Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ángel por Seiren

[Reviews - 266]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Después de tanto tiempo (lamento la larga espera) aquí está!, espero les guste ^^

 

CAPÍTULO 24: VISITA INDESEADA

 

Dos enormes y preciosas orbes grises se abrieron de par en par, unos sonrosados y bien formados labios esbozaron una leve sonrisa, y después de unos cuantos segundos, un recatado suspiro... El niño de los ojos grises se levantó de la cama y observó la escasamente iluminada habitación, nada dentro de ella había cambiado pero le había dejado de parecer tan lúgubre como en un inicio, como el primer día que le tocó ser encerrado dentro de esas cuatro paredes.

Alex colocó ambos pies sobre el suelo pero rápidamente los retiró al sentir el frío piso, hizo una mueca debido a eso pero nuevamente sonrió y sin más se levantó de la cama. Tomó las sábanas y las dobló adecuadamente, terminó de arreglar la cama y de acomodar la almohada y después de haber hecho eso tomó su toalla, ese día tendría que darse una buena ducha porque tenía visita y quería lucir presentable.

Kei ya había salido del hospital, de hecho ya habían pasado más de dos semanas desde que había sido dado de alta, pero aun así apenas y llegaba a visitarlo. Alex no lo culpaba ni le reprochaba nada, ni siquiera mencionaba el tema porque sabía que los padres de Kei aun estaban molestos y ese era un asunto que siempre temía tratar porque lo consideraba demasiado delicado, además que creía que aun era demasiado pronto para tratarlo aún más cuando ni él mismo se había perdonado del todo, se seguía culpando por lo que le había sucedido a Kei. Esa era otra cosa de lo que no se hablaba en lo absoluto, aun cuando Alex sabía lo que se sentía ser subyugado y ser forzado de esa manera; no se atrevía a preguntarle a Kei qué era lo que sentía o sintió él.

El pequeño Alex recordaba haber tenido muchas pesadillas después de la primera vez que su padrastro lo violó, recordó haberse sentido despreciado y miserable, indigno de lástima e incluso sucio; por tanto quería saber si Kei se había sentido o si se sentía de esa manera para así poder ayudarlo, aunque sabía que esto era prácticamente imposible dado que el pequeño sentía que si no se había podido ayudar a sí mismo no sería capaz de ayudar a alguien más. Lo que Alex no sabía era que Kei contrario a sus creencias no se había dejado afectar por lo acontecido, el pelinegro tenía más que claro lo que le había sucedido, lo recordaba e incluso aun lo sentía, y en las noches unos cuantos indiscretos sueños se lo recordaban, así que no había manera de olvidarlo; pero Kei tan fuerte como se había vuelto durante los últimos meses ya había superado todos sus temores, primero que todo los había aceptado, había aceptado que había sido violado; pero también había reconocido y aceptado que no valía la pena seguirse martirizando por eso, primero porque Alex lo necesitaba y segundo porque no quería darle ese gusto al tipo que lo había violado.

Kei no sentía rencor hacía Chris por haber  violentado tan bruscamente su cuerpo, sentía rencor hacía el ex modelo porque lo había utilizado y tratado de esa manera con el único propósito de lastimar a Alex, y eso si era algo que no toleraba y que no toleraría jamás, pero por el momento había dejado ese rencor a un lado, de hecho incluso se había olvidado de Chris dado que en lo único que estaba concentrado era en hacer a Alex feliz, para lo cual no necesitaba ningún tipo de distracción.

Alex se vistió con la ropa de siempre que ya comenzaba a verse muy gastada, los colores oscuros de sus camisetas estabas pálidos, lo mismo sucedía con sus pantalones y demás prendas de vestir. Su cabello había crecido un poco, su piel se había puesto más pálida y sus ojos - a pesar de todo el esfuerzo de Kei por mantenerlos anhelantes y felices - con el paso de los días se hacían cada vez más inexpresivos e incluso lúgubres, carentes de la vida y de ese brillo que alguna vez habían mostrado. Aun a sabiendas de que Kei no le guardaba ningún tipo de rencor sino todo lo contrario, Alex igual aun era incapaz de perdonarse a sí mismo y eso se notaba cada vez más de una manera tan clara que cualquiera podía percatarse de cómo la vida del niño se iba extinguiendo irremediablemente.

