Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Después del odio solo me quedó arrepentirme por Necoco_love

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola…

Posiblemente ya jodí demasiado con esto, pero creo que realmente no me encuentro en muy optimas condiciones xDD
Sigo enferma, triste y algo confundida. Me propuse hablar con el tipo que me gusta xD y aclarar de una vez mis jodidas confusiones, pero últimamente, aunque lo intento, no se ha dado la oportunidad. Primeramente por que el viernes tuve examen de contabilidad y todos los de mí salón estábamos más que presionados (por no decir que algunos cayeron en la irritabilidad xD) terminando una tarea en binas que nos habían dejado un día antes para tener derecho a presentar examen.
No se por que todos se quejaron y no pudieron terminar la tarea… xD joder que yo lo tuve que hacer en un equipo de tres (gracias a una amiga ¬¬) y tuve el doble de trabajo, no me quejé y la tarea la terminé el jueves en mi casa…
Me han golpeado (gracias a un amigo xDD) y tengo un moretón horrible y todo morado en uno de mis brazos, por lo que cualquier movimiento que haga con mi brazo derecho, por mínimo que sea, me provoca dolor xD ni que decir que me ha dolido mientras escribo todo esto.
Sigo enferma desde hace como una semana, congestionada al grado de que no puedo respirar bien y mi voz se oye mucho más rara de lo que es en realidad xDD
Me siento estúpida pensando constantemente en temas relacionados con amor. Últimamente me da por pensar cosas cursis y bobas, y creo que el tipo que me gusta tampoco coopera mucho para que eso no suceda. Hoy se quejó de que lo estaba engañando con un tipo de mi salón cuando en clase de inglés la maestra no fue y me fui a sentar con mi amigo afuera del salón. Lo peor del caso es que estábamos hablando de Naruto y el tipo que me gusta alucinando con que lo engañaba xDD pero lo que es peor aún, es que no sé si cuando dice ese tipo de cosas las dice en serio o es puro juego… xDD también hoy una amiga y yo estuvimos hablando sobre el primer beso… me dijo que ya sabré lo que se siente dar un beso cuando finalmente me dé uno con algún tipo xDD
Y bueno, tenía que decirle a alguien éstas cosas y terminé desahogándome aquí, ya que últimamente no siento mucho apoyo de mis amigas de la escuela, de quienes siento me estoy empezando a alejar un poco… creo xDD

Hablando ahora si del fic, era una idea que tenía desde hace tiempo terminada en mi compu, pero por una extraña razón (pocas ganas, poco tiempo, y el hecho de que había olvidado que lo tenía xDD) no lo había subido antes.
Está dedicado a mi mejor amigo, Dana (no pregunten por que lo llamo así xDD) quién odia el yaoi, quién odia Naruto y también el anime & manga, y también quién seguramente nunca leerá esto, pero que esta enfermo de dengue y como no he podido acompañarlo el miércoles a comprar dos discos remasterizados de los Beatles (me tocaba terapia con el psicólogo en mi grupo de enfermos mentales anónimos xD) esta es la única forma que me es posible de desear que se recupere pronto y que no muera por que sin él mi vida jamás sería la misma xDD te amo Dana! :D
Va también dedicado a las hermosas personas que me leen, su apoyo siempre me anima para sonreír estúpidamente todo el día X3 y también a aquellas personas que hoy hayan tenido un mal día igual que yo y simplemente quieren olvidar lo mal que la pasaron entreteniéndose con algo xDD

Disclaimer: los personajes de Naruto no me pertenecen, son obra del señor Masashi Kishimoto.

Notas del capitulo: Solo me queda decir que ahora no se trata de un Sasunaru (lastima D: xD) es un Itanaru (una pareja que me encanta~). Disfruten! :3
Fue a mis 18 que mi vida quedó completamente arruinada.


Fue a mis 18, cuando cometí la estupidez de enamorarme de un hombre, que maldecí el destino que la vida me depararía.


Fue a mis 18 años que lo odié cuando me enamoré…


Lo conocí en preparatoria gracias a mi estúpido hermano menor, cuando yo no era más que un adolescente inconsciente y despreocupado de la vida.


Aparentemente, nadie le quería cerca; parecía ser esa clase de chicos rechazados que estaban tan acostumbrados a la soledad que ya no les extrañaba. Se parecía en ese sentido a Sasuke, mi hermano.


Sin embargo, yo no podía evitar sentirme atraído por aquél aire de desconsolado rechazo, por aquél carácter tan desesperanzado y solitario. Me gustaba tanto la forma en la que su vacía mirada azulada se perdía viendo en la nada, en la lejanía, y como su cabello rubio se alborotaba cuando el frío viento de otoño soplaba arrastrando las secas hojas de los árboles.


Así fue que me enamoré…


Nunca comprendí muchos aspectos de su vida, pero era eso mismo lo que me atraía cada vez más a él. Tenía un aire melancólico y miserioso al mismo tiempo que siempre me llamaba sin darme cuenta. Finalmente, un día pude acercarme definitivamente a él, entablando el primer lazo de amistad que llegaría a convertirse en algo más conforme el tiempo fuera pasando.


