El hermoso bosque se hacía ver en este paisaje, ese bosque que poseía arboles gigantes que se erguían a metros del suelo y daban a ver las hojas verdes y floridas. En ese hermoso bosque que siempre me cautivo por sus flores exóticas y nacaradas que daban exquisitos perfumes, perfumes que ambientaban este ámbito a los grandes y pequeños animales salvajes que muchas veces nos sirvieron de alimentos.
La noche estaba hermosa, el cielo era obscuro, completamente negro y en ese manto azabache se vislumbraba las más brillantes estrellas del universo que simulaban a pequeñísimas lucecillas que se escapaban del ennegrecido paraíso, mientras que la gran e imponente luna escarlata nos iluminaba a ambos.
Estamos recostados en la maleza fría y húmeda pero que no dejaba de ser delicada y cómoda casi asimilando a una cama de plumas. Hace mucho que no estamos juntos gracias a las largas misiones a las que le eh mandado y hoy tengo la dicha de tenerlo solo para mí y poder compartir un sano y armonioso momento de mi vida con él.
Nos quitamos la molesta capa de Akatsuki, las zapatillas y el protector ninja que nos marcaba como asesinos renegados, deseábamos estar cómodos, deseábamos estar lo más cerca posible del uno al otro y eso lo lográbamos con acurrucadas y besos suaves y eternos. El ambiente era perfecto, la noche era perfecta, todo era perfecto.
El había recargado su cabeza contra mi pecho y miraba el hermoso cielo. Estaba realmente hermoso, su cabello azabache emitía un delicado olor a manzana si no me equivoco y realmente olía mejor que las mismas rosas y orquídeas del bosque; su rostro no mostraba expresión pero no necesita verle una sonrisa o una mueca de disfrute para saber que estaba contento de estar a mi lado; sus piernas tan largas y hermosas me obligaban a mirarlas y llegar hasta su perfecto y redondo trasero, esa lujuriosa parte de su cuerpo que tantas veces me enloqueció de placer y me volvió un animal sediento de éxtasis, pero obviamente dejaba de mirar cuando él se daba cuenta de mis depravantes observaciones; su piel blanca parecía más perfecta y lozana, tan suave que no puede evitar acariciar su mejilla por un momento y dejarme deleitar con la suavidad de su piel; sus ojos rojos miraban cada estrella como si repasara las constelaciones y aquellas uniones que dieron origen a los signos astronómicos.
-esas estrellas que vez allá- dijo señalando a unas cuantas estrellas- son las que forman la constelación de géminis- me dijo con voz suave mientras que yo trataba de buscar tal constelación entre las miles de estrellas-y esa brillante que esta allá es la Osa Mayor- esta vez señalo a unas cuantas más brillante y la pude notar- mas debajo de la osa mayor esta la Osa menor ¿Las puedes ver?- me pregunto pero realmente no podía diferenciar ninguna constelación, solo veía millones de puntos luminosos.
Calle un rato buscándolas en el firmamento sin tener éxito, me dio cierta vergüenza no poder diferenciar unas cuantas estrellas después de todo, soy el líder de Akatsuki y buscar algunas constelaciones debería ser una tarea fácil. Pero era imposible encontrar alguna forma o unión existente.
-no veo nada- dije un poco avergonzado y el rio por lo bajo, se levanto de mi pecho y se monto encima mío, dejándome ver su rostro perfecto, de detalles finos pero al mismo tiempo masculinos, sus mechones negros caían por la gravedad y sus hermosos ojos eran custodiados por esas perfectas y largas pestañas- francamente solo veo las estrellas- dije sintiendo un leve ardor en mi rostro al ver como comenzaba a acercarse a mi boca con una deliciosa lentitud-Itachi…-susurre su nombre al sentir su aliento golpear mis labios.
- eres muy objetivo-dijo en mis labios y yo me comenzaba a morir de ganas por robarle un beso- si quieres estar conmigo debes abrir tu mente, expandir tus horizontes, buscar el numero del infinito- cada pala palabra lograba que mis ojos se entrecerraran mas y que mi corazón palpitara, pues poco a poco me perdía en sus ojos rojos u me hundía en sus sabias palabras- no veas limitaciones, no veas fines ni desenlaces, imagina que todo es eterno por un efímero segundo de tu vida mortal, déjate llevar por todo, sigue tu instinto…asi soy yo, no veo limitaciones ni maldiciones, solo veo lo que quiero ver y hago lo que quiero. En ese momento me robo uno de los mayores besos de mi vida.
Sus labios me acariciaron los míos en una de las caricias más afectuosas que eh sentido, la forma en cómo nuestros labios se rozaban con parsimonia pero con tanto éxtasis y fulgor que por poco perdíamos el conocimiento, la manera en como nuestras lenguas daban sutiles roses húmedos, esos pequeños roses que me dejaban degustar el acaramelado sabor de sus labios rosáceos, deseando mas y mas con cada segundo y con cada beso.
Entonces el beso se detuvo y lentamente se separo de mi boca húmeda, abrí mis ojos un instante y mire esas ordes rojas que me observaban hasta el alma. Me deje perder un rato en la inmensidad de sus ojos, tan extensos y eternos, me deje hundir y perder en la sabiduría de sus palabras un rato, me deje ahogar por su belleza un efímero segundo y cuando me di cuenta estaba mirando una estrella…
…y esa estrella era él, mi Itachi.