Había pasado un mes. Kei había estado en el hospital durante dos semanas, y no porque lo necesitara sino porque fue la única manera que su madre encontró para mantenerlo alejado de Alex, ahora habían pasado dos semanas desde que había sido de alta y por fin se iban a volver a encontrarse de veras y no efímeramente como lo había hecho cuando, sin que nadie lo supiera, se escapaba de su casa.

El niño con una ausente mirada grisácea, observaba superficialmente su reflejo en el espejo. Estaba más delgado, más pálido, muy descuidado, "Estás más feo y sucio" se dijo Alex internamente, incluso había aprendido a no exteriorizar esa clase de pensamientos porque sabía que a Kei le desagradaba que se tratara a sí mismo de esa forma, pero aun no había encontrado la manera de dejar de hacerlo, por el momento lo único que podía hacer era ocultar esas horribles cosas que sentía de sí mismo.

Una llamada del otro lado de la puerta lo despertó y lo puso al tanto de lo que sucedía, Kei por fin había llegado a verlo, por fin después de tanto tiempo lo vería como era debido. Se había pasado toda la noche pensando lo que haría al verlo; primero pensó que lo mejor sería recibirlo con un enorme abrazo, platicarían mucho, recorrerían el amplio patio de la casa - después de haber conseguido permiso de la encargada por supuesto - y después de todo eso y cuando estuvieran solos lo besaría, lo haría hasta el cansancio, y pensó que de presentarse la oportunidad también sería capaz de hacer mucho más que eso.

A pesar de su malestar emocional, de su depresión y de su soledad; siempre que se trataba de Kei, Alex se ponía feliz, se entusiasmaba de sobre manera, se alegraba e incluso sentía que todo a su alrededor estaba más que bien, que todo era perfecto, así creyó que sería ese día también, no esperaba que sucediera de otro modo.

Alex caminada algo apresurado después de que una de las mujeres que hacían asistencia social en la casa llamara a su puerta y lo llevara al salón donde se recibían las visitas. La sonrisa de Alex en ese momento era más radiante que el mismo sol, más hermosa y expresiva que cualquier otra sonrisa que hubiese mostrado en su vida y le había costado tanto sonreír de esa manera que pensó que no sería posible que nada ni nadie la deshiciera, pero no fue así, esa hermosa sonrisa desapareció al ver que no era Kei quien había llegado a buscarlo.

Sus pies en ese instante se paralizaron, su piel se erizó, sus ojos se abrieron de par en par... quiso correr, escapar de ahí, huir; pero no pudo, la mujer lo tenía bien sujeto de la mano.

 

-- ¿Qué no piensas saludar a tú papá?

 

Sólo escuchar esa voz hizo que Alex sintiera pánico, sus piernas vacilaron haciendo que callera sobre el piso, su cuerpo temblaba, y comenzó a transpirar a pesar de que el clima estaba agradable incluso se podía decir que frío. La mujer lo ayudó a ponerse de pie y lo guió hasta la silla situada en frente de donde se encontraba el hombre. Alex se sentó pero en ningún momento soltó la mano de la mujer.

 

-- No me deje solo con esta persona -- rogó con voz entrecortada, la mujer sonrió forzadamente mientras disimulada con perfecta naturalidad que no había escuchado la suplica del menor -- ¡no me deje a solas con él! -- suplicó Alex por segunda ocasión recibiendo esta vez una mirada reprobatoria por parte de la fémina quien de manera casi gatuna coqueteaba y se le insinuaba al visitante.

-- Me lastimas con tú comportamiento Alex, -- comentó el hombre al tiempo que apoyaba sus codos sobre la mesa para luego esconder su rostro bajo sus largas y gruesas manos.  -- yo lo único que quiero es sacarte de esta pocilga y darte una vida llena de lujos, una vida que sólo tú te mereces.

-- ¡Prefiero que me coman las ratas en este "pocilga" que volver a su lado! -- espetó Alex con mucha firmeza recibiendo otra mirada reprobatoria por parte de la mujer quien aun no se había dignado en marcharse.

-- ¡No digas cosas que podrían hacerse realidad! -- sentenció ferozmente el hombre, después miró a la mujer y con suma educación le pidió que los dejara solos, la mujer así lo hizo ignorando descaradamente las suplicas de Alex porque no lo hiciera -- incluso mi amor por ti tiene un límite Alex -- habló amenazadoramente el mayor -- deja de desafiarme tan descaradamente que de seguir así me harás perder la paciencia y no me haré responsable de lo que pueda llegar a sucederte a ti y a los que te rodean.