Tenía muchos comportamientos extraños, no había por que negarlo. Sin embargo, cosas como el simple hecho de que necesitaba —por que tenía la manía—siempre estar enfundado en un suéter por que tenía frío, o la frialdad y la tristeza al mismo tiempo con la que se comportaba cuando alguien tocaba el tema sobre la familia, eran simplemente detalles que me hacían amarlo más de lo que lo hacía. Eran detalles que me producían la necesidad de protegerlo de la crueldad del mundo.


…l era, sin duda, lo más especial que en mi vida podría haber existido. Naruto había sido mi primer amor, mi primer beso, mi primera vez y también mi primera decepción, mi primer corazón roto, mi primer amor perdido, mi primer motivo para odiar al mundo y a la vida y la primera vez que realmente deseé matar a alguien.


Irónico y doloroso al mismo tiempo. Torturante y contradictorio al mismo tiempo por que lo amaba ciegamente. Todo acabó por la última de sus secretas obsesiones de la que nunca me había hablado.


A pocos días de cumplir los 19 años comencé a notarlo misteriosamente distante, frío, diferente, absorto en sus pensamientos. De pronto su vacía mirada —que no había cambiado desde el momento en que le había conocido—pareció volverse mucho más vacía y distante, como un frío abismo sin fondo.


Una noche, lleno de pánico al encontrar mi casa desacostumbradamente oscura, sola y silenciosa, sucedió. Llamé a mi padre, a mi madre, a mi hermano, pero nadie me contestó. Solo el susurro del viento entrar por las ventanas fue lo que me respondió.


Escuché su sádica risa, esa misma risa que en un tiempo había sido dulce y hasta encantadora era esta vez terrorífica y me doblegada a seguirla a un encuentro que yo no quería presenciar.


Pero al final de cuentas lo presencié.


Subí las escaleras de mi casa, y lo encontré… los encontré a todos. Naruto reía escalofriantemente, sosteniendo entres sus suaves manos una arma de fuego. Apuntaba a mis padres, que estaban atados y amordazados al pié de la cama. Y mi hermano menor… Sasuke estaba justo a su lado.


Me pareció irreal lo que vi. Como si se hubiese tratado de una mala pesadilla de la que despertaría minutos después, aliviado. Pero no fue así. Naruto sonreía extrañamente, en una sonrisa aterradora que jamás le había visto. Una sonrisa enferma, obsesionada, demencial.

Y lo peor era que Sasuke parecía estar a su favor.


Naruto me saludó cínicamente, advirtiéndome de lo divertido que sería presenciar en carne propia la muerte de mis padres. Yo no quería que lo hiciera. Intenté dialogar con él para detenerlo, intenté vanamente pedir ayuda al estúpido de Sasuke, que miraba a nuestros padres con una mirada ausente, intenté despertar de aquella horrible pesadilla en que de pronto me había encontrado y todo fue inútil.


…l sonrió de medio lado, en una mueca de lo más grotesca que jamás en mi vida le había visto hacer y que, hoy en día, deseo olvidar. Y Sasuke… Sasuke presenció como el muy desgraciado de Naruto disparaba el arma con el silenciador a mis padres, ¡a nuestros padres! Y no hacía nada por evitarlo. Sonreía, tan diabólicamente como lo hacía Naruto y yo, desconcertado, creyendo insulsamente que seguía en una pesadilla, no hacía más que petrificarme del horror de la situación.


Entonces, comprendí que no era un sueño cuando la sangre de mis progenitores comenzó a esparcirse por el suelo de la habitación. Comprendí que de verdad Naruto estaba tan demente que quizá no habría sido la primera vez que asesinaba a alguien por el simple hecho de ver como mantenía la 9 milímetros en su mano con tal facilidad y elegancia digna de un asesino a sueldo. Comprendí que había sido un estupido al aferrarme a la idea de que era solo un sueño. Comprendí que había sido tan idiota fiarme de que él no apretaría el gatillo. Comprendí que había estado enamorado de un psicópata y, comprendí también, que a partir de ese momento nada volvería a ser lo mismo.


Me encerré primero en una utopía, donde todo era un sueño…

Pero desperté abruptamente cuando sentí el cañón de su arma en mi frente. Tendría la misma suerte que mis padres…


No lloré, ni me sentí decepcionado por él. Odio y rabia sentía: la persona que yo más quería me había traicionado y había asesinado a mi familia sin razón alguna… nunca se lo perdonaría.


En ese instante, en que no pensaba en otra cosa más que en tomar venganza pero, al mismo tiempo, temiendo por mi propia e insignificante vida, tan solo fui capaz de preguntarle el por qué.


Naruto, con una mueca burlona en el rostro, y en su completa demencia, tan solo respondió: «por que no me gusta que los demás tengan algo que yo no».


Y me besó. Sin soltar su arma, se acercó a mí, me tomó por las solapas de la camisa con su única mano libre y me besó. Fue dulce, frenético, abrupto y al mismo tiempo embriagador. Aún en ese momento tan solo pensaba en el dulce sabor a ramen de sus besos y en el suave aroma a dulce que desprendía toda su morena piel.


