�ngel por Seiren

Kei estaba preocupado, el menor no contestaba ninguna de sus llamadas, temía que algo malo le hubiese ocurrido. Se había ido de repente y Sara le había comentado que al parecer Alex no se sentía bien. - No seas negativo, seguro sólo está dormido - trató de calmarse. Pero el niño siempre se apresuraba a contestar sus llamadas y mensajes, no era normal en él ignorar sus llamadas e incluso cuando lo hacía inmediatamente recibía un mensaje de su parte en el cual se disculpaba por no poder atender la llamada en esos momentos.

No era normal y Kei lo sabía, no conocía el niño de hace mucho pero lo sabía, algo estaba mal. La manera en que se había ido, el comportamiento de Sara, ¿acaso era probable que ella sintiera celos?, ¿le habría dicho algo?... su mala costumbre, miles de preguntas comenzaron a surgir en su cabeza y para colmo no parecía tener la respuesta de ninguna. 

Lo intentó otra vez, no obtuvo respuesta así que no lo dudo más, iría a casa de Alex ya era tarde pero sólo de esa manera se tranquilizaría.

Tomó una camisa que lo abrigara más y sin más salió de su habitación con paso apresurado, no podía explicarlo, pero por dentro sentía una gran angustia, tenía el presentimiento de que algo malo le pasaba a Alex.

Desde que supo que ese tierno niño estaba siendo maltratado algo había cambiado dentro de él. Se había vuelto más sobre protector incluso ya había pensado en formas para ayudar al pequeño, y no era por lástima precisamente aunque no se negaba a sí mismo que en realidad había algo de eso; sencillamente para él Alex era especial, por eso lo había besado, aunque en su momento no lo había considerado un beso como tal ahora lo había reconsiderado. No podía sacar de su cabeza esos dulces labios, esos ojos que lo hechizaban, todo de él le gustaba pero no sólo su apariencia, el niño era increíblemente dulce y atento a pesar de todo lo que atravesaba, tenía una fortaleza digna de admirar y eso era lo que más le gustaba y lo que más le preocupaba al mismo tiempo, porque sabía que el niño no lo diría nada.

Sus padres estaban en la sala como de costumbre, a veces las muestras de afecto entre ellos lo apenaba pero en el fondo le hacía muy feliz ver que sus padres se quieran tanto. Ese era el único tiempo que tenían libre y estaban tan acaramelados abrazándose y besándose que le dio pena interrumpir.

- Umm... papá voy a salir un rato -

- Pero ya es tarde - contestó su mamá

- ¿Vas a ver a alguien? - preguntó el papá

- A un amigo, estoy algo preocupado, en la tarde no se sentía bien, le hablé para ver como seguía pero no contesta

- Alex de seguro estaba muy cansado y a estas horas ya debe estar dormido - trató de reconfortarlo su padre quien era más sensible que su madre Kei creía que la profesión la había endurecido

- Es sólo que... no sé, dentro de mí, siento esto... es como un mal presentimiento. La verdad es que no sé qué me pasa, estoy muy angustiado... simplemente quiero verlo - confesó Kei sonrojándose - no sé qué me pasa, no sé qué hacer...

- Hijo, primero tienes que calmarte un poco - el hombre se acercó a Kei y lo abrazó - hay algo más ¿verdad?, si no, no creo que estarías tan preocupado, ¿quieres hablar con tu madre o conmigo?

- Creo que alguien lo maltrata, la otra vez vi cicatrices en su cuerpo, no parecían ser muy graves pero si eran muchas...yo quiero protegerlo, no quiero que nada malo le vuelva a pasar... pero él no me dice nada, quién lo lastima o por qué, nada

- Kei, tranquilízate - le dijo su madre más como una orden que para tratar de calmarlo - preocupándose no se gana nada, primero que todo si tú amigo está siendo maltratado debemos proceder legalmente

- Pero él no dice nada - replicó Kei - y no sé si ocurre en la escuela, en su casa o si simplemente es un incidente aislado...

- Aunque tu amigo no diga nada, me atrevo a conjeturar que está siendo maltratado en su propia casa, me baso en las estadísticas para ello

- Y a mí que me importan las estadísticas - gruño Kei - madre no me gusta que me hables así, yo no soy ninguno de tus clientes, soy tu hijo y simplemente te estoy pidiendo un consejo

- Ya, ya... cálmense los dos - intervino su padre - cariño déjame hablar a solas con el ¿sí?

