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Cuerda Floja por Kristal Dark

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Notas del fanfic:

A veces lo que deseas no te es concedido y lo que mas anhelas puede que te haga demasiado daño, ¿Verdad Volcom? En nuestras vidas hay que tomar decisiones, pero hay que recordar que bailamos sobre una cuerda floja y cualquier paso en falso nos hara perder nuestro precario equilibrio y prercipitarnos al vacío.

Notas del capitulo: Ah ya lo habíua subido, pero la pagina s comió mas de la mitad del capítulo asi que lo tuve que reescribir, pero aquí está
La poca luz que entraba por la ventana iluminaba dos cuerpos en la cama, la respiración de uno de los cuerpos revelaba que sin duda alguna estaba dormido, era tranquila y acompasada, la del otro cuerpo, en cambio, revelaba que estaba despierto, y si, este se encontraba mirando al frente sin ver, la frialdad que se sentía en ese momento en la cama, aun teniendo al hombre que amaba a su lado, le calaba el alma, una idea traviesa se encontraba rondando por su mente sin atreverse a tomar forma completamente, pero ya se podían ver los contornos, abandono, desamor y dolor, eso era todo lo que figuraba. Una lágrima bajo por su mejilla, para ir a perderse en la almohada, cerró los ojos he intentó dormir, con todas sus fuerzas.

Pero intentar y lograr no siempre van de la mano.

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Se levantó de la cama de un salto al percatarse de la hora, salía corriendo de su casa 30 minutos después duchado y con una taza de café en el estomago, condujo como un loco a la escuela y durante todo el camino no dejó de recordarse a si mismo que no era un niño que tenía que madurar y hacerse responsable y que llegar tarde al trabajo no entraba dentro de esta categoría, bajo del auto a toda prisa, se registro y salió corriendo de nuevo rumbo al aula donde debía dar la clase, entró de prisa bajo a mirad de sus alumnos, dar clases a alumnos de tercero de secundaria no era del todo fácil, mejor dicho no era nada fácil, después de todo, los adolescentes son los estudiantes más difíciles de controlar, comenzó a dar la clase de Filosofía y pronto se perdió en el tema, sus estudiantes comenzaron a murmurar y a hacer escándalo apenas les volvió la espalda, pero eso tenía fácil solución, tomó el borrador del pizarrón y lo lanzó contra la pared que daba a la puerta, para que no le cayera a alguien.

– Karla, páseme el borrador – la chica en cuestión le pasó el borrador con cara de susto, Eneas siguió dando su clase como si nada pasara, sobra decir que los murmullos cesaron durante el resto de la clase.

En la salida al receso, pasó a la cafetería a comprar un yogurt con frutas, si seguía alimentándose de esa manera, pronto iba a conseguir una gastritis, le asombraba, de hecho no tenerla todavía, estaba comprando cuando apareció el hombre que ponía de cabeza su mundo, esa mañana al despertar no le había extrañado el hecho de no encontrarlo en su cama, así que no le había dirigido ningún de sus pensamientos aun, pero el verlo ahí, frente a él, lo paralizó, era lo que siempre le ocurría con ese hombre, lo conocía desde hacía cinco años y siempre había tenido ese efecto sobre él, era como un conejo ante una víbora de esa manera se sentía: como una presa fácil y vulnerable, vio como la mirada de ese ser conectaba con la suya, esos ojo miel tan penetrantes, tan hermosos.

Leandro Vieria era un hombre de 32 años, el director del Colegio Francés del país, uno de los mas famosas y reconocidas escuelas, contaba con mas de 30 mil alumnos en los niveles de Primaria, secundaria y nivel medio superior, de larga trayectoria y excelente nivel académico, donde el lugar se obtenía después de un difícil examen, estaba subsidiada por varias grandes empresas del país que veían en ella una forma de evadir impuestos y de quedar bien, a su corta edad, Leandro llevaba ya siete años como director de la escuela, se había graduada de la escuela de Administración a los 21 años, conseguido la maestría a los 25 y el doctorado a los 28 en escuelas extranjeras, junto con el doctorado, había llegado la directiva de la escuela, su edad era su punto débil y muchos de sus rivales le atacaban por ahí, pero Eneas sabía que Leandro era un hombre responsable y capaz, además de atractivo, con su 1.87 de estatura en un país cuya estatura promedia era el 1.65 resultaba bastante alto, de ojos miel y cabello negro muy intenso, lacio, que le caía un poco sobre la frente, de nariz respingada, labios no muy gruesos, ojos medianos un tanto rasgados hacia arriba, cejas no muy pobladas ni muy ralas, piel muy blanca, que ayudaba a resaltar, junto con su pelo y sus cejas, sus ojos amielados, de porte altivo y de rostro indiferente, era sin duda un hombre muy atractivo, que en ese momento estaba apartando la mirada, esa mirada que a pesar de ser tan hermosa era tan fría, le desagradaba esa mirada, la misma que lo hipnotizaba, la misma que amaba, porque sabía que ese hombre tenía unas miradas mas cálidas que, sin embargo no estaban jamás dedicadas a él, sabía que ese hombre en algún momento podía comportarse de forma cálida, pero jamás con él, porque él no tenía ningún derecho sobre Leandro, eran solo amantes, no tenía derecho ni siquiera a hablar con él en la escuela mas de los estrictamente necesario y por ello, ansiaba odiarlo, ansiaba poder odiarlo, pero sabía muy bien que por ese ser solo podía y sentía amor, tomo su yogurt a medias y lo tiró en el basurero mas cercano, para después salir de la cafetería rumbo a a su salón, no quería verlo ni un momento mas, y aun así, sabía que no podía vivir sin mirarlo.