Lo siguiente que vi al separarme de aquél beso fue a Sasuke sonreír burlonamente y la mano de Naruto que aún sostenía el arma de fuego alzarse con brusquedad.


Después desperté en un oscuro callejón, en pleno día. Me dolía terriblemente la cabeza y no recordaba que había sucedido después de haber besado por última vez los labios de la persona por quién hasta en ese entonces había vivido.


Cuando volví a casa, ésta ya no existía. La había consumido un incendio y, lo que quedaba de ella, no servía ni como para volver a reconstruirla. No encontré los cadáveres de mis padres, habían sido consumidos por el fuego. Mis pertenencias tanto como las de mi hermano se habían ido, al igual que mi vida se había ido de pronto por el caño para no recuperarla jamás…


Yo mismo me vengaría con mis propias manos en un poco más de tiempo. Yo mismo traería de vuelta a mi hermano y asesinaría a sangre fría la única persona a quién yo había sido capaz alguna vez de amar.


Nunca comprendí las últimas palabras que me dirigió, pero poco me importó en ese entonces.


Aquél mismo día en que desperté en un callejón, fui a buscarlo a su casa… y había huido. Se había ido completamente, desapareciendo de mi vida. Desapareciendo de la faz de la tierra.


Entonces dejé completamente mi vida anterior. Fui orillado a dejar la vida que hasta entonces había llevado. Abandoné los estudios, abandoné mi antigua personalidad y hasta podría decirse que renací de entre las cenizas. Renací solo para verlo muerto.


Aunque no sabía donde se encontraba, estaba seguro que lo encontraría, así me llevara toda la vida en ello. Lo encontraría y después lo mataría, por que el amor que había sido capaz de sentir por él alguna vez había muerto el día que mis padres habían sido asesinados. Jugaríamos a la presa y el cazador, y yo sería esta vez el cazador.


Lejos de mi vida anterior, yo me convertí en todo eso que yo más detestaba. Me volví tan atroz como él mismo, solo que no me di cuenta hasta mucho después. Me convertí en un asesino a sueldo que trabajaba para la una organización criminal llamada Akatsuki, con la esperanza de algún día vengarme de él y pagarle con la misma moneda.


Pasaron años. Tres para ser exactos.


Ideé el plan perfecto para atraerlo hasta su propia muerte: mataría a su padre a como de lugar.


Yo mismo, una noche de invierno, fui a ver a su padre. Intenté recabar toda la información posible que pudiera darme sobre el paradero de su hijo, pero jamás lo hizo. Jamás me dio algún tipo de información que me pudiera servir. Jamás mencionó siquiera tener un hijo.


Y, haciéndole pagar por su poca cooperación, lo asesiné, esperando que su hijo volviera de donde quiera que estuviera al enterarse del asesinato de su querido padre.


Naruto jamás apareció. No asistió al funeral en el que esperaba encontrarme con él cara a cara, no intentó vengar la muerte de su padre ni intentó hacer algo por él. Dejó las cosas así.


Frustrado por el fracaso de mi primer gran plan para atraerlo a su muerte, traté de buscarlo incansablemente en la medida que mis posibilidades me lo permitían. Pero me fue imposible. Nadie que lo conociera sabía si paradero, o nadie pretendía decírmelo.


Y así, enojado al pensar que todos me mentían, fui matando persona por persona que ocultara su paradero. Así fue como el historial de mis asesinatos fue haciéndose incluso más grande que los años que probablemente viviría.


Pero jamás parecieron importarle todas aquellas muertes, a pesar de que estaba casi seguro que él no me perdía de vista ni por un momento.


Pasaron otros dos años más para que volviera a intentar hacer algo al respecto. Contándolos, hacia cinco que no lo veía, y no sabía si tenía de verdad una desesperada obsesión por encontrarlo de nuevo para asesinarlo o simplemente para preguntarle cual había sido el significado de las últimas palabras que me había dedicado.


Yo ya no sabía que sucedía conmigo…


Lo volví a ver una noche de otoño en que yo caminaba por la noche en una desolada calle con un hombre rubio—que parecía más mujer que hombre—con el que llevaba acostándome aproximadamente más de un mes.


No lo vi exactamente, lo cual me hizo preguntarme si no estaba yo imaginando que lo veía. Por alguna extraña razón, al principio ni reparé en su existencia hasta que, el hombre del que iba acompañado, mencionó su nombre. Entonces, esperanzado y con el corazón latiéndome extraña y frenéticamente, levanté la vista, solo para apreciar su espalda y su alborotado cabello rubio antes de que doblaran en una esquina.


Y volví a escuchar su dulce risa, aquella por la que había estado esperando cinco largos años. Y ¡maldición! Como había detestado esa infernal risa tanto tiempo… tantas horribles pesadillas por la noche, tantas paranoias con esa risa; tantas que la odiaba.


Sin pensarlo dos veces, dejé al hombre con el que iba en la impulsividad de encontrarme de nuevo con Naruto tras cinco largos años de espera. Cuando doble la esquina por la que se habían ido tanto él como su acompañante ya no estaban. Se habían esfumado de la nada, como la última vez que lo había visto.