-- ¿Por qué...? -- cabizbajo Alex observaba sus manos con mucha impotencia, al final no importaba lo que él hiciera o lo que los demás hicieran por él, ese hombre siempre lo encontraba y lo subyugaba de mil y una maneras a tal grado que comenzó a hartarse de la situación, por un breve momento la idea de rendirse cruzó su debilitada mente. -- Estoy seguro que hay niños y niñas, adolescentes, e incluso mujeres y hombres más hermosos que yo, o más interesantes y experimentados, ¿por qué tengo que ser yo?

-- Porque te amo -- contestó el adulto sin pensarlo dos veces -- porque para mí no hay nadie en este mundo que se te compare; con solo verte me excito, mi pene se endurece y me lleno de deseo, mi mente solo me pide una cosa: ¡Viólalo!, ¡viólalo!, ¡VIÓLALO! -- gritó el mayor golpeando simultáneamente la mesa con ambos puños lo que realzó sus palabras y logró intimidar incluso aún más a Alex.

-- ¡No!, no, no, no, no, ¡ya basta!, ¡déjeme en paz!, ¡déjeme en paz! -- gritaba el pequeño desconsoladamente agitando su cabeza sin control alguno mientas sus manos permanecían fijas sobre la mesa.

-- Jamás -- susurró el más viejo casi con dulzura -- serás mío no importa como...

 

El hombre arregló su corbata mecánicamente, se levantó de la silla y con mucha paciencia se dedicó a observar el palidecido rostro del menor cuya expresión era una mezcla de muchos sentimientos dentro de los cuales sobresalía claramente el miedo y la desesperación. La bestia disfrazada de empresario tocó levemente uno de los hombros de Alex, dicho contacto hizo que el menor brincara de su asiento por el temor y los recuerdos que le produjo tal acción, el adulto rio y aprovechó el desconcierto del pequeño para tomar su rostro y plantarle descaradamente un beso sobre los labios, beso que Alex aborreció de inmediato pero del cual fue imposible escaparse.

 

Kei discutía muy fuertemente con sus padres casi a diario, ya estaba harto de que siempre trataran a Alex de una manera despectiva y de que se refirieran a él como si se tratara del peor de los delincuentes, más cuando él era la única y verdadera víctima en todo el asunto y cuando siempre había sido así; pero lo que más le molestaba era como su madre había descuidado casi en su totalidad el caso, a tal grado que había recibido citatorios por no haberse presentado en la corte en dos ocasiones, Kei no sabía mucho sobre el asunto, jamás se había interesado en el trabajo de su madre, pero por lo menos sabía lo suficiente para afirmar que nada de eso era bueno y lo único que conseguía su madre con ese comportamiento era poner en riesgo el caso y por tanto la seguridad y felicidad de Alex. No podía darse ese lujo, no podía permitir que el enemigo siguiera ganando terreno, si no se hacía nada tarde o temprano el caso se perdería y Alex iría a parar de vuelta a los brazos de la bestia sexual que por tanto tiempo había estado abusando de él.

Se miró en el espejo y por alguna razón arrugó el entrecejo, untó su cepillo de dientes con dentífrico y lavó su boca, después de eso peinó un poco su descuidado y desarreglado cabello. No llevaba más que unos jeans a medio abrochar y la toalla alrededor de su cuello; salió del cuarto de baño, tiró la toalla húmeda sobre la cama y tomó en su lugar una camisa que ya había dejado preparada que también estaba sobre la cama, era un sencilla y ligera prenda de algodón color negro con un estampado blanco que asimilaba las alas de un ángel en la parte trasera de la misma; se calzó y después de tomar su billetera y sus llaves abandonó su habitación.

Afuera un delicioso desayuno lo esperaba, el aroma de los huevos fritos y el tocino invadieron sus fosas nasales inmediatamente y no pudo evitar sentir algo de tristeza al saber que él se estaba alimentando como un rey mientras Alex sufría cualquier tipo de penurias, aunque éste le había asegurado que no era así, Kei lo había puesto en duda, creyó que era una mentira del niño para que no se preocupara más de la cuenta.