- De acuerdo pero creo que entre más rápido se proceda mejor - besó a su esposo y dejó la habitación

- Kei, no te pongas así con tú madre

-Lo siento...por eso es que te digo papá, que no sé qué me pasa, estoy extraño

-Es de lo más normal que estés preocupado

- No creo que sólo sea eso... yo...

- Este amigo tuyo... lo quieres mucho ¿verdad?

- Si...hace poco que lo conozco y son pocas veces la que nos hemos visto, mayormente hablamos por teléfono o intercambiamos mensajes de texto... aun así ya lo quiero mucho...

- ¿Y qué tan seguro estás de que lo maltratan?

- Pues como ya mencioné, papá, vi las marcas en su cuerpo y él se asustó tanto que por eso supuse que alguien lo lastimaba y además el no lo negó sólo me dijo que aun no podía hablar de ello

- Intenta hablar con él, gánate su confianza, haz que él sea quien venga por tu ayuda si lo presionas demasiado temó que simplemente lo ahuyentaras, sé que no suena bien pero no se qué otra cosa podemos hacer si él se rehúsa a decir algo

- Si, pero quisiera actuar rápido, no quiero que siga sufriendo

- Primero verifica tus suposiciones luego pediremos la ayuda de tu madre, de acuerdo

- Esta bien papá, Alex de verdad es muy importante para mí, no puedo quedarme sin hacer nada, incluso he pensado que...tal vez también abusan de él... sexualmente... ¡Dios! sólo de pensar en eso me hierve la sangre

- Tranquilízate tienes que mantener tu mente clara y despejada así notaras con más facilidad cambios en su comportamiento así sabrás que es lo que en realidad le pasa y solo así podrás ayudarlo - abraza a su hijo nuevamente - eres un buen chico, ya verás que lograras ayudar a tú amigo de eso no hay duda

- Eso espero papá

- Muy bien - dijo el hombre levantándose del sillón - será mejor que te vayas a la cama, mañana temprano puedes ir a ver a tu amigo

- Está bien - aceptó Kei algo insatisfecho

- Y discúlpate con tu madre

- Lo haré

Kei rápidamente fue y se disculpó con su madre, inmediatamente después se metió en su cama aun intranquilo, no podía conciliar el sueño y Alex no salía de su cabeza. Recordó esa única vez en la que el niño dormía en esa misma cama tiernamente entre sus brazos, y quería tenerlo nuevamente así y abrazarlo sin necesidad de que él se lo pidiera, - Alex, ¿por qué pienso tanto en ti? -susurró. De repente el teléfono sonó, reconoció el ringtone y se decepciono un poco, era Sara, y no tenía ganas de hablar con ella porque sospechaba que ella le había dicho algo a Alex y que había sido eso lo que había puesto mal al pequeño. Así que ignoró la llamada. Deseó que hubiese sonado el ringtone que había seleccionado para Alex, era una tonada de un videojuego que el niño le había dicho le gustaba mucho.

Con el teléfono celular entre sus manos, pensó en las mil y una cosas que haría con Alex, quería tener a ese niño a su lado siempre. Suspiró, en la agenda de su teléfono buscó el número de Alex y lo llamó, otra vez. Y otra vez no obtuvo respuesta alguna, de verdad que estaba desesperado. Pero no era como que pudiera hacer algo esa noche.

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El móvil comenzó a vibrar nuevamente pero a los pocos segundos se detuvo, Alex a pesar de la situación en que se encontraba se sintió aliviado, un poco más el teléfono caería a suelo. Algo absurdo había cruzado por su mente, si el teléfono caía ¿cuál era la probabilidad que esa diminuta tecla verde fuese activada por el impacto?, la llamada sería contestada y del otro lado Kei escucharía los horrorosos gemidos de la bestia que estaba abusando de él y que estaba más insaciable que nunca, - absurdo de verdad, mira en lo que piensas cuando juegan con tu trasero Alex, de verdad que estás perdiendo la cordura - habló consigo mismo. 

Para cuando "todo" hubo pasado, tomó su teléfono, lo miro y fijo su atención en las tres letras que más resaltaban, Kei. Y de pronto quería verlo, una mirada suya bastaba para sanar su agotado corazón. Pero no podía, Sara lo odiaba y ella era la persona especial de Kei, no tenía oportunidad y si la hacía enfadar estaba seguro que ella haría hasta lo imposible para alejarlo de Kei. Si le pareció una buena persona al inicio unos pocos minutos fueron necesarios para reconsiderar su opinión.