Desde el momento en que supe que seguía con vida y que, encima de todo, estaba más a mi alcance que en otros tiempos, me dediqué plenamente a buscar su paradero como un sabueso desenfrenado por encontrar a su presa para darle fin a su vida, con una reciente esperanza anidada en mi pecho.


Al principio, fue igual que antes. Los resultados eran tan nulos que las pocas personas a mi alrededor comenzaban a dudar por mi cordura y mi frenética obsesión por encontrarlo. Pero, por milagro del cielo, un día me llegó una pista que me llevó a muchas otras más que encontré con una facilidad tan evidente, que no llegué a pensar en la posibilidad de una trampa debido a mi reciente entusiasmo.


Entonces comenzamos a jugar de nuevo al zorro y el sabueso, solo que él no sabía que yo jugaba como el sabueso. Mi plan para acabar con su vida, concebido durante cinco años de odio y rencor, daría al fin sus frutos.


La noche en que ocurrió, yo había pensado jugar al francotirador, pero como hacerlo significaba una muerte inesperada, perfecta y rápida, no terminó de convencerme.


Justo como había planeado gracias a su rutina diaria, lo encontré por la noche caminando por un parque tan solitario a esa hora que era el lugar perfecto para cometer un asesinato.


Lo que definitivamente no había planeado era que, al igual como yo que estaba preparado, él también lo estaba, aunque de diferente manera, como si hubiese estado esperando tanto tiempo para eso. Cuando comencé a acercarme sigilosamente a él inmediatamente se dio cuenta y huyó.


Después de una inesperada persecución, logré acorralarlo hacia su muerte. Oculto entre las sombras del callejón, sin ser capaz de abrir aún los ojos para la expresión en su rostro que me esperaba, escuché como respiraba agitadamente y como, sin salida, chocaba contra la pared en la que terminaba el callejón.

Le apunté con el cañón del arma que traía conmigo.


—Supongo que no hay salida — dijo, con la respiración aún agitada.
Me limité a sonreír triunfante.


—Estás atrapado, cariño —dije al fin.


Salí de las sombras, molesto y con la férrea decisión de no volverlo a ver jamás en mi vida, a no volver a ver la sonrisa cínica que me dedicaba en aquél momento.


Pero de repente, aquella decisión flaqueó dentro de mí al verlo de nuevo, después de cinco largos años; al ver su dulce, traviesa y juguetona sonrisa, al ver su alborotado cabello rubio caer estilizadamente poco más arriba de sus hombros, al ver aquellos gélidos pero al mismo tiempo cariñosos ojos azules.

Al verlo así, vestido tan casual y natural como cuando salíamos, enfundado en un imprescindible suéter, con la misma sonrisa, con la misma mirada, idéntico a como lo recordaba, mis fuerzas estuvieron a punto de derribarse por un momento.


—vaya sorpresa encontrarnos así, ¿no? —Preguntó— bueno, algún día tenía que venir ¿correcto?


Yo no respondí. Me limité a mirar como sus ojos azules me examinaban con detenimiento y como, con dulzura, aquellas marcas en su rostro se movían mientras sonreía.


—ah, claro, comprendo —dijo él, sonriente—. ¿Soy acaso demasiado basura como para que Uchiha Itachi se ensucie las manos con mi sangre?


—Cállate—ordené—. No deberías estar tan feliz cuando te encuentras a pocos minutos de morir.


—Cuanto tiempo sin verte —dijo él, ignorando que le apuntaba con el arma—. Casi no te reconocí, vaya que los años te han cambiado mucho. ¿Cuánto ha pasado, 8, 7, quizá 12 años? —preguntó burlonamente.


—cinco —dije yo secamente—. Cinco años. Parece que no han hecho ningún efecto en ti. Sigues siendo él mismo de antes.


—Hay quienes nacemos con una suerte parecida a la de peter pan—pronunció, sonriendo de oreja a oreja.


— ¿Qué quieres decir con eso?


—Oh, nada. Pero, ¿te digo algo? Tú sigues siendo el mismo de hace cinco años.


—desde aquél día cambié —refuté, molesto.


— ¡y vaya que sí! No lo estoy negando. Tu cabello creció más y tus ojeras se notan mucho más, si es a lo que te refieres. Pero no cambiaste del todo, y te darás cuenta de ello muy pronto.


—Me estas fastidiando demasiado —le dije, haciendo una mueca de fastidio.


—para mí es un placer.


—cállate de una maldita vez.


—no puedes soportarme ¿eh? Aún no puedes olvidar lo que ocurrió cinco años atrás, ¿cierto? seguramente haz esperado esto por cinco largos años, y cuando me tienes así, acorralado, en una bandeja de plata dispuesta a ti, ¿lo único que haces es acobardarte?


— ¿de que mierda estás hablando? —pregunté, realmente molesto con él y la actitud tan infantil y confusa que tomaba.


— ¿tanto te duele? Creí que tendrías más valor para matarme en el primer instante en que me verías. Pero han pasado quince minutos y sigues sin hacer ningún movimiento más que exigirme que me calle. Creí que me odiabas y que deseabas vengar a tus padres lo suficiente como para intentarlo sin las intenciones de que me diera cuenta de quién me quitaba la vida. Veo que no…


— ¡cállate estúpido! —rugí, y disparé.


