el momento adecuado para contraatacar

-¿Contraatacar?, ¿qué es esto, un partido de fútbol?

-Sí quieres verlo de esa manera a mí no me molesta

-Como sea - suspiró

-Por cierto ... - la jovencita se sentó al lado del joven con las piernas estiradas hacía el frente colocando su falda de la manera adecuada para tapar sus mulos hasta las rodillas - vi las noticias, tú madre está en un caso muy complicado al parecer

-Muy complicado

-¿Es eso lo que te tiene así?

-Sí

-¿Es por Alex?... Sabes... ya sé que me comporté como una completa idiota con él y también sé que no tengo perdón por lo insensible que fui y por toda las cosas feas que le dije... no sabía...

-No vi la noticias, ¿qué dijeron?

-Sobre ese tipo, olvidé su nombre, el que recibió la llave de la ciudad...

-Sé quien es...

-Dijeron en las noticias que se había establecido una demanda formal en su contra por abuso... sexual - colocó sus manos sobre sus piernas para jugar con los dobleces de la falda - ¿es cierto?

-Muy cierto

-Ya veo... que feo

-Sí

-¿Desde cuándo sabes eso?

-Desde que Alex me lo dijo, fue hasta hace poco, ese no es un tópico común para una conversación casual

-No lo es...

-¿Sólo eso dijeron?

-Por la forma en que decían las cosas hacían ver a tú madre como una oportunista que sólo quería arruinar la reputación de un honorable ciudadano por unas cuentas monedas, fue ahí que supe que ese hombre es culpable porque sé que tú madre jamás se prestaría para algo como eso.

-Gracias por pensar tan bien de mamá, y tienes razón ella jamás haría algo como eso

-¿Y Alex...?

-Él está bien, ahora si parece un niño de trece años común y corriente... estoy... debería estar feliz pero hay algo que no me deja en paz

-Kei no seas pesimista, jamás te conocí así

-Lo sé Sara pero es que no puedo evitarlo, tengo miedo. Si vivieras en mi casa me entenderías. Papá se encarga de distraer a Alex todo lo que puede pero a mí no pueden engañarme, las cosas van mal, mamá no podrá ganar el caso, esa bestia es demasiado influyente, al final todo el esfuerzo será en vano... escuché a mamá... si las cosas siguen así Alex tendrá que regresar con su madre y ese monstruo... no...

-Cálmate, no te adelantes, no pienses esas cosas...

-¡No puedo evitarlo!

-Kei...

-Lo que le hará... no puedo permitirlo, lo lastimará, lo matará, si me quitan a Alex no sabré qué hacer...

 

La chica pronto se vio contagiada por el temor de Kei. Sentía que ese sería el curso de las cosas, el mundo nunca era justo con los que más lo necesitaban. En este mundo la justicia tenía precio y era vendida al mejor postor. Sara había sentido mucho rencor hacía Alex. Primero que todo sentía celos por ese niño tan hermoso que la hacía parecer a ella - que no era nada fea- una chica simple. Luego sintió muchos más celos al ver como el pequeño acaparaba por completo la atención de su novio, en el fondo quiso negarlo muchas veces pero bien sabía que esa extraña fijación de Kei con Alex no era normal. Pero fue ese día que fueron a comer helados cuando se sintió más amenazada que nunca. La joven había escuchado parcialmente la historia de Alex de labios de Kei y aunque lo poco que escuchó le pareció triste tampoco pensó que el niño atravesaba lo peor del mundo. Habían muchos niños maltratados en todas parte y al ver a Alex que ante sus ojos se veía tan bien alimentado y cuidado pensó que no le iba del todo mal. Así que poco lo importó si el niño era maltratado o no, lo único que le importaba era mantener a Kei a su lado y sí para eso necesitaba unas cuentas palabras llenas de odio entones las usaría, y las usó, porque en ese momento no sabía que su estrategia sería un arma de doble filo.