Sin que sus padres se dieran cuenta y con ayuda de Sara, Kei había estado saliendo a escondidas para ir a ver a Alex, pero tales encuentros eran tan efímeros que poco había conseguido con ellos, la razón por la que Kei no había querido perder contacto con Alex era porque sabía de sobra el tipo de locuras que podían atravesar la cabeza del niño al encontrarse en tal situación y era su deber cuidarlo y velar porque no hiciera nada que pudiera dañar irreversiblemente la integridad física y mental del menor; para lograr tal cosa se propuso visitarlo con muchas más regularidad, pero las cosas no le habían salido como él hubiese esperado y pocas veces había sido capaz de burlar la experta e intuitiva vigilancia de su madre. La mujer lo había detenido en muchas ocasiones y lo había reprendido en otras alegando que aun no era apropiado que saliera, que dejara que su cuerpo sanara por completo. Esto solo hacía que la impaciencia de Kei aumentara a tal grado que apenas podía diferenciar entre los días y las noches, provocando que rápidamente se viera afectado por lo que parecía un severo caso de insomnio.

Al llegar a la cocina aclaró su garganta para notificar a sus padres su presencia en la habitación. Elisa leía el periódico y Mario estaba tras el desayunador terminando de servir la comida en los platos los cuales rápidamente llevó hasta la mesa al reparar en la presencia de su hijo.

 

-- Prometieron que hoy no intentarían detenerme -- habló Kei acercándose a la mesa pero sin atreverse a tomar asiento.

-- Lo prometimos -- Elisa dobló el periódico y lo colocó a un lado, tomó las servilleta que tenía en frente y la desdobló para colocarla sobre sus piernas, hacía esto cuando se sentía incomoda y al parecer ese era el caso en ese momento.

 

No hubo más palabras durante todo el desayuno, sólo miradas y más miradas; unas eran reprobatorias y otras de preocupación pero ninguna de ellas logró convencer a Kei de que se quedara en casa.

 

Llamaban a la puerta de la habitación de Alex una vez más pero por parte del niño no se percibió felicidad alguna, estaba aturdido y en extremo conmocionado por la visita que había recibido temprano por la mañana, por lo mismo no sabía cómo sería capaz de actuar con normalidad frente a Kei, cuando lo que quería era contarle todo para escuchar de los dulces labios del adolescente que todo estaría bien, aunque ese no fuese el caso.

Alex se levantó de su cama y se calzó, espero a que la encargada -que ahora si era la misma mujer de siempre - abriera la puerta y lo invitara a salir. Al cruzar ese pequeño umbral Alex tomó fuerzas de todo cuanto pudo para esbozar una falsa sonrisa llena de anhelo y felicidad con el deseo de que fuera lo suficientemente convincentes para engañar a Kei, para hacerle notar que toda estaba bien. El pequeño lamentó como el encuentro con Kei se vio estropeado por esa indeseada visita matutina, deseó poder regresar en el tiempo para decirse a sí mismo que no se entusiasmara demasiado que no era Kei que lo había ido a visitar sino la bestia de sus pesadillas.

Cuando al fin llegó al lugar de reuniones se había sugestionado tanto que la sonrisa al ver a Kei le salió alarmantemente natural, el adolescente lo recibió con un abrazó y un disimulado beso en la mejilla los cuales fueron correspondidos y devueltos por el menor con la misma intensidad.

 

Los alrededores estaban silenciosos, después de todos eran raros los niños que recibían ese tipo de visitas, sobre todo porque la mayoría eran huérfanos. Mucho de los niños que vivían en esa casa hogar habían cometido algún tipo de delito, muchos otros habían sido víctimas de la violencia doméstica y habían sido dejados en el olvido porque ningún otro familiar se había dignado en hacerse cargo de ellos, y otros pocos eran niños que obligados por sus padres habían vendido su cuerpo en numerosas ocasiones con la finalidad de obtener algunas monedas, monedas cuyo destino fue terminar en las manos de un vendedor de drogas o en una licorería.