Por una fracción de segundo, deseé haberle dado en el pecho. Haberle arrojado un mar de balas que en cuestión de minutos le quitarían la vida; pero no lo hice, por que fui más débil en ese momento de lo que creía ser.


Y lo que más me jodía era que él siempre obtenía lo que quería y parecía restregarme su superioridad sobre mí y su capacidad para saber que movimiento haría incluso antes de que lo efectuara. Odiaba que me conociera tan jodidamente bien.


—De nuevo solos tú y yo; de nuevo no tienes el valor suficiente para detenerme —susurró suavemente.


—Claro. Solo faltan mis padres amordazados y Sasuke para escenificar lo que sucedió cinco años atrás, ¿no? ¿Es eso lo que querías decirme? ¿Intentas burlarte de mí?


— ¿Por qué querría hacerlo? —preguntó Naruto estúpidamente.


— ¡y yo que mierda voy a saber! ¡Te has estado burlando de mi todo este tiempo ¿no es así?! ¡Claro! ¡Seguro que cuando me dejaste tirado en un callejón -como en el que ahora estas tú- te reías de mí!


—no soy tan malo como crees.


— ¡y una mierda si lo eres o no! ¡Tu vida se acaba aquí en este momento!


Me acerqué a él sin vacilar en el paso, apuntando con el arma a su corazón. Estaba harto, colérico, desesperado y ofuscado por la rabia. Esta vez todo terminaría. No más pesadillas, no más pensamientos que solo hablaban de él y no más dolorosos recuerdos. Desde hoy, finalmente cortaría toda la conexión con mí pasado. De mí pasado con él. Era tiempo de cerrar una puerta y abrir otra hacia un futuro sin su recuerdo.


Y, sin embargo, no pude evitar caer en un último arrebato que me exigía mi corazón. Cuando me acerqué a él lo tomé del cuello y, sin sutileza o dulzura, lo besé desesperadamente, dejando que el dulce sabor a ramen de sus besos me embriagara después de tanto tiempo… y por última vez en mi vida.


Cuando me separé de él, extrañamente, una lágrima escapó de sus ojos… le disparé en el corazón sin pensarlo mucho en ese instante en que la confusión me invadía y me regañaba interiormente por haber hecho exactamente lo mismo que él me había hecho luego de asesinar a mis padres: besarme.


No obstante, a pesar de lo mucho que lo había odiado durante cinco años, aún sostenía su cuerpo casi sin vida entre mis brazos, aún escondía mi rostro entre la curvatura de su cuello, aún mis manos se entrelazaban con las suyas, aún mis labios buscaban el calor de los suyos, aún mi corazón seguía latiendo frenéticamente, rompiéndose en el transcurso de esos efímeros segundos, aún por sus ojos caían cristalinas lágrimas y, cuando mis labios encontraron al fin los suyos, estos habían perdido el calor y el dulce sabor a ramen…


Traté de no llorar comportándome como un orgulloso, aunque ganas no me habían faltado. De pronto, me sentí aliviado al haber vengado la muerte de mis padres y la pérdida de mi vida. Me sentía libre y con la capacidad de poder disfrutar mi vida, aunque esta ahora estuviera más podrida que antes.


Aspiré por última vez el dulce aroma de su cabello y, antes de dejarlo ahí, escondido en un oscuro rincón, antes de que se cerrara completamente la puerta de aquél trágico pasado, acaricié por última vez su cada vez más pálido rostro.


Si creía que todo terminaba ahí, lejos estaba de la realidad…


Cuando salí del callejón, el vago olor a humo de cigarrillo me irritó y, además, una voz que me habló desde la oscuridad de la calle me asustó.


— ¿quién lo diría? —preguntó esa voz.


No pude evitar seguir con la mirada al propietario de aquella voz por que la conocía, se me hacía vagamente familiar.


—así que lo haz hecho. Y yo que tenía tan pocas esperanzas en ti, hermano.


Y entonces comprendí de quién se trataba. Me quedé sin palabras.


—Sasuke… —susurré.


—bueno, supongo que haz dejado de ser un tipo cobarde como antes. Debo admitirlo, hasta tienes agallas.


— ¿de que mierda me hablas? —Repliqué, irritado por ver a mi propio hermano fumar — ¿y desde cuando fumas?


—Es la primera vez que fumo en toda mi vida —comenzó a toser ridículamente, confirmándome lo que había dicho.


— ¿y por que demonios lo haces? No creo que nuestros padres nos hubieran enseñado a andar con esos vicios; mucho menos aprobarían que lo estuvieras haciendo.


—estás olvidando, Itachi, que nuestros padres están muertos —sonrió socarronamente —, y que ya soy mayor de edad como para hacer lo que me venga en gana.


—Vaya forma de respetar a nuestros difuntos padres —resoplé, molesto, sorprendiéndome de la importancia que le daba a dos seres humanos ya muertos.


—nunca me agradaron, ¿sabes? Así que no tengo problemas con faltarles al respeto aún muertos.


—ellos te dieron la vida, ¡no seas malagradecido!