 

Por mucho tiempo la rencorosa chica planeó su venganza, no estaba en su naturaleza dejar pasar las cosas de ese tipo. Siempre había sido bastante aguerrida y directa. Siempre conseguía lo que quería siempre y cuando se lo propusiera de esa manera. ¿Pero qué era lo que la había hecho cambiar de opinión?, ¿por qué había tomado las palabas de ruptura de Kei con tanta serenidad? Por que todo era un simple capricho. A pesar de la apariencia intimidante de Kei no era un secreto para nadie, o por lo menos para ella, de que el chico era un amor, atento delicado e incluso algo maduro para su edad. Jamás era irrespetuoso y era raro que alguna vulgaridad saliera de su boca. En resumen se podía decir que Kei era lo que se conoce como " un buen partido", el príncipe azul que toda adolescente soñaba tener. Y lo mejor de todo era que él pasaba completamente desapercibido por las demás chicas del salón y del instituto en general, así que no tendría que preocuparse por la competencia. Lo que Sara no sabía era que el joven también se había fijado en ella. Pero para lo que ella era simple conveniencia, para Kei era amor. La chica pensaba que no llegaría a esos extremos por eso se sintió mal cuando notó que el joven se había enamorado de ella. Y por eso fue ella misma quien surgió con la idea de tener sexo porque pensó que de esa manera recompensaría el amor que Kei le profesaba.

 

Con el paso del tiempo las cosas se acomodaron tan perfectamente a su propia conveniencia que  se obligó a sí misma a imaginar unos sentimientos que no estaban allí. Comenzó a ver a Kei como a un objeto al que no quería perder y no como a un novio. Por suerte para ella se percató de todo eso antes de que pudiera hacerle daño al niño que le había arrebatado a Kei. Su venganza ya casi estaba completa sólo faltaba ponerla en acción, pero no lo hizo porque sí Kei era feliz entonces ella no tenía el derecho de arruinar su felicidad. Ya era hora de madurar, era hora de seguir con su vida.

 

-Alex estará bien...

-No lo sabes

-Kei no te pongas así

-Dime Sara, ¿Soy cruel?, hay ocasiones que la incertidumbre y el dolor es tan insoportable que me hace desear no haberlo conocido jamás - Kei ocultó con sus manos su rostro

-No eres cruel, no te creo capaz de dichos pensamientos, te conozco y sé que no es eso lo que en realidad quieres. Lo amas y es normal que te sientas inseguro. Lo sé porque tiempo atrás yo era quien recibía todo tú amor...

-Lo siento, debí ser muy mal novio

-Todo lo contrario Kei, fuiste mi príncipe azul. Estarás bien con Alex así que cuida de él

-Alex es...

-Alex es el mocoso que te arrancó de mi lado... lo odié tanto, incluso deseé matarlo pero con eso no ganaría otra cosa más que tu desprecio, para mi suerte he madurado la suficiente para percatarme al menos de eso. Aunque claro, si me pones a ese chiquillo enfrente sería capaz de decirle muchas cosas hirientes y horribles para que con cada una de mis palabras cobrarle todo el sufrimiento que me provocó y de paso propinarle algunos golpes... pero él no lo merece. Es un buen niño y muy en el fondo no quiero hacerle daño así que mientras pueda me mantendré lo más lejos de él que me sea posible... y no creas, es más por su bien que por el mío. No planeo ser el ogro de la historia.

-Gracias Sara

-De nada...

 

Para Kei no había palabras suficientes en el mundo que le hiciera entender que todo estaba bien. Sin importar lo  mucho que lo animaran sus padres y el mismo Alex, él siempre pensaba que lo peor de todo estaba por ocurrir.

 

Por su lado Alex se había dejado llevar por completo por el ambiente familiar en el que ahora vivía. Y a pesar de que al inicio era él quien se mostraba renuente a exprimir toda la felicidad que de pronto le había llegado, ahora estaba aprovechándola por completo. Si algún día se acabaría todo, lo mejor era disfrutarlo mientras pudiera, pensó el pequeño y así lo llevó a cabo. Cosa que el niño no disfrutaba mucho era cuando Kei se sumía en sus delirios internos a veces hasta le parecía que era demasiado paranoico pero también le parecía como si supiera algo que él no.

 

Mario y Elisa se habían propuesto preocupar a los niños lo menos posible. Era un mundo de adultos en que no tenía porque verse implicados. Pero incluso cuando trataban de que así fuera el situación con Kei se les había escapado por completo de las manos. El chico después de todo no era tan ingenuo como parecía y por cuenta propia había sacado uno que otra conclusión acerca del aparentemente pacifico desenvolvimiento de las cosas, lo adultos no sabía por cuanto tiempo más lograrían sostener su fachada de familia feliz cuando la situación era que Alex estaba a punto de perderlo todo. De pronto todo los medios atacaron a Elisa, ella era la villana, la mala, la oportunista, la interesada mujer que trataba chantajear a una de las figuras más influyentes, honorables y respetables de la ciudad. O eso era lo que escuchaban las personas cuando veían las noticias, no sabían que en realidad los medios de comunicación estaba comprados y ya se sabía que pasaría con aquellos que se negaban a publicar la falsa verdad. Así de poderoso era ese hombre y Elisa se regañó a sí misma por haberlo subestimado tan estúpidamente. Aun así la mujer creía contar con algunos aspectos bastante positivos a su favor, sobre todo el aprecio que le profesaba el juez que llevaba el caso. No sabía que hasta eso era fácilmente manipulable cuando se contaba con la influencia y el capital suficiente para barrer con todo aquello que se atraviesa en el camino  de manera indeseada.