Nadie ahí había tenido una infancia feliz y pacífica, ninguno de ellos conocía en su totalidad el significado de la palabra "felicidad" más aún así parecían felices. Alex envidió a muchos de sus compañeros porque él jamás había sido lo suficientemente fuerte para aceptar y afrontar lo que le había pasado, Alex sintió que aparte de llorar mucho jamás había hecho nada por su propia cuenta para salir de la precaria situación en que su madre lo había sumido, porque en un punto de su estadía en la casa hogar el pequeño con mucha tristeza aceptó que su madre tenía gran parte de la culpa por lo que le había sucedido, tal aceptación lo deprimió de sobre manera, siempre había tenido a su madre sobre un pedestal muy alto, era su mujer adorada, su única familia, la mujer que siempre se había esforzado para mantenerlo feliz, para alimentarlo y cuidarlo, se preguntó en qué momento había cambiado su madre y se había convertido en la clase de persona que no le importaba sacrificar a los demás con tal de mantener el bienestar personal. Alex extrañaba a su madre.

Kei observó fugazmente los alrededores del salón de visitas, sólo estaban Alex y él, no lograba acertar si era así porque había llegado temprano o si era que en verdad muy pocos niños recibían visitas, creyó que la segunda opción era la más acertada y se entristeció, pero experiencias como esas le hacían valorar mucho más la infancia que tuvo y la familia que se esforzó porque así fuera. Después del breve vistazo incitó a Alex para que tomara asiento, él hizo lo mismo.

Los ojos grises del pequeño se fijaron casi de inmediato en la radiante sonrisa del adolescente, los sonrosados labios de Kei estaban arcados ligeramente dejando apenas ver la blancura de sus dientes, era una sonrisa que trasmitía mucha tranquilidad. Alex sin que se diera cuenta terminó copiando el estado de ánimo de su novio, aunque fue a medias, porque la visita del monstruo aun rondaba su cabeza provocándole todo tipo de sentimientos para nada placenteros.

 

-- ¿Estás bien? -- preguntó Kei al tiempo que se inclinaba sobre la mesa para alcanzar la pálida mejilla de Alex y acariciarla -- te noto algo extraño y distante.

-- Estoy bien -- contestó Alex agachando levemente la mirada.

-- Ven aquí -- pidió Kei que ya se había reincorporado apropiadamente sobre su silla -- nadie nos va a ver, no hay más nadie aquí.

 

El pequeño obedeció pero muy dubitativamente se levantó de su lugar y se acercó a Kei. Cuando Kei lo tuvo a una distancia prudente tomó su mano y sin que Alex lo esperara lo sentó sobre sus piernas y rodeó su cuerpo en un fuerte y prolongado abrazo.

 

-- Te quiero -- susurró el mayor -- te amo.

--También te amo -- dijo Alex cuyas mejillas comenzaron a arder y a ruborizarse sin control -- te amo más que a nadie en este mundo -- agregó con mucha dulzura mientras se encogía entre los brazos de Kei -- te amo Kei.

-- Alex...

-- Y no importa lo que me pase, o lo que me hagan... -- interrumpió el menor -- incluso cuando deje este mundo te seguiré amando.

-- No digas esas cosas -- lo detuvo Kei, cuyos ojos, sin razón aparente, comenzaron a llenarse de lágrimas -- ya no te pasará nada malo, yo estaré siempre aquí, a tú lado para protegerte, no digas cosas como que dejaras este mundo; no me gustan, me dan miedo y hacen que me sienta muy triste.

-- Lo siento... -- susurró Alex quien no encontró fuerza alguna para decirle a Kei que había recibido una horrible visita ese día, una visita que le había robado toda la esperanza que con tanto esfuerzo había recuperado. -- ¿Kei?

-- Dime Alex.

-- ¿Quieres besarme? -- preguntó tímidamente.

-- Me encantaría...

 

Kei soltó a Alex de su apretado abrazo, el niño casi se echa a llorar al ver las pocas lágrimas que habían derramado los ojos de Kei y cuyos rastros apenas eran visibles sobre las sonrojadas mejillas del mayor. El pequeño acarició el rostro de Kei, suave y pausadamente sintiendo no sólo la tersa piel si no también la calidez de la misma. Después de hacer esto fue bajando lentamente las manos de manera insinuante, tocando el cuello del mayor, su pecho y llegando un poco más abajo, y hubiese llegado mucho más abajo de no ser por Kei quien tomó las manos de Alex para llevarla hasta sus labios y besarlas.