— ¿y si me dieron la vida a mí que? Nunca les pedí que lo hicieran. Nunca les pedí que cuidaran de mí, nunca les pedí que me trajeran al mundo, que me alimentaran y me incitaran a vivir en este jodido mundo. Por mi habría sido mejor que nunca hubieran pensado en tenerme.


—toda esa mierda te la metió en la cabeza Naruto, ¿no? —Hice un gesto para indicar el oscuro callejón a nuestro lado — ¡Dímelo!


—No. Y aunque hubiese sido él, ¿Qué piensas hacer, revivirlo para matarlo de nuevo? no digas estupideces. Lo has matado finalmente, tal como me aseguró que lo harías. ¿Ahora que más pretendes hacer? tu nueva vida, hermano, ya no tiene razón de ser.


—Calla —refunfuñé— Estás tú. Podemos empezar de nuevo, como la familia que somos. Podemos restaurar nuestras vidas y tener una existencia normal y feliz. ¡Aún tenemos tiempo de ser felices! —me sentí estúpido al decir todas aquellas tontas cursilerías, pero si había algo que también había deseado más que matar al único hombre a quién había amado, era reestablecer mi vida perdida junto a la única persona que me quedaba en este mundo: Sasuke.


— ¡¿y tu que demonios sabes sobre felicidad?! —Vociferó— ¡Tú no sabes lo que es ser feliz de verdad! ¡Lo arruinaste todo, todo! ¿Qué parte no entiendes? ¡Yo no quiero tener una vida normal! ¿Crees que será fácil? Tú tienes todo un historial de homicidios a tus espaldas. No puedes de pronto querer dejar esta vida para ser alguien normal ¡nadie te lo perdonaría; te matarían! Además, la vida normal que yo tuve estos años sin ti la acabas de destrozar al haber apretado ese gatillo para matar finalmente a Naruto—dijo, con un atisbo de impotencia que observé en sus ojos —lo has arruinado todo…


—entonces, ven conmigo. Puedo seguir en esta vida, pero contigo, juntos. Esto es lo mejor, ¿no?


—Y un comino —me respondió Sasuke mirándome con recelo —yo no pienso ir contigo a ningún lugar. Yo no pienso vivir junto a la persona que más odio.


Y en ese momento, si no había odiado antes a la persona a Naruto lo suficiente, ahora lo hacía. Poner en mi contra a mi hermano menor era caer demasiado bajo…


—ja… no me digas que también fue su idea ponerte en mi contra —me mofé.


— ¡cállate! ¡Tú no sabes de lo que hablas!


— ¡¿entonces por que me odias?!


— ¿de verdad quieres saberlo?


— ¿Por qué otra razón estaría preguntando? —pregunté, desafiándolo con la mirada.


—Por que me haz quitado lo único en el mundo que yo más quería. Desde el principio me lo habías quitado ¡Me has arrebatado lo único que me hacía feliz; lo único que me incitaba a vivir en esta mierda de mundo!


— ¡¿y que demonios te arrebaté?!


—a Naruto. Me lo arrebataste a él —señaló el callejón.


Sus palabras resonaron en mi mente, difusas, vagas y casi silenciosas. Parecía mentira que Sasuke de verdad me estuviera reclamando el haber matado a la persona a quién yo más odiaba así, tan quieto, sin la menor intención de vengar su muerte.


— ¿de que me hablas?


—él fue el único que me hizo feliz. …l único que me comprendió y que de verdad me dio un motivo para seguir con vida.


— ¡él te utilizó! —bramé, desesperado por que mi hermano estuviera alimentando ciegamente un doloroso rencor contra mí.


— ¡¿y que si me utilizó?! …l me hizo feliz; me hizo más feliz de lo que tú, mis amigos o nuestros padres intentaron hacerlo durante 15 años. Yo lo amo, Itachi. Y aún si él solo me utilizaba, era mi forma de agradecerle lo feliz que me hacía.


—Sasuke… —susurré.


—cállate. Te odio y te odiaré por el resto de mi vida por haberme arrebatado lo único que me hacía feliz.


— ¡él mató a nuestros padres!


— ¡¿y que si lo hizo?! ¡Yo lo permití! ¡Y sabes perfectamente que eso a ti no te importaba! ¡Sabes perfectamente que lo único por lo que querías venganza es por llevarme a mí y dejarte a ti; por abandonarte!


No era cierto. No era cierto. Mis padres… yo lo hacía por mis padres. ¡Yo lo hacía por mis padres! No tenía más motivos. Mis padres eran muy importantes para mí…

Aún así, dentro de mí no podía evitar pensar que quizá y solo quizá, Sasuke tenía razón.


—sigues siendo igual de idiota.


— ¿de que hablas?


—cayendo por segunda vez en la misma trampa.


—háblame claro ¿quieres?