 

 

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Ángel Misael Medina Serrato. Nunca una madre se había equivocado tanto a la hora de nombrar a un hijo. Aunque la mayoría de la gente no sabía que el primer nombre de ese hombre influyente era Ángel. Todo el mundo lo conocía como Misael Serrato único dueño y señor de un inmenso imperio corporativo. Temido y admirado a la vez, no había nadie con los pantalones suficientemente puestos para enfrentarlo. Siempre había sido así. Su madre Angelina Serrato había sido una católica entregada, amiga de los más necesitados y sobre todo buena madre y esposa. Antonio Medina era, por nacimiento, heredero de un gran imperio construido por su bisabuelo, inculcando en él desde pequeño no sólo la manera correcta de manejar su empresa sino también la importancia de la familia. Juntos y con mucha dificultad dieron vida al único hijo que llegarían a tener.

 

Inmediatamente después de su nacimiento toda la esperanza de la familia recayó en los hombros de Misael. Ahora él sería el encargado de que el nombre de la familia siguiera en alto e incluso elevarlo aun más. Pero los métodos usados por sus predecesores no terminaban de ser de su agrado. Desde pequeño descubrió que era una especie de genio, no sólo era más ambicioso y brillante si no que también adoraba tomar aquellos retos que nadie más se atrevía y había sido precisamente lo que le había valido una reputación  y un estatus tan grande y en constante aumento. Pero mientras más se llenaban sus bolsas más conocía lo beneficioso del dinero, poco a poco fue descubriendo que no valía la pena quebrarse la cabeza para conseguir algún negocio importante o para salirse de algún problema, el dinero lo hacía por él. Su nombre era sinónimo de dinero y el dinero del poder. Misael Medina era una persona muy poderosa. Y su apariencia reafirmaba ese pensamiento. El hombre a sus 42 años medía 185 centímetros, de tez blanca y cabello castaño oscuro. De complexión fuerte y ruda no era lo que se podría llamar guapo pero sin duda había algo en él que llamaba la atención.

 

Gracias a quien sabe quien, probablemente al cielo, sus padres murieron antes de ver a su hijo convertido en un monstruo. El ambiente amoroso, familiar y lleno de valores morales en que se crió poco le ayudó a enfrentar las tentaciones de la vida, y su mayor tentación era sin duda el sexo. Jamás le importó si era sexo heterosexual u homosexual a él lo único que le importaba era pasarla bien. Antes de conocer a Alex jamás se había encaprichado con nadie y menos con un menor aunque por su cabeza ya había pasado la siniestra idea de poseer a uno, sus  terribles deseos jamás se vieron cumplidos porque no se le había presentado la oportunidad. Pero la oportunidad al fin se le presentó gracias a un hábil prostituta. La hermosa mujer había sido su favorita desde el comienzo. A pesar de haber crecido en un ambiente de extrema pobreza, la fémina se desenvolvía correctamente, tanto así, que fácilmente podría pasar por alguien de alta alcurnia. Así que sabiendo que nadie cuestionaría una relación con una persona de ese tipo comenzó a acercarse a esa mujer que en un inicio tanto le intrigó.  Y era como si el destino mismo se hubiera encargado de colocar cada una de las piezas en el lugar en que debían de estar, por lo menos para su beneficio. Cuando conoció al hijo de la sexo servidora no se decepcionó ni siquiera se inquietó, lo único que el hombre sintió fue obsesión. La vida le había  le ha dado lo necesario para cumplir sus más perversas fantasías.

 

 

-Tenemos que deshacernos del juez, sólo así tendremos garantizada la victoria - comentaba uno de los abogados de Misael - Ese es el único punto en nuestra contra. Y señor, aunque ganemos el caso es capaz que no le entreguen la custodia del menor, así que si quiere recuperar al niño, deshágase del juez, la simpatía que siente por esa abogaducha es demasiado evidente y esa es la mejor arma de esa mujer en nuestra contra

-Eso sólo despertaría sospecha, por lo que me dices el caso ya está ganada, no vale la pena gastar más dinero deshaciéndome de ese hombre, y sí no me regresan la custodia del niño ya veremos como recuperarla, por el momento lo único que me  interesa es dejar a esa mujer sin trabajo, o por lo menos darle un buen susto porque matarla a estas alturas sería demasiado obvio

-Si me permite me encargaré de eso señor

-Ganándote los honorarios ¿eh?, eso me gusta, eso me gusta - rió pícaramente el adulto - por ahora me gustaría que regresaras a la cama, aun no he terminado contigo...