 

Mientras tanto Misael sonreía casi descaradamente, hacía unos segundo atrás había recibido una carpeta llena de documentos los cuales fueron los responsables de la felicidad que en ese momento estaba sintiendo. Galantemente se levantó de su escritorio, ya estando de pie siguió observando los papeles para luego dejarlos nuevamente sobre la mesa y acercarse seductoramente al joven que con una felicidad similar a la de su jefe servía licor en dos lujosos y brillantes vasos de cristal. El mayor se acercó al joven abogado por la espalda rodeando su cintura y colocando un húmedo beso sobre su cuello. Gabriel sonrió victoriosamente, le había costado mucho pero al final logró convencer al juez de que desestimara el caso por la ausencia de la abogada acusadora y por falta de pruebas, después de todo era la palabra de un pequeño de casi catorce años contra la de un emprendedor empresario cuyas obras de beneficencia eran conocidas a lo largo y ancho de la ciudad e incluso había atravesado las fronteras de esta; desde un inicio Gabriel supo que su jefe tenía las de ganar, pero aun así la abogada había representado un obstáculo muy grande, más grande de lo que él había previsto.

 

-- Quién diría que el mismo Alex sería quien nos ayudaría a resolver este pequeño imprevisto -- comentó el abogado al tiempo que le tendía el vaso lleno de licor a su jefe -- con sus acciones sólo logró que el único abogado con las agallas suficientes para enfrentarnos se retirara.

-- Es el destino -- dijo Misael después de haberle dado un pequeño sorbo a su bebida -- ese niño tiene que estar a mi lado...

-- A su lado para ser violado todas las santas noches por el resto de su existencia. -- Agregó Gabriel -- En ese sentido le tengo mucha envidia, ya me gustaría ser yo a quien usted viole todas las noches.

-- Eso tiene solución -- susurró el mayor dejando el vaso sobre el escritorio para después acercarse al más joven para depositar un apasionado beso sobre los labios de este -- ¿te he dicho que el licor resalta el sabor de tus labios?

-- Me halaga señor -- contestó el abogado mientras dejaba que su jefe estrujara sus glúteos de manera brusca y casi dolorosa -- supongo que esta noche celebraremos.

-- Celebraremos otro día -- el empresario dejó lo que estaba haciendo y tomó nuevamente su bebida -- esta noche quiero que vayas por él, lo quiero en mi casa antes de las nueve de la noche.

-- Así será señor.

 

De un solo sorbo Gabriel terminó el resto de su bebida, se despidió de su jefe con un prolongado y húmedo beso y se encaminó hasta su oficina, tenía que hacer muchas llamadas. Para su suerte no era nada difícil obtener la custodia del menor, menos aún con lo que había sucedido, y mucho menos aun por el poder que tenía su jefe, un par de llamadas solucionaría todo.

Muy en el fondo el abogado sentía unos celos viscerales hacía Alex, no era que quería la atención de su jefe, simplemente encontraba fascinación en la fascinación que Misael mostraba por el menor y eso de alguna manera le provocaba celos.

Mientras hablaba por teléfono de una de las gavetas de su escritorio sacó una carpeta con toda la información que tenía sobre Alex, pero no era esa información lo que buscaba, su objetivo era encontrar esa fotografía del niño que lo había dejado hechizado, con el primer vistazo supo que el incontenible deseo de su jefe por ese niño estaba justificado de sobra: esa radiante sonrisa, esos expresivos y brillantes ojos grises, esa piel pura y casta a pesar de todas las veces que había sido tocado sin consentimiento. Con todo eso el abogado también sentía envidia de su jefe, ya que era el que tenía el privilegio exclusivo para abusar del menor.

 

-- Sólo una vez -- susurró el abogado para sí mismo -- con una vez me basta...

 

Alex había llevado a Kei por cada rincón de la casa, a la hora del almuerzo había almorzado en el comedor con todos los niños; todo eso fue posible por cierta llamada hecha por cierto oficial de policía que le profesaba un especial cariño a la parejita. Gracias a esto los dos apenas habían sentido la presión de verse en un lugar tan poco familiar, ya que pocos minutos bastaron para hacer el lugar suyo, aunque en realidad esto poco les importó después de que la presencia del otro acaparara casi mágicamente su atención. Hacía mucho, después de todo, que los dos estaban juntos durante tanto tiempo, y durante todo ese tiempo no se habló de nada malo, no se recordaron los eventos pasados ni los sentimientos adversos y desagradables que estos acarrearon, no se habló de los padres de Kei ni de cualquier otra persona que no fueran ellos dos.