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Eran ya las dos de la tarde, hora de la salida, y él se encontraba caminando a la dirección, para firmar su hora de salida, entró en la dirección y se topó con una persona a ala que sinceramente no le daba nada de gusto mirar, Ariadna Alas, la subdirectora, no era que le cayera mal, no, no era eso, era que no la soportaba; la odiaba, era la mejor amiga de Leandro y él sabía que solo por ello tenía ese puesto, era una mujer no muy inteligente, por usar un eufemismo, pero a cambio de su escasa inteligencia, poseía mucha astucia, además de que era muy bella, de pelo largo hasta la cintura, castaño oscuro y rizado, piel morena, ojos negro, labios gruesos, rasgos delicados, y un cuerpo precioso, piernas largas y firmes, cintura estrecha, vestía un traje que dejaba en evidencia sus bien proporcionadas curvas, una belleza, en resumen, una belleza que todos murmuraban era la novia de Leandro, eso era algo que le producía risa, el bien sabía que Leandro era gay, pero aun si, era muy consiente de que Leandro era un hombre que se preocupaba mucho por su imagen y probablemente por mantener es imagen se casaría algún día con una mujer hermosa, ¿Y que mejor que Ariadna para ese papel? Que él supiera ni la misma Ariadna sabía que Leandro era gay, así que probablemente perdiera contra esa mujer, ¿perder? Si ni siquiera tenía la esperanza de entablar esa lucha, estaba perdida d antemano, ¿Por qué? Por el simple hecho de ser hombre, pensaba mientras firmaba su hora de salida, salía ya de la dirección cuando oyó a sus espaldas la voz de esa mujer.

– Profesor Jensen .

– Dígame – contestó mientras volteaba con una actitud amable a ver a la Licenciada Ariadna Alas.

– Verá profesor, me gustaría hablar con usted.

– ¿En que puedo servirle?

– Su desempeño, profesor siempre ha sido excelente, eso no se puede negar y de hecho sus alumnos mantiene a nivel nacional los resultados mas altos, pero verá profesor, hoy recibí un queja de un de las alumnas, me decía que usted, es en extremo violento y que hoy les lanzó a los alumnos un borrador de pizarrón, comprenderá usted que acciones de este tipo no pueden ocurrir en nuestro distinguido plantel – Vaya así que alguna alumna l había acusado y mal para terminar, analizó rápidamente a los posibles sospechosos y no tardó en encontrar a la culpable.

– Licenciada, verá, creo que la señorita Magaña ha confundídose un tanto, lo que ha sucedido, es que hoy en la mañana nadie me ponía atención y mientras yo explicaba mi clase todos hablaban, en un momento dado, vi una araña en la pared y entonces lancé mi borrador a la pared que da a la puerta para matarla, al parecer ha surgido una confusión – una sonrisa que era totalmente amabilidad se instaló en su rostro.

El rostro de Alas se tornó rojo de rabia.

–¿Se burla de mi?

– Por supuesto que no, Licenciada – Eneas abrió los ojos mostrándose sorprendido – No me atrevería a cometer semejante grosería, solo le digo lo que ocurrió.

– Profesor – siseó Alas con rabia, sea como sea que haya sido, la directiva d la escuela no quiere encontrarse con otra queja contra usted, porque se vería obligada a tomar otras medidas.

– ¿Otras medidas? ¿A que se refiere? – Enea sabía que Ariadna no atacaba jamás de frente, siempre lo hacía a las espaldas de a gente así que no se atrevería a lanzar un amenaza clara.

– …Porque no queremos que el buen nombre de la escuela se manche…– Ariadna no hizo caso a la pregunta, como había previsto Eneas.

– ¿A qué se refiere con otras medias? – Ariadna, no quería echarse para atrás pero tampoco declararle la guerra a Eneas, algo le decía que no era conveniente.

– Si se comprueba que ejerce violencia contra los alumnos su contrato será cancelado – una voz fría que Eneas conocía muy bien sonó a sus espaldas, Eneas no tuvo que voltear – Le queda claro, espero.