 

 

El abogado terminó bebió lo que quedaba del whisky de un solo trago y haciendo mala cara regresó a la cama. No era que no disfrutara tener sexo con su "jefe" si no más bien era que en realidad odiaba que le gustara tanto. Y aunque para Misael él no era más que otro de sus tantos juguetitos, para él era totalmente diferente. No se podía decir que estaba enamorado y mucho menos que lo amaba, lo que sentía era una especie de veneración por ese ser que tomaba todo lo que quería a la fuerza, admiraba a ese hombre a quien poco le importaba el bienestar de los demás, para Misael sólo existía el "yo", y el abogado encontraba eso destructivo y excitante, simplemente quería mantenerse al lado de ese hombre para ver su caída, porque como dice el dicho: entre más grandes más dura es la caída.

 

Y tampoco era que Misael sentía algo tipo de atracción hacia su joven abogado, ciertamente el joven lo intrigaba, era de las pocas personas que no trataban de refrenar su cada vez más indecente conducta, todo lo contrario el joven lo incitaba a hacer más, a ser más cruel y despiadado y al fin al caso, ¿a quién le importaba lo que él hacía? Y de ser así, ¿quién tendría las agallas suficientes para oponerse a sus deseos?. En ese sentido su abogado tenía razón, él era poderoso, millonario y en otras palabras intocable, y para darle más brillo a su existencia la gente ajena a sus asuntos lo creía un ángel, soltar dinero para eventos benéficos sí que era beneficioso, pero para él. Así de fácil se compraba el aprecio de la gente. Otra cosa que le gustaba de su pequeño abogado era la constancia con la que le repetía lo importante que era. No sentía que hubiera nada malo en tener a alguien alimentándole el ego casi todo los días.

 

Así fue desde el inicio, cuando un aparentemente inocente joven fue a pedir empleo en el departamento legal de una de sus empresas más importantes. Si Misael fuera de esos que eligen a sus empleados por la apariencia obviamente no lo hubiera contratado, el abogado recién graduado no era guapo y mucho menos atractivo y al ser recién egresado de la universidad tampoco fue contratado por su basta experiencia, dado que obviamente no la tenía. Lo que le había gustado a Misael fueron las enormes agallas de Gabriel de presentarse a pedir empleo a una corporación tan grande aun siendo un don nadie. Algo tan simple como eso le valió un trabajo en el cual ganaba millones al año. Y luego descubrió que el muchacho se desenvolvía de manera excelente en su trabajo y casi bajo sus mismos principios y fue por eso que le fue cogiendo gusto hasta que por fin se lo pudo llevar a la cama, otra de las cosas que Gabriel no hacía para nada mal.

 

Ya entrada bien la noche Misael y su abogado seguían en lo suyo más lujuriosos que nunca  hasta que decidió de muy mala gana regresar a su casa, no tenía animo para mover ni un tan sólo dedo, después de haber tenido sexo tantas veces ni fuerza le quedaba para eso pero tampoco le gustaba pasar la noche entera con cada uno de sus amantes, por eso es que se había sorprendido una de las tantas noches que después de forzar a Alex se quedó dormido al lado del pequeño, fue muy grande el susto que se llevó al despertar y encontrarlo a su lado. Encendió la luz y  al iluminarse la habitación vio al joven  acostado sobre la cama de manera bastante lasciva con sus piernas abiertas hasta donde podía y masajeando sus pezones, en el vientre del joven todavía se podía apreciar claramente los restos del semen del mayor, eso era para Misael, uno de los pequeños placeres en su vida, bañar cualquier cosa que se le pusiera en frente con su semen, podría sonar descabellado para algunos y hasta enfermizo, pero al hombre le gustaba más culminar sus orgasmos sobre el rostro o cualquier otra parte del cuerpo de sus amantes que dentro de ellos y si la situación lo permitía también le gustaba ver como lo saboreaban. Después de vestirse se acercó a la cama, se inclinó sobre Gabriel y con su dedo índice comenzó a jugar con el resto de sus fluidos corporales, al sentirlo el joven despertó y sonrió, oportunidad que aprovechó el mayor para introducir el mismo dedo con el que había estado jugando con ese liquido viscoso en la boca de Gabriel, quien lo saboreó sin titubear ya que ya se sabía todo los jueguitos de su jefe y los había adoptado como suyos. Misael sonrió maliciosamente como sólo él lo hacía y besó al joven para saborearse a sí mismo.