—la primera vez, cinco años atrás, cuando Naruto mató a nuestros padres, tu tuviste miedo ¿cierto? cuando llegaste a casa y la encontraste sola y oscura, cuando nadie contestó a tu llamado, fue su risa lo que te impulsó a subir, ¿cierto? ahora, pocos meses atrás, te vimos con una mujer—o un hombre, lo que quiera que fuera—, por la noche. Dime acaso, cuando nos viste a ambos ¿no fue si no su risa lo que te impulsó a llevar todo este estúpido juego a cabo? ¿No fue, acaso, tu deseo de verlo de nuevo lo que te hizo hacer lo que hiciste esta noche, besarlo antes de matarlo? Nunca pudiste resistirte a él, igual como a pocos segundos de matarlo, no pudiste resistir tu impulso de besarlo por que sabías que sería la última vez que lo harías.


— ¿Qué pretendes con todo esto? —pregunté secamente, pillado por la cierta verdad de la que parecía yo darme cuenta en sus palabras.


—aún después del tiempo y de lo que hizo, sigues amándolo ¿o me equivoco?


No respondí. Y no lo hice por que yo mismo no lo sabía de forma segura; mis ideas y todo por mi mente estaba confuso, era incapaz de pensar con claridad ahora que la posible verdad detrás de este tonto juego me era expuesta. Al final… ¿lo había matado por sentirme celoso de que se había fugado con mi hermano y no conmigo?


—Caíste en un trampa, como siempre lo haz hecho¬—puntualizó Sasuke.




—si, bueno, será mi problema. Y, ahora que lo recuerdo, ¿Qué demonios haces tú aquí?


—Vengo a cumplir su última petición, la cual, desafortunadamente, me prohíbe matarte, cosa que muero por hacer—murmuró tristemente—, y a llevarme su cuerpo. No creías que iba a ser tan desconsiderado como para dejar a Naruto ahí en el callejón, ¿o si? no soy como tú, que lo estas abandonando ahí en la oscuridad a pesar de que lo sigues amando. Aún así, comprendo tus razones. Después de todo, ahora ya es mío.


— ¿tuyo? —pregunté con extrañeza.


—no merece pertenecerte al haberle dado muerte. Ahora, en cierta forma, te agradezco lo que haz hecho. Solo podemos poseer a los muertos, Itachi; y, por fin, Naruto ahora es mío. No es ni tu novio, ni tu amante, ni el sujeto al que besaste desesperadamente antes de apretar el gatillo que lo mató. Es mí amor no correspondido que murió a manos de mi hermano… Nunca te lo perdonaré… te odio, nunca lo olvides.


Y, antes de entrar al callejón para llevarse el cuerpo de Naruto susurrando un cariñoso «dobe», a mi difunto amante que yo le había cedido, al único amor de mí vida que desde un principio, pensé, debió haberle correspondido a él, me dio un sobre.

“Aún me pregunto por que después de cinco años seguiste buscándome, sin poder olvidar algo tan simple como la muerte de tus padres. ¿Sabes? Ahora en este momento, entre tú y yo no hay mucha diferencia: yo maté a tus padres, tú mataste al mío. Si tan solo hubiera tenido madre, habríamos quedado a mano ¿no? ¿Era eso lo que pretendías?


Sin embargo, eres y siempre fuiste demasiado predecible. Eres y fuiste demasiado tonto como para no darte cuenta de las cosas. ¿Tanto me odiabas para buscar tu inútil venganza?


No soy tan estúpido como creías.


Tus acciones eran solo cosa de niños, cosas que no me atemorizaban en absoluto. Incluso Sasuke lo decía: tus acciones eran demostraciones de lo desesperado y frustrado que estabas por encontrarme. Eras tan absurdo…


Solo eres mi querido amante, mi preciado primer amor, la persona a quién únicamente amé en esta vida.


Siempre, además de con la intención de matarme, me buscabas para darte respuestas. El por que maté a tus padres. Bien, te lo diré, aunque se perfectamente que nunca me comprenderías. Nunca lo comprenderías. Aún si me pasara toda mi vida tratando de explicarlo, jamás lo comprenderías. Jamás justificarías mis motivos para hacerlo. Sin embargo, nada pierdo con intentarlo.


Mi razón es simple, no me gusta que los demás posean algo de lo que yo carezco.


Te amo Itachi, de verdad que te amo. Aunque hayan pasado cinco años y tú ahora juegues ser alguien que no eres en realidad, te sigo amando después de tanto tiempo. Y maté a tus padres por una única razón: yo te envidiaba. Tú familia era tan bonita, tan perfecta, tan agradable y simpática que yo te envidiaba por que jamás había tenido familia.

Por que mi madre era una prostituta que tras darme a luz y dejarme al cuidado de mi padre, huyó para siempre. Por que mi padre era un borracho drogadicto muy rencoroso que la encontró y la asesinó y que, tras cumplir su objetivo, fue a parar cinco años a prisión y nunca me dejó al cuidado de un hombre de nombre Orochimaru a quién mataste creyendo que era mi padre.

Mi verdadero padre nunca me trató como a un verdadero hijo. Por que mi padre era un desgraciado que me dejaba al cuidado de terceras personas y me trataba como una molestia.


¿No crees que esa sea una vida miserable? ¡Claro! Pensarás que, a pesar de ser hijo de un ex convicto, nada me faltaba. ¿Y que hay del calor familiar? ¿Dónde esta el padre que te dice que te quiere y te felicita por tus logros y te regaña cuando lo mereces?