Apenas y hubo caricias y qué decir de besos, dado que eran constantemente observados, pero aun así el simple hecho de estar juntos hizo que todo lo demás y los demás pasaran a segundo plano sin siquiera esforzarse porque así fuera.

 

-- Vendré a visitarte pronto -- prometió Kei -- ¿quieres que te traiga algo?

-- No es necesario -- se rehusó Alex -- estoy bien.

-- ¡Vamos! -- cruzó los brazos y lo miró sonriente -- déjame consentirte un poquito.

-- Es que no sé... -- susurró el pequeño agachando la cabeza -- no sé qué pedir.

-- ¿Pero no te opones a que te traiga algo verdad?

-- No...

-- ¡Será una sorpresa entonces!

 

Alex ya sabía que no habría otra visita como esa, sabía que ya no volvería a ver a Kei, sabía que sus acciones habían hecho que el esfuerzo de los padres de su novio por regresarle su libertad se hubiesen ido por la borda, había entendido que lo sucedido con Chris sólo había empeorado la situación hasta un punto sin remedio. Más aún sabiendo todo eso, se esforzó al máximo para aparentar calma y felicidad, en resumen, para parecer que la esperanza aún no lo había abandonado.

 

-- Siempre te voy a amar mucho Kei -- dijo Alex sorprendiendo un poco a Kei que no se esperaba que el niño dijera algo como eso, por lo menos no se lo esperaba en ese momento -- te amaré para siempre, prométeme que nunca lo vas a olvidar por favor, promete...

-- No es necesario -- interrumpió Kei -- yo lo sé, lo sé ahora y siempre lo sabré, jamás dudaré de tus sentimientos por eso no te preocupes Alex, lo sé...

 

La despedida fue agridulce, ninguno de los dos quería dejar ir al otro, los dos desearon que el tiempo se detuviera para que ese día viviera para siempre...

 

Alex regresó a su habitación y al entrar a ella se tiró al suelo y sin poder contenerse más, comenzó a llorar, esa había sido la despedida, ya no lo vería más, aunque quisiera sabía que no tenía que hacerlo porque lo que Alex más temía en el mundo era que alguien lastimara a Kei, y fue este temor que le hizo darse cuenta de manera errónea que era él mismo quien más lo lastimaba.

Se levantó del suelo y limpió sus lágrimas, en ese momento hizo un pacto consigo mismo: jamás volvería a llorar. Se sentó sobre su cama para echarle un último vistazo a su habitación, los demás niños compartían habitación pero no había sido ese el caso con él, en ese momento pensó que ni hubiese estado nada mal si hubiese compartido habitación con alguien, pero ya era demasiado tarde para pensar en esas cosas.

Después de unos eternos minutos en silencio decidió arreglar sus cosas, ya conocía de sobra el modus operandi de su agresor, y sabía que era cuestión de tiempo antes de que alguien llegara por él. Así que arregló las pocas cosas que tenía y que consistían mayormente en su ropa vieja y gastada, no sabía por qué se la llevaba, sólo sabía que no quería dejarla ahí dado que era la evidencia de que había estado en ese lugar, era la evidencia de su existencia, y quería que todo el mundo se olvidara de él; Alex simplemente quería desaparecer.

Unas horas más tarde alguien volvía a llamar a su puerta, Alex tomó sus cosas y antes de que la mujer le dijera que podía irse el pequeño ya había cruzado la puerta cargando únicamente la mochila en la cual Kei le había llevando unas cuantas prendas para vestir.

Gabriel sonrió de oreja a oreja cuando vio a Alex y la actitud tan sumisa que había adoptado. El abogado entregó un par de papeles a la encargada del lugar para que los firmara y de igual manera él firmó otros, después de haber hecho todo lo que se tenía que hacer, el abogado tomó la mano de Alex y lo guió hasta su lujoso auto, incluso descaradamente abrió le abrió la puerta y aun más descaradamente le colocó el cinturón de seguridad, Alex ni siquiera se quejó.

El abogado puso a andar el auto, la sonrisa aun no había desaparecido de su rostro. Observó la hora en el reloj del tablero: 8:10.  Aun tengo tiempo, pensó maliciosamente, por lo que decidió tomar un ligero desvío.