 

-Me dejas tan pronto y aun puedo muchas veces más, no me dejes así - señaló su entrepierna - se ha puesto duro otra vez

-Lamento dejarte en ese estado pero el dinero no se hace solo, ya sabes que tengo un negocio importante mañana, pero sí te portas bien prometo reservar una noche sólo para ti

-Eso prometiste el mes pasado - bufó el joven muy inconforme - a veces me gustaría ser como ese niño, ¿cómo se llamaba?... ¿Alex?, estoy seguro que te lo cogías todas las noches sin descanso. Me gustaría poder cogérmelo también estoy seguro que ha de ser una delicia, ¿se te apetece un trío?

-El niño es sólo mío, sólo yo me puedo dar el gusto de hacerlo mío y para serte sincero -sonrió lujuriosamente - nadie me satisface como lo hace él. Así que espero que hagas bien las cosas, tú empleo depende de ello, regrésame al niño y a cambio te daré cualquier cosa que quieras

-Mas noches como esta me bastan

-Ya veremos...

 

 

De camino a casa se dio cuenta que sus deseos no habían sido satisfechos en su totalidad, así que pensó que sería buena idea darle alguna visita sorpresa a alguno de sus tantos amantes, estuvo a punto de darle la orden a su chofer cuando supo que sólo había alguien capaz de satisfacerlo por completo y para su mala suerte por mucho que lo buscara y tratara de llegar a él, no podría, todavía no convenía. Igual hubo un cambio de planes, decidió pasar la noche en uno de sus hoteles porque ya no soportaba la presencia de "su esposa", la mujer no hacía otra cosa que no fuera ingerir alcohol y lamentarse por como estaban las cosas, no importaba cuantas veces intentara calmarla la mujer no entendía  y ese tipo de conducta era la que más le hacía perder sus cabales, era por eso que prefería alejarse de ella antes de perder la cordura y matarla a golpes, aunque sinceramente ganas no le faltaban. Lo único que le reconfortaba era la seguridad que tenía de que pronto volvería a saborear al delicado cuerpo de Alex y eso le bastaba para controlar toda su furia.

 

 

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Encontrar todos los datos personales de la abogada que llevaba el caso de su niño fue una tarea demasiado fácil para Chris, un poco de coqueteo por aquí y unas bonitas palabras por allá le valieron no sólo el nombre completo de la mujer si no de la de todos los integrantes de la familia así como el número telefónico de la residencia y de cada uno de sus celulares. Supo también la dirección y unas que otras cositas que consideró podrían serle de utilidad por si acaso.

 

Chris se sintió realizado, como cuando alguien consigue trabajo o pasa algún examen de admisión. Se sentía en completo control de la situación. Pronto recobraría su vida, pronto todos sabrían que él no era ningún juguete.  Su plan ya estaba en el horno, unos días más y lo llevaba a cabo. Nada podía salirle mal, ahora era su turno de salir a escena.

 

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Ambos hombres querían  lo mismo y ambos ya habían planeado la forma de conseguirlo, mientras tanto Alex seguía aferrado a su pacífica vida sin saber que el "nada dura para siempre" estaba a punto de llegarle para arrebatarle toda la felicidad que había ganado.

 

Notas finales:

Muy bien el capítulo tenía planeado publicarlo cuando ya tuviera los tres actos completos pero no pude esperar así que se los traje hoy, y eso que lo terminé el sábado. Los capítulos que siguen... pasa serles sincera aun no he trabajado en ellos aunque la idea general ya está decidida. Dependiendo de como sean aceptados decidiré si seguir la historia o finalizarla. Eso depende enteramente de ustedes, mis lectores, porque sin ustedes esta historia no hubiese llegado tan lejos.

¡20 Capítulos!

Esta es mi historia más larga así que muchas gracias por leerme y por estar conmigo durante estos 20 capítulos.

MUCHAS GRACIAS

Comentarios como siempre.

Los quiero un montón, no saben cuantos momentos felices he pasado gracias a ustedes. Aun no creo que mi historia pasara de las 5000 lecturas.... perdón es que estoy emocionada jeje =)

Para terminar ¡Cometarios por favor!

Muchos besos para todos, se los diera personal a cada un@ pero no se puede, si se pudiera lo hago no lo duden.

Cuidense.


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