Pero no iba a malgastar su tiempo en ella, para evitarse cualquier problema lo mejor que podía hacer era ignorarla y comportarse cuando estuviera con Kei estando ella presente también Haría todo lo que le fuese posible pero jamás permitiría que la susodicha le impidiera estar al lado de su ángel, su única fuente de felicidad.

En ese momento no se encontraba con el mejor de los ánimos, pero había recibido tantas llamadas y mensajes por parte de Kei, de verdad que el chico estaba preocupado por él y no quería que se sintiera angustiado por su culpa. Así que aunque con muchas dudas decidió llamarlo.

Espero pacientemente, deseando que Kei contestara su llamada, sabía que ya era tarde y que lo más probable era que ya estuviese dormido pero aun así siguió intentando, una segunda, tercera, cuarta y hasta una quinta vez, pero del otro lado jamás le respondieron. Al final no le quedó más que tratar de conciliar el sueño, desesperadamente necesitaba un buen descanso.

Se despertó en la mañana por el sonido de su reloj despertador, lo tenía posicionado sobre su escritorio, de esa manera, si o si, tenía que levantarse para apagarlo.

Y no le quedó de otras más que levantarse. Con muchas dificultades llegó hasta el escritorio, tomó el reloj despertador y en un arranque de furia matutino lo estrelló contra la pared y el estrepitoso sonido del objeto impactando sobre la pared al fin lo despertó.

Habiéndose terminado de arreglarse, cogió su mochila y medio la organizó, sacando unos libros y metiendo otros. Terminó y se dirigió al comedor en donde un lujoso desayuno lo esperaba, pero no tenía apetito así que ni lo tocó, se limitó a tomar una mandarina para ir comiéndosela en el camino hacia la escuela.

Salió a hurtadillas de su casa, quería caminar. La mañana estaba fresca, el cielo levemente despejado, de seguro comenzaría a llover en cualquier momento pero eso no era algo que le importara.

Con paso muy lento comenzó a circular por aquellas calles, llenas de personas que también iban a la escuela o al trabajo, gente desconocida. Y estar rodeado de toda esa gente lo hacía sentirse más sólo. Kei era el único que podía llenar su vacio interno, él era la única persona que de verdad quería con todo su corazón, cuando estaba con él olvidaba todo, con él simplemente se sentía feliz.

Pero no estaba seguro de cuando lo volvería a ver o cuan seguido lo haría y eso hacía que sintiera una estreches por dentro, porque si fuera posible sólo se la pasaría con él, era lo único que deseaba, y parecía que la fortuna le sonreía esa mañana, cuando llegó a un cruce pudo ver que del otro lado, estaba la persona de su eterno afecto y parecía que estaba esperándolo. Estaba  muy nervioso, y ese hombrecito verde que señalaba que podía cruzar la calle no aparecía, unos segundos le parecieron horas, se sentía tan cerca de él, pero en el fondo sabía que aun estaba muy lejos.

- Buenos días - sonrió Kei con una sonrisa y un rubor indisimulable cubrió las mejillas del niño

- Hola... Kei - y viéndolo ahí frente a él, Alex simplemente no pudo frenar sus deseos, se acercó a Kei y sin que este se percatara lo abrazó - Kei... Kei... te quiero tanto...

- ¿Alex? - el joven se ruborizó y no era para más, mucho de los peatones desviaron su mirada hacia los dos muchachos y a su inusual muestra de afecto, una escena muy conmovedora sin duda, incluso algunas jovencitas aprovecharon para captar ese tierno momento en sus celulares.

- Kei... sálvame por favor... ya no quiero sentirme tan solo... te necesito - Alex. No lloraba, pero no era necesario que lo hiciera, Kei podía sentir que el niño necesita de él

- Alex, estoy contigo, tú ya no estás sólo -

- ¡No es cierto!... yo... - se separó de Kei y sin verlo se disculpó - lo siento no sé lo que digo, anoche tuve una pesadilla y yo...

- No me mientas, sé que no es por eso, ¿por qué simplemente no me dices la verdad?

- No... yo... no es nada - mintió con una triste sonrisa en su rostro

- ¿Estás así por algo que te dijo Sara?

- ¡No! -

- Yo sé que te dijo algo - tomó la mano del menor - ven conmigo

- No quiero, tengo que ir a la escuela

- ¡Eso no me importa!