En la radio sonaba una balada romántica, a Alex le pareció familiar pero no supo si era sólo su imaginación o si en realidad ya la había escuchado antes, pero no le importó, mucho menos cuando sintió como el abogado había decidido olvidarse en la palanca de cambios para centrarse en acariciar sus piernas. Alex observó al joven algo sorprendido, había algo en él que le recordaba alarmantemente al monstruo que tanto odiaba pero no supo descifrar con exactitud qué era. Gabriel detuvo el auto acatando la señal roja del semáforo, miró lascivamente a Alex y se deleitó al ver que el pequeño no detenía sus - cada vez más insinuantes - avances.

 

-- Veo que estás bastante familiarizado con este tipo de contacto -- comentó Gabriel fingiendo serenidad cuando por dentro estaba que se moría de deseo.

-- No es eso -- contestó Alex -- sólo es que no siento nada cuando es un animal quien me toca. Me pregunto qué pensará su jefe si se entera de esto -- agregó con confianza -- su jefe es un bastardo a quien no le gusta que otros toquen sus juguetes.

-- Parece que lo conoces muy bien -- sonrió complacido el abogado, le había gustado el giro en los acontecimientos, jamás había sido fanático de las cosas que se obtenían con demasiada facilidad así que encontró la resistencia de Alex fascinante y tentadora -- parece que te mueres por verlo.

-- No puedo esperar -- contestó Alex sarcásticamente, se desbrochó el cinturón y se inclinó sobre Gabriel -- su pene es enorme y duro, cuando me coge lo hace muy violentamente... -- se mordió el labio de manera lasciva para después llevar una de sus manos a la entrepierna del abogado -- cuando me la mete, siento que su enorme pene llega hasta mis entrañas, hasta mi estomago, me hace gemir como a un zorra, me lo hace tan bien que siempre termino pidiendo más... más, más, más...

-- Alto ahí -- sonrió el abogado -- no caeré en tu jueguito...

-- ¿Cuál jueguito? -- Alex se hizo el desentendido mientras se reincorporaba en el asiento y se abrochaba el cinturón -- sólo quería pasarla bien...

-- Quieres meterme en problemas ¿no es así? -- sonrió nuevamente -- pero si en realidad quieres pasarla bien sólo tienes que esperar unos cuentos minutos, estoy seguro que mi jefe se muere por violarte, ¿así es como te gusta no?, además... yo sé muy bien cómo se siente ser violado por él...

 

El auto comenzó a andar al brillar la luz verde del semáforo, Alex no sabía por qué había actuado de esa manera, creyó que lo había hecho para hacer parecer que nada de lo que le estaba por pasar le importaba.

La mansión seguía tal y como la recordaba, porque desgraciadamente aun la recordaba. El pequeño bajó del auto, esta vez sin ayuda del abogado, tomó una larga y profunda bocanada de aire... era hora de despedirse de la poca libertad que le quedaba, si es que en realidad alguna vez la tuvo...

Notas finales:

Al fin apareció quien temiamos que apareciera, y el hombre es bastante eficiente y eficaz porque en muy poco tiempo logró conseguir (gracias a su abogado) lo que tanto quería.

Eso me pone triste.

Ahora viene lo feo, después de lo que Alex le hizo la bestia esa no se va a quedar como si nada...

Espero que les haya gustado el capítulo, cualquier comentario, duda, sugerencia, critica, etc, etc, es bien recibida (y pueden dejarmelo en un review XD)

Pido disculpa <== ¡que descarada!

Bueno, pero pido disculpas por haber demorado tanto, es que no tenía ni la más mínima idea de cómo quería que siguiera esta historia, al fin encontré el camino (no todo) y más o menos sé cómo quiero que siga.

Gracias por su constante apoyo, las y los aprecio un montón, tanto que las palabras no me ajustan para expresarlo.

Gracias por estar conmigo después de tanto tiempo, aun recuerdo el miedo que sentí al publicar esta historia, temía en un inicio que no gustara, ya después temí no ser capaz de seguir cumpliendo sus espectativas, pero al parecer vamos bien, (Vamos bien verdad?)

Un beso enorme y un millón de abrazos.

Muchas gracias! ^^

 

PD1: Por cualquier cosa desde ahora les deseo una feliz navidad, espero que se la pasen super con su familia y amigos.

PD2: No olviden comentar =D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).