Tú tenías todo eso y yo no; a veces matas lo que no puedes tener. No importaba cuantas veces intentaba acercarme a mi padre, ¿sabes que recibía? Bofetones, golpes y hasta amenazas de muerte.

¿Es eso lo que tú llamarías una familia ideal?


No. Y por eso te odiaba, por que querías mucho a tus padres y ellos a ti. Por que aunque tus padres me tuvieran un especial cariño por ser tu amante, nunca serían mis padres de verdad. Nunca lo serían y yo no era capaz de aceptarlo.


Y no lo pensé mucho. Fue tan solo un arrebato de furia. Yo los quería ver muertos y tu hermano también. ¿Tan dificil era aceptar que buscábamos un poco de felicidad?


Por supuesto, no tenía previsto que llegarías tú y que nos verías en plena faena. Se suponía que tú debías de estar en cualquier parte menos ahí. Y, cuando me viste así, en un arrebato de enfermizo egoísmo, solo hice lo único que se me ocurrió hacer.


Lo lamento. ¿De verdad crees que pretendía que lo supieras? Te amaba demasiado como para dañarte de esa manera y, al mismo tiempo, te envidiaba demasiado como para permitir que fueras tan feliz…


Sin embargo, para cuando leas estas líneas, ya no habrá importado nada. Yo habré muerto en tus manos y, finalmente, podrás deshacerte de la carga de un terrible pasado que sin intenciones te había puesto yo.


Te amo, no lo olvides. Te amé durante cinco años y no dudo que, aún después de mi muerte, lo seguiré haciendo…” rezaba la carta…


Nunca más volví a saber de Sasuke.


Han pasado 3 años desde entonces y, muy a mi pesar, nunca he podido olvidar lo que sucedió.


Después de que Sasuke me entregara aquella carta y desapareciera por completo de mi vida, un dolor inexplicable e irrevocable se apoderó de mí. Era como si una misma parte de mí hubiera muerto en aquél entonces; una parte que jamás volvió a revivir, que jamás volvió a ser la misma.


Me encerré en mi mundo, llorando todos los días de mi vida por lo estúpido que había sido. Sufriendo internamente aunque por fuera nada me ocurría. Me pregunto ahora, ¿Qué habría pasado entonces si no hubiera matado a Naruto en aquél frío día de invierno? ¿Qué habría sido de mi vida, de la suya, de la de Sasuke, si nada de eso hubiera ocurrido?


Aún después de los años, aún conservo la carta que tres años atrás me dio Sasuke… aún resuenan en mi cabeza las palabras que NAruto me escribió por última vez…

«A veces matas lo que no puedes tener…»

Y, después de leer la carta por primera vez, junto al callejón donde había asesinado a Naruto, ¿Qué se suponía que debía pensar? Me había dado cuenta que realmente, a pesar de todo, seguía amándolo. Me di cuenta que, como decía Sasuke, tan solo lo odiaba por no haberme incluido en su vida después de aquél asesinato. Lo había odiado por creer vanamente durante cinco años que Naruto nunca me había amado; y a pesar de pensar esa estupidez, la verdad era que incluso me aseguraba que me seguiría amando después de muerto.


¡¿Qué se supone que debía hacer?! Había arruinado su vida, había arruinado la vida de mi hermano, ¡yo mismo había arruinado mi vida! ¡Yo mismo me había parado frente al abismo y me había lanzado a él sin darme cuenta de la verdad…!


Y pasaron los años. Y seguirían pasando, por que yo no era lo suficientemente capaz de acabar con mi vida por mi propia cuenta para terminar con la tortura emocional que me seguía después de haber leído la carta.


Por que después de aquél asesinato, mi vida ya no tenía sentido. Por que después de darme cuenta de mi error, nada podía hacer para cambiar el pasado, nada.


Por que, después del odio, solo me quedó arrepentirme…
Notas finales: Gracias a quienes leyeron hasta aquí. Que decir? No es la gran cosa, quizá es algo tonto, pero es realmente lo que me salió en un día muy aburrido y un poco de inspiración.
Creo que me restaría pedir perdón a quienes esperaban un final feliz y no se los cumplí xD pero realmente no quería un final feliz para esta historia, y seguramente mis alegres ánimos el día de hoy me fueron de mucha ayuda (nótese el sarcasmo). Aún así, aprecio a quienes lo leyeron y no quieren matarme por el triste final xD y a quienes leyeron y quieren matarme por el triste final, pues también gracias xDD
Y antes que nada, una disculpa si no he respondido a todos los reviews en “después de todo, los zorros no podían hablar” pero es que con eso de que me he sentido algo mal, enferma y con muchas cosas en las que pensar, poca era la disposición de responder a los reviews, a no ser que quienes me dejaron review quisieran una respuesta lo bastante parca y cortante de mi parte como para considerarme una grosera xDD
Pero ahora mismo me dispongo a responder a los reviews!
Y en compensación para quienes leyeron este fic y esperaba final feliz, en el transcurso de la semana, si es que los exámenes y las tareas no me quitan mucho tiempo, subiré un fic Sasunaru con final feliz, lleno de humor y romanticismo xDD jajaja xDD
Besos & abrazos, Necoco.

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).