– No se preocupe Licenciado – se apresuró contestar, teniendo que soportar la sonrisa de triunfo de la subdirectora– no se me probará violencia, porque no soy violento –pero Leandro le miro con indiferencia para luego sacar una hojas y comenzar a trabajar con Ariadna.

Eneas salió presuroso de la dirección con ganas e regresar y darle un puñetazo a Leandro, cerró los puños y, volteó por ultima vez a ver a Leandro, pero al voltear no se dio cuenta d que alguien iba a entrar a la dirección y choco contra esta persona.

– Lo siento, no vi por donde iba.

– Mentiroso – oyó una voz conocida – lo que pasa es que querías que te abrazara, pero sabes que estoy dispuesto para ti cuando quieras – cuando levantó la cabeza vio a Adrián Montalvo, el único miembro del profesorado que se podía considerar su amigo, sonriéndole, dijo escapar una carcajada.

– Vaya haberlo sabido antes, no habría buscado pretextos tan tontos – siguió la broma.

– Mejor tarde que nunca, es mas ¿Ya saliste?

– Si hace media hora.

– Bien, perfecto, te invito a comer – le tomo de la mano y lo arrastro dentro de la dirección – ya tenía mas de un mes que no te había visto y tiene casi un año que no vamos a algún lado, y hoy me conformo con que comas conmigo, ya que no te animas a corresponder mi amor– Eneas dejó escapar una risa franca – Ahora que lo pienso ¿Qué haces todavía aquí?–dijo mientras firmaba sin soltar su mano.

– Me entretuve hablando con el Licenciado Vieria y La licenciada Alas– le contestó mientras salían sin volver a vista.

–Vaya, pues habrá que agradecerles – se alejaron bromeando, y por una vez Eneas no pensaba en Leandro.

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Leandro fingía estar concentrado en los últimos arreglos para una reunión con el junta de padre de familia de la escuela que tendría esa misma tarde, pero no podía de alguna manera se sentía mal por haber tratado así a Eneas, porque sabía que en esta ocasión no había merecido ese trato estaba tratando de concentrarse cuando escuchó fuera la voz de Eneas– Lo siento, no vi por donde iba – al parecer había chocado con alguien.

– Mentiroso – oyó una voz conocida – lo que pasa es que querías que te abrazara, pero sabes que estoy dispuesto para ti cuando quieras – Ya recordaba era la voz de Adrián Montalvo uno de los profesores de matemáticas, que por cierto no era de su total agrado pero lo sabía buen profesor y como le servía no lo despedía, oyó una carcajada de Eneas.

– Vaya haberlo sabido antes, no habría buscado pretextos tan tontos – esa era la voz de Eneas, sin querer frunció el ceño.

– Mejor tarde que nunca, es mas ¿Ya saliste?

– Si hace media hora.

– Bien, perfecto, te invito a comer – de reojo vio como entraban los dos a la dirección de la mano, sujetó el lapicero con el que estaba escribiendo con fuerza – ya tenía mas de un mes que no te había visto y tiene casi un año que no vamos a algún lado, y hoy me conformo con que comas conmigo, ya que no te animas a corresponder mi amor– Eneas dejó escapar una risa franca – Ahora que lo pienso ¿Qué haces todavía aquí?–dijo Vio como Montalvo firmaba sin soltar la mano de Eneas.

– Me entretuve hablando con el Licenciado Vieria y La licenciada Alas– Salían de la dirección y en esta ocasión a diferencia de las anteriores Eneas no volvió la vista.

–Vaya, pues habrá que agradecerles – Fue lo último que escuchó, ¿Quería agradecerle? Pues que le hiciera un favor y le quitara a Eneas de encima,, la actitud de los dos profesores lo había molestado y no sabía a ciencia cierta el porque.

– Vaya, vaya, escuchó la voz de Ariadna a su lado – Montalvo y Jensen, nunca me lo hubiera imaginado, aunque después de todo era obvio, al poco tiempo de llegar Jensen aquí ya eran inseparables aunque no comprendo como Montalvo puede tener tan mal gusto, digo Jensen es guapo, pero es un idiota.

– No– su boca habló sin preguntárselo a su cerebro tal vez inspirado por la rabia que le producían los comentarios de Ariadna, si algo le molestaba de ella era su lengua viperina – Jensen es un poco arrogante, pero no es idiota.

Ariadna frunció los labios con desprecio, pero no comento mas al respecto, en cambio preguntó de otro tema mas importante para ella.

– Si resulta que es un violento con los alumnos ¿Lo despedirás?

Leandro lo pensó menos de un segundo antes de responder– Si – pero lo hacía a sabiendas de que la vocación de Eneas era la de profesor y si había algo que nunca haría seria faltarles a sus alumnos, después de todo, Leandro confiaba en que así fuera.


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