Alex  no podía hacer nada, Kei sujetaba su mano tan fuertemente que no le permitía escaparse, parecía molestó, pero no era como que podía decirle la verdad, tenía miedo de su reacción.

Durante unos minutos no tuvo ni la más remota idea de hacia dónde Kei lo llevaba y estaba tan confundido por el comportamiento de su amigo que se percató de ello ya estando allí, enfrente de la casa de si amigo.

Kei momentáneamente soltó la mano de Alex, lo hizo para sacar las llaves de su bolsillo y abrir la puerta de su casa, habiendo hecho esto, sujetó la mano de Alex nuevamente y lo llevó hasta su habitación. Prácticamente lo tiró sobre la cama, Alex estaba demasiado sorprendido como para decir algo, sólo noto como Kei aseguraba la puerta.

-De aquí no sales hasta que me digas la verdad -

- No puedes obligarme a hacerlo

- Vamos Alex, ¿acaso no confías e mí? - Se entristeció Kei - ¿acaso crees que no puedo ayudarte?

- No es eso, no sabes lo cuanto que me has ayudado

- No es suficiente, sé que puedo hacer más por ti, quiero hacer todo lo que esté a mi alcance para que seas feliz... quiero verte sonreír - suspiró cerró los ojos un momento y luego se sentó al lado del niño tomando su mano nuevamente - eres mi amigo... te quiero mucho, de verdad te quiero Alex - estrechó a Alex entre sus brazos - te quiero

- Yo también te quiero Kei... yo... quiero que estemos así para siempre - sollozó el menor

- Para que eso suceda tienes que confiar en mí

- Lo sé, pero es que hay algo dentro de mí que me lo impide, no puedo...

- Esta bien, lo siento... siento tanto haberte tratado así pero es que estoy desesperado, no puedo hacer nada, tu estas sufriendo y yo no sé qué hacer

- Con que estés a mi lado es más que suficiente, con que me llames por mi nombre es más que suficiente, con sólo abrazarme haces más de lo que jamás nadie ha hecho por mí... tú ya tienes a Sara eso lo entiendo, pero, con que me des un pedacito de tú corazón seré feliz...

- ... Alex... - Kei no pudo decir nada más, algo dentro de él comenzaba a arder desesperadamente, en su cabeza tenía la leve idea de lo que podía ser pero se negaba a afirmar que así era

- Sara... si me dijo algo pero no te enojes con ella - confesó Alex soltándose del abrazo de Kei

- ¿Qué te dijo?

- Bueno está celosa...creo y me dijo que... será mejor que no te lo diga - dudó Alex

- Dime - ordenó el mayor

- mmm... fue algo así como que me estaba aprovechando de las circunstancias... ya sabes...

- Ridículo, ella puede ser mi novia, pero tú eres mi amigo y tiene que aceptarlo

- No es necesario - replicó Alex - con tal que tú pienses as,í está bien

- Cuando me miras con esos ojos no puedo decirte que no - acarició el rostro de Alex - me gustan tanto

- Pues ya sabes que son tuyos - bromeó el pequeño

- Si, quisiera que jamás dejaras de verme así - confesó avergonzado, sus mejillas se tornaron de un rojo claro - Alex... me confundes

- ¿Qué dices? - Kei había dicho eso tan bajo que no logró escucharlo

- Yo... - en un impulso repentino, besó la frente del niño, sus mejillas, su manos Kei quería hacerlo y no podía detenerse, esa persona enfrente de él era tan hermosa no pudo resistir la tentación

- ¿Kei?... ¿qué sucede?... - balbuceo  Alex sorprendido y extasiado al mismo tiempo

- Déjame hacerlo... no entiendo simplemente quiero hacerlo - suplicó Kei al tiempo que besaba el cuello del niño - Alex... Alex... ¿qué me haces?... ¿por qué me siento de esta manera?

- No te entiendo, y no he hecho nada... - dijo Alex cuyo cuerpo vibraba por el calor que tantos besos le proporcionaban - yo tampoco había sentido algo como esto... me gusta... pero...por favor no sigas - dijo lo último con mucha fuerza de voluntad porque en realidad no quería que Kei se detuviera

- ¿Por qué?

- Porque... si ti no sabes porque lo haces entonces no tiene sentido, cuando le sepas entonces...

- Lo siento

- No tienes porqué disculparte

Kei estaba muy apenado y confundido, Alex notó eso se acercó a él, lo abrazó y cuando Kei menos lo esperaba el niño